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La controversia de un debate público: las salas de consumo de drogas en Francia

RC: 103407
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CONTEÚDO

ARTÍCULO DE REVISIÓN

MENDONÇA, Natália Heringer [1], BENTO, Nárgila Mara da Silva [2], ALMEIDA, Dulce Maria Filgueira de [3]

MENDONÇA, Natália Heringer. BENTO, Nárgila Mara da Silva. ALMEIDA, Dulce Maria Filgueira de. La controversia de un debate público: las salas de consumo de drogas en Francia. Revista Científica Multidisciplinar Núcleo do Conhecimento. Año. 06, Ed. 11, Vol. 01, págs. 61-79. Noviembre 2021. ISSN: 2448-0959, Enlace de acceso: https://www.nucleodoconhecimento.com.br/ciencias-sociales/drogas-en-francia

RESUMEN

El presente estudio se originó a partir del esfuerzo por comprender el contexto social de la implementación de Salas de Consumo de Riesgo Reducido para usuarios de drogas inyectables a partir del caso de Francia, que autorizó la apertura de estos establecimientos en 2016. Dado que el uso de drogas psicoactivas se combatió durante mucho tiempo a través de una política prohibicionista que entró en vigor a partir de 1970 en el país, surge la siguiente pregunta orientadora: ¿cuáles fueron los aspectos sociales que llevaron a la adopción de otro modelo, hasta ahora moralmente desafiado por su sociedad, que acepta el uso moderado y en ambientes apropiados de esas sustancias? El artículo pretende analizar la constitución discursiva interpuesta sobre las Salas de Consumo en el debate público francés. Realizamos una investigación de carácter teórico utilizando una metodología cualitativa, que fue una revisión bibliográfica no exhaustiva, realizada en 2019, incluyendo artículos científicos y tesis. La principal base de consulta fue la Biblioteca Nacional y Universitaria de Estrasburgo. Los resultados indican que, según el material analizado, la genealogía sobre el uso de sustancias psicoactivas está relacionada con la estigmatización de los usuarios. El aspecto social que llevó a la transición del prohibicionismo a la adopción del modelo de moderación en el uso de drogas psicoactivas se produjo a través de un campo de controversias que gradualmente insertó el tema de la reducción de daños en el debate público francés. Además, hasta el momento de la investigación, había una escasa producción científica sobre el tema, a pesar de su importancia para el debate público. Se concluye que la superación de controversias sobre el tema puede contribuir a la desestigmatización / estigmatización de los usuarios de sustancias psicoactivas, redefiniendo su rol social y su estatus en los procesos de interacción en la sociedad.

Palabras clave: Debate público, Sustancias psicoactivas, Salas de consumo de riesgo reducido, Francia.

1. INTRODUCCIÓN

En la constitución de las sociedades humanas el uso de sustancias psicoactivas siempre ha sido una constante. Utilizadas en procesos rituales, ya sea en ceremonias religiosas o en circunstancias festivas hedonistas, estas sustancias siempre han formado parte de las culturas humanas (ESCOHOTADO, 2008). Alrededor de la década de 1980, la epidemia resultante del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), así como el aumento de las infecciones por Hepatitis C (de transmisión sexual) provocaron discusiones sobre el consumo de sustancias psicoactivas, especialmente las de naturaleza inyectable. Durante este período, una reformulación de la salud pública fue discutida por varios actores de la esfera internacional, instituyendo así un debate público. Se reclamó una reorganización de las políticas de salud pública centrada en la forma de vida de las personas directamente afectadas por sus medidas, así como la adecuación de estas medidas a la realidad de las poblaciones (JAUFFRET-ROUSTIDE; CAILBAULT, 2018). Desde esta perspectiva, el uso moderado de sustancias en un establecimiento adecuado apareció como una alternativa plausible considerando el contexto social, además de la abstinencia de los usuarios.

Garrau (2018), en la obra Politiques de la vulnérabilité, explica que la concepción de Platón del ser humano racional consiste en un individuo ideal que controla totalmente sus deseos, que se basa en la lógica de la abstinencia. En oposición a la noción platónica, Aristóteles (1992) en Éthique à Nicomaque contribuye a elaborar la idea de templanza, que subyacería a la lógica de la moderación. Finalmente, incluso sin mencionar explícitamente estas lógicas, en el artículo Le contrecorps de la toxicomanie, Le Breton (2012a) dialoga con la noción de que el recurso a las drogas es moralmente factible y lo incluye en el conjunto de conductas ordal, explicado en Sociologie du risque (LE BRETON, 2012b).

