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Trastornos de ansiedad y evaluación psicológica: Instrumentos utilizados en Brasil

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CONTEÚDO

ARTÍCULO DE REVISIÓN

VANZELER, Maria Luzinete Alves [1]

VANZELER, Maria Luzinete Alves. Trastornos de ansiedad y evaluación psicológica: Instrumentos utilizados en Brasil. Revista Científica Multidisciplinar Núcleo do Conhecimento. Año 05, Ed. 10, Vol. 13, págs. 100-120. Octubre de 2020. ISSN: 2448-0959, Enlace de acceso: https://www.nucleodoconhecimento.com.br/psicologia-es/instrumentos-utilizados-en-brasil ‎

RESUMEN

Los trastornos de ansiedad se caracterizan por miedo y ansiedad desproporcionados a la situación que desencadena y persiste más allá de lo previsto para el evento. Causan daño al individuo debido al sufrimiento producido, empeoran la calidad de vida e imponen restricciones sociales. Las técnicas de evaluación psicológica pueden ayudar a una investigación y mejorar la comprensión de estos trastornos. Este estudio tenía como objetivo investigar los instrumentos para la evaluación de la ansiedad utilizados en Brasil. Así, se llevó a cabo una revisión de la literatura, buscando libros de texto especializados, revistas y artículos indexados (en CAPES, Lilacs, PubMed, Mediline, Scielo y el académico de Google) con el fin de describir los más utilizados. Al final de este estudio, se encontró que los instrumentos para evaluar los trastornos de ansiedad se pueden dividir en siete categorías: La primera incluye instrumentos que evalúan la ansiedad como una construcción global; el segundo evalúa los trastornos psiquiátricos; el tercero comprende instrumentos que evalúan trastornos específicos de ansiedad, teniendo en cuenta los comportamientos sintomáticos y los pensamientos o sentimientos; la cuarta categoría abarca instrumentos relacionados con contextos específicos, como los hospitales o los deportes; la quinta categoría incluye instrumentos para evaluar características específicas relacionadas con la ansiedad, tales como la preocupación, la irritabilidad, entre otros; la sexta categoría abarca los instrumentos para la evaluación de la salud mental en general como quejas relacionadas con la ansiedad que se consideran detección y necesidad de atención psiquiátrica y; por último, la séptima categoría comprende los demás instrumentos que no entraron en las categorías anteriores. También se verificó que las pruebas más utilizadas en Brasil de 2000 a 2015 fueron: Inventario de Ansiedad (BAI), Escala de Ansiedad Hospitalaria y Depresión (HADS); Inventario de Ansiedad por Rasgos de Estado (IDATE); Escala de ansiedad de Hamilton; Inventario de Fobia Social (SPIN). Estos instrumentos son adaptaciones de instrumentos internacionales para su uso en Brasil.

Palabras clave: Trastornos de ansiedad, instrumentos, evaluación psicológica.

1. INTRODUCCIÓN

La evaluación psicológica se entiende como un proceso técnico-científico, generalmente complejo, donde se realiza la recopilación de datos, y la información proporcionada por los pacientes se interpreta como resultado de interacciones de diversas naturalezas entre los individuos y el entorno social. Así, se utilizan métodos, técnicas e instrumentos psicológicos de medición estandarizada y se basan en una teoría científica, siendo necesarios para cumplir con los requisitos de validez y exactitud (CFP, Resolución No 6, de 29 de marzo de 2019).

La evaluación psicológica debe producir hipótesis, o diagnósticos, sobre una persona o grupo de personas. Las hipótesis o diagnósticos se refieren al funcionamiento intelectual, características de la personalidad, capacidad para realizar una o más tareas, entre otras posibilidades (HUTZ, 2015).

La expresión de pruebas psicológicas se utiliza a veces como sinónimo de evaluación psicológica, pero es necesario tener cuidado con este vínculo, porque las pruebas a menudo forman parte de la evaluación, pero no es necesariamente una evaluación psicológica. Aunque es un hecho que la evaluación psicológica se puede hacer, en ciertos casos específicos, utilizando sólo pruebas psicológicas, esto no ocurre por regla general (HUTZ, 2015).

Cuando se trata del término amplio, la evaluación psicológica, primero hay que distinguirla de los instrumentos de evaluación. La evaluación es una actividad más compleja y constituye una búsqueda sistemática de conocimientos sobre el funcionamiento psicológico de las personas, para que pueda guiar acciones y decisiones futuras. Por otra parte, los instrumentos de evaluación se organizan sistemáticamente procedimientos para recopilar información útil y fiable a fin de servir de base para un proceso más amplio y más profundo de evaluación psicológica, de manera que los instrumentos formen parte del proceso más amplio de evaluación psicológica (PRIMI et al., 2004). Las pruebas pueden interpretarse como parte del proceso de evaluación psicológica en muchas situaciones.

Los instrumentos en general son medios estandarizados para obtener muestras e indicadores de comportamiento con el fin de revelar diferencias individuales en construcciones, rasgos latentes o recursos psíquicos implícitos. Por lo tanto, los rasgos encubiertos son las variables causatis de los comportamientos que se manifiestan durante las pruebas. Por lo tanto, los procesos integrales de las medidas, que implican directamente, a través de la observación de indicadores, permite evaluar la interferencia en la construcción (GOTTFREDSON y SAKLOFSKE, 2009). Los estudios de validez buscan probar la relación causal entre las variaciones en la construcción subyacente y los cambios en los indicadores de comportamiento analizados por el instrumento, confirmando así los significados asociados con las puntuaciones relacionadas con la construcción (PRIMI, 2010).

