ARTÍCULO DE REVISIÓN
ABREU, Liliane Alcântara de [1], MELO, Natalia Sayuri [2]
ABREU, Liliane Alcântara de. MELO, Natalia Sayuri. Madres narcisistas: maternidad tóxica y posible daño psicoconductual en los hijos. Revista Científica Multidisciplinar Núcleo do Conhecimento. Año. 07, ed. 08, vol. 04, págs. 15-47. Agosto 2022. ISSN: 2448-0959, Enlace de acceso: https://www.nucleodoconhecimento.com.br/psicologia-es/maternidad-toxica
RESUMEN
Este artículo tuvo como objetivo generar una reflexión teórica sobre las madres narcisistas. El tema es un tabú social basado en la figura del imaginario de la madre santificada y, por lo tanto, que supuestamente no daña a sus hijos física, psicológica, emocional y/o moralmente con un propósito continuo. A la vista de los relatos recogidos –a partir de entrevistas que generan libros y artículos científicos– en los últimos años por profesionales de la salud mental, se ha podido aportar datos de que estas enfermas están produciendo en masa otros enfermos psíquicos. De esta forma, las autoras tuvieron como pregunta orientadora: ¿cómo y por qué las conductas materno-narcisistas pueden generar hijos con enfermedades psicoconductuales? Así, el objetivo general se basó en detectar cómo se construyen y comportan las madres narcisistas, y cuáles son las implicaciones psicológicas y conductuales en sus hijos como víctimas directas de esta relación materna. La hipótesis se basó en el supuesto de que una madre con trastorno narcisista de la personalidad puede ver potenciada y/o reforzada su conducta ante el no reconocimiento sociofamiliar de su demanda. Por tanto, como metodología, la investigación se basó en varios autores de apoyo, con mayor énfasis en Silvia Zornig (2010) y Ana Paula Marson (2008), Sigmund Freud (1980; 2004) Melanie Klein (1966; 1991), Donald Winnicott ( 1983), Andrea Ferrari, Cesar Picinini y Rita Lopes (2006), Prado (2004), Karyl McBride (2009; 2011), Fernando González (2015), Liliane Abreu (2021). Además, el análisis de dos entrevistas puede ayudar en la comprensión práctica de estos estudios teóricos. Como resultado y conclusiones se entendió que las madres narcisistas y sus hijos necesitan atención psicológica para romper y descontinuar paradigmas de destrucción y manipulación. Efectivamente, es necesario reflexionar y discutir cómo proteger a estos afectados y tratar con igualdad a estas mujeres enfermas, además de la necesidad de romper tabúes sobre el tema, generando educación y discusión social. Además, que los poderes públicos generen e impulsen nuevas políticas, así como que reflexionen sobre el proceso de maternidad de la mujer contemporánea, deconstruyendo la hipotética santidad de esta condición; incluyendo la revisión de dogmas religiosos construidos junto con el surgimiento del patriarcado.
Palabras clave: Conducta, Maternidad, Narcisismo, Psicología, Relación Tóxica.
1. INTRODUCCIÓN
Este artículo tiene como objetivo reflexionar sobre el tema de las madres narcisistas. Para ello fue necesario producir no sólo una inmersión en la investigación teorizante, sino el cruce con relatos reales derivados de esta demanda, pues las sociedades en su conjunto mantienen el tabú de la madre inmaculada y en un estatus de casi santidad, supuestamente incapaz de destruyendo a sus propios hijos, por lo que cualquier acción más rígida es estandarizada y vista solo como educativa, basada incluso en argumentos como “una madre es una madre y todo está bien”.
De hecho, gracias a los estudios que han ido surgiendo a partir de relatos de individuos que enfermaron por estas madres, y a través de la observación y trabajos publicados de profesionales de la Psicología frente a madres con perfil narcisista patológico, se están haciendo más visibles y probabilidades de tener sus comportamientos mapeados.
De esta manera, la pregunta orientadora fue: ¿cómo y por qué las conductas materno-narcisistas pueden generar hijos con enfermedades psicoconductuales? Así, el objetivo general se basó en detectar cómo se construyen y comportan las madres narcisistas, y cuáles son las implicaciones psicológicas y conductuales en sus hijos como víctimas directas de esta relación materna. En consecuencia, los objetivos específicos se desarrollaron en comprender la diferenciación de una conducta materna común (entendida como normal) de la psicopatológica; distinguir cómo se presentan estas madres narcisistas; reflexionar sobre cómo proteger a las personas afectadas y tratar por igual a estas mujeres enfermas.
La hipótesis se basó en el supuesto de que una madre con trastorno narcisista de la personalidad puede ver potenciada y/o reforzada su conducta ante el no reconocimiento sociofamiliar de su demanda.
Por lo tanto, como metodología, la investigación se basó en la intersección de encuestas de revisión bibliográfica para la discusión teórica. Las autoras buscaron fundamento en Silvia Zornig (2010) y Ana Paula Marson (2008), quienes presentan la construcción de la comprensión de la maternidad. Liliane Abreu (2021), y Abreu y Natalia Melo (2022) citan la supuesta santidad materna conducida a través del tiempo, mientras que Bosco Oliveira e Ingrid Oliveira (2009) colaboran en la descripción del mito de Narciso. Sigmund Freud (1980; 2004) explica cómo y cuándo aparece el trastorno narcisista en el individuo. Esto es igualmente sustentado y visto desde la perspectiva de Melanie Klein (1966; 1991) y Hanna Segal (1975), Donald Winnicott (1983) y Alexander Newman (2003), Jacques Lacan de Vladimir Safatle (2007) y Paulo Dalgalarrondo (2019).
Andrea Ferrari, Cesar Picinini y Rita Lopes (2006) detallaron el proceso de inversión libidinal de algunas madres durante el embarazo, y Maria do Carmo Prado (2004) habló sobre la evolución de la condición que se asocia en severidad con la perversidad moral. David Zimerman (2004) reforzó el proceso psicopatológico con las dos disposiciones del narcisista en piel fina y piel gruesa. Así, Karyl McBride (2009; 2011) contribuyó fuertemente al explicar los tipos de madres narcisistas, mientras que Fernando González (2015) cruzó la tríada oscura, compuesta por sujetos psicópatas, maquiavélicos y narcisistas, y cómo cada uno se comporta para atraer parejas que le sirvan de víctimas En el caso de los narcisistas, los socios elegidos les dan los frutos para satisfacer sus necesidades permanentes: los niños. Además, se citaron Zygmunt Bauman (2008a; 2008b; 2009), Mary Douglas y Baron Isherwood (2009) en apoyo a la explicación de González (2015), con el fin de comprender brevemente desde una perspectiva antropológica cómo los sujetos narcisistas serían absorbidos y multiplicados en las sociedades contemporáneas frente al reforzamiento de la cultura de la disposición rápida.
Además, se traerán dos relatos reales de víctimas hijas de madres narcisistas para un breve análisis de casos que ayude en la comprensión práctica de estudios teóricos y autores referenciados. Tales casos son el contenido de un trabajo de investigación de dos años de uno de los autores de este artículo y forman parte de informes completos que fueron publicados en un libro (ABREU, 2021). La brevísima presentación y discusión de ambas entrevistas se hará aquí de forma inédita, y de esta manera, conducir a la comprensión potencial de cómo el narcisismo materno puede presentarse y los resultados en perjuicio de los hijos.
La CIE-10 (1993/2011) también fue utilizada como apoyo en la teorización. El cruce de toda la información disponible en el cuerpo de este artículo permitió conducir a la reflexión y, finalmente, a las consideraciones finales.
2. MADRES NARCISISTAS: EMERGENCIA, TIPOLOGÍAS Y AGRAVANTES
Para algunos autores, como Zornig (2010), el amor entre padres e hijos solo fue posible gracias al discurso romántico y la Ilustración en el siglo XVIII. A través del auge del sentimentalismo, los arreglos matrimoniales llegaron a ser llevados a cabo por elecciones individuales. Esto permitió a la pareja elegir la mejor manera de criar a sus hijos, y así responsabilizarse de su estado emocional, intelectual y social. El autor también explica que la responsabilidad iba mucho más allá de garantizar la supervivencia del hijo, pasando a trasladar a los hijos los elementos de la constitución psíquica de los padres.
Para el escritor, la familia contemporánea constituye un espacio de transmisión afectiva y simbólica y no puede restringirse al nacimiento de un hijo. Al valorar afectivamente al niño, los padres reviven cuestiones de su propio narcisismo primario, y este bebé sería una forma de satisfacer deseos y reparar heridas narcisistas de sus cuidadores. Por lo tanto, la crianza es un ejercicio que se realiza mucho antes del nacimiento de un hijo. A través del deseo y la imaginación, muchos padres se descubren en el proceso de embarazo (que se considera un proceso transitorio). Zornig (2010) indica que el deseo de tener un hijo está ligado a procesos biológicos para el mantenimiento de la especie y al inconsciente, principalmente por parte de la mujer, para cumplir el rol de madre y elaborar su feminidad.
Cita a Golse (2002; apud ZORNIG, 2010) para explicar que existen cuatro tipos de fantasías parentales sobre el niño. La primera sería la fantasmática, que reaviva la historia infantil de los padres. El segundo se llama imaginario y está relacionado con el físico imaginado para el niño. El tercero es narcisista, ligado a los ideales de los padres. El último se denomina mítico y tiene que ver con las representaciones sociales que el niño deberá suplir en esa época cultural.
Por lo tanto, desde que nace un bebé trae deseos y perspectivas creadas para reparar fallas en la vida infantil de sus padres. Zornig (2010) destaca que los fantasmas edípicos también reaparecen con fines reparadores, favoreciendo la creación de lazos parentales y el desarrollo afectivo del niño. Además, el comportamiento de los padres no está conectado linealmente con la historia pasada de los padres, sino con sus fantasías narrativas. No siempre sucedió lo que se cuenta, ya que la realidad está manchada por la imaginación del sujeto. Esto hace que los padres reconozcan al bebé no solo a través de su experiencia, sino también a través de su imaginación.
En cuanto al trabajo psíquico materno, es necesario que la madre pase por una reactivación de su pasado, pero que realice una actividad de alteridad con el bebé. En otras palabras, mira hacia adentro y hacia tu infancia, pero no olvides que el niño es un ser externo que va más allá de tus representaciones internas. Zornig (2010) explica que sin este ejercicio de mirar la alteridad, muchas madres se pierden, intentan a toda costa retener el objeto perdido y son incapaces de mirar al bebé como un ser individual que merece tener su propia trayectoria.
