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Entre la cruz y la espada: Panorama histórico de la Teología de la Liberación en América Latina

RC: 70776
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CONTEÚDO

ARTÍCULO ORIGINAL

GODOY, Juliano Bernardino de [1], ASSIS, Rogério de [2]

GODOY, Juliano Bernardino de. ASSIS, Rogério de. Entre la cruz y la espada: Panorama histórico de la Teología de la Liberación en América Latina. Revista Científica Multidisciplinar Núcleo do Conhecimento. Año 05, Ed. 05, Vol. 08, págs. 05-16. Mayo de 2020. ISSN: 2448-0959, Enlace de acceso: https://www.nucleodoconhecimento.com.br/teologia-es/cruz-y-la-espada

RESUMEN

Este artículo aborda la teología de la liberación desde la perspectiva de América Latina con el fin de trazar un breve panorama histórico, su fundamento teológico y teórico, su momento cumbre y su enfriamiento. Además, se pretende demostrar que tal movimiento no es, bajo ninguna circunstancia, un monopolio de la Iglesia Católica Romana, como muchos por pura ignorancia lo creen. Se demostrará que tal movimiento teológico ha hecho y sigue siendo parte del mundo protestante, más tímidamente, es bastante cierto, pero es cierto que muchos protestantes y evangélicos han abrazado la causa de la misma manera. Finalmente, según los expertos mencionados, la teología de la liberación aún no ha muerto, sigue viva, aunque sea imperceptiblemente en los días posmodernos. Pensar en estos temas, dada su puntualidad, justifica la relevancia de esta reflexión.

Palabras clave: Teología de la Liberación, América Latina, Cristología, sociología de la religión.

1. INTRODUCCIÓN

De manera breve, presentaremos el tema de la Teología de la Liberación en el contexto de América Latina con el fin de despertar el mayor interés del lector (a) para profundizar el tema. Para ello, elegimos seguir el siguiente camino metodológico: 1- Origen y lo que es y Teología de la Liberación; 2- Supuestos teóricos y teológicos de la Teología de la Liberación; 3- Decadencia y futuro de la Teología de la Liberación; a continuación de las consideraciones finales y las referencias apropiadas. Con fe y esperanza de que el tema se profundice de la semilla lanzada en este artículo, nosotros, los autores, le deseamos una buena lectura y un buen beneficio. Gracias por su interés en el tema, después de todo, en nuestra opinión, de teólogos, pastores, eruditos y aprendices eternos, toda teología es liberadora, porque promueve un encuentro con Dios, y a su vez cada encuentro con Dios es un encuentro de liberación.

2. ORIGEN Y QUÉ ES LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN

La “Teología de la Liberación”, es una teología que nació y construyó a partir de un análisis crítico de la realidad social. Con la mirada fituosa en el rostro empobrecido de Cristo El Buen Pastor, en lugar de la mirada fituosa en el rostro de Christ Pantocrator[3], trae una gran diferencia de mirada y punto de vista teológico. A diferencia de la teología tradicional, que forma parte de la contemplación de las realidades, digamos “celestial”, la Teología de la Liberación está hecha de realidades terrenales, especialmente de la cruel cuestión de la pobreza y la miseria. Es, por lo tanto, una teología hecha por personas de carne y hueso, con los pies en el suelo. El término Teología de la Liberación fue creado por el sacerdote peruano Gustavo Gutierrez[4], considerado el “padre” de esta modalidad de pensamiento y acción teológica. La Teología de la Liberación fue formulada a partir de un movimiento dentro de la Iglesia Católica Latinoamericana alrededor de la década de 1950-60.

En esta década, los grandes acontecimientos han sacudido a la sociedad y a la Iglesia y, a raíz de estos acontecimientos, ha suscitado la necesidad de la participación de la Iglesia en la cuestión social. La lectura de la realidad de una relectura del Evangelio que justificaba el compromiso de los cristianos en los problemas sociales y los problemas del hambre, la violencia, la administración de la ciudad y de la tierra eran algunas de las reflexiones propuestas. Según Rodrigo Augusto Leais Camilo, estudioso de la Teología de la Liberación, durante el siglo XX, dentro de la Iglesia Católica, la preocupación por la cuestión social merecía una atención especial en Brasil y América Latina, debido a la historia y la gran presencia católica en esta región. En Brasil, desde que el catolicismo dejó de ser la religión oficial del Estado, con la Proclamación de la República en 1889, la Iglesia ha sufrido grandes transformaciones.