Según el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías (OEDT, 2017), la primera sala de inyección supervisada se abrió en Suiza en 1986. Hoy en día, el país ofrece 12 de estas estructuras. Alemania autorizó su funcionamiento en el año 2000 y actualmente cuenta con 24 establecimientos. España tiene 13 y holanda ofrece 31 espacios del mismo tipo. Todavía hay dos en Noruega, uno en Luxemburgo y cuatro en Dinamarca. Otros todavía existen en Canadá y Australia. En Francia, incluso fuera del marco legal, el grupo Auto-support des usagers de drogue[4] (ASUD) abrió una primera sala de consumo en Montpellier. Sin embargo, el establecimiento fue cerrado después de la sobredosis de una mujer joven en 1995. Después de este episodio, las Salas de Consumo sólo recibirán autorización legal para operar en 2016.

Con respecto al contexto francés, Jauffret-Roustide y Cailbault (2018) muestran los contornos dramáticos que el debate sobre el tema ha ganado en la cobertura de la prensa. Los argumentos más evocados por los medios de comunicación a favor de las Salas de Consumo argumentaron que favorecen la disminución de las tasas de sobredosis y la contaminación por enfermedades transmisibles. Sin embargo, la profusión de argumentos fue mucho menor en relación a los que enfatizaban la tranquilidad social resultante de la disminución del consumo en los espacios públicos y la disminución de la exposición a la humillación moral y social de los usuarios que sufren el sentimiento de vergüenza y miedo.

En la década de 2000, a pesar de que la mayoría del personal de salud se había adherido al discurso de reducir el daño a la salud, todavía se publicaban argumentos en la prensa de que las Salas de Consumo serían la perpetuación del mal que una persona puede hacerse a sí misma. En el contexto micro, la polémica es intensa, especialmente en París, en el Quartier Gare, donde se instaló la Sala de Consumo parisina. En este barrio, muchos se oponen a las habitaciones porque temen que se acentúe la marginación de los residentes y se les ponga en peligro. A su vez, se cree que la Sala de Consumo de Estrasburgo no sufrió la oposición de los residentes porque su implementación estaba prevista para realizarse en las instalaciones del hospital universitario.

Dicho esto, considerando que el uso de psicofármacos fue combatido por Francia a partir de un modelo prohibicionista a partir de 1970, surge la pregunta orientadora: ¿cuáles fueron los aspectos sociales que llevaron a la adopción de otro modelo, hasta entonces impugnado moralmente por su sociedad, que acepta el uso moderado y en ambientes apropiados de esas sustancias? Así, este artículo[5] tiene como objetivo analizar, a partir de una investigación bibliográfica, la constitución discursiva interpuesta entre el prohibicionismo y el paradigma de la salud en torno a la institucionalización de establecimientos, denominados Salas de Consumo de Riesgo Reducido, destinados a usuarios de sustancias psicoactivas inyectables en Francia.

2. LAS SALAS DE CONSUMO, ABSTINENCIA Y MODERACIÓN: ASPECTOS DE UN DEBATE PÚBLICO MORAL

La polémica sobre la implementación de las Salas de Consumo resalta el aspecto moral del proceso que llevó a su autorización, ya que muestra la reformulación del discurso sobre lo que se entiende como conducta deseable y aceptable en nuestra sociedad. Encaja en la genealogía de la transición del prohibicionismo a la reducción de daños. Este pasaje muestra cómo el sujeto contestatario de la década de 1970 se convirtió en el junky y el marginal de la década de 1980 y el adicto de la década de 1990. Diferentes construcciones del sujeto también transitan por este camino que concibe y designa al usuario de diferentes maneras.