Esta carencia materna podría explicar la maternidad narcisista. Cuando la madre no puede compartir sus fantasías internas con este bebé externo, reacciona como si el niño fuera una extensión de su ser y los defectos de su infancia.
El proceso gestacional evoca una serie de procesos en la mujer, ya sean físicos, emocionales o psicológicos. Marson (2008) explica que algunos sentimientos persecutorios pueden desencadenarse durante el embarazo en algunas mujeres. La madre puede imaginar que, cuando queda embarazada, está atacando a su propia madre. Esto se agrava al imaginar que alguien podría robarle a su hijo para castigarlo. Ante una secuencia imaginaria como esta, la mujer embarazada se siente culpable por el embarazo y, al mismo tiempo, se siente agredida. La maternidad es, por tanto, algo que las mujeres construyen psíquicamente y socialmente a través de los cambios corporales que experimentan.
Este autor también describe que solo después del parto, este niño, concebido como un objeto de fantasía durante el embarazo, se vuelve efectivamente real. De esta forma, el encuentro con lo nuevo y lo desconocido puede provocar angustias que generan el sentimiento de castración y vaciamiento. Otro aspecto es que cuando ocurre un parto prematuro o de riesgo, la madre puede sentirse frustrada por no vivir ese momento como lo planeó. Por lo tanto, pueden surgir sentimientos de fracaso, incapacidad e inferioridad en esta madre que se enfrenta a un dolor fantaseado por supuestamente no poder generar adecuadamente al bebé. Sin embargo, para que este bebé sobreviva a la resonancia materna, es necesario que la frustración dé paso al deseo. Cuando el niño real difiere del niño de fantasía, hay una herida narcisista en los padres que puede comprometer el desarrollo emocional entre padres e hijos. Según la constitución psíquica de los padres, culpabilizar al bebé puede ser erróneamente visto como una solución, sin embargo, desencadenando el rechazo. Como resultado, a la madre le resulta difícil encontrar su identidad materna en el niño, resultando en una relación que necesita ser resignificada. (MARSON, 2008)
La maternidad es una condición femenina que aún hoy lleva en el imaginario colectivo que toda madre está dotada del sentimiento de desinterés y amor incondicional. Sí, muchos pueden estar enojados y pendencieros, pero por lo general estarán alerta y defenderán a sus crías como leonas. Precisamente por eso, el período gestacional está rodeado de cuidados y atenciones dirigidas específicamente a esta madre y que rescata valores de su propia ascendencia humana que evoca la construcción mítica de lo divino. Se dice que las diosas, reinas y heroínas están cargadas con este poder divino cuando dan a luz, y en la cultura occidental este potencial se ve más fuertemente en la gran madre María, quien concibió a Jesús. (ABREU, 2021)
Esta comprensión cultural que ha atravesado siglos y culturas está tan presente que aún hoy en día es común escuchar a la gente decir en la vida cotidiana: “no importa lo que ella haga; ¡ella es su madre!” O, “una madre es una madre, y solo quiere lo mejor para ti”. Otra cosa que también se puede observar – por el común de la población e incluso por profesionales del área – en las causas judiciales del juzgado de familia en las que se denuncia concretamente a la madre por violencia y maltrato efectivo y contundente contra el niño, y al padre o otros denunciantes tratan de preservar la integridad del menor, es frecuente la aparición de la frase: “niño tiene que quedarse con la madre y no con el padre”. Fíjate que por más daño físico y psíquico que esta mujer le cause al niño, socialmente se la sigue colocando como intocable (aunque no lo sea), y esto provoca otros graves problemas de amplio espectro. (ABREU, 2021)
Abreu y Melo (2022) refuerzan esta comprensión de un aspecto específico como parte de una construcción social construida en el patriarcado y fortalecida en el siglo V por San Agustín de que toda madre –el supuesto nivel más alto de la figura femenina entendida como digna– debe ser visto como un simbolismo de la misma Virgen María, ya que es el formateo de la mujer inmaculada, (casi) perfecta y supuestamente desprovista de cualquier intención o distorsión paralela de daño que pudiera herir o destruir a los niños. Tales concepciones se unificaron con las leyes del derecho romano –Corpus Juris Civilis o código de Justiniano I-, impuestas por Justiniano I en el siglo V, en las que la conducta social prevista por la ley era la de obediencia y reproducción por parte de los las mujeres, entendidas como meras procreadoras. Esta y otras conductas añadidas fortalecieron esta concepción de madre intocable.
Pero, para poder entender todo este proceso sobre el narcisismo, primero es necesario adentrarse en la propia leyenda de Narciso para desembocar en el trastorno psicológico.
Narciso era filho do deus do rio Cefiso e da ninfa Liríope. Rege a lenda que era um jovem belíssimo, mas, extremamente orgulhoso, arrogante, vaidoso e insensível, e que desprezava todos que tentavam aproximar-se dele, inclusive as ninfas (e especificamente Eco, que na época foi castigada e só conseguia repetir as últimas palavras que ouvia de alguém). Assim, elas pediram que os deuses dessem uma lição ao rapaz. Afrodite lançou-lhe o castigo de apaixonar-se por seu próprio reflexo nas águas do lago da ninfa Eco. Narciso passava todo tempo contemplando sua autoimagem e dizia “Você é lindo”, sem perceber a presença de Eco, que repetia “Lindo…lindo…lindo”. Narciso achava que a pessoa nas águas (ele mesmo) estava respondendo. Ele definhou diante de seu amor e acabou cometendo suicídio se jogando no lago e se afogando. Depois de sua morte, Afrodite o transformou na flor narciso. (OLIVEIRA e OLIVEIRA, 2010)
Para Freud (1980), la relación física y psíquica del recién nacido con sus cuidadores puede producir comprensiones de desamparo que reverberan en profundas angustias psíquicas e impactan en las pulsiones. Él entendió y nombró este proceso de desamparo primario, y también estaba directamente relacionado con el narcisismo primario del individuo. La indefensión secundaria vendría como consecuencia de esta angustia, haciéndole revivir ese sentimiento, desencadenando un narcisismo secundario. Freud (2004, p. 98) afirmó que “no es una condición nueva, sino, como sabemos, la ampliación y explicación de un estado que ya existía antes”.
Este autor también diferencia la libido narcisista y la objetal. Conocida como amor propio, la libido narcisista es inversamente proporcional a la libido objetal. Mientras uno aumenta, el otro disminuye, por lo tanto, cuanto más amor de objeto (el amor del otro), menos amor en sí mismo. Cuanto más amor propio, menos amor objetal. Por lo tanto, el estado autoerótico consume la libido de objeto y, por lo tanto, no queda suficiente libido para invertir en el objeto amado. También ocurre lo contrario, ya que el amor objetal consume la libido, haciendo que se desprecie la postura narcisista del gran amor mismo.
Dalgalarrondo (2019) expresa que el narcisismo como patología se entiende como el amor del individuo por sí mismo. Esto es apoyado por varios teóricos como Freud (1980; 2004), Lacan (SAFATLE, 2007), Klein (1991; 1966; SEGAL, 1975), Winnicott (1983), Zimerman (2004) y Prado (2004). Todos estos autores explican que, frente a la agravación, el desarrollo del trastorno narcisista de la personalidad es un tipo de estructura psíquica –como la pedofilia, el sadismo, la psicopatía, el autismo, la esquizofrenia y otras–, y tiene lecturas de perfil muy específicas y peculiaridades que aún presentan niveles de gravedad. Otros, como M. Mahler (1975; apud ZIMERMAN, 2004), coinciden con los estudiosos ya mencionados en que el trastorno aparecería en el individuo aún bebé, en la fase de separación e individuación, que equivale a la emergencia de la yo psíquico. (ABREU, 2021)
Klein (1966; 1991; SEGAL, 1975) fue uno de esos investigadores que reforzó esta comprensión de la individuación, y fue el psicoanalista pionero en trabajar específicamente con la infancia, desarrollando así el pensamiento de que la psique se origina con el vínculo de la madre con el bebé. También identificó que todos los puntos del segundo tópico (Id, Ego y Superego) de Freud (1980; 2004) estarían presentes en el individuo desde una edad temprana y serían responsables del desarrollo psíquico temprano.
Para el autor, el Superyó estaría formado desde el comienzo de la vida, y, por tanto, antes del Complejo de Edipo freudiano. Además, el Superyó no sólo sería un censor, sino potencialmente sádico y cruel. Por lo tanto, según el autor, la posición esquizo-paranoide regulariza los primeros tres meses de vida y sería el demarcador durante este período.
De esta forma, y según Klein (1966; 1991; SEGAL, 1975), en un principio el niño tiene angustia persecutoria en relación a la madre, es decir, tiene miedo de ser atacado por su primer objeto de amor y cómo forma de represalia por tratar hipotéticamente de destruir el cuerpo de esta madre. El niño tiene que lidiar con la relación entre el pecho bueno y el pecho malo. Esto estaría ligado a los sistemas de recompensa: cuando se alimenta bien, tiene el pecho para alimentarla; ese sería el pecho bueno. El pecho malo es todo lo que causa angustia y sentimiento de persecución. Esto ocurriría, por ejemplo, cuando la madre amamanta rápidamente debido a algún compromiso, o cualquier otro factor. (ABREU, 2021; ABREU y MELO, 2022)
Este tema de la lactancia materna es sumamente importante a nivel bilateral, pero para el niño será fundamental crear el vínculo afectivo, de igual manera, cómo se interpretaría este vínculo. Y cuando se trata de amamantar, no es necesariamente el pecho físico de la madre, sino incluso el biberón. Aquí puede entenderse como ese momento de intercambio afectivo en el que la cuidadora puede dedicar minutos de atención al niño, y ella suele corresponder mirando y pasando la mano por la cara y/o espalda de quien la amamanta (por pecho o biberón). Otro punto importante en la formación del psiquismo del bebé estaría ligado al yo (ego) protegiéndose de la angustia con el mecanismo de defensa.
Por tanto, para Klein (1991; 1966; SEGAL, 1975), en un principio, sería la angustia depresiva en la que el yo se sentiría culpable por la pulsión agresiva, es decir, ese fragmento en el que el niño siente ira contra el objeto amado (la madre) tratando de destruirlo, lo que lleva al siguiente momento de arrepentimiento y sentir la angustia. Como segundo factor, habría un aumento de la integración con la madre en los aspectos buenos y malos, reforzando el tema del pecho bueno y malo. Esto llevaría al tercer pensamiento de que a través del mecanismo de defensa habría una reparación del dolor de las fantasías agresivas con los objetos amados. Habría aquí una integración afectiva, en la que el niño aceptaría a la madre y ella se volvería verdaderamente real.