Según Rodrigo Augusto, los movimientos mesiánicos, la falta de sacerdotes y el crecimiento de otras creencias contribuyeron a la reorganización de la estructura de la Iglesia Católica en Brasil. En este contexto, los cristianos también llegaron a participar en la vida cotidiana de otros fieles, proporcionando un contexto directo con el sufrimiento y las dificultades de una gran parte de la población. En este contexto de la Iglesia, atenta a las cuestiones de pobreza y opresión, nació el movimiento de teología de la liberación. A esto hay que añadir el surgimiento de dictaduras militares en América Latina. La Teología de la Liberación se ha expandido y ganado presencia en todos los continentes como un modelo diferente de hacer teología a partir de la realidad social de los pobres.

Según Leonardo Boff: “los pobres fueron condenados porque cometieron un crimen inaceptable: apoyar a los que están fuera del mercado y cero económicos” (BOFF, 2011, pág. 12). La jerarquía católica la condenó por caer en una “heresía” práctica al afirmar que los pobres pueden ser constructores de una nueva sociedad y un nuevo modelo de la Iglesia. Naturalmente y por desgracia, muchos eran religiosos y religiosas silenciados por la cúpula católica, entre ellos el propio Leonardo Boff, en la época del fraile franciscano. Sin embargo, para sorpresa de muchos, no sólo la Iglesia Católica ha silenciado la suya, sino que otras Iglesias históricas lo han hecho, como se puede leer en esta breve cita de João Dias de Araújo en relación con la Iglesia Presbiteriana.

Este golpe contra la joven prensa presbiteriana fue una reacción a las declaraciones audaces y verdaderas que culminaron en la edición de junio de 1960. Para dar sólo un ejemplo de este tema: el joven Paulo Wright escribe el artículo ‘O Senhor do Mundo’, en el que se ocupaba de la acción de Cristo en la Iglesia y en el mundo y la consiguiente libertad para que el cristiano testimonia. Al final del artículo declaró: ‘El problema ya no es si bailar o no bailar, si fumar o no es un pecado, por ser Jesús nuestro Señor, estas cosas ya no tienen poder sobre nosotros’ (Juventud, junio de 1960). Esta y otras declaraciones han sacudido los cimientos del viejo énfasis de la iglesia en la predicación moralista. No pudieron ser leídos por creyentes de un siglo de vida eclesiástica (Araújo, 2002, 40).

Desde la década de 1960, una creciente conciencia de los verdaderos mecanismos de producción del subdesarrollo comenzó en casi todos los países de América Latina. El tema histórico de la liberación sería el pueblo oprimido que debería articular prácticas que pretendían y apuntar a una sociedad alternativa menos dependiente e injusta (BOFF, 1984, pág. 24). También según Boff (2011), los pobres, aquí, no son los que tienen necesidades;  los tienen, pero también tienen fuerza histórica, capacidad de cambio. Esto no es una Iglesia para los pobres, sino una Iglesia de los pobres y para los pobres (BOFF, 1984). La Iglesia brasileña se dio cuenta de que no sólo existe el mundo moderno con su desarrollo, sino un verdadero mundo con su subdesarrollo y este subdesarrollo representa sufrimiento para millones de personas.

La participación de la Iglesia con la cuestión social se había organizado en gran parte del mundo católico, incluso dentro de la doctrina social de la iglesia, pero en 1968, durante la Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Medellín, esta participación se volvió más sistematizada con una directriz: la opción preferencial para los pobres. Aunque es menos conocido, es el hecho de que la Teología de la Liberación no es un movimiento teológico que perteneció y pertenece sólo a la Iglesia Católica Romana. Tal movimiento teológico ha cruzado la barrera confesional y ha hecho y forma parte del mundo protestante de la misma manera. Si por un lado la Iglesia Católica organizó y produjo documentos citados (Medellín), por otro lado también los protestantes históricos se organizaron dentro de sus estructuras eclesiales y eclesiásticas. Según Joanildo Burity,

la Conferencia contó con 167 participantes que representaban a 14 denominaciones protestantes diferentes (incluyendo bautistas, congregacionales, presbiterianos, episcopales, luteranos, pentecostales, reformistas, metodistas libres) y delegados de cinco iglesias en los Estados Unidos, México y Uruguay como observadores. Diecisiete estados del país, incluyendo Pernambuco, estuvieron representados. Fue, en 1964, la mayor y más significativa de las Promociones del SRSI – Servicio Social de la Industria, y también la última, ya que, en 1964, después del golpe militar, el departamento fue extinguido por CEB – Compañía de Energía de Brasilia (BURITY, 2011, p. 172).