Es importante mencionar que la evaluación psicológica es una de las áreas más antiguas de la psicología (ANASTASI y URBINA, 2000; PRIMI, 2010). Pruebas a gran escala sólo a finales del siglo XIX, cuando comenzaron las pruebas psicológicas modernas en Francia (HUTZ, 2015).

En Brasil, esta área fue incluida en la ley federal No 4.119 (1962), que regulaba la profesión de psicólogo en el país y, entre otras cosas, creaba una sola función como privada del psicólogo: el uso de métodos y técnicas psicológicas para el diagnóstico psicológico, orientación y selección profesional, orientación psicopedagógica y solución de problemas de ajuste (BUENO y PEIXOTO, 2018).

A principios del siglo XX, ya había laboratorios realizando investigaciones en evaluación psicológica. En 1907 se fundó el primer laboratorio brasileño de evaluación psicológica y en 1924, José Joaquim de Campos da Costa de Medeiros y Albuquerque (1867-1934) publicó el libro titulado “Testes”, con el subtítulo “Introducción al estudio de los medios científicos de juzgar la inteligencia y la aplicación de los estudiantes”, este fue el primer libro sobre pruebas psicológicas en Brasil (GOMES, 2009; HUTZ y BANDEIRA, 2003).

Hutz, (2015) todavía describe el siguiente texto sobre la importancia de la evaluación psicológica:

También es importante entender que la evaluación psicológica es un área compleja con interfaces y aplicaciones en todas las áreas de la psicología. En principio, no se debe iniciar un procedimiento, con personas o grupos, en cualquier área de la psicología sin un diagnóstico o una evaluación inicial de esa persona o grupo. Después del procedimiento (o incluso durante su rendimiento), es necesario evaluar los resultados. Por lo tanto, es fundamental una formación básica en este ámbito para trabajar de manera eficiente y de calidad como psicólogo en cualquier otra área de aplicación de la psicología. La forma en que debe hacerse esta capacitación sigue siendo objeto de debate. El Instituto Brasileño de Evaluación Psicológica (IBAP) ha promovido este debate y publicado algunos documentos al respecto. Está claro que el entrenamiento no termina en la graduación. El psicólogo, aunque legalmente puede utilizar pruebas psicológicas y realizar evaluaciones psicológicas en todas las áreas, debe seguir su formación a través de cursos de especialización o postgrado (máster, doctorado) y lectura sistemática de literatura especializada en la zona […] (HUTZ, 2015).

El conocimiento de la evaluación psicológica va en contra del concepto actual de salud y las causas de las enfermedades. La salud no es sólo como una ausencia de síntomas, ya que un individuo puede estar gravemente enfermo sin presentar sintomatología. Las enfermedades, en el punto de vista actual, no tienen una sola determinación, sino que, por el contrario, son multideterminadas. No hay dos psicópatas, uno de salud y otro relacionado con la enfermedad. En realidad, la psicología de la expresión en salud implica la experiencia de una persona y también en su proceso de enfermedad. Por lo tanto, cada enfermedad tiene aspectos psicológicos e implica múltiples factores a evaluar, como el estilo de vida, los hábitos, la cultura y los mitos familiares (STRAUB, 2005).

Hablando particularmente de trastornos de ansiedad, afectan sustancialmente la vida de las personas, comprometen las actividades cotidianas, las relaciones sociales y otros aspectos de sus vidas. Estos trastornos tienen bajas tasas de regresión espontánea y una fuerte tendencia a la crónica o incluso se desarrollan en otros trastornos psiquiátricos si no se tratan (PINE, 1997; VIANNA, 2009). Por lo tanto, es necesario que el diagnóstico se produzca lo antes posible, teniendo en cuenta las evaluaciones y tratamientos adecuados, por lo que los pacientes tendrán mejores pronósticos y menor serán los daños para el individuo.

El diagnóstico correcto de un trastorno de ansiedad, tanto por gravedad como por comorbilidades, genera expectativas de un buen pronóstico ya que proporciona información adecuada sobre el curso, la prevalencia y las posibilidades de tratamiento, además de otros factores. Por lo tanto, es importante que los médicos dispongan de instrumentos adecuados para la evaluación de la ansiedad, tanto para las mediciones de los síntomas como para la detección y el diagnóstico. Los buenos instrumentos proporcionan instrumentos estandarizados y seguros para la obtención de indicadores para la evaluación de la construcción, un rasgo latente o un proceso psicológico subyacente (PRIMI, 2010), por ejemplo ansiedad y miedo – construcciones que ocultan los síntomas de los trastornos de ansiedad (CRASKE et al., 2009). El uso de instrumentos adecuados para la evaluación de la ansiedad aseguran datos fiables y coherentes para la investigación y el tratamiento de los trastornos de ansiedad, reflejando en beneficio de las personas que sufren el daño causado por esta categoría de trastorno. Para ello, las investigaciones son necesarias para buscar instrumentos cada vez más apropiados para la evaluación de los trastornos de ansiedad. En este sentido, el objetivo de este estudio era llevar a cabo una revisión de la literatura científica brasileña con el objetivo de identificar los instrumentos psicológicos utilizados para la evaluación de la ansiedad en Brasil.