Winnicott (1983; NEWMAN, 2003) es otro autor que plantea el tema del narcisismo, pero tanto desde la perspectiva de la madre como desde la del niño. En sus reflexiones a través de la perspectiva de los bebés, afirma que existe una ruptura traumática del individuo consigo mismo por la ruptura de su confianza durante el cuidado de la madre, en lo que coincide con Klein (1966; 1991; SEGAL, 1975). El niño tendría miedo al aniquilamiento, y para eso crearía un mecanismo de defensa volviéndose hacia sí mismo, por lo tanto, potenciando su Yo sin reconocer al otro ya sí mismo como individuos independientes, lo que desencadenaría en este niño el narcisismo.
Cuando el narcisismo se presenta a través del sesgo materno, vemos a esa madre que recibió una atención mucho más contundente durante el período gestacional y diferenciada de otros momentos de su vida. Esto haría que algunas de estas madres trasladaran esta mirada a sí mismas, directamente al niño, construyendo la percepción de que serían un solo individuo, a pesar de saber que son dos seres. (WINNICOTT, 1983; NEWMAN, 2003)
Por tanto, los trastornos de la personalidad son trastornos que afectan gravemente a la conducta, pero divididos en tres bloques de diferenciación por la Organización Mundial de la Salud a través de la descripción de Trastornos de la Personalidad y del Comportamiento (ICD-10, 1993/2011). Se presentan, por ejemplo, en el Trastorno Narcisista (o Trastorno Narcisista de la Personalidad) y el Trastorno Antisocial de la Personalidad (o psicopatía y sociopatía, como se denominan más comúnmente).
Estes tipos de condição (Transtornos de Personalidade) abrangem padrões de comportamento profundamente arraigados e permanentes, manifestando-se como respostas inflexíveis a uma ampla série de situações pessoais e sociais. Eles representam desvios extremos ou significativos do modo como o indivíduo médio, em uma dada cultura, percebe, pensa, sente e, particularmente, se relaciona com os outros. Tais padrões de comportamento e funcionamento psicológico. Eles estão freqüentemente, mas não sempre, associados a graus variados de angústia subjetiva e a problemas no funcionamento e desempenho sociais. (CID-10, 1993/2011, p. 196. Títulos de F60 a F69)
Siendo un gesto necesario y común para el desarrollo, el narcisismo es necesario para que se produzca el amor objetal; el problema es precisamente cuando se convierte en un trastorno. Ferrari, Lopes y Picinini (2006) afirman que cuando el niño es amado por sus padres y estos cumplen la función afectivo-emocional de acoger, es capaz de realizar el desmembramiento autoerótico. Por tanto, para convertir al otro en objeto amado, uno debe haber sido objeto amado.
Un sujeto que no fue tomado por inversiones amorosas a lo largo de su desarrollo infantil es incapaz de llevar a cabo el desmembramiento autoerótico y, por lo tanto, no puede invertir su libido de manera objetual. Con eso, solo es capaz de amar narcisísticamente. El yo se convierte en esclavo de sí mismo como objeto sexual.
Ferrari, Lopes y Picinini (2006) explican que durante el embarazo existe una inversión narcisista sobreestimada de la gestante por parte del feto. Al estar ligado a una creación de su propio cuerpo, este movimiento hace que la mujer embarazada proyecte su amor sobre un fruto que luego puede convertirse en una extensión de sí misma.
Después del embarazo, en el primer momento de la crianza, la libido es vista como objetual y narcisista al mismo tiempo. Ambos mecanismos están presentes porque es un objeto que se ve como una extensión de los padres y al mismo tiempo que es autónomo. Gradualmente, a medida que el bebé se desarrolla, la investidura de objeto se hace evidente y se privilegia en detrimento del narcisista parental. (FERRARI, PICININI, LOPES, 2006)
Aquí podemos rescatar las explicaciones de Zornig (2010) y Marson (2008), ya que son análogas a la comprensión de Ferrari, Lopes y Picinini (2006). Estos últimos autores afirman que mientras la gestante tiene al bebé en su cuerpo, éste está investido narcisísticamente. Pero, después de dar a luz, algunas madres pueden sentirse como castradas, ya que la atención que antes se les dedicaba a ellas ahora se aplica solo a los bebés. Cuando las madres no son atendidas con dedicación, es posible que el bebé no obtenga el cuidado objeto necesario porque no está investido libidinalmente. Esto puede ocurrir debido a la frustración materna, que ya no ve al bebé como fuente de satisfacción narcisista y objetal. Si esta madre ya tiene antes el marcador de Trastorno Narcisista de la Personalidad, todo empeora.
Por tanto, el narcisismo materno aparece como una condición patológica cuando el niño es utilizado como instrumento objetual para la realización de frustraciones personales. Además, en el momento mismo del nacimiento del niño, la atención que antes recibía exclusivamente la madre pasaría al bebé. Por tanto, esta mujer que desarrolla el narcisismo materno encontraría otra motivación para llamar la atención a través del niño, proyectando su propia imagen en el bebé a medida que crece. Esto puede reforzarse nuevamente en el texto de Prado (2004), que explica la evolución de la situación y se asocia en severidad con la perversidad moral.
A perversão narcísica se apresenta então como um modo particular de se proteger dos conflitos internos, à custa do meio. Consiste na evitação do impacto promovido por sentimentos de luto, angústia, desilusão e separação, tratando de colocar ativamente sobre alguém as dores, as dificuldades e os conflitos vinculados àqueles sentimentos. O referido autor propõe que as tarefas psíquicas repelidas pelo sujeito e que seu ego não tem condições de assumir, vão cair inevitavelmente sobre os ombros de um outro. Assim, a perversão narcísica é um modo particular de se proteger dos conflitos internos, fazendo-se valer à custa desse outro – ou de muitos outros, como pode ser o caso nas patologias sociais. Racamier (op. Cit.) vai dizer que, para o perverso narcísico, não é que o outro não exista, ele existe, mas lhe é negado qualquer valor. (RACAMIER, 1988; apud PRADO, 2004, p. 16)
Esta proyección de sí mismas sobre el niño puede ser parcialmente visible en madres que visten a sus hijas exactamente con la ropa que ellas llevan puesta, como si fueran prototipos a dos escalas: una grande y otra pequeña. Otro ejemplo, mucho más agravante, son los concursos de Miss Mirim, bastante populares en los Estados Unidos de América, en los que se viste, maquilla, adorna y enseña a niños a partir de los 4 años a posar y actuar como mujeres adultas, sexualizando a las niñas que debería preocuparse por jugar. Niñas que a los 8 años están recibiendo tratamiento antiarrugas y ya están obsesionadas con hacerse una cirugía plástica. El comportamiento de estas madres muestra una enorme frustración ante lo que nunca fueron, pero que ven en sus hijas su imagen siendo aplaudida, alabada y aclamada, cumpliendo sus anhelos y deseos reprimidos durante su vida, aún a costa de estos niños. También está el caso de las madres que se colocan como mujeres únicas en las relaciones de sus hijos (jóvenes o adultos), inculcando en estos hombres la percepción amplia de que la elección por la madre en detrimento de sus relaciones amorosas es por decisión propia.
Este comportamiento de los narcisistas -mujer u hombre, sí, este último también puede comportarse de la misma manera que un padre, pero en menor medida- utilizar a los demás como espejos para satisfacer sus angustias y frustraciones está muy presente, ya que tienen muchas miedos arraigados, entre ellos el envejecimiento y/o el abandono: la percepción de majestuosidad es ser (siempre) joven y tener a alguien a tu servicio. En la división de grados patológicos, Zimerman (2004) los define de manera diferente como “piel gruesa” y “piel delgada”. Sin embargo, todo narcisista “de piel gruesa” fue previamente “de piel fina”, lo que muestra una evolución del cuadro en ausencia de atención psicoterapéutica. También se debe recalcar que el narcisismo alcanza las tres estructuras de personalidad (neurosis, psicosis o perversión) y niveles variables, pero cuando se potencia específicamente como trastorno es porque el sujeto se encuentra específicamente dentro de las perversiones.
Narciso pele fina e de pele grossa. Rosenfeld (1987) propôs uma classificação das pessoas narcisistas em dois tipos, que ele denomina como sendo os de “pele fina” – que são supersensíveis, altamente melindráveis e com uma extrema vulnerabilidade da sua autoestima, embora seja evidente que o papel de vítima lhes assegure a manutenção do poder por meio do recurso da fraqueza – e os narcisistas de “pele grossa” – que, pelo contrário, são arrogantes, em uma constante atitude defensivo-agressiva, permitindo pouca acessibilidade psicanalítica. Na verdade, a experiência clínica ensina-nos que a pele grossa sempre está encobrindo, dissimulando e protegendo uma, subjacente, pele fina, enquanto, ao mesmo tempo, é justamente a pele fina que, para evitar as dores das velhas feridas narcisistas, constrói uma espessa cicatriz pele grossa. (ZIMERMAN, 2004, p. 256-257)
Esta percepción utópica de uno mismo a través del otro también la trae Bion (1962; apud ZIMERMAN, 2004; apud ABREU, 2021) al hacer referencia a que el narcisista huye de la verdad, y por lo tanto, se proyecta sobre su objeto objetivo, para protegerse de la negación. Así, es incluso el perfil agravado el que más consistentemente se niega a someterse a tratamiento psicológico, y si lo hace, simplemente lo interrumpe y deja de acudir a las sesiones en cuanto empieza a ser confrontado sobre sí mismo.
Un autor que trae muy puntualmente el tema de la madre narcisista es McBride (2009; 2011). Dividió a las madres narcisistas en seis perfiles muy característicos, que, como toda morbilidad, pueden ser únicos o unificados con otros perfiles psicopatológicos existentes en la CIE-10 (1993/2011):
- Extravagante-extrovertido (The Flamboyant-Extrovert): se caracteriza por una madre teatral y fachada. Esa mujer que siempre está feliz y de buen humor, puede organizar y/o participar en fiestas y eventos, y que actualmente publica fotos de sus hijos en las redes sociales diciendo que los quiere intensamente, creando una fachada de preocupación y presente. Pero no es así, porque a ella no le importan sus hijos. Ella es muy similar en comportamiento al perfil malvado secreto.