Luiz Ernesto Guimarães, en su artículo titulado: “A Teologia da Libertação sob o Viés Protestante”, escribió:

Así, la Conferencia del Noreste, junto con otros eventos formulados por el protestantismo latinoamericano, apoyó y fomentó el desarrollo del pensamiento social cristiano (CAVALCANTI, 2012). Sin embargo, la Teología de la Liberación no fue el único resultado de este proceso que se produjo en los sectores progresistas. También se están desarrollando otros movimientos, corrientes y organizaciones. Como ejemplo, tenemos: Fraternidad Teológica Latinoamericana (FTL), Alianza Bíblica Universitaria (ABU), Visión Mundial, etc. (GUIMARÃES, 2012, p. 940).

Nombres como Rubem Alves, Paulo Stuart Wright, hermano del reverendo Jaime Wright, pertenecen a temas que tuvieron una actuación notable en los años de dictadura militar y no pueden dejar de ser mencionados al discutir este período. Como una obra ecuménica en la línea de la Teología de la Liberación, que demuestra que tal teología no pertenecía sólo a la Iglesia Católica, fue el trabajo desarrollado en asociación entre el entonces cardenal Paulo Evaristo Arns con el reverendo James Wright, en los años de la dictadura militar.

3. SUPUESTOS TEÓRICOS Y TEOLÓGICOS DE LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN

Boff (1980) añade, en Teología del cautiverio y la liberación, que el cristianismo es una praxis de la liberación. La liberación es un concepto político (BOFF, 1980, p. 3). Considera la liberación humana como una anticipación de la salvación definitiva. Esto es lo que se llama en la teología de los ya y no todavía, es decir, la liberación de las estructuras injustas y la muerte debe suceder, porque el Cristo liberador está presente a través de su Espíritu Santo en la lucha de su pueblo, con el fin de alentar la lucha contra el desánimo, manteniendo así el camino hacia la liberación prometida. Por otra parte, todavía no lo es, porque la teología cristiana tradicional también cree que la última liberación tendrá lugar sólo al final de los tiempos, en la que seremos todos en todos y tendremos un pastor para todo el rebaño (2 Co 5, 10).

Sin embargo, hay que tener cuidado con esta interpretación de la teología tradicional de la liberación sólo en el futuro. Y aquí hay una clave de lectura muy importante para los teólogos de la liberación: la anticipación de la liberación. No es sólo el sujeto del cielo, es también el sujeto de la tierra. Conformarse con el sufrimiento en la tierra sólo después de disfrutar del cielo, definitivamente no es una mirada de teología de la liberación. Por esta razón, uno debe pensar en los conceptos de los ya y los que aún no se han mencionado. Según Renold Blank:

El primero que formuló radicalmente este compromiso de la escatología con la realidad histórica actual fue el teólogo protestante Jüngen  Moltmann. En su obra Teología de la Esperanza, publicada en 1968, traducida al portugués en 1971, podemos leer la siguiente observación programática: “La escatología cristiana no habla del futuro. Tiene su punto de partida en una cierta realidad histórica y predice el futuro de esta…” Con este enfoque, se supera el enfoque existencial de Bultmann. También va más allá de la fijación en las “últimas cosas” que marcan tanto la escatología neoclásica. En cambio, el interés vuelve a la antigua escatología de los profetas. Regresen a esa concepción esperanzadora, mientras Dios guía a este mundo a lo largo de su proceso histórico, hacia una meta final. La teología de la esperanza vuelve a situar el discurso escatológico sobre una base histórica y concreta. Supera las tentaciones de un discurso dualista, influenciado por concepciones gnósticas. Con este paso, la escatología regresa de su posición marginal, que había tenido dentro del discurso teológico, a un lugar central (BLANK, 2000, p. 113-114).