En Le sujet et le pouvoir, Foucault (1982) discierne sobre las formas de constitución del sujeto, aportando un aporte teórico preciso para comprender cómo la lógica que se instaló con el paradigma de reducción de riesgos para la salud instituye una nueva forma de entender al consumidor de drogas. Se asocia con esta idea su libro Surveiller et punish. Naissance de la prison (FOUCAULT, 1975), en la que vemos cómo operan las lógicas que someten a los llamados cuerpos dóciles. Al respecto, Foucault (1982) aclara que el término “sujeto” tiene al menos dos significados: en el primero, el individuo está sometido a alguien o algo; en el segundo, es el autor de un sentido que está implicado en una acción. Sin embargo, en ambos casos, el autor sostiene que existe un poder que actúa sobre el tema. Esta afirmación se basa en la teoría de la acción racional, según la cual cada acción está precedida por la atribución de la intención que le da sentido. Esta característica se concibe, desde la filosofía griega, como la principal cualidad que distingue a los humanos de los animales. Al dar una intención a cada acción y actuar de tal manera que la logre, el individuo se consagra como sujeto de sus acciones y, en consecuencia, como sujeto de sí mismo. Esto se debe a que, al reflexionar sobre una decisión, pone en práctica su capacidad de autodeterminación.

Para realizar esta atribución de significado, el sujeto utiliza sus referencias aprendidas en el curso de las interacciones sociales y los significados que les da. Por lo tanto, Foucault (1982) enfatiza, incluso en la acción motivada individualmente, que el sujeto se somete a una fuerza externa. En este sentido, el autor argumenta que el conocimiento específico influye en las formas igualmente específicas en que una persona atribuye significado tanto a sus propias acciones como a sí misma. Por ejemplo, la lógica de la prohibición-abstinencia propagada en la década de 1970 levantó creencias sobre el consumo de drogas que persistieron durante mucho tiempo, e incluso hoy en día vemos a algunas personas refiriéndose a los usuarios de drogas como drogadictos. Los efectos de la psiquiatría de la época, el ideal de abstinencia y la teoría de la escalada clasificaron, aislaron, medicaron, castigaron e institucionalizaron a quienes estaban fuera de la adecuación social. Por lo tanto, es un conocimiento que hace posible el ejercicio de un poder específico, en palabras de Foucault (1982), de un poder-conocimiento.

En el ámbito del consumo de drogas, la política de prohibición define a la persona que hace ese uso como un problema; el conocimiento psiquiátrico de la década de 1970 lo legitimó al establecer qué es la adicción a las drogas y sus etapas. En este contexto, una disciplina específica (FOUCAULT, 1975) viene a regularizar los usos que los individuos hacen de diferentes sustancias. Según este rito, se acusa a los individuos de autovigilancia en cuanto a las cantidades, tipos de drogas, frecuencia, formas de consumo y, además, juzgar si encajan como personas supuestamente normales o si son leves, moderadas o profundamente adictas.

Sin embargo, destacamos que, en la acción racional, el proceso de atribución de significados es constante y se repite con cada acción. Así, si, por un lado, los sujetos están condicionados por la internalización de las normas, por otro, tienen la capacidad de resignificar sus experiencias (JOAS, 2001). De esta manera, también reinterpretan constantemente la forma en que se conciben a sí mismos.

Llevando este razonamiento a nuestro tema, la forma en que los usuarios se apropian de sus experiencias con las drogas expresa formas muy particulares de uso, tan únicas como pueden ser las resignificaciones de estas sustancias y de sí mismas. Por ejemplo, muchos buscan no recurrir a medios institucionales, haciendo ciclos de sustitución con medicamentos como la codeína y la metadona (KOKOREFF et al., 2018). Otros señalan que su adicción está relacionada con la inyección y comienzan a introducir otros líquidos como el agua (DOS SANTOS, 2016). Por lo tanto, si la disciplina en el uso de drogas subjetivas individuales, algunos si son subjetivos como normales y otros como drogadictos, también hay indicios de que este significado será reformulado por el sujeto.

En este contexto, nos dimos cuenta de que, en la transición del prohibicionismo a la reducción de daños, el predominio de la lógica de la abstinencia dio paso a la de la moderación. En el prohibicionismo, la abstinencia de algunas drogas producía una especie de cuerpo dócil (FOUCAULT, 1975) y, hasta hace poco, separaba a quienes defendían este ideal de quienes lo desviaban, encarcelaban a estos últimos en cárceles o en una institución psiquiátrica. Sin embargo, al reducir el daño, la adopción de la idea de moderación “docilizará” los cuerpos de otra manera: mediante el acceso controlado al placer y al riesgo. Como el sujeto sigue siendo un agente de su elección, el encarcelamiento tiene lugar en el plano de las ideas, porque el sujeto está atrapado en la responsabilidad misma de controlar el uso de la droga.