- La Orientada al Logro (The Accomplishment-Oriented): esta es la madre enmarcada en el ejemplo que se dio anteriormente sobre las niñas pequeñas de los Estados Unidos. Quieren resultados públicos de sus hijos, que puedan demostrar su mérito como madre. Títulos y medallas en sectores como los estudios, el deporte o cualquier otra práctica por el estilo serían el reflejo de su esfuerzo materno, ya que el fracaso del niño es inaceptable y repercute en una reactividad basada en la ira por el niño.
- Psicosomática (The Psychosomatic): es la madre que busca conmoción y atención simulando enfermedad y dolor todo el tiempo, y aunque tenga algo, se presentará en constante y mayor sufrimiento del que en realidad es. Si efectivamente aparece otra persona enferma cerca, esa madre inventará alguna queja que genere algo peor para desviar la atención hacia ella.
- La adicta (The Addicted): estará atada con sustancias adictivas y alcohol para exigir la atención constante de su hijo (más comúnmente adolescente o adulto). E independientemente de la edad del niño (incluso un niño), su comportamiento se considera narcisista, incluso cuando está sobrio, ya que su prioridad se centra en las drogas.
- malvada secreta (The Secretly Mean): Su perfil es muy similar a extravagante-extrovertido. Tiene la fachada de una madre y esposa cariñosa y pro-niño, y generalmente es alegre y afable con los extraños. Sin embargo, desde la puerta de la casa para adentro maldice, grita y/o golpea a los niños constantemente, sus castigos van más allá de la racionalidad y obliga a los niños -aunque sean de 4 años- a limpiar la casa en su lugar como si fueran adultos, imputando agresiones físicas y psíquicas de todo tipo. Se presenta exactamente como alguien equilibrado fuera del hogar, pero desequilibrado dentro del hogar (único o consecutivo, puede variar), diluyendo esta percepción ante terceros en la justificación comportamental de “educador estricto”. Los niños le temen, pero su comportamiento antagónico deja a los niños muy confundidos, incluida una percepción errónea de lo que es el amor.
- El Emocionalmente Necesitado (The Emotionally Needy): Aquí, es el niño (niño o adulto) quien cuida a la madre. Es una mujer que va más allá de la necesidad en relación con otros perfiles narcisistas. Es la supuesta sufriente que se pone en una postura de nunca poder estar sola, demandando mucha atención y obrando como su palabra siendo ley, pero puede presentar un discurso contrario afirmando que cría a sus hijos para el mundo. Puede verse más comúnmente en madres que interfieren con una constancia irrazonable y/o echan a perder todas las relaciones de sus hijos adolescentes y adultos, independientemente del género, pero mucho más evidente con las del género masculino. (MCBRIDE, 2009; 2011)
Incluso se puede señalar una tipología no presentada por McBride (2099; 2011), pero que puede convertirse en una mezcla y despliegue de estas, ya que es probable que ocurra este tipo de agregación, véase otras tipologías como el trastorno de personalidad antisocial para usted. Sin embargo, lejos de la vista de terceros, este amor supuestamente incondicional y preocupado es en realidad solo una fachada, y en ocasiones utiliza prácticas de abuso en la vida cotidiana. De nuevo, se refuerza que no nos estamos refiriendo aquí a madres verdaderamente preocupadas y activas en el cuidado de sus hijos, y que incluso pueden llegar a sentirse cansadas o enfadadas, sino que estamos citando un comportamiento constantemente distorsionado que se precipita como marcador de trastorno narcisista.
Cabe señalar que, como madres, las personas con trastorno narcisista que presentan esta condición nociva para sus hijos sólo son detectadas ante un breve contacto con una persona externa que de alguna manera tiene acceso a la intimidad familiar, o a través de la convivencia de alguien que pueden presenciar tales acciones y disimulos de conducta. Esta situación caótica puede durar años sin que nadie fuera del hogar sepa lo que está pasando; incluso porque, por lo general, la pareja del narcisista es igualmente coaccionada (incluso sutilmente) y manipulada al silencio, lo que también, según los casos, puede configurarse como mera connivencia de esa pareja.
Hay un factor agravante en la extensión temporal. Estas madres narcisistas pueden algún día convertirse en abuelas, y el proceso tiende a repetirse con los nietos. En la contemporaneidad de internet, es tangible la observación y el análisis del comportamiento, acompañando a algunas de estas mujeres en estos dos tiempos generacionales, por ejemplo, comercializando la imagen deliberadamente sensualizada de hijas o nietas, niñas menores de 11 años, en busca de comentarios de apoyo y elogios de personas ingresadas en sus perfiles personales de redes sociales. En este caso, aquí no estamos apuntando a la publicación de imágenes comunes y cotidianas, sino a la notoria comercialización de menores como objeto sexual, como si fueran una mujer adulta en poses y expresiones faciales de seducción e incitación al sexo. La conducta es sumamente preocupante e incómoda, pues es un potencial señuelo para los depredadores sexuales de menores, y no muy lejos de los abusadores y violadores sexuales intrafamiliares señalados con fuerza por Abreu (2021). Si como madres, estas mujeres no tuvieron la oportunidad de actuar de esta manera, exponiendo a los menores a su cuidado como Lolitas, ya que la tecnología de la época no permitía una expansión del yo con tales repercusiones espaciales, en la actualidad y en el posición de los abuelos, este comportamiento podría verse potenciado.
Los propios niños a veces entienden la manipulación de esta madre cuando llegan a la adolescencia, pero dependiendo de cómo se comporte esta matriarca, hace inviable la reacción de desapego del niño a través de maniobras, chantajes y/o victimizaciones (que, por cierto, son constantes), pero que pasan desapercibido como tal por el grupo familiar. Además, si el narcisista tiene otras comorbilidades –como psicopatía y/o maquiavelismo, por ejemplo–, el efecto es catastrófico. Sus negaciones de defensa ante el enfrentamiento en el caso de ser denunciado por maltrato a menores dependientes en causas judiciales, se presentan en materiales previamente ensamblados (fotos, videos y audios) que su conducta es supuestamente perfecta, llena de amor y entrega.
González (2015) trae una reflexión sobre los individuos portadores de la tríada de narcisismo, maquiavelismo (o personalidad manipuladora) y psicopatía (juntas o aisladas), también llamadas por él “personalidades oscuras”, y que encaja aquí, incluso como un paralelo de mejores comprensión. Tu artículo es un análisis general y se distancia de las condiciones patológicas (a nivel primario y secundario, que sería más grave), quedándose en la esfera subclínica. Según el autor, estas imágenes más acentuadas ayudan a comprender las más suaves y las personalidades por sí solas a nivel comparativo. Utiliza la psicopatía misma como ejemplo de estos niveles de gravedad: “El primario representa los aspectos insensibles de las actitudes de los psicópatas, mientras que el secundario constituye los aspectos criminales y antisociales de la psicopatía”. (JONASON, LYONS y BETHEL, 2014; apud GONZÁLEZ, 2015, p. 255)
Su artículo, por lo tanto, revisa la psicología evolutiva con fundamentos en Darwin, y en varios autores en el entendimiento de que ciertos individuos poseen estas “personalidades oscuras que pueden prosperar como parásitos sociales y que la teoría evolutiva puede predecir estos subgrupos de depredadores” (FURNHAM; RICHARDS y PAULHUS, 2013;apud GONZÁLEZ, 2015, p.255-256). Esta percepción es bastante aterradora, pero al mirar a través del prisma de las personas que se convierten en objetivos de estos sujetos, la comparación puede encajar perfectamente.
El autor se remite a la información de que los individuos que integran específicamente esta tríada, desarrollan un modo de vida caracterizado por la falta de autocontrol, tendiendo a tener relaciones afectivas breves -incluso sus relaciones sexuales son extremadamente rápidas-, y su egoísmo está latente. Además, González (2015) también informa que las personas portadoras de maquiavelismo y narcisismo terminarían siendo absorbidas y aceptadas más desapercibidas por las sociedades actuales, precisamente por la cultura de la disposición rápida desde la perspectiva social y antropológica frente a la sociedad de consumo descrita de autores como Zygmunt Bauman (2008a, 2008b, 2009), Mary Douglas y Baron Isherwood (2009) y otros, que reflexionan sobre el mundo contemporáneo.
Este cúmulo de conductas impulsadas por el consumismo extrapolado serviría de escudo protector a estas dos personalidades primordiales (el narcisismo y el maquiavelismo). Sin embargo, los rasgos de personalidad psicópata serían más evidentes en un caso aislado, y teniendo más dificultad para pasar desapercibido, lo que podría descartar ciertas conquistas y parejas como posibles objetivos. Sin embargo, cada una de estas tres personalidades –incluso de forma independiente y, por lo tanto, uno puede imaginar los resultados de recopilarlas todas en un solo tema– desarrollaría formas de acercarse y aprovechar sus objetivos potenciales, lo que igualmente hace que estas personalidades altamente adaptables a entornos.
González (2015) también trae la desmitificación de que solo individuos muy inteligentes tenderían o presentarían conductas de manipulación y explotación social como en esta tríada. Evoca la investigación de O’Boyle et al. (2013; apud GONZÁLEZ, 2015) quienes atestiguaron que existiría una conducta compensatoria en determinados sujetos con desventajas cognitivas, y precisamente fomentando estas prácticas de manipulación. Según González (2015, p. 257), “(…) existiría una asociación positiva entre manipulación emocional, pero no relacionada con la inteligencia emocional”.
El autor argumenta que las personas con inteligencia emocional verdaderamente alta tienden a presentar más comúnmente un carácter positivo, cariñoso, bondadoso y altruista de alta amabilidad (GONZÁLEZ, 2015). Por otro lado, aquellos sujetos que en realidad tienen las llamadas personalidades oscuras -que suman la tríada de psicopatía, narcisismo y maquiavelismo- pueden utilizar sus habilidades de inteligencia emocional en simulación para manipular a otras personas y utilizarla con fines maliciosos y despectivos generalizados daños, incluyendo engañar y explotar a otros.
El autor refiere que la baja empatía es un rasgo central en la psicopatía en hombres (PAULHUS y WILLIAMS, 2002; apud GONZÁLEZ, 2015) y en el narcisismo en mujeres (JONASON et al. 2013; apud GONZÁLEZ, 2015), por lo que se presentan estas demandas diferente en hombres y mujeres. Esta información es de suma importancia al cruzarse con el fenómeno basado en las madres narcisistas. Esto significa que cuando los hombres y mujeres narcisistas están nivelados, estas mujeres tienen niveles empáticos más bajos que los hombres con el mismo trastorno.