Así, con respecto al sistema opresivo, la teología de la liberación, precisamente porque cree que debemos liberarnos, tiene su creencia motivada en el Dios de la Alianza, presentando reflexiones del Antiguo Testamento (AT) que llevaron a su pueblo a la Tierra Prometida (Exodo 33, 3), creyendo que debemos trabajar para cambiar este mundo para que sea un mejor lugar para que todos vivan. Es ella quien plantea una fuerte crítica moral y social al capitalismo dependiente, basada en las reflexiones de Fuerbach y Marx, quienes, a su vez, denuncian el papel alienante de la religión. La posición de Marx sobre la religión es conocida, porque él es el opio del pueblo”. Sin embargo, uno puede cuestionarse: ¿la religión sería el opio o la salvación de las personas oprimidas? Bueno, esta no es la discusión de este artículo, pero sigue siendo la provocación.

Aunque la Teología de la Liberación rechazó muchos de los preceptos marxistas, incluida la frase antes mencionada, sin embargo, aceptó la metodología marxista como método de lectura de la realidad social e histórica. Cabe agregar que el método de la Teología de la Liberación es el método dialéctico expresado en PARA VER-JUZGAR-ACTUAR. Desde el punto de vista de los supuestos teológicos, el punto de partida de la Teología de la Liberación es el antropocentrismo, ya que los pobres son el centro de articulación temática de la cristología y la eclesiología, según Boff y Boff en “Breve historia de la Teología de la Liberación” ( BOFF; BOFF, 1980, pág.26). Aún según ellos, Dios no puede ser una abstracción teológica, porque el Dios vivo y verdadero está activo en la historia.

Blank (2000), en la misma línea de razonamiento, argumenta que este Dios de la vida, finalmente, se aprovecha muy fuertemente a favor de todos aquellos cuya vida está amenazada. Se auto-tutela “go’él”, el defensor de aquellos que no tienen defensor. El defensor de los pobres, los débiles, los marginados, los excluidos (Ex 3.7; 21.25-27; 22.20; 22.25; 23.6; 23.10; Lv 25,25). La Teología de la Liberación no se limita a las deducciones teóricas y no se encarcela al modelo académico de articulación teológica. Además, en la Teología de la Liberación la cuestión fundamental no es la Teología, sino la Liberación. Se entiende concretamente que la liberación, con el objetivo de poner fin al sistema de injusticia expresado en el capitalismo, es liberar a uno otro de él para crear en su lugar una nueva sociedad (BOFF; BOFF, 1980, p. 70). Y Moltmann dice:

Se espera que “el hombre de nuestro tiempo se convierta de nuevo en el receptáculo de la influencia de las fuerzas trascendentales”. Está buscando “islas de significado” en un mundo que, aunque no tenga sentido, ciertamente no es humano (MOLTMANN, 1971, p. 372).

La Teología de la Liberación es un fenómeno complejo. Su objetivo es dar una nueva interpretación global al cristianismo. Y para lograr este objetivo, adopta un método para analizar e interpretar la realidad. Método expresado en el acrónimo PARA VER-JUZGAR-ACTUAR y CELEBRAR. PARA VER la realidad desde la realidad más cruda y dura posible. Según Boff (2000), PARA VER despierta compasión que, a su vez, conduce a la ira sagrada que impulsa la voluntad de hacer algo para superar la situación.

Gutierres (1985) justifica esta propuesta de Teología de la Liberación basada en el concepto teológico de que Dios es un Dios liberador y se revela sólo en el concepto histórico concreto de la liberación de los pobres y oprimidos (GUTIERREZ, 1985). En suma, según Boff y Boff (1980), la teología de la liberación se concibe como una nueva hermenéutica de la fe cristiana, como una nueva forma de entender la realización del cristianismo en su totalidad (BOFF; BOFF, 1980).

Para Moltmann (1971, p. 405): “En esta teología, la fe cristiana se vuelve trascendente frente a cualquier contexto socialmente experimentado. No es demostrable – en su demostración es precisamente su fuerza, se dice – y por lo tanto tampoco es refutable”. Por lo tanto, vale la pena evaluar que la incredulidad, aún según el autor, es el verdadero enemigo del ser humano, y tampoco debe ser puesto como: “institucionalizable como reflexión continua, siendo en sí misma trascendencia ante las instituciones sociales” (MOLTMANN, 1971, p. 405). Por lo tanto, la fe es responsable de la trascendencia humana.