Para aclarar las lógicas de la abstinencia y la moderación, recurrimos a la discusión iniciada por Platón y Aristóteles sobre la acción humana. La moral platónica es parte de la separación entre el mundo sensible y el mundo de las ideas, la primera relacionada con el cuerpo y la segunda con la mente. Para él, lo sensible es la expresión de las sensaciones, de los deseos del cuerpo, que nos engañan fácilmente. Cuando está motivado por ellos, el sujeto estaría más expuesto a la incertidumbre. Así, para neutralizarlos, es necesario que el individuo exista por la razón, porque permite dominar el deseo. Por lo tanto, según esta moraleja, la vida debe ser aséptica, autosuficiente y libre de pasiones corporales (GARRAU, 2018). Tal afirmación de la autonomía extrema y la negación de la sensibilidad son la base del ideal de la abstinencia.

Aristóteles (1992) también piensa que el dominio de la incertidumbre implica la restricción de los deseos. Sin embargo, no propone la negación del mundo sensible, sino el acceso a él a través de la templanza. Esta es, según el filósofo, una virtud moral, es decir, es una disposición que los sujetos construyen a partir del aprendizaje y las buenas prácticas. Consiste en el término medio entre el exceso y la falta de algún deseo, en este caso, el deseo de los placeres del cuerpo más allá o por debajo de las necesidades naturales (ARISTÓTELES, 1992). El enfoque aristotélico es de interés para nuestro estudio, porque no se trata de la búsqueda del placer, sino de la búsqueda de su exceso, que caracteriza la irracionalidad. Por lo tanto, utilizando la templanza, la acción dirigida a lograr el placer puede volverse racional.

Así, percibimos una similitud de significado entre el concepto de templanza y el de moderación presente en la política de reducción de daños respecto al consumo de drogas. En este caso, las buenas prácticas de consumo crean la voluntad de actuar racionalmente. Es decir, el individuo emplea su racionalidad, ya que utiliza la sustancia psicoactiva, eligiendo hacerlo sin exceso, ya sea del producto o del riesgo para la salud. En este contexto, la moderación mantendría la dignidad de la persona por la creencia en el uso controlado como una forma de coexistir con el uso de la droga. Este control se refiere a la cantidad, frecuencia y modos que tienen menos riesgos de uso, lo que representa el intento de racionalizar el consumo reduciendo la exposición del individuo a la incertidumbre de posibles daños.

Más recientemente, Le Breton (2012a) aborda el consumo de drogas desde la perspectiva de la relación entre el deseo y el dolor. Se suma a los enfoques que fueron importantes para impugnar la visión problemática relacionada con el usuario de narcóticos y que alejan el foco de la abstinencia. Se trata de concebir a los usuarios a partir de un perfil de suicidio, pero como personas que buscan hacer posible su vida. El autor afirma que la dependencia se origina en la acción emprendida por el sujeto con el fin de poner fin a un dolor involuntario. Esto se reemplaza temporalmente por un dolor voluntario, es decir, el uso del medicamento. El autor inscribe este consumo entre las conductas ordálicas. En este tipo de comportamiento, la persona busca valorar su propia vida a través de experiencias peligrosas a las que se expone (LE BRETON, 2012b).

Inicialmente, el dolor voluntario y controlable que sustituye a ese dolor involuntario nos permite dar un sentido a lo propio, estar presente y contener su vacío existencial. También tiende a aliviar la existencia en un mundo individualista confuso y sofocante en el que los sufrimientos se encubren y las relaciones son inciertas. Durante la dependencia, sin embargo, el usuario se vincula fuertemente a este alivio, a partir del cual la demanda temporal se vuelve permanente (LE BRETON, 2012a).

Por esta razón, el usuario vive en un constante ir y venir entre sensaciones, lo que hace posible no estar completamente inmerso en el sufrimiento o en la idea de terminar con la existencia. Es un tiempo cíclico, en el que la persona alterna la intensidad de las sensaciones causadas por la droga y la falta de ella (LE BRETON, 2012a). Es un tiempo propio creado por la persona y por su manejo del dolor involuntario. En consecuencia, para el autor, el usuario busca reproducir ese relieve para que pueda permanecer en pertenencia al mundo a su manera y no porque aspire a la muerte. Esta forma de entender al usuario como un sujeto que busca dar sentido a la vida dialoga con los argumentos que llegaron a apoyar la implementación de las Salas de Consumo en Francia.