2. MÉTODO

Se llevó a cabo una revisión de la literatura en busca de libros de texto especializados, revistas y artículos científicos indexados (en revistas de capas, Lilacs PubMed, Mediline, Scielo), con el fin de obtener la información y los informes de los autores sobre los instrumentos utilizados en la evaluación psicológica en trastornos de ansiedad, con el fin de describir los más utilizados.

3. DESARROLLO

3.1 ANSIEDAD

La ansiedad es una emoción normal, esencial y natural para la vida humana, que funciona como mecanismo de defensa, adaptativa en la naturaleza y que tiene el papel de mediar la interacción del individuo con el medio ambiente y prepararse para situaciones de amenaza común y peligro de experiencia humana (RAMOS, 2011). En general, la ansiedad actúa como una señal de advertencia, ya que advierte de peligros inminentes y alienta al individuo a tomar medidas para hacer frente a las amenazas (VASCONCELOS et al., 2008).

La ansiedad implica factores cognitivos, conductuales, afectivos, fisiológicos y neurológicos que modulan la percepción del individuo del medio ambiente y provocan respuestas específicas estimulando algún tipo de acción (CLARK y BECK, 2012; CRASKE et al., 2009). Frente a estímulos o situaciones estresantes, surgen las respuestas del cuerpo, como aumento de la presión arterial, aumento de la frecuencia de los latidos del corazón, aumento de la sudoración y la actividad motora, agitación, rigidez muscular esquelética y cambios respiratorios, tipo superficial y rápido e insomnio, además de otros cambios fisiológicos (LUNDIN, 1977).

Según Tess (1996) la ansiedad es una señal de advertencia, una advertencia sobre los peligros inmediatos, preparándote para crear y tomar medidas para enfrentar una amenaza vaga, donde la situación de peligro no es concreta, sin embargo conduce a un repertorio conductual y fisiológico en una respuesta y tiene la dirección que enfrenta el futuro.

La ansiedad no es necesariamente una condición patológica, sino una condición natural del organismo, que permite prepararse para una respuesta, defensa o ataque, de la mejor manera posible, en situaciones nuevas o desconocidas, o situaciones ya conocidas pero interpretadas como eminentemente peligrosas (SILVA, 2010). Esta condición sólo se vuelve patológica cuando alcanza niveles muy altos y continuos, empezando a perjudicar el rendimiento en las actividades diarias y generar desequilibrio físico y/o emocional y así se configurará en un estado de alerta constante, caracterizando las patologías designadas como trastornos de ansiedad (ARAÚJO, 2011).

Según DSM 5, (2014), los trastornos de ansiedad incluyen trastornos que comparten características excesivas de miedo y ansiedad y trastornos de comportamiento relacionados. El miedo es la respuesta emocional a una amenaza inminente real o percibida, mientras que la ansiedad está anticipando una amenaza futura. Obviamente, estos dos estados se superponen, pero también difieren, con el miedo se asocia más a menudo con períodos de mayor excitabilidad autonómica, necesario para la lucha o vuelo, pensamientos de peligro inmediato y comportamientos de escape, y la ansiedad se asocia más a menudo con la tensión muscular y la vigilancia en preparación para el peligro futuro y comportamientos de precaución o elusividad. A veces, el nivel de miedo o ansiedad se reduce por comportamientos de travesuras constantes. Los ataques de pánico se destacan dentro de los trastornos de ansiedad como un tipo particular de respuesta al miedo. No se limitan a los trastornos de ansiedad y también se pueden ver en otros trastornos mentales […].

Según Antai-Otong (2003), las manifestaciones de los trastornos de ansiedad son las más frecuentes e incapacitantes de los trastornos psiquiátricos, y llevan a sus pacientes a los servicios de salud una y otra vez para buscar diferentes especialidades médicas, y causar daños al funcionamiento y la calidad de vida de los pacientes. Los trastornos de ansiedad son diferentes tanto del miedo como de la ansiedad adaptativa, ya que sus manifestaciones son excesivas y duraderas, y van mucho más allá de lo esperado para el evento o la situación desencadenante. A menudo, estos trastornos se desarrollan en la infancia y pueden persistir durante la edad adulta si no se tratan (APA, 2014). Estos trastornos son condiciones clínicas en las que los síntomas son primarios, no provienen de otras circunstancias psiquiátricas como depresión, psicosis, trastornos del desarrollo, trastorno hipercinético y otros (CASTILLO, 2000). Según el texto revisado del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, 5a edición (DSM 5), los criterios para el diagnóstico del trastorno de ansiedad deben tener en cuenta la frecuencia e intensidad de las ocurrencias de diferentes síntomas físicos (aumento de la frecuencia cardíaca, palpitaciones, discnea sialosquesis y sudoración), comportamiento (agitación, insomnio, reacción exagerada a (estímulos y temores) , preocupación, irritabilidad y distracción) (DSM 5, 2014).