4. DECADENCIA Y FUTURO DE LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN

Quien mejor y con más autoridad puede hablar de decadencia y el futuro de la Teología de la Liberación es uno de los líderes más representativos de la Teología de la Liberación en Brasil y América Latina: Leonardo Boff. En su obra “Cuarenta años de teología de la liberación”, con profundo pesar, por un lado, y con la esperanza justificada de continuidad, por otro, Boff reflexiona sobre el enfriamiento del estado de ánimo de la Iglesia católica con los problemas sociales. Enumera algunas de las causas como la caída del marxismo en Europa y las dictaduras en América Latina que han dado vida a los profundos cambios en la estructura de las Iglesias. El impulso de la oposición al poder autoritario se ha enfriado. Este impulso de renovar el significado y las prácticas religiosas tradicionales llevó a la propuesta de oponerse a la jerarquía de la Iglesia a la Iglesia naciente – Pueblo de Dios e Iglesia se opuso al Poder a la Iglesia de la Comunión.

El tema de los pobres y la pobreza, tanto en la iglesia como en la sociedad política, ha vuelto a lo que era antes: el bienestar. Los pobres reducidos al objeto de la asistencia y la caridad. Se remonta a la concepción de los pobres como alguien que no tiene y por lo tanto no lo es. Contrariamente a la concepción de la Teología de la Liberación, en la que los pobres son los que tienen la fuerza del trabajo, la capacidad de aprendizaje y la capacidad de reorganizarse y luchar por sus derechos y entrar en el mercado laboral, siempre que les ofrezcan oportunidades de aprender. Por lo tanto, los pobres tienen fuerza histórica para cambiar el sistema de dominación. Una persona pobre diferente que no sólo quiere recibir, sino que piensa, habla, organiza, que ayuda a construir un nuevo modelo de iglesia – red – de comunidades se enfatiza por la teoría.

La esperanza cristiana, al ocrear esas orientaciones en la historia de la humanidad, no puede endurecerse en el pasado y en el presente dado, y así aliarse con la utopía del status quo. Está llamado y empoderado para la transformación creativa de la realidad, porque tiene una perspectiva que se refiere a toda la realidad. Teniendo en cuenta todas las cosas, la esperanza de la fe puede convertirse en una fuente inagotable para la imaginación creativa e inventora del amor. Provoca y produce perennemente ideales anticipatorios de amor por el hombre y la tierra, al tiempo que modela las nuevas posibilidades emergentes a la luz del futuro prometido, y busca, en la medida de lo posible, crear el mejor mundo posible, porque lo que se promete es una posibilidad total. Por lo tanto, siempre despierta la “pasión de lo posible”, los dones inventivos, la elasticidad en las transformaciones, la erupción de la novedad después de lo viejo, el compromiso de lo nuevo. La esperanza cristiana, en este sentido, siempre ha sido revolucionariamente activa en el curso de la historia de las ideas en las sociedades que fueron impregnadas por ella (MOLTMANN, 1971, p. 25).

Sin embargo, esto no duró mucho. A partir de la década de 1970, el Vaticano comenzó a actuar de una manera que “suaviza”, dice Boff (1984), las posturas de los religiosos más comprometidos socialmente. La justificación de este allanamiento fue la persecución que sufrieron los religiosos por parte de los militares, así como los casos de tortura y violencia que marcaron el período en el que el Estado brasileño estuvo en manos de los militares. También según Boff (1984), con el fin del régimen militar, según la postura conservadora del Vaticano, todo este suavizado ya no estaba justificado. A esto hay que añadir a la actitud del Vaticano que, para amortiguar los ánimos de los defensores de la intervención de la iglesia en la cuestión social, no han nombrado obispos conservadores no comprometidos con la cuestión social en las principales diócesis.

Uno de los enemigos de la Teología de la Liberación, sin duda, fue el cardenal Joseph Ratzinger, ya que, la teología de la liberación no encaja en los esquemas teológicos de la teología católica sensata y clásica. No hay manera de aceptar una teología centrada en las realidades terrenales, ignorando los cimientos de siglos de teología católica. Sería una contradicción aceptar una teología centrada en los pobres y en la periferia de la iglesia y el mundo. Como presidente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, muchos teólogos fueron puestos bajo vigilancia, advertidos, marginados en sus comunidades, acorralados, prohibidos ejercer el ministerio de la Palabra, apartados de sus sillas o sometidos a procesos doctrinales con el llamado “silencio obsequioso”, como informa Boff (2011).