Giammarco e Vernon (2014) argumentam que o maquiavelismo e a psicopatia são caracterizados pela vingança emocional. O maquiavelismo e a psicopatia também apresentavam baixa compaixão, baixa aceitação de perspectivas e baixa preocupação empática. Ao relacionar a Tríade com a empatia e a alexitimia (Jonason & Krause, 2013) descobriram que a psicopatia estava associada a empatia limitada geral, dificuldade em descrever sentimentos e pensamento voltado para o exterior. O narcisismo foi associado a empatia limitada e dificuldade em identificar sentimentos afetivos, enquanto o maquiavelismo foi associado ao pensamento voltado para o exterior. Em outro estudo (Cairncross, Veselka, Schermer & Vernon, 2013), os resultados revelaram que a alexitimia estava associada positivamente com psicopatia e maquiavelismo, e negativamente associada com narcisismo. Uma análise genética comportamental mostrou que as correlações fenotípicas foram atribuídas principalmente a fatores genéticos comuns e fatores ambientais comuns não compartilhados. (GONZÁLEZ, 2015, p. 258. Tradução nossa) [3]
Además de la limitación empática, el narcisismo también se asocia con una impulsividad funcional que lleva al individuo a asumir más riesgos sociales, en contraposición a la psicopatía, que se presenta como una impulsividad disfuncional por baja regulación, es decir, el sujeto se vuelve más reservado. El maquiavelismo, en cambio, no está ligado a ningún tipo de impulsividad (JONES y PAULHUS, 2011, 2009; apud GONZÁLEZ, 2015).
Precisamente por esta impulsividad narcisista de mostrarse socialmente, existe una tendencia de las mujeres con este trastorno a no rechazar la maternidad –y el narcisismo se intensifica durante el embarazo, como se informó anteriormente en este artículo–, sobre todo porque es directamente congruente con sus deseos de tener un súbdito perpetuo: los maridos no siempre son para siempre; los niños son. Para la autora, en el caso de las mujeres narcisistas que se convierten en madres, el progenitor elegido y la procreación encierran un nivel específico de cálculo de distinción social, pues un hijo específico también puede entenderse como un trofeo de la atención dirigida a esa mujer. Hay una sutil dicotomía perceptiva, porque si unos quieren a este bebé como objeto de recompensa, otros en realidad no quieren ningún hijo, pero aun así, aceptarán esta postura de ostentación filial por alguna razón que les hace sentido además de las que ya han sido descritas en este artículo. La pequeña sutileza de las motivaciones del deseo puede, en hipótesis, generar también la diferencia de postura en la potenciación de conductas destructivas hacia el niño.
Black, Woodworth & Porter (2014) afirmam que personalidades sombrias têm maior probabilidade de perceber suas vítimas como desagradáveis, com baixa autoestima, muito neuróticas, deprimidas e ansiosas. Os psicopatas geralmente percebem seus alvos como menos pessoais, altamente neuróticos, deprimidos e ansiosos. Os maquiavélicos percebem seus alvos mais neuróticos, ansiosos e deprimidos. Finalmente, os narcisistas percebem seus objetivos como baixa abertura para novas experiências, conscientes, extrovertidos e altos em depressão. (GONZÁLEZ, 2015, p. 259. Tradução nossa) [4]
Coincidiendo con los demás autores ya mencionados en este artículo, González (2015) afirma que frente a diversos estudios e investigaciones, se sabe que los individuos que albergan una de estas tres personalidades están provistos de inhibición moral, es decir, minimizan o no les importa ningún sentido moral. Además, su sentido de la justicia está distorsionado.
Los rasgos de maquiavelismo, junto con la psicopatía, traerían al sujeto la probabilidad de conducta violenta. Estas dos personalidades y el narcisista (incluso cuando están separados) se presentan socialmente como individuos seductores y atractivos, y eso es precisamente lo que atrae a sus objetivos sexuales. Según los investigadores, de los tres, el que tiene mayor poder de atracción es el narcisista, y por presentar el perfil psicológico de necesidad de un sujeto por más tiempo que el maquiavélico y el psicópata (quienes descartan con mayor facilidad sus conquistas sexuales). Además, la tríada utiliza la eliminación constante de competidores y rivales (especialmente sexuales), ya sea por medios descorteses (maquiavélicos y psicópatas) o por opacamiento de la superioridad (narcisistas), y comúnmente están rodeados por el hábito de mentir. Son sujetos que chuparán todo lo que puedan de terceros (particulares o incluso empresas), pero darán poco o nada de retorno.
Para Baughman, Jonason, Lyons e Vernon (2014), psicopatas e maquiavélicos estão ligados à propensão a mentir em diferentes contextos, incluindo relações sexuais e desonestidade acadêmica. Esses autores argumentam que os psicopatas experimentam mais emoções positivas relacionadas à mentira, e os maquiavélicos têm uma quantidade maior de esforço cognitivo associado ao engano. Jonason, Lyons, Baughman & Vernon (2014) descobriram que psicopatas e maquiavélicos estavam ligados a contar mais mentiras; a psicopatia estava associada a contar mentiras sem motivo, e o maquiavelismo estava associado a contar mentiras inocentes. O narcisismo, por outro lado, estava ligado à mentira para ganho pessoal e à capacidade declarada de mentir. Jonason, Wee, Li & Jackson (2014) estudaram interesses vocacionais em relacionados com as características da Tríade, e encontrou psicopatas estão mais interessados em carreiras realistas e práticas, narcisistas, carreiras artistas, empresários e socialistas, e maquiavélicos estão mais interessados em evitar carreiras do que envolvem cuidar dos outros. (GONZÁLEZ, 2015, p. 260. Tradução nossa) [5]
Estas personalidades todavía se promueven constantemente, especialmente en nuestros tiempos contemporáneos de Internet, y Bauman (2008a, 2008b, 2009) puede reforzar eso nuevamente. Él y González (2015) argumentan que incluso los psicópatas y maquiavélicos que antes se mantenían más reservados, ahora se reconocen seguros usando la pantalla como escudo de seguridad. Precisamente por eso, las tres personalidades se sienten motivadas a interactuar con otras personas a través de las redes sociales para monitorear a sus objetivos, creando relaciones de interacción rápidas y novedosas, y declarando todo tipo de pensamiento u opinión hipotética que incluso puede promover la agresividad, y también, mostrando baja autocontrol. Sin embargo, todo está camuflado por un comportamiento muchas veces sin filtrar y sin límites sobre lo que se puede hacer en internet. González (2015) completa categóricamente que la tríada ganó espacio para mejorar sus prácticas e intensificar sus personalidades oscuras: están evolucionando, pero no desde una perspectiva positiva, sino desde una perspectiva socialmente negativa y perturbadora.
Por todos estos factores, González (2015) trae consigo su preocupación por la formación de la personalidad desde la niñez, y eso sí, inevitablemente recae sobre esta figura femenina con trastorno narcisista como progenitora a la que se enfoca este artículo. En concreto, explica algunos puntos planteados en la investigación sobre el origen de estas personalidades:
Em relação ao cuidado à infância e à Tríade (Jonason, Lyons & Bethell, 2014), verificou-se que a baixa qualidade dos cuidados maternos leva ao maquiavelismo e aos aspectos do narcisismo, como pretensão / exploração e liderança / autoridade quando do apego seguro não ocorre. O cuidado paterno de baixa qualidade leva à psicopatia secundária, e o cuidado paterno de alta qualidade tem sido associado à dimensão de pretensão / exploração do narcisismo. Por outro lado, na relação entre a teoria da mente e o apego (Riquelme, Henríquez & Álvarez, 2003), descobriu-se que o cuidado da infância tem um impacto importante no processo de mentalização. A teoria da mente aparece como conceito na obra de Premack & Woodruff (1978), definida como a capacidade de compreender, prever e explicar o comportamento humano em termos de estados mentais internos. Em estudos que relacionam a teoria da mente à Tríade (Stellwagen & Kerig, 2013), observou-se que nas crianças de sexta e sétima série o narcisismo está positivamente associado à teoria da mente, e que traços de insensibilidade, sem emoção, são negativos associado à teoria da mente. Por outro lado, impulsividade e maquiavelismo não estariam relacionados à teoria da mente. (GONZÁLEZ, 2015, p. 257. Tradução nossa) [6]
Y completa con una reflexión:
(…) ao revisar estudos que investigam o cuidado da infância e a Tríade (Jonason, Lyons & Bethell, 2014), foi sugerido que a qualidade do cuidado parental leva a padrões de apego que podem levar aos diferentes aspectos da Tríade, o que é um indicador importante que no início, o cuidado da infância por figuras significativas influencia o desenvolvimento dos traços da Tríade. As evidências apresentadas, de uma perspectiva evolutiva, fornecem dados que permitem questionar a hipótese evolutiva de que os traços da Tríade seriam expressos ou transmitidos exclusivamente para fins reprodutivos. (GONZÁLEZ, 2015, p. 262. Tradução nossa) [7]
La relevancia del artículo de González (2015) reflexiona sobre la comprensión de cómo la personalidad narcisista, tema central de este artículo, se comporta para alcanzar sus objetivos frente a una supuesta relación sexual y luego familiar, creando sus propios mecanismos de fortalecimiento y supervivencia social.
A la vista de todo el contenido brevemente expuesto, también vale la pena presentar dos casos de estudio que traen consigo madres narcisistas y resultados potencialmente traumáticos en sus hijos como consecuencia de sus posturas.
3. DOS MALETÍNES PARA LA REFLEXIÓN
Los siguientes casos se basan en relatos completos de entrevistas que Abreu (2021) –por lo tanto, es el contenido de un trabajo de investigación (dos años) de una de las autoras de este artículo– trae en su libro sobre el universo de las relaciones violencia sexuales intrafamiliares, lo que permite hacer una inmersión muy puntual en el narcisismo materno y el daño a los niños -o uno específico- bajo su cuidado. Los entrevistados fueron informados a través del Formulario de Consentimiento Libre e Esclarecido (TCLE)[8] que el material capturado sería reproducido en un libro y posteriormente utilizado en análisis para un artículo científico (lo que está ocurriendo aquí), así como presentado en congresos científicos, si así fuera el caso. Cabe recalcar que la brevísima discusión que se adelanta sobre los dos casos se está haciendo aquí de una manera sin precedentes, ya que la propia autora informa en el libro que no tenía intención de hacer eso en ese momento, sino dejar que los lectores reflexionen más adelante ellos mismos y después de todo el contenido de la obra.