Brasil tiene tasas muy altas de trastornos de ansiedad, y factores como la socioeconómica, la pobreza, el desempleo, los factores ambientales, los estilos de vida en las grandes ciudades favorecen este escenario (GONÇALVES  y KAPCZINSKI, 2008). Por otro lado, los trastornos de ansiedad se encuentran entre los trastornos mentales más prevalentes en niños y adolescentes. Según Asbahr, (2004) pierde sólo el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y el Trastorno de Conducta.

Los estudios epidemiológicos en poblaciones estadounidenses indicaron que los trastornos de ansiedad infantil tienen una prevalencia estimada de 8 a 12% (COSTELLO, 1989; SPENCE, 2001). En Brasil, un estudio poblacional mostró una tasa de prevalencia del 4,6% en niños y del 5,8% en adolescentes (FLEITLICH-BIL y GOODMAN, 2004). Ford et al., (2003) en estudios en Inglaterra, las tasas de morbilidad fueron similares a las encontradas en Brasil, lo que indica una prevalencia del 3,4% en niños y del 5,04% en adolescentes (FORD et al., 2003).

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la prevalencia mundial del trastorno de ansiedad (TA) es del 3,6% de la población. Sin embargo, en el continente americano, este trastorno alcanza el 5,6%, y en Brasil, TA alcanza el 9,3% de la población, con el mayor número de casos de ansiedad entre los países del mundo (OMS, 2017).

Los trastornos de ansiedad se señalan como uno de los problemas de salud mental más relevantes en Brasil y se encuentran entre los trastornos psiquiátricos más recurrentes. Es la disfunción emocional que probablemente más afecta e interfiere más con la calidad de vida y se consideran los trastornos más incapacitantes (RAMOS, 2009). Estos datos apuntan al trastorno de ansiedad como un problema de salud pública, y sugieren que se lleven a cabo más estudios a este respecto.

3.2 TRASTORNOS DE ANSIEDAD SEGÚN DSM 5

La reformulación del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM 5) eliminado del capítulo referido a trastornos de ansiedad, los trastornos “obsesivo compulsivo”, “estrés agudo” y “estrés postraumático”, reseleccionándolos en nuevos capítulos. Las condiciones fóbicas (agorafobia, fobia específica y trastorno de ansiedad social) ya no requieren la edad mínima de dieciocho años para el reconocimiento de su miedo excesivo o irracional. Por último, la duración mínima para el diagnóstico también se convirtió en seis meses sin distinción de edad (ARAÚJO  y LOTUFO NETO, 2014).

El trastorno de pánico y la agorafobia ahora se separan en diagnósticos independientes, reconociendo así la existencia de casos de agorafobia en ausencia de síntomas de pánico. Por otra parte, el ataque de pánico puede ocurrir en comorbilidad con trastornos mentales distintos de la ansiedad, esto llevó a DSM 5 a incluir el ataque de pánico como especificador para otros trastornos (ARAÚJO  y LOTUFO NETO, 2014).

El mutismo selectivo y el trastorno de ansiedad por separación comenzaron a componer el capítulo de los trastornos de ansiedad. Por último, los criterios diagnósticos para el trastorno de ansiedad por separación están de acuerdo con el manual anterior, pero aceptan la posibilidad de que los síntomas comenzaron a la edad de dieciocho años. Por otro lado, los criterios para el diagnóstico del mutismo selectivo fueron prácticamente inalterados (ARAÚJO  y LOTUFO NETO, 2014). Los temas siguientes describirán los subtipos de ansiedad.

3.2.1 TRASTORNO DE ANSIEDAD POR SEPARACIÓN

Este trastorno se caracteriza por una ansiedad excesiva con respecto a la eliminación de las figuras de hogar o apego, la ansiedad supera lo que se espera en relación con la etapa de desarrollo del individuo, y persiste durante al menos un mes, causa sufrimiento intenso y daño expresivo, en diferentes áreas de la vida (DSM 5, 2014).

Los niños o adolescentes temen que algo pueda sucederse a sí mismos o a sus cuidadores, siempre y cuando se les quite. Por lo tanto, asumen un comportamiento excesivo de apego a sus cuidadores, evitando la eliminación o incluso llamando sistemáticamente. Necesitan compañía para dormir y pueden resistir el sueño por miedo a la separación o pérdida de control. Se refieren a pesadillas, sobre los temores de separación es el rechazo común de la escuela secundaria en estos pacientes (CASTILLO, 2000).

Es suficiente que un niño se imagine que sus padres estarán ausentes para que puedan surgir manifestaciones somáticas de ansiedad (dolor abdominal, dolor de cabeza, náuseas y vómitos). Algunos tienen palpitaciones, mareos y una impresión de desmayos. Estudios retrospectivos han planteado la hipótesis de que la ansiedad por separación en la infancia puede constituir un factor de riesgo para la aparición de trastornos de ansiedad en adultos (CASTILLO, 2000).