De hecho, el debate público se desarrolló a escala local y fue gracias a la iniciativa de los defensores de la reducción de daños que esta discusión ganó mayor visibilidad, especialmente a partir de 2009. Los activistas realizaron eventos para presentar el tema a los espacios públicos e instaron a los políticos locales a buscar conocer salas similares en otros países. Después de esta movilización, el Institut National de la Santé et de la Recherche Médicale[6] (INSERM) declaró en 2010 que las Salas de Consumo deberían instalarse sobre una base experimental y evaluada científicamente (JAUFFRET-ROUSTIDE; CAILBAULT, 2018).

Desde la perspectiva de la sociología pragmática, la publicidad de la demanda de un espacio de consumo de drogas, acentuada por los activistas de 2009, provocó un “aumento en general” (BOLTANSKI; THÉVENOT, 1991) del problema de la condición pelevel de los usuarios. El término prominente indica que un problema considerado como singular tiende a entenderse como colectivo a través de un proceso en el que el debate público entre actores que conforman el campo de controversias trae un problema de una microesfera a la macroesfera.

Así, la difusión del debate animó a otros a sensibilizarse y despertó la empatía pública por los usuarios (JAUFFRET-ROUSTIDE; CAILBAULT, 2018). A medida que esta exposición llevó a ciudadanos, usuarios y políticos locales a unirse al campo del debate, la diversidad de argumentos atenuó la fuerza del discurso moral de la abstinencia y de quienes lo apoyaron. Es decir, la pluralidad de pensamientos engendró una crítica de lo que estaba en marcha hasta ese momento sobre cómo lidiar con el consumo de drogas y permitió un nuevo compromiso: experimentar las salas de consumo de riesgo reducido. Por lo tanto, la acción de grupos pequeños y la publicidad del debate, más la manifestación del INSERM, llevaría a la futura autorización de las Salas de Consumo de manera experimental.

Es interesante observar que la autorización de la implementación de las Salas de Consumo condicionadas a la experimentación hizo posible la combinación del consumo de drogas con su concomitante control, recolección de datos y análisis. También refuerza la posición destacada de algunos actores sociales en el campo de la salud, especialmente aquellos que, al actualizar sus discursos, mantienen su importancia en el campo durante los años de experimentación. Este fue el caso del INSERM, que tras haber emitido una nota favorable y condicionado la implementación de las salas al examen por especialistas, se convirtió en el órgano responsable de su evaluación.

Actualmente, las salas de consumo son analizadas por dos programas de investigación (MILDECA, 2016). El Cosinus, una evaluación socioepidemiológica realizada por el INSERM que compromete la mejora de las condiciones sociosanitarias y las prácticas de reducción de daños de los usuarios de una Sala de Consumo en contraste con los usuarios que no asisten a ellas. Una segunda evaluación estudia la aceptabilidad social de las Salas de Consumo y su impacto en la tranquilidad social. Está a cargo del Centre de recherche médecine, sciences, santé, santé mentale, société[7] (CERMES3), un laboratorio multidisciplinar que emplea la observación etnográfica de espacios públicos y entrevistas a usuarios, actores de reducción de daños, asociaciones y residentes.

Sin embargo, cabe señalar que el uso de estupefacientes sigue siendo un delito en Francia. Los usuarios de psicoactivos saben que aún pueden ser castigados -cuando consumen estas sustancias fuera de un entorno como las Salas de Consumo- con una pena de prisión de hasta un año y una multa de 3.750 euros, o con una pena alternativa a definir por un juez. Esto se puede traducir en trabajo no remunerado, etapa de sensibilización a los peligros de las drogas y mandato terapéutico. En otras palabras, desde un punto de vista legal, la prohibición se ha relajado, pero no se ha extinguido.

3. METODOLOGÍA

Como se ha mencionado, con el objetivo de analizar, a partir de una investigación bibliográfica, la constitución discursiva interpuesta sobre las Salas de Consumo con Riesgo Reducido en el debate público francés, realizamos una investigación de carácter teórico, utilizando una metodología cualitativa, utilizando el modelo de estudio de la investigación bibliográfica. Se trata de una revisión bibliográfica no exhaustiva, que incluye los siguientes tipos de documentos: artículos científicos y tesis. La base de consultas estaba formada por la Biblioteca Nacional y Universitaria de Estrasburgo y, además, utilizamos Google, tanto académico como convencional. En las búsquedas, las palabras clave se insertaron como descriptores: “Sala de consumo con riesgo reducido”; “reducción de daños”; “control del consumo de drogas”; “políticas antidrogas”. Y como operadores booleanos usamos “AND” y “OR”. No establecemos un marco de tiempo.