Eu decidi, como autora, finalizar esta obra nesta sessão, apenas com uma breve consideração ao final e como fechamento (o que explica minha maior contextualização na sessão anterior). As histórias pessoais que seguem devem falar por si mesmas, para que você, leitor, reflita, pondere, chore, indigne-se e revolte-se, trace possíveis estratégias de combate e socorro, e sinta a dor desses silêncios que só querem ser quebrados e por um grande motivo: não permitir que outras crianças e adolescentes continuem passando por isso. (ABREU, 2021, p. 187)
La investigadora trató de comprender cómo actuarían en general los agresores sexuales intrafamiliares con diversos trastornos para camuflar sus acciones. Además, trató de entender, en igual potencial, por qué muchas madres se comportarían de manera cómplice con la violencia sexual contra sus hijos y si ellas –como madres– se configurarían dentro del perfil narcisista. De esta forma, su obra se dividió en una parte teórica para que los legos y las víctimas (y no solo los profesionales) pudieran comprender algunas de las muchas condiciones socioculturales y espectros psicopatológicos que rodean el tema. En otra mitad, se presentaron siete relatos completos de víctimas a través de entrevistas en profundidad, que demoraron dos años en realizarse, y esto se debió a la dificultad de lograr que los entrevistados hablaran sobre sus demandas y traumas. De esta manera, el escritor espera que el lector pueda hacer correlaciones entre los hechos, los actores involucrados y la teorización subyacente misma.
En vista de la narrativa expuesta en este artículo, vale la pena acercar dos de estos fuertes relatos a una comprensión más concreta de los impactos devastadores que una madre narcisista puede causar en la vida de su hijo, y en casos más dañinos como la práctica de violencia sexual.
Abreu (2021) relata una de sus obras, la historia de una mujer (que será identificada aquí como la entrevistada A) que tenía 31 años y cinco hijos. Su madre (de más de 71 años) proviene de una familia de catorce hermanos, siendo ella la mayor. Su padre es once años menor que su madre. La entrevistada A tiene cuatro hermanos en nacimiento secuencial muy cercano, dos de los cuales son mellizos, y ella y otro hermano también son mellizos. Ella es la única mujer.
Su madre era vista con mucho miedo por los niños en casa, pero en la calle la veían como una mujer respetada, profesionalmente activa y solícita. El padre era visto como un hombre muy “agradable” dentro y fuera del hogar, siendo responsable de las tareas del hogar, incluido el cuidado de los niños. (ABREU, 2021)
La entrevistada A tiene un bloqueo de memoria antes de los 9 años, pero recuerda haber tomado muchos baños con sus hermanos en ese momento, y dados por su padre. Su padre comenzó a violarla efectivamente durante este período (con la inserción del pene) y la obligaron a no quejarse en la escuela ni a su madre de que sentía dolor con el hipotético afecto de su padre, ya que el recordatorio era que su madre la golpearía en la niña porque “no le gustaban los niños con frescura” (ABREU, 2021). A los 10 años fue llevada al médico luego de un estreñimiento muy severo, y allí se descubrió y confirmó su embarazo.
La entrevistada A no entendía lo que estaba pasando y, por otro lado, el padre convenció a su esposa de que el embarazo debería haber sido producto de un primo de la niña. La madre compartió el escándalo con toda la familia y echó a la niña de la casa, yendo a vivir con unos tíos que la acogieron. Unos meses después, se descubrió que el padre biológico del feto era el propio abuelo (el padre biológico de “A”). El caso requirió intervención del Consejo Tutelar, pruebas de ADN y alcanzó esferas de gravedad mucho mayores por tratarse de incesto y violación de persona vulnerable. (ABREU, 2021)
Abreu (2021) describe que aún con todas las evidencias de la violación de la menor en ese momento y los abusos también iban dirigidos a los hermanos de la víctima, la madre de la entrevistada A la obligó a dar a luz y cuidar al bebé producto del incesto, y colocando -a para vivir de nuevo en su residencia. Sin embargo, se unió a coro con su familia para afirmar que su hija le había robado a su esposo, y esto se repite aún después de más de veinte años del hecho. Paralelamente, la madre pagó todo el proceso legal de su esposo, pagando a los abogados defensores para demostrar que él era inocente y que la niña supuestamente sería una mentirosa seductora. La educación escolar de la entrevistada A también fue completamente negada.
Después de ocho años de proceso –y tomó mucho tiempo, precisamente por la injerencia de la madre de la entrevistada A–, el progenitor fue detenido, pero respondió sólo a siete años de prisión. Al partir, fue recibido incondicionalmente por su esposa. (ABREU, 2021)
Durante el relato recogido por el autor, el hijo de la entrevistada A tenía 21 años y padecía espina bífida y paraplejía espástica, resultado del incesto. Según el enfoque, el niño tiene la edad mental de un niño de 8 años. La madre de esta víctima de abuso sexual y su familia aún afirman que ella es una “ladrona de maridos”. (ABREU, 2021)
En el informe dos, la autora cuenta la historia de una mujer de 32 años que se llamará entrevistada B. Su madre tenía 53 años en el momento de la entrevista y su padre 55, y también tiene un hermano de seis años más joven. La familia era propietaria de una casa en un gran terreno compartido con el resto de la familia. Primos, tíos y abuelos vivían, por tanto, en varias casas independientes, pero en el mismo lugar. (ABREU, 2021)
Según la entrevistada B, su madre siempre se presentó socialmente como una mujer religiosa, preocupada por los miembros de la congregación y por las personas de la familia. Su actitud fue siempre de proactividad y cuidado con todos los que estaban fuera de casa, y constantemente muy solícita. Así, es objeto permanente de atención familiar y social como una gran matriarca.
A los 5 años, la Entrevistada B estaba jugando con un primo de la misma edad, y ambos niños tenían curiosidad por mirar los órganos sexuales del otro. La tía -hermana de la madre de la entrevistada B y de lo primo- vio la escena y en vez de saciar la curiosidad de los niños y terminar el episodio, se fue sin decir nada y fue directo a contárselo a su hermana. Lo que pasó es que esta madre se dirigió con la imposición del castigo a la niña. Esto solo se le ocurrió a ella, pues el niño no recibió ningún tipo de sanción -y no fue el caso de ninguno de los niños- ni conversación. (ABREU, 2021)
Según el relato de la entrevistada B, la familia estaba haciendo los preparativos para las fiestas de junio, y había un caldero hirviendo con maíz hervido. La tía sugirió y la madre obedeció: tomó una de esas púas hirvientes de ocho pulgadas y la metió a la fuerza en la vagina del niña. No hubo arrepentimiento de ningún tipo por parte de los dos adultos, ni en ese momento, ni siquiera años después. (ABREU, 2021)
El colosal trauma impuesto a la niña no terminó ahí. Menos de un año después -ya con 6 años- comenzó a ser violada a la fuerza por otro primo de 15 años el día de Navidad, lo que duró hasta los 8 años. Ella guardó silencio y no pidió ayuda por temor a lo que pudiera hacerle su madre, lo que también fue reforzado por este primo amenazante, además de la afirmación de que no le creerían su historia. (ABREU, 2021)
La madre se comportó con desdén ante el comportamiento completamente asustado y deprimido de su hija durante su crecimiento. De adulto, la Entrevistada B comenzó a desencadenar serios estallidos emocionales y buscó ayuda psicológica. En ese mismo período, ante una nueva reunión familiar navideña y viendo a su madre rodear de cariño y atención a su primo maltratador, y fortalecida por el proceso psicoterapéutico inicial, decidió contar lo sucedido veintiún años antes. (ABREU, 2021)
Al enterarse del hecho, la reacción de la madre fue inicialmente mostrar desesperación ante el enfrentamiento, llorando, gritando, forcejeando y poniéndose como la peor madre del mundo, y como si fuera la gran víctima. Esto generó en la entrevistada B la conducta inmediata de dejar de hablar y confrontar a la madre, y recibirla dicotómicamente. Sin embargo, en la secuencia, la madre contó el episodio a toda la familia, incluso con el reclamo de la joven de que era solo entre los dos. Sin embargo, la madre no reveló quién era el violador y reforzó los afectos y el cariño por su sobrino, a pesar de que estaba plenamente consciente de lo que le había hecho a su hija. (ABREU, 2021)
Junto a la familia, la madre comenzó a reforzar que todo lo que le pasaba a la Entrevistada B, así como su estado psicológico depresivo, era resultado de una falta de Dios (aún con la joven siguiendo las conductas religiosas que le habían enseñado desde siempre). Al mismo tiempo, la madre continuó con su comportamiento de ayuda, consideración y proactividad con toda la familia y la congregación, y con el violador de su hija. (ABREU, 2021)
Abreu (2021) registra que la entrevistada A comprendió a lo largo de los años la violencia que sufrió y trata de mantenerse alejada de su madre y familia que aún la ataca y acusa. La entrevistada B permanece unida a su madre, ya que ella aún sufre de manipulación emocional materna con el apoyo de preceptos y dogmas religiosos, a pesar de que ya ha realizado algunos avances en la terapia. Lamentablemente, ambos cargan con traumas de todo tipo que son irreparables por esta relación materna altamente tóxica, así como procesos depresivos, alta ansiedad y otros agravantes, pero creen en un futuro en el que podrán reelaborar todos los temas involucrados, y, después de mucha comprensión, construir la autoconciencia.
4. BREVE DISCUSIÓN TEÓRICA
Estos dos casos más dramáticos, sacados sucintamente del libro de Abreu (2021), reflejan brevemente el perfil de esta madre narcisista y maternidad tóxica, que no tiene nada de raro, y está lejos de ser un mito. Cabe señalar que el daño psicológico a los niños es severo, pero variado y apareciendo en niveles, aunque las acciones de la madre narcisista no van más allá de la tortura física. La indiferencia social con el tema es tan flagrante que existen muy pocos materiales enfocados en el tema. El proverbio popular “Dios en el cielo y madre en la tierra” define muy bien el lugar de la madre santificada, insuperable e irreprochable, pero que en realidad sólo existe como creencia.
No basta que los profesionales busquen la excelencia si la población no tiene acceso a herramientas que puedan promover la derivación a la acogida y la reeducación. También es necesario reestructurar, aplicar y promover políticas públicas para que más personas puedan ser asistidas y este ciclo continuo de enfermedades psíquicas pueda ser interrumpido e incluso monitoreado más de cerca.