3.2.2 TRASTORNO DE ANSIEDAD GENERALIZADA (TAG)

Las características esenciales del trastorno de ansiedad generalizada son la ansiedad excesiva y la preocupación (expectativa aprensiva) acerca de diversos eventos o actividades. La intensidad, duración o frecuencia de ansiedad y preocupación es desproporcionada con respecto a la probabilidad o el impacto real del evento previsto. El individuo tiene dificultades para controlar la preocupación y evitar que los pensamientos preocupantes intervengan en la atención a las tareas en cuestión. Los adultos con trastorno de ansiedad generalizada a menudo se preocupan por las circunstancias rutinarias de la vida diaria, como las posibles responsabilidades en el trabajo, la salud y las finanzas, la salud de los miembros de la familia, las desgracias con sus hijos o los problemas menores (por ejemplo, realizar tareas domésticas o llegar tarde a las citas). Los niños con el trastorno tienden a preocuparse excesivamente por su competencia o la calidad de su rendimiento. Durante el curso del trastorno, el foco de preocupación puede cambiar de una preocupación a otra. […] (DSM 5, 2014, p.222).

EL TAG es el trastorno de ansiedad más comúnmente encontrado en la práctica clínica, siendo considerado una enfermedad crónica, asociado con alta morbilidad y altos costos individuales y sociales, con gran demanda de servicios médicos ambulatorios, ya que los síntomas de TAG a menudo se confunden con otras condiciones clínicas (RAMOS, 2009). La depresión a menudo coexiste en pacientes con TAG (MACKINNON, 2008). La sintomatología asociada con la TAG incluye agitación, fatiga, dificultad para concentrarse, nerviosismo, tensión muscular, trastorno del sueño, preocupación excesiva (KINRYS y WYGANT, 2005).

3.2.3 PHOBIA ESPECIFICA

La fobia específica presenta miedo o ansiedad asociado con la presencia de un objeto o situación en particular (estímulo fóbico). Para el diagnóstico de fobia específica, el miedo o la ansiedad son exagerados en relación con el peligro real manifestado por el objeto o situación. El sufrimiento causado añade daño a las áreas sociales, profesionales u otras áreas importantes de la vida (DSM 5, 2014).

Individuos con fobia específica utilizan la evitación para resolver el problema. Su vida está relacionada con miedos irreales y angustiosos. Explican racionalmente sus temores, pero al mismo tiempo reconocen que los objetos o situaciones sólo son parcialmente responsables de sus sentimientos. Aunque a menudo perciben su miedo como inadecuado, creen que evitar la situación es la única opción posible debido a su intenso miedo (MACKINNON, 2008).

3.2.4 TRASTORNO DE ANSIEDAD SOCIAL (TAS)

El miedo intenso y la ansiedad caracterizan el TEA en situaciones sociales en las que el individuo puede ser juzgado por otros. La posibilidad de una evaluación negativa causa ansiedad intensa, haciendo que el sujeto evite estos momentos. La ansiedad y el miedo se comparan con la amenaza real manifestada por la situación social y el contexto sociocultural, que terminan provocando esquivas persistentes que suelen durar más de seis meses. Causando sufrimiento y deterioro clínicamente significativos en áreas sociales, profesionales u otras áreas de la vida (DSM 5, 2014).

En las muestras clínicas, el TAS tiene una prevalencia del 12,1% durante la vida. Los pacientes con TAS son de 10 a 20% de las personas con trastorno de ansiedad (MULULO et al., 2009). Según Ramos (2009), los síntomas de TAS pueden surgir en la adolescencia y evolucionar en curso crónico.

3.2.5 TRASTORNO DE PÁNICO (TP)

En el trastorno de pánico hay un brote abrupto de miedo, o malestar intenso que alcanza un pico en minutos y durante este tiempo los síntomas más comunes presentados son: palpitaciones, aceleración de la frecuencia cardíaca, sudoración, sensación de falta de aliento, o ser asfixiado, sensación de mareo, miedo a perder el control o morir, despersonalización, desrealización, además de otros síntomas. El inicio siempre es repentino y la duración de 10 a 30 minutos en promedio (DSM 5, 2014).

Los ataques de pánico pueden suceder a cualquier persona, pero solo aquellos que tienen ataques frecuentes, tres o más durante un mes, son diagnosticados como TP (RAMOS, 2009). Este trastorno llega a aproximadamente el 3% de la población y causa mucho sufrimiento a la persona y daños en su vida (SHINOHARA, 2005). Este trastorno crónico influye en la calidad de vida de los pacientes, ya que su repercusión afecta a varios contextos sociales, físicos, familiares y ocupacionales (CARVALHO et al., 2008).

3.2.6 AGORAPHOBIA

La agorafobia se caracteriza por el miedo o ansiedad marcados o intensos desencadenados por la exposición, real o predicho, a diversas situaciones. Para hacer el diagnóstico es necesario que se produzcan síntomas en al menos dos de las cinco situaciones tales como: uso del transporte público; permanecer en el espacio abierto; permanecer en el interior; permanecer en una fila o en la multitud; salida de casa sola (DSM 5, 2014).

Cuando la ansiedad o el miedo se desencadenan en estas situaciones, las personas generalmente experimentan pensamientos de que algo terrible podría suceder. Creen que escapar de estas situaciones sería muy difícil, o que no hay ayuda disponible cuando se presentan síntomas de pánico, u otros síntomas incapacitantes y embarazosos. La ansiedad se evoca casi cada vez que la persona entra en contacto con la situación dhimed (DSM 5, 2014). Estas personas desarrollan una serie de estrategias para lidiar con el miedo, como salir de casa acompañado, o siempre llevar un tranquilizante con usted. La ansiedad anticipatoria también es parte de la imagen (RAMOS, 2009).