Se encontraron cuatro artículos y tres tesis para el período de 2000 a 2018, como se ve en la siguiente Tabla.

TABLA 1 – Documentos identificados en la primera búsqueda

Título Amable Año
1 Entre politiques du vivant et politiques de la vie: pour une anthropologie de la santé.  Artículo 2000
2 Le contrecorps de la toxicomanie. Artículo 2012
3 Usages de traitements de substitution aux opiacés: étude comparative: France, Suisse et Québec. Tesis 2016
4 Les salles de consommation à moindre risque.  Artículo 2016
5 L’addiction comme pathologie de la volonté: repenser l’impuissance de la volonté à la lumière des sciences cognitives. Tesis 2017
6 Ouverture d’une salle de consommation à moindre risque (SCMR): attentes des usagers de drogues. 2018. Tesis 2018
7 Drug consumptionrooms: comparing times, spaces and actors in issues of social acceptability in French public debate. Artículo 2018

Fuente: propia (2021).

Considerando el número total de materiales obtenidos, según la lectura, nos dimos cuenta de la necesidad de realizar una nueva búsqueda con los temas, “prohibición de drogas”, “prohibicionismo”, “moderación”, “templanza” y “controversia”, utilizando los mismos operadores booleanos. No se obtuvieron artículos científicos ni tesis con estos descriptores, a excepción de cuatro libros, que se utilizarán como soporte en el análisis.

Consecutivamente a la primera y segunda búsqueda mencionadas, se procedió a la lectura, categorización, análisis y discusión. El análisis de los documentos obtenidos se realizó de acuerdo con el análisis de contenido (BARDIN, 2009). Desde la lectura inicial de los documentos, hemos llamado al tema “genealogía” para el análisis, ya que era el tema recurrente en los estudios presentados. Este tema fue, por lo tanto, considerado contenido expuesto en el debate público sobre la constitución discursiva entre el prohibicionismo y el paradigma de reducción del daño a la salud sobre la institucionalización de establecimientos llamados Salas de Consumo con Riesgo Reducido en Francia.

4. DE LA GENEALOGÍA A LA ESTIGMATIZACIÓN

Como percibimos en la tabla anterior, la producción científica en Francia sobre el tema es aún incipiente. Sólo se identificaron tres tesis y cuatro artículos científicos. Analizándolos por separado, podemos ver que tesis y artículos se concentran en el período de 2000 a 2018, lo que indica que existe una relación entre el marco temporal de producción científica y la apertura de la primera Sala de Consumo de Riesgo Reducido en Francia, que ocurrió extraoficialmente en 1994 y oficialmente en 2016, como se vio anteriormente. Otro factor a destacar es la institucionalización del debate público internacional sobre el tema, que en algunos países europeos, como Alemania, gana aún más aliento a principios de la década de 2000.

El análisis realizado consideró, a partir de los documentos obtenidos (artículos científicos y tesis), el concepto – contenido – “genealogía”. Para ello, hemos estado en la mediación de este concepto y en la apropiación de la noción de “estigma” (GOFFMAN, 2004) para el análisis.

Destacamos el trabajo colectivo dirigido por Michel Kokoreff, Anne Coppel y Michel Peraldi (2018) que también fue tomado como referencia para la discusión. El trabajo aborda la cuestión de la genealogía de nuestro tema. En él, los autores se refieren al período originado en Francia a partir del uso de sustancias psicoactivas como un período de catástrofe invisible. En la introducción se propone una imagen cronológica de una historia invisible y no lineal separando un período de descubrimiento (1964-1973), uno de oscilación (1973-1987) y otro de reflujo (1988-1996). En este contexto, la década de 1960 marca el momento en que la heroína era esencialmente utilizada por artistas, algunos escritores y especialmente graduados, mientras que la élite financiera usaba preferentemente cocaína. Durante este período, una gran cantidad de heroína, conocida como marseillaise, fue exportada de Marsella a los Estados Unidos por la llamada french connexion (KOKOREFF et al., 2018).