La obra de Ratzinger también prohibió a más de 100 teólogos de todo el continente elaborar una colección de más de 537 tomos de Teología de la Liberación como subsidio a estudiantes y agentes pastorales que trabajaban desde la perspectiva de los pobres. Los estudiosos de la teología de la liberación se preguntan hoy: ¿qué futuro tiene la Teología de la Liberación? Especialmente dentro del tipo de institución de la Iglesia que tenemos se centra en la jerarquía como poder sagrado. Boff (2011), alude a que sólo puede ser una teología del cautiverio y revelada a la marginalidad. Al optar por el poder, la Iglesia-institución ha elegido a aquellos que también tienen poder, en una palabra, a los ricos. Los pobres han perdido su centralidad. Están reservados para la asistencia y la caridad. Así como los teólogos de la liberación dentro de la Iglesia Católica fueron silenciados, este fenómeno también ocurrió entre los protestantes.

El período de producción de su tesis y publicación – 1969 – es importante pensar en el énfasis que Rubem Alves pone en la política. Después de todo, no sólo Brasil, sino muchos países latinoamericanos vivieron en gran efervescencia política y social, causada por la toma del poder por parte de gobiernos dictatoriales. La represión de los movimientos democráticos y el tolhimento de la libertad de expresión provocaron, en el continente, una ola de terror y miedo; los que se oponían a esos líderes gubernamentales eran completamente vulnerables, sin ningún derecho garantizado, incluso a riesgo de morir o de “desaparecer” (GUIMARÃES, 2012, p. 941).

Pero no todo está perdido. Aunque no se presenta como “Teología de la Liberación”, sus raíces siguen presentes y produciendo resultados. No se encuentra explícitamente en las facultades e institutos de teología. Vive sobre las bases, en la lectura bíblica, en los círculos bíblicos, en las comunidades eclesiales básicas, en la pastoral, en la fe y en los movimientos políticos, y en la pastoral en la periferia, según Boff (2011). La Teología de la Liberación tiene un futuro reservado a los pobres y oprimidos.

CONSIDERACIONES FINALES

Creemos que hemos logrado el objetivo propuesto en la introducción, el de presentar, sucintamente, el panorama de la Teología de la Liberación en el contexto de América Latina, donde este movimiento ha sido más terminado. Como se ha dicho y reafirmado, se suponía que este artículo era sólo una provocación para la profundización del tema tan querido por nosotros y para tantos, dada su complejidad, es decir, es sólo un lanzamiento de la semilla con la esperanza de que caiga en buen terreno y luego produzca buenos frutos. Como se mencionó, tal movimiento teológico no sólo era un monopolio de la Iglesia Católica Romana, sino que también varias Iglesias protestantes se involucraron con sus exponentes, algunas de ellas más conocidas y mencionadas en el curso del artículo.

Este hecho es motivo de alegría para nosotros, después de todo, el Evangelio pertenece a todas las denominaciones y a todas las personas que lo adoptan como manual de fe y conducta de vida. Otro punto en común que merece ser destacado en estas consideraciones finales es que de la misma manera que los teólogos y teólogos católicos de la liberación fueron silenciados con el tiempo por su modus procedendi, de la misma manera también fueron silenciados teólogos y teólogos protestantes, sean clérigos ( o laicos. Este hecho, a pesar de ser una mala señal, es, al mismo tiempo, una buena señal, después de todo la voz profética siempre ha molestado y seguirá molestando y esto definitivamente es una buena señal. Pensar en tales cuestiones es reflexionar sobre el mundo moderno, lo que justifica la pertinencia de la propuesta.

REFERENCIAS

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SOBRINO, J. Jesus, o Libertador. São Paulo: Vozes, 1994.

APÉNDICE – REFERENCIAS A LA NOTA AL PIE

3. Cuando hablamos de Cristo Pantocrator, pronto se piensa en la figura iconográfica (tradición bizantina) de Cristo emperador del cosmos. Es en la teología ortodoxa que se encuentra tal cultica y énfasis iconográfico, o incluso en iglesias de tradición oriental, como la Iglesia Melquiel, por ejemplo, siendo esta parte de la Iglesia Católica Romana. Y aquí, cuando hablamos de teología ortodoxa, se hace referencia a la liturgia ortodoxa, a la misa misma, porque es en esta liturgia donde se expresa toda la grandeza de la adoración y la alabanza a Dios a través de Cristo el Emperador del cosmos. “Este tipo de imagen de Cristo recibe el nombre genérico de “Pantocrator” tan rico en significados. El término griego, generalmente traducido como “Omnipotente”, pero que se traduce mejor por la expresión “Omniregente”, o “El que gobierna todo”, es un término que ya se encuentra en la literatura pagana. Se encuentra en la versión griega de los Setenta que lo toma para traducir la expresión “Sabaoth”, dándole el significado de Dios “Dominando todos los poderes terrenales y celestiales. Disponible en: https://www.ecclesia.com.br/biblioteca/iconografia/o_tipo_iconografico_do_pantokrator.html. Acceso el 01 mar. 2020.