3.2.7 MUTISMO SELECTIVO

DSM 5 (2014) proporciona la descripción de que los niños con mutismo selectivo cuando se encuentran con otras personas en las interacciones sociales, no comienzan el discurso o no responden cuando otros hablan con ellos. La falta de habla ocurre en las interacciones sociales con adultos y otros niños.

Los niños con este trastorno hablan en casa en presencia de familiares, pero a menudo no hablan con amigos cercanos o familiares de segundo grado. El trastorno a menudo está marcado por una alta ansiedad social. En la escuela, estos niños a menudo se niegan a hablar, y tienen repercusiones en el rendimiento escolar.

En cuanto al desarrollo y curso de este trastorno, en general, su aparición ocurre antes de los 5 años, pero puede no ser detectado clínicamente hasta entrar en la escuela, donde hay un aumento en la interacción social (DSM 5, 2014).

Los factores de riesgo para el mutismo selectivo no están bien identificados. La afectividad negativa (neuroticismo) o la inhibición del comportamiento pueden desempeñar un papel, así como la historia de los padres de timidez, aislamiento social y ansiedad social. A nivel ambiental, los padres de niños con mutismo selectivo fueron descritos como sobreprotectores y más controladores que los padres de niños con otro trastorno de ansiedad o sin alteraciones. Debido a la superposición significativa entre el mutismo selectivo y la fobia social, puede haber factores genéticos comunes a ambas condiciones (DSM 5, 2014).

4. RESULTADO Y DISCUSIÓN

Araújo (2013), llevó a cabo una revisión sistemática en busca de instrumentos de evaluación psicológica disponibles en Brasil, con relevancia para el diagnóstico de trastornos de ansiedad y dividió los instrumentos en siete categorías. La primera categoría incluye instrumentos que analizan la ansiedad como una construcción global, en esta categoría es el Inventario de Ansiedad de Estado-Rasgo – IDATE). La segunda categoría incluye instrumentos para evaluar trastornos psiquiátricos, como la Screen for Child Anxiety Related Emotional Disorders (SCARED) o instrumentos para la evaluación de trastornos de ansiedad y trastornos de otras categorías psiquiátricas (por ejemplo, Composite International Diagnostic Interview – CIDI).

El tercero comprende instrumentos para evaluar trastornos específicos de ansiedad a través de comportamientos, pensamientos y/o sentimientos sintomáticos del trastorno en cuestión (por ejemplo, Inventario de Fobia Social – SPIN). El cuarto incluye instrumentos para evaluar la ansiedad relacionada con contextos específicos (por ejemplo, hospital, donde se aplica a las escalas de ansiedad y depresión – HADS); Competitive State Anxiety Inventory-2 – CSAI-2). La quinta categoría incluye instrumentos para evaluar una peculiaridad relacionada con la ansiedad, como la preocupación: Penn State Worry Questionnaire – PSWQ; Anxiety Sensitivity Index-3  – ASI-3). La sexta categoría, que incluye instrumentos que evalúan la salud mental en general, como las quejas relacionadas con la ansiedad, tiene valor como un examen indicativo de la necesidad de atención psiquiátrica, entre ellos se encuentra el Self-Reporting Questionnaire-20 – SRQ-20). La séptima categoría comprende los demás instrumentos incluidos que no se incluyeron en las categorías anteriores.

Los estudios de Obelar (2016) en una revisión sistemática de la evaluación psicológica de los trastornos de ansiedad en adultos, incluyendo todos los estudios publicados de 2000 a 2015, y la presentación de instrumentos de evaluación de la ansiedad psicológica que incluyen a la población brasileña, mostraron que los instrumentos más citados para evaluar los trastornos de ansiedad en Brasil eran: Beck Inventory Anxiety (BAI); Escala de Ansiedad y Depresión Hospitalaria (HADS); Inventario de rasgos y ansiedad del Estado (IDATE); Inventario de Fobia Social (SPIN) y la Escala de Ansiedad Hamilton. Estos instrumentos se describirán a continuación.

4.1 INVENTARIO DE ANSIEDAD BECK (BAI)

Las Escalas Beck son inventarios desarrollados originalmente por Beck, Epstein, Brown y Steer en 1988 y adaptados por Jurema Alcides Cunha en 2001, tiene una buena fiabilidad y coeficientes de validez. La primera muestra de fiabilidad y validez de este inventario fue reportada por el alfa de Cronbach en muestras de pacientes psiquiátricos, no clínicos y clínicos de liceo. Los coeficientes de las muestras no clínicas oscilaron entre 0,71 y 0,72. Además, el intervalo de una semana entre las pruebas condujo a una correlación entre las aplicaciones en una muestra de la población general de 0,99 (p<0,001) su Manual evidencia la validez del contenido, convergente, discriminante y factorial (CUNHA, 2001).