Luego pasamos a los enfoques sobre la genealogía presentes en artículos y tesis científicas. Fassin (2000), en su artículo, aporta la perspectiva de la sanitización social para entender cómo se lleva a cabo el proceso de construcción de un problema de salud pública. El primer artículo de Jauffret-Roustide (2016) examina las Salas de Consumo como un medio para reducir la degradación socialmente construida de los usuarios. La tesis de Dos Santos (2016) analiza cómo el ideal de abstinencia presente en el prohibicionismo fue relativizado y condujo a un proceso de normalización de las conductas aditivas. La tesis de Trouessin (2017) discute la transición en la forma de aprehender a la persona – de drogadicto a usuario – y el uso respectivo de drogas – de la adicción a las drogas a la adición a psicoactivo. En la tercera tesis obtenida, Valentin (2018) observa el inicio del funcionamiento de la sala Estrasburgo y explica que ofrece a los usuarios material aséptico para el uso de drogas inyectables, como jeringas desechables y agujas y bufandas para evitar septicemias. El artículo de Jauffret-Roustide y Cailbault (2018) emplea la sociología de las controversias para analizar, a través de la observación del debate público en la prensa escrita local y nacional en los medios franceses, cómo tuvieron lugar las Salas de Consumo con Riesgo Reducido.

Jauffret-Roustide y Cailbault (2018) señalan que la fuerte polarización entre la apertura intelectual de la salud pública y el apego a la idea de abstinencia dio un aire muy emocional a las discusiones sobre el problema de las drogas. Esto hizo que las posiciones complementarias fueran consideradas como opuestas. El hecho de que la prensa tratara las controversias como polarización marcó la discusión sobre las Salas de Consumo de una manera mucho más dramática de lo que los investigadores observaron en el campo.

Teniendo en cuenta a los usuarios de drogas inyectables, si en el plano social fueron marginados y excluidos del acceso a sus derechos, en el plan de salud eventualmente se distanciaron del sistema de salud (JAUFFRET-ROUSTIDE, 2016). Kokoreff et al. (2018) abordar el contexto social e histórico en el que el uso de sustancias psicoactivas se ha convertido en un problema social en Francia, desarrollándose en una política prohibicionista. Las consecuencias de esto van más allá de las sobredosis o la contaminación por VIH y Hepatitis C, abarcando también la septicemia u otros problemas de salud que no fueron tratados. Desde embarazadas hasta cardíacas, varias usuarias no buscaron servicios de salud debido al miedo al control y la estigmatización. Dada la magnitud de estos problemas, es difícil calcular el número de muertes reales causadas por el uso de drogas inyectables.

Según Goffman (2004, p. 22), “en el estudio sociológico de las personas estigmatizadas, el interés se centra generalmente en el tipo de vida colectiva, cuando existe, que lleva a quienes pertenecen a una categoría particular”. Dentro del sentido del autor, los signos corporificados, es decir, materializados en los cuerpos de las personas, pueden engendrar mecanismos de prestigio o estigmatización, sin embargo, ambos son marcadores de la identidad social de las personas, en nuestro caso, de los habituales de las Salas de Consumo de Riesgo Reducido.

La heroína comenzó a formar parte de los ciclos de relaciones sociales ligados a la afluencia de hippies y freaks[8] que atravesaban territorio francés en Francia. En la década de 1970, este producto tuvo una difusión sin precedentes con la multiplicación de proveedores de varios países como Turquía, Líbano, Pakistán, Tailandia e Irán (KOKOREFF et al., 2018). La intensificación del tráfico dio lugar a escenas de venta al aire libre en la década de 1980 y al importante número de detenciones de jóvenes en las cités[9], que eran los más perseguidos por la policía. Esto puso en marcha una maquinaria penal que se extendería hasta la próxima década. La década de 1990 estuvo marcada por: una lucha contra los traficantes callejeros, un estirón de usuarios que envejecieron y se encontraron en una gran penuria, y finalmente por el Islam presentándose como un punto de apoyo para salir de la adicción a las drogas. Este fue también el momento en que surgió el discurso de reducción de daños.

Específicamente en la década de 1960 se mencionó, el sentido común no asoció las drogas con los jóvenes, porque el consumo no era un tema conocido, incluso entre educadores y maestros (KOKOREFF et al., 2018). A partir de 1964, los jóvenes se convirtieron en actores sociales más comprometidos políticamente y, en 1968, se unieron a los trabajadores en un movimiento social que se conoció como Mayo del 68. En el París de este período, los jóvenes descubrieron otras formas de vida además de las vinculadas al binarismo burgués. Fue un contexto de experimentación, entre ellas, el de las drogas: cannabis, LSD, anfetaminas, drogas desviadas, heroína, metanfetamina y cocaína.