4. Uno de los principales teólogos latinoamericanos y uno de los exponentes de la Teología de la Liberación, Gustavo Gutiérrez se incorporó a la Universidad Nacional Mayor de São Marcos (UNMSM) en 1947, donde estudió cuatro años de medicina. Al mismo tiempo, tomó el Curso de Letras en la Pontificia Universidad Católica del Perú. En estos años participó, como laico, en acción católica. De 1951 a 1955, estudió filosofía y psicología en la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica) y se graduó en psicología. De 1955 a 1959, estudió teología en la Universidad Católica de Lyon (Francia) – donde obtuvo su doctorado en teología en 1985 – y de 1959 a 1960 en la Universidad Gregoriana de Roma. Entre 1962 y 1963, estudió en el Institut Catholique de París. Gutiérrez fue ordenado sacerdote en 1959. Al año siguiente, a su regreso al Perú, asumió el consejo de la Unión Nacional de Estudiantes Católicos (UNEC), que más tarde daría lugar al Movimiento de Profesionales Católicos, ambos vinculados al movimiento católico internacional de estudiantes e intelectuales de Pax Romana. También en 1960, comenzó a enseñar en la Pontificia Universidad Católica, de cuyo Departamento de Teología fue profesor principal. Sus cursos en la Facultad de Letras y luego en Ciencias Sociales fueron un diálogo entre la fe cristiana y el pensamiento contemporáneo. A principios de la década de 1960, asistió al Concilio Vaticano II como asesor teológico de Monseñor Manuel Larraín de Chile. Más tarde, participó en los preparativos de los diversos Departamentos del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, en Medellín (Colombia), en 1968, a la que asistió como experto teológico. De 1967 a 1979, fue miembro del Equipo de Reflexión Teológica del Celam y, de 1968 a 1980, formó parte del Equipo de Reflexión Teológica de la Conferencia Episcopal Peruana. En 1979, también fue asesor de varios obispos latinoamericanos en la Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Puebla (México).

[1] Estudiante de doctorado en Educación en la Universidad de Piracicaba (UNIMEP). Máster en Educación por la Universidad Metodist de Piracicaba (UNIMEP) 2019; Líneas de Investigación, Historia y Filosofía de la Educación. Licenciado en Historia por un UNIESP 2012. Licenciado en Filosofía por el Claretian University Center 2014/2019 (CLARETIANO). Licenciado en Teología por el Claretian University Center (CLARETIANO) 2015. Licenciado en Pedagogía por el Centro Universitario de Araras (UNAR) 2016. Licenciado en Sociología por el Centro Universitario de Araras (UNAR) 2018. Licenciado en Geografía por el Centro Universitario de Araras (UNAR) 2020.

[2] Máster en Educación por la Universidade Nove de Julho (UNINOVE), 2019; Línea de investigación: Educación, Filosofía y Formación Humana (LIPEFH), miembro del Grupo de Investigación y Estudio en Filosofía de la Educación – (GRUPEFE) y Grupo de Investigación y Estudio de Complejidad (GRUPEC), bajo la coordinación de Los Profs. Dr. Antonio Joaquim Severino y Dra. Cleide Rita Silvério de Almeida (UNINOVE). Lato Sensu Post-Graduación en Formación del Profesorado para la Educación Superior por el Centro Universitario Asunción (UNIFAI) 2015; Postgrado en Teología Reformada por la Misión Literaria Evangélica (CFL) 2019; Licenciado en Teología por la Pontificia Facultad de Teología de Nuestra Señora de la Asunción – Centro Universitario de la Asunción (UNIFAI) 2007; Licenciado en Teología por el Instituto Anglicano de Estudios Teológicos (IAET) 2005.

Enviado: Marzo de 2020.

Aprobado: Mayo, 2020.

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Rogério de Assis

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