Las escalas Beck se componen de cuatro medidas: a) Inventario de Depresión (BDI) que mide la intensidad de la depresión; b) Inventario de ansiedad (BAI), que asses intensidad de ansiedad; c) La escala de desesperanza (BHS) se conoce como una medida de pesimismo y es capaz de presentar evidencia que sugestiva de riesgo de suicidio en individuos deprimidos o individuos con antecedentes de intentos de suicidio; y d) Escala de Ideación Suicida (BSI) que detecta la presencia de ideación suicida, asificando el grado de motivación y planificación de la conducta suicida. Este instrumento es adecuado para personas de 17 a 80 años. En Brasil sólo los profesionales de la psicología supervisados y los estudiantes pueden publicar esta prueba. Las escalas se pueden aplicar por separado o no. Su uso articular está más indicado, ya que hace que el diagnóstico sea más preciso ya que los fenómenos investigados a menudo están asociados. El resultado no está influenciado por el orden de presentación (CUNHA, 2001).

BAI fue adaptado y estandarizado para la población brasileña por Cunha (2001). Evalúa los síntomas de ansiedad en una escala de cero a cuatro puntos, e identifica los niveles de gravedad crecientes de cada síntoma (TAVARES et al., 2012).

4.2 ESCALA HOSPITALARIA DE ANXIETY Y DEPRESSION (HADS)

Hay varios instrumentos ya descritos con el fin de evaluar la ansiedad y la depresión (Escala de ansiedad de Hamilton, Inventario de ansiedad I y II I y II, Inventarios de ansiedad y depresión Beck y (Hospital Anxiety and Depression Scale — HADS). La mayoría de ellos fueron creados para ser utilizados en pacientes con trastornos psiquiátricos. Sin embargo, HADS fue creado inicialmente para verificar los síntomas de ansiedad y depresión en pacientes en hospitales y clínicas no psiquiátricas, más tarde comenzó a ser utilizado en pacientes no hospitalizados y en individuos sin trastornos.

HADS se limitó a 14 elementos, divididos en subescalas de ansiedad y depresión. Zigmond y Snaith (1983) recomendaron dos puntos de corte en ambas subescalas de la siguiente manera: posibles casos con puntuaciones superiores a 8 y casos probables, mayores que 11 puntos. También sugirieron un tercer punto de corte: en relación con trastornos graves, que recibieron más de 15 puntos.

Este instrumento ya ha sido traducido a varios idiomas. Botega et al., (1995) produjo un estudio de validación de hads en portugués. HADS se diferencia de otras escalas al excluir la interferencia de trastornos somáticos, por lo que no están presentes en la puntuación de esta escala, síntomas de ansiedad o depresión asociados con enfermedades físicas.

Por lo tanto, no se incluyen elementos como pérdida de peso, anorexia, insomnio, fatiga, pesimismo sobre el futuro, dolor de cabeza y mareos, etc.

4.3 INVENTARIO DE ANXIETY TRACE-STATE (IDATE)

Este inventario es uno de los instrumentos más utilizados para cuantificar los componentes subjetivos de la ansiedad (KEEDWELL y SNAITH, 1996). Fue preparado por Spielberger; Gorsuch y Lushene (1970) y en Brasil fue traducido y adaptado por Biaggio y Natalício (1979). IDATE tiene una escala para evaluar la ansiedad como estado (IDATE-E) y otra que verifica la ansiedad como un rasgo (IDATE-T).

El estado ansioso retrata una respuesta transitoria relacionada con una situación de adversidad que se presenta en un momento dado, mientras que el rasgo se refiere a un aspecto más estable, la propensión del individuo a lidiar con una mayor o menor ansiedad a lo largo de la vida (CATTELL y SCHEIER, 1961).

El IDATE se desarrolló inicialmente con el propósito de medir estructuras latentes específicas, en las que cada escala correspondería a un solo factor (SPIELBERGER et al., 1970). Sin embargo, en la década de 1970-80 se realizaron estudios con fundamentos técnicos y estadísticos de análisis de factores, que indicaban la existencia de dos factores para IDATE-E y IDATE-T (BARKER; BARKER y WADSWORTH, 1977; GAUDRY y POOLE, 1975; LOO, 1979; SPIELBERGER et al.,1980). Este patrón de resultados generó una discusión sobre la verdadera estructura potencial de estas escalas, especialmente en relación con la IDATE-T que demostró un mayor problema de interpretación con respecto a la naturaleza de sus factores.

Spielberger et al., (1980) mostró que la mejor clasificación de los elementos relacionados con estos dos factores era la que contenía contenidos que manifestaba la presencia o ausencia de ansiedad.

En Brasil, la estructura factorial de la IDATE-T ha sido poco estudiada. Entre los estudios se encuentran los de Pasquali et al., (1994), así como los de Andrade et al., (2001), que encontró diferentes estructuras factoriales en relación con la IDATE-T. Por ejemplo, Pasquali y et al. (1994), verificó una solución que ayudó a la interpretación de los dos factores de la IDATE-T en “ansiedad presente” y “ansiedad ausente”. Por otro lado, Andrade y et al. (2001) informó de la presencia de dos factores relacionados con la ansiedad y la depresión.

Las evaluaciones sobre la estructura factorial de la STAI encontraron un alto índice de consistencia en ambas escalas, y el alfa de Cronbach en tres muestras osciló entre 0,82 y 0,89 (LORICCHIO, 2012).