De hecho, existe una gran necesidad de promover el estudio en profundidad de esta demanda entre los estudiantes y profesionales de la Psicología, así como incluir a otros profesionales en un ámbito multidisciplinar, como los trabajadores sociales que se ocupan más directamente de las cuestiones de familia. No solo eso: el gobierno debería invertir más en apoyar una discusión de amplio espectro sobre el tema con grupos comunitarios, ayudar a entender la existencia de la demanda y en la reeducación de las familias en todos los niveles sociales, ya que las enfermedades mentales afectan a todos, pero la población más pobre es la más afectada por la falta de apoyo. Este proceso atencional puede generar la intensificación del autoconocimiento y una mayor detección de conflictos psíquicos. Esto conduciría a la comprensión social de la gravedad de ciertos comportamientos maternos –y más generalmente parentales– que llevan a los niños y adolescentes a un desarrollo traumático y nocivo. Además, viabilizar el conocimiento de que el trastorno narcisista materno a nivel patológico es algo grave y que ya no puede ser ignorado, naturalizado o romantizado.
El narcisismo, si bien es un proceso natural por el que pasa todo ser humano en su desarrollo, puede ser sumamente dañino para el sujeto sin los debidos cuidados y volverse patológico, y, en consecuencia, generar sufrimiento a sus allegados y al propio sujeto. Esto se hizo muy tangible en la teorización aportada principalmente a través de los estudios clásicos de Freud (1980; 2004), Klein (1966; 1991) y Winnicott (1983), y a través del prisma más actual de las relecturas a través de Zimerman (2004), Zornig (2010), Marson (2008) y Ferrari, Picinini y Lopes (2006).
La figura de la madre como alguien idolatrada por el simbolismo del amor incondicional termina por ocultar a la matriarca narcisista, quien, en su estructura más potente, puede ser extremadamente agresiva, manipuladora y/o efectivamente destructiva. Este detalle sobre las diversas facetas de este progenitor narcisista aportado por McBride (2009; 2011), revela lo complejo que puede ser su comportamiento. Lucirá la fachada de alguien que es muy proactiva externamente y se presenta como una gran madre y amorosa –y en cierto modo, algunos hasta lo creen–, pero escondiendo el abandono, la imposición del miedo y/o la violencia a nivel físico, emocional, nivel psicológico y/o físico o moral, como justificación del celo, o incluso bajo el argumento de educar a los hijos. Estos, a su vez, pueden convertirse en individuos inseguros, angustiados, ansiosos, confusos, sin expresión propia y/o propensos a desencadenar una serie de enfermedades psíquicas, entre ellas, dificultad para aprehender la realidad y sumisión extrema. También pueden desencadenarse otros daños, incluso de carácter psicofísico, como, por ejemplo, la tartamudez. Por otro lado, otros individuos pueden desarrollar agresividad, impaciencia, tener gran dificultad para mantener relaciones estables y/o incluso ser sujetos nuevos del trastorno narcisista (u otros trastornos), ya que, como se ve, son el resultado de la autopercepción del desamor del cuidador incluso en los primeros años de vida.
También vale la pena recordar el aporte de González (2015), ya que sus estudios sobre la comparación entre la tríada oscura, como él la denomina, permitieron comprender más a fondo cómo actúan los individuos psicópatas, maquiavélicos y narcisistas. Cada uno tiene una particularidad de forma independiente, pero que también pueden unificarse en la comorbilidad y complejizarse. Además, existe toda una pulsión en la búsqueda de pareja sexual para que el narcisista, en concreto, pueda seguir manteniendo su condición de reinado personal. Precisamente por eso, cada individuo manifestará una subjetividad muy peculiar y diferente a los demás. Esto también se pudo ver en los dos casos reales presentados por Abreu (2021), y cómo el narcisismo de cada madre era diferente.
En el informe de la entrevistada A, la madre promovió todo tipo de humillaciones familiares y públicas a su hija, creando una imagen de mujer traicionada y agraviada a lo largo de los años, pero luego excusándose de la culpa en el rol socialmente edificante de una buena madre y permitiendo que otros tomar el rumbo de la destrucción moral y psicológica de la joven. La narrativa también permite identificar a la matriarca, encajándose inicialmente en las tipologías de McBride (2009; 2011) en cuanto a la extravagante-extrovertida y la secretamente malvada, pero con el paso de los años hasta la actualidad, esta madre intensificó el comportamiento de la madre narcisista psicosomática en un intento de exigir la presencia de su hija cuando se dio cuenta de que de alguna manera se estaba fortaleciendo y distanciándose más puntualmente. La conducta de un narcisista psicosomático ya se había presentado años antes a terceros, pero señalando a la hija como la culpable de sus males.
La entrevistada pudo verbalizar abiertamente sus conflictos a la madre, pero ella reaccionó agrediéndola o no dejándola expresarse, conducta reproducida por toda la familia contra la víctima. Al momento de las entrevistas, “A” no estaba pasando por ningún tipo de terapia (esta solo se realizó durante su proceso de gestación como violación de una persona vulnerable y unos meses después del nacimiento del niño). La madre también socavó cualquier tipo de apoyo al que pudiera acceder la hija y ayudarla en lo más mínimo. De todos modos, ante la oportunidad de expresarse libremente y sin juzgar por primera vez con el autor de la generación del libro, “A” estaba pensando en buscar ayuda psicológica y fortalecer su Ser.
En el relato de la entrevistada B, en un principio, su madre fue la responsable de infligir tortura física. Sin embargo, posteriormente generó herramientas para que terceros la ayuden en el proceso de destrucción moral y psicológica de “B”, y aún así, públicamente quedando como una madre valorada y necesitada de atención familiar y congregacional por tener una hija en desequilibrio emocional y supuestamente sin Dios.
Aquí, la matriarca podría encajar en las tipologías de McBride (2009; 2011) con el perfil de una mujer malvada secreta y psicosomática. Incluso en este último tipo, manteniendo a la hija en un proceso constante de culpabilidad para no confrontarla, pues, si esto ocurre, la Entrevistada B entiende que puede ser responsable de una enfermedad repentina en la madre que la lleva a la muerte. La entrevistada en el momento de la interlocución, a pesar de que estaba en terapia, también afirmó no entender por qué la matriarca seguía actuando de manera tan ambigua, pero manifestó que amaba a su madre y para no enfermarla, la Prefiero no tratar de entender. Tal postura podría llevar a la entrevistada a no resolver sus profundas heridas con la madre, llevándola a otros sufrimientos por no cerrar tales asuntos, aun teniendo posibilidades de hacerlo.
Finalmente, ambas madres mantuvieron el comportamiento de sufrientes, invirtiendo la condición de víctimas para ellas mismas, y manteniendo la intención de perpetuar la condena de las verdaderas víctimas. Así, no basta que las víctimas hayan pasado por un proceso de tortura y vejaciones durante años, continúan siendo conducidas a la misma cadena de deterioro psicológico, emocional y moral, pero constantemente relegadas a la prioridad de no oponerse a la madre.
Por tanto, y lejos de estos dos ejemplos de casos reales, las situaciones son distintas en cuanto al comportamiento de las madres narcisistas, pero con igualmente heterogéneas y polifacéticas afectaciones efectivas a sus hijos. Madres e hijos quedan en una cadena de enfermedad continua, ya que son lazos afectivos muy fuertes que los unen. Sin embargo, aunque los niños busquen la ayuda psicológica adecuada, estas madres evitan tal apoyo, y no sólo por la resistencia preexistente que forma parte de su trastorno de personalidad, sino también por el reforzamiento y el desconocimiento social fomentado en el equivocado tabú de la madre inmaculada y que supuestamente no comete errores, ni mucho menos puede ser culpada por ello. Sin embargo, las madres también se enferman y lastiman, y necesitan atención y tratamiento.
Cada vez más, es posible tomar conocimiento de relatos de individuos, ya en su vida adulta, que describen sus crianzas traumáticas con madres narcisistas, e incluso permitiendo el daño a su hija a través de terceros, como en el caso de abusos y violaciones intrafamiliares en los dos informes específicos presentados por Abreu (2021), que también se extienden a permitir que terceros humillen a las víctimas. Otras madres con perfil de trastorno narcisista también se presentan en relaciones no tan traumáticas y un poco alejadas de los casos de las entrevistadas A y B, pero no menos dañinas.
Es posible distinguir estas madres narcisistas de madres sin este trastorno. Esto se pone de manifiesto en los aspectos enumerados por McBride (2009; 2011) y otros autores que señalan la estructura de cómo se presentan estas madres y el daño generalizado a sus hijos. Los agravantes solo serán un tema coyuntural para todos los actores involucrados. Las madres narcisistas existen y sus hijos también, y ambos necesitan atención psicológica para romper y descontinuar los paradigmas de destrucción y manipulación.
5. CONSIDERACIONES FINALES
La pregunta guía de este artículo – ¿cómo y por qué las conductas materno-narcisistas pueden generar hijos con enfermedades psicoconductuales? – se respondió junto con la hipótesis y se basó en el supuesto de que una madre con trastorno narcisista de la personalidad puede ver potenciada y/o reforzada su conducta ante el no reconocimiento sociofamiliar de su demanda. Por desconocimiento de la situación, y considerando que es solo un estereotipo basado en “esta es tu madre”, familiares e hijos pasan años sometiéndose a la conducta generada por esta madre, y alimentando un engranaje que puede desencadenar enfermedades graves en los sujetos como menores, y evolucionando en amplitud en los adultos.
Además, el objetivo general del artículo se basó en detectar cómo se construyen y comportan las madres narcisistas y cuáles son las implicaciones psicológicas y comportamentales para sus hijos como víctimas directas de esta relación materna, también trajo la reflexión que el rol de la mujer como generadora de la vida es bella, y es la primera y más fuerte expresión del amor por el ser humano que genera y/o crea –pensando aquí también en las madres adoptivas, y que también encuentran mujeres narcisistas–, y de la conexión inicial de una persona con el mundo. Sin embargo, no todas las mujeres desarrollan este proceso materno originalmente altruista de amar al otro como un niño, aun porque en su propio desarrollo puede haber habido una falla en este aspecto, por lo que desconocen lo que es y sólo reconocen el amor por el otro ellos mismos mismos.