4.4 INVENTARIO DE FOBIA SOCIAL (SPIN)

El Mini Inventario de Fobia Social (Mini-SPIN) consta de tres elementos que evalúan el miedo a la vergüenza y la evitación. Para cada elemento del inventario, se le pide al individuo que indique cuánto le ha molestado la situación en la última semana, y debe marcar una de las cinco opciones existentes, que van desde “Nada a extremadamente”. La puntuación para cada opción varía de 0 a 4, y la puntuación total del instrumento varía de 0 a 12. Las puntuaciones de 6 puntos o más sugieren que el médico debe investigar la presencia de fobia social generalizada. La versión original en inglés de este instrumento tiene buena sensibilidad (88,7%), especificidad (90,0%) y eficacia diagnóstica (89,9%). Este instrumento es una buena herramienta para rastrear la fobia social generalizada (CONNOR et al., 2001).

El Inventario de Fobia Social (SPIN) fue validado para el contexto brasileño por Osório et al., (2005), siendo organizado en 17 elementos que analizan los síntomas relacionados con el trastorno de ansiedad social. Los estudios han demostrado indicadores fiables de validez y fiabilidad para SPIN en muestras brasileñas (ALVES, 2012). Es un instrumento breve, autoecon aplicable y fácil de administrar, capaz de detectar síntomas de miedo, evasión y fisiológicos (ANGÉLICO, 2012).

4.5 ESCALA DE ANSIEDAD HAMILTON

La Escala de Ansiedad de Hamilton se compone de 14 elementos divididos en dos grupos, con 7 elementos: el primer grupo comprende los síntomas del estado de ánimo ansioso, mientras que el segundo comprende síntomas físicos de ansiedad. Los elementos se evalúan utilizando una escala Likert de 5 puntos que considera desde la ausencia (0) hasta la alta intensidad de los síntomas (4) (OBELAR, 2016).

4.6 OTRAS HERRAMIENTAS ÚTILES EN LA EVALUACIÓN DEL TRASTORNO DE ANSIEDAD

Además de los instrumentos descritos anteriormente porque se encontró que son los más utilizados durante 15 años (2000 a 2015) en la revisión de Obelar (2016), muchas otras pruebas se utilizan para evaluar trastornos de ansiedad y debido a la importancia psicológica de cada uno. Breve escala de evaluación psiquiátrica (BPRS); Escala de ansiedad de Zung; Lista de verificación de síntomas Subescala de ansiedad (SCL-90); Escala de Ansiedad Clínica (CAS); Escala breve de ansiedad (BAS); POMS (Perfil de Estados de ánimo (POMS).

5. CONSIDERACIONES FINALES

La ansiedad es una emoción normal, una señal de advertencia, que advierte de peligros inminentes y tiene la función de mediar la interacción del hombre con el medio ambiente; ser entonces una reacción natural y necesaria para la autopreservación. Los síntomas de ansiedad se esperan en situaciones apropiadas. La ansiedad se considera patológica, cuando, desproporcionada en relación con el estímulo desencadenante. El trastorno de ansiedad generalmente se identifica por la ocurrencia repetida e intensa de diversos trastornos físicos (aquicardia, sialosquesis, hiperventilación pulmonar y sudoración excesiva), conductual (agitación, insomnio, exacerbación de las reacciones a estímulos y temores) o cognitivo (agitación, angustia, preocupación, nerviosismo y déficit de atención) (LOUZày al., 2011).

En la población brasileña, los trastornos de ansiedad tienen una alta prevalencia y son muy incapacitantes, causando un deterioro funcional y social significativo, y un alto costo financiero para el servicio público. La realización de un diagnóstico más preciso y eficaz es necesaria para que el tratamiento pueda realizarse correctamente. (MARCULINO et al., 2007). La evaluación psicológica, cuando se realiza con instrumentos válidos, fiables y actualizados, puede ser de gran ayuda para la mejora diagnóstica y la orientación y planificación del tratamiento.

Un instrumento de evaluación psicológica debe ser adecuado y tener bases teóricas bien basadas en evidencia empírica, para generar diagnósticos y pronósticos seguros (CUNHA, 2001; PRIMI, 2010).

Los instrumentos que evalúan la ansiedad deben garantizar la confianza a los médicos e investigadores para realizar procesos de detección y diagnóstico de forma segura, apoyando las prácticas clínicas y académicas en la planificación y eficacia de las intervenciones. Es importante que los profesionales conozcan las cualidades de los instrumentos disponibles en Brasil para la evaluación de trastornos de ansiedad y las cualidades de los instrumentos con el fin de poder seleccionar el mejor y más adecuado instrumento para medir lo que se desea, de acuerdo con los objetivos en cuestión.

La evaluación psicológica debe entenderse como algo más que un simple campo aplicado al uso de medidas y técnicas. La evaluación, en general, y el desarrollo de instrumentos, sirven para objetivar y poner en funcionamiento teorías y construcciones (PRIMI, 2010). Implican la relación de conceptos teóricos con elementos observables y requieren la aplicación del método científico. Buscando evidencia de la adecuación de los instrumentos de evaluación, los estudios ayudan al desarrollo de las construcciones evaluadas (PRIMI, 2010). Así, los avances de los estudios sobre la evaluación de la ansiedad ofrecen bases teóricas y empíricas para el desarrollo y conocimiento de esta construcción y para la prevención y tratamiento de trastornos de ansiedad.

6. REFERENCIAS

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[1] Doctorado en patología experimental y comparativa – USP-SP.

Enviado: Julio, 2020.

Aprobado: Octubre de 2020.

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Maria Luzinete Alves Vanzeler

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