En esta vía de estudio, los objetivos específicos se desarrollaron en comprender la diferenciación de una conducta materna común (entendida como normal) de la psicopatológica; distinguir cómo se presentan estas madres narcisistas; reflexionar sobre cómo proteger a las personas afectadas y tratar por igual a estas mujeres enfermas. En ese sentido, fortalecer el trabajo conjunto de instituciones/profesionales/sociedad, a partir de políticas públicas fuertes, es lo que realmente puede llegar a estas mujeres enfermas y sus familias, y romper el continuo entramado destructivo del narcisismo materno. Esto trajo el entendimiento de que sería interesante reestructurar el entendimiento social sobre la ruptura de ciertos mitos, como el de la madre santificada en su totalidad.
Hay una enorme diferenciación conductual de la maternidad entendida como normal –es decir, sin la demarcación del trastorno narcisista–, que eso sí, en ocasiones puede ser exagerada y exaltada en el sentido de mostrar con orgullo a su descendencia y sus logros, e incluso con alguna que otra descortesía hacia ella pérdida de paciencia y falta momentánea de control, pero esto en realidad no daña a estos niños. Por otro lado, el comportamiento materno psicopatológico basado en trastornos narcisistas conduce a numerosas pérdidas.
En efecto, es necesario reflexionar y discutir cómo proteger a estas personas afectadas y tratar por igual a estas mujeres enfermas. Si los relatos están presentes y estas madres narcisistas también son más detectables en su comportamiento –y, por lo tanto, siempre han existido, pero sus acciones son más notorias en la época contemporánea–, esto trae una reflexión no solo sobre los propios traumas de muchos individuos.
También vale la pena considerar el comportamiento social e histórico de obligar a ser madres a las mujeres que no quieren ser madres, generando así madres que no tienen intimidad con la construcción del proceso materno -y que efectivamente no pueden o tienen mucha dificultad para desarrollarlo, incluso si no padecen trastorno narcisista – y por ende, entender que también pueden generar potencialmente narcisistas, o cualquier otro tipo de enfermedad tan dañina para el sujeto y para terceros.
Por lo tanto, es necesario reflexionar sobre este proceso de maternidad para la mujer contemporánea, deconstruyendo la hipotética santidad de esta condición; incluyendo la revisión de dogmas religiosos construidos junto con el surgimiento del patriarcado; entendiendo que la comprensión de la maternidad es algo que se construye durante el embarazo (y después del parto), e incluso por alguien que anteriormente quisiera ser madre, pero que tendrá que enfrentar conflictos sobre sí misma y ese otro ser que surge de allí. Ser madre efectivamente no es fácil, y de ahí la gran responsabilidad de esta mujer, pero, sobre todo, de la sociedad que la rodea y muchas veces la ignora, potenciando enfermedades que simplemente son ignoradas. Se le atribuye a esta mujer real, pero configurada en la simbología de diosa madre, la suposición romantizada de que todo lo puede y no necesita ayuda, porque no falla y sólo genera vida, por lo tanto, es incapaz de destruirla. Por tanto, si alguien que tiene una predisposición psíquica a la maternidad (o la desarrolla positivamente) ya tiene dificultades para afrontar determinados enfrentamientos, y mucho menos aquellos que no la quieren.
El apoyo es necesario, ya que estas relaciones madre-hijo son tan poderosas que, aun con la comprensión del daño, los hijos de estas mujeres tienden a mantener la proximidad y los vínculos con sus madres tóxicas, por muy mala que haya sido la situación. Es inconmensurable la demanda social para que tales niños sigan apoyando y apoyando a estas madres, sin importar lo que les pase, manteniéndolas en un constante proceso de manipulación y enfermedad por parte de esta matriarca no tratada.
Existe la necesidad de que el gobierno cree e impulse políticas con alcance psicológico a las familias e individuos, ya la sociedad en su conjunto, además de la atención de los profesionales de la salud mental en la búsqueda de la comprensión de esta demanda. Cuantas más personas puedan ser reconocidas, acogidas y tratadas para que alcancen el conocimiento de sí mismas y de sus procesos, llevándolas sobre todo a la reeducación psicoconductual, menor será el impacto de la devastación social frente al desmoronamiento del sujeto bajo la tutela de la madre narcisista, y ella misma podrá encontrar algo más cercano a la felicidad y al amor real que desea, pero no sabe.
REFERENCIAS
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APÉNDICE – NOTA DE PIE DE REFERENCIA
3. Giammarco & Vernon (2014) plantean que el maquiavelismo y la psicopatía se caracterizan por presentar venganza emocional. El maquiavelismo y la psicopatía también presentaron baja compasión, baja toma de perspectiva y baja preocupación empática. Al relacionar la Tríada con empatía y alexitimia (Jonason & Krause, 2013) se encontró que la psicopatía se asoció con la empatía limitada general, dificultad para describir los sentimientos y el pensamiento orientado hacia el exterior. El narcisismo se relacionó con la empatía limitada y la dificultad para identificar los sentimientos afectivos, mientras que el maquiavelismo se asoció con el pensamiento orientado hacia el exterior. En otro estudio (Cairncross, Veselka, Schermer & Vernon, 2013) los resultados revelaron que la alexitimia se asoció en forma positiva con la psicopatía y el maquiavelismo, y de manera negativa con el narcisismo. Un análisis genético del comportamiento demostró que las correlaciones fenotípicas fueron principalmente atribuibles a factores genéticos comunes y a factores ambientales comunes no compartidos. (GONZÁLEZ, 2015, p. 258)
4. Black, Woodworth & Porter (2014) plantean que las personalidades oscuras son más propensas a percibir a sus víctimas como desagradables, con baja autoestima, muy neuróticas, deprimidas y ansiosas. Los psicópatas generalmente perciben sus objetivos como menos afables, muy neuróticos, deprimidos y ansiosos. Los maquiavélicos perciben sus objetivos más neuróticos, ansiosos y deprimidos. Por último, los narcisistas perciben sus objetivos como bajos en la apertura a nuevas experiencias, conscientes, extrovertidos y altos en depresión. (GONZÁLEZ, 2015, p. 259)
5. Para Baughman, Jonason, Lyons & Vernon (2014), los psicópatas y maquiavélicos se vinculan a la propensión a mentir en diferentes contextos, incluyendo el coito y la deshonestidad académica. Estos autores plantean que los psicópatas experimentan más emociones positivas relacionadas con la mentira, y los maquiavélicos presentan una mayor cantidad de esfuerzo cognitivo asociado al engaño. Jonason, Lyons, Baughman & Vernon (2014) encontraron que los psicópatas y los maquiavélicos estaban vinculados a decir más mentiras; la psicopatía se asoció a decir mentiras sin razón, y el maquiavelismo estaba relacionado con decir mentiras blancas. El narcisismo, en cambio, estaba vinculado a la mentira para beneficio propio y la habilidad de autorreporte para mentir. Jonason, Wee, Li & Jackson (2014) estudiaron los intereses vocacionales en relación con los rasgos de la Tríada, y encontraron que los psicópatas están más interesados en carreras realistas y prácticas, los narcisistas, en las carreras artísticas, emprendedoras y sociales, y los maquiavélicos tienen más interés en evitar las carreras que involucran cuidar a los demás. (GONZÁLEZ, 2015, p. 260)
6. En relación con los cuidados en la infancia y la Tríada (Jonason, Lyons & Bethell, 2014), se ha encontrado que la baja calidad de los cuidados maternales lleva al maquiavelismo y aspectos del narcisismo, como pretensión/exploración y liderazgo/autoridad cuando el apego seguro no se produce. El cuidado paternal de baja calidad lleva a la psicopatía secundaria, y el cuidado paterno de alta calidad se ha asociado con la dimensión de pretensión/explotación del narcisismo. Por otra parte, en la relación entre la teoría de la mente y el apego (Riquelme, Henríquez & Álvarez, 2003), se ha descubierto que los cuidados en la infancia tienen un importante impacto en el proceso de mentalización. La teoría de la mente aparece como concepto en el trabajo de Premack & Woodruff (1978), definida como la capacidad de comprender, predecir y explicar el comportamiento humano en términos de estados mentales internos. En estudios que relacionan la teoría de la mente con la Tríada (Stellwagen & Kerig, 2013) se ha observado que en niños de sexto y séptimo grado el narcisismo está asociado de manera positiva con la teoría de la mente, y que los rasgos insensibles, sin emoción, se asocian negativamente con la teoría de la mente. Por otra parte, la impulsividad y el maquiavelismo no estarían relacionados con la teoría de la mente. (GONZÁLEZ, 2015, p. 257)
7. (…) al revisar estudios que investigan los cuidados en la infancia y la Tríada (Jonason, Lyons & Bethell, 2014), se ha sugerido que la calidad del cuidado parental lleva a patrones de apego que pueden conducir a diferentes aspectos de la Tríada, lo cual es un importante indicador de que los cuidados tempranos en la infancia por parte de figuras significativas influyen en el desarrollo de los rasgos de la Tríada. La evidencia presentada, a partir de la mirada evolutiva, provee datos que permiten cuestionar la hipótesis evolucionista referida a que los rasgos de la Tríada se expresarían o se transmitirían exclusivamente con un fin reproductivo. (GONZÁLEZ, 2015, p. 262)
8. Termo de Consentimento Livre e Esclarecido (TCLE).
[1] Especialista en Neurociencia Pedagógica por AVM Educacional/UCAM/RJ; especialista en Arteterapia en Educación y Salud por AVM Educacional/UCAM/RJ; especialista en Investigación de Comportamiento y Consumo por Faculdade SENAI CETIQT RJ; especialista en Artes Visuales por UNESA/RJ; Licenciado en Diseño por la Faculdade SENAI CETIQT RJ. Licenciada en Psicología por la UNIP/SP y estudiante de posgrado en Terapia Cognitivo Conductual por la PUC/PR.
[2] Licenciada en Comunicación Social por la Faculdade Casper Libero/SP. Licenciado en Psicología por la UNIP/SP.
Enviado: Marzo de 2022.
Aprobado: Agosto de 2022.
Un comentario
Excelente Artículo, sobre el afecto que se puede dar En el entorno familiar, con madres narcisistas y toda la repercusión psicológica de los hijos, propiciando así a problemas de identidad, baja autoestima, bajos rendimientos académicos y una poca inteligencia emocional del niño, entre muchos aspectos referente la cultura,y el contexto donde se desenvuelve; me surge la duda, que tratamiento se puede aplicar para que ese círculo tóxico no perjudique en las vidas adultas de los niños con madres narcisistas