Kokoreff et al. (2018) también señalan que, en 1969, una serie de sobredosis reportadas por la prensa provocaron una discusión sobre contornos dramáticos que involucran el uso de estas sustancias. Por un lado, los artículos periodísticos habrían contribuido a una visión muy emotiva sobre la relación entre los jóvenes y las drogas. Por otro lado, había implícitamente un gran interés del Estado en legitimar la represión de las drogas para aumentar el control y mantenimiento del orden social, en vista de los desafíos políticos que enfrentaba. De hecho, los casos de sobredosis fueron puntuales, pero su exposición sirvió de justificación para las medidas legislativas adoptadas, bajo el argumento de la protección de los jóvenes amenazados.

De este tiempo se deduce que la persona que consumía drogas psicoactivas fue categorizada por la psiquiatría como drogadicta y su consumo ha llegado a ser entendido a través de una escalada de la adicción a las drogas. Esto comenzaría con el consumo de drogas consideradas más ligeras y terminaría con el consumo de drogas más pesadas. La fase de la heroína sería, según esta teoría, la más degradante. En él, el usuario habitual fue designado como junky y asociado con la idea de que esta droga conduce a un callejón sin salida mortal del que no se puede salir (KOKOREFF et al., 2018).

Sin embargo, no podemos dejar de destacar que la relación entre los estigmatizados (usuario de sustancias psicoactivas) y el otro (aquellos que se consideran “normales”) son socialmente complementarios, es decir, forman parte de los procesos de interacción social (GOFFMAN, 2008). Así, entre toxicomen y normal hay una relación social necesaria. Además, Machado Pais (2003, p. 205), en un estudio sobre las culturas juveniles en Lisboa, destaca que: “el consumo de drogas toma diferentes significados según las especificidades culturales y las experiencias simbólicas de los diferentes grupos que el consumo de drogas termina reforzando”.

La comprensión de Machado Pais (2003) es corroborada por Kokoreff et al. (2018) cuando se afirma que los consumos de drogas son tan diversos como sus usuarios. Entre estos últimos, están los que controlan el uso o los que alternan sustancias y periodos de consumo. Así, el consumo de drogas puede tener un significado particular para cada persona y, además, son muchos los usuarios que gestionan su propio consumo, consiguiendo mantener la actividad profesional, pausar el uso estacionalmente o alternarlo con otros tratamientos.

La tesis de Dos Santos (2016), que propone una especie de estudio comparativo, también presenta parte de una genealogía sobre el consumo de sustancias psicoactivas en las diferentes localidades analizadas por ella (Francia, Suiza y Quebec). El autor destaca la existencia de una “relativización de la norma de abstinencia” (DOS SANTOS, 2016, p. 133) a lo largo de la década de 1980. Destaca que hay esfuerzos para repensar la adicción a las drogas. De acuerdo con el trabajo antes mencionado, varios estudios buscaron demostrar que negar el consumo era ineficaz y luego se construyó una tendencia a aceptar el consumo eventual. Además, otro modo de admisión del consumo de drogas consistía en la estabilización a través de la metadona, en el caso del consumo de opiáceos. Esta nueva forma de ver el consumo de drogas anunció la futura flexibilización con respecto al modelo de aislamiento de los usuarios.

Por lo tanto, la reducción de daños se introdujo como parte de la normalización del consumo de drogas incluso antes de su adopción oficial por el Estado. En este nuevo contexto, el usuario se ha transformado en un agente activo de reducción de daños. Esto cambia dos importantes entendimientos sociológicos, su papel social en los procesos de interacción social, así como su status, porque asume la responsabilidad en relación con la salud y el daño que se le puede causar (GOFFMAN, 2004).

5. CONSIDERACIONES FINALES

A partir del estudio que tuvo como objetivo analizar la constitución discursiva interpuesta sobre las Salas de Consumo con Riesgo Reducido en el debate público francés, se observó que la implementación de estos establecimientos en Francia fue precedida históricamente por la construcción del consumo de drogas como un problema social y la estigmatización de los usuarios psicoactivos. La aprensión de este problema se produjo, inicialmente, por el entorno político y médico de una manera austera y prohibitiva, con resultados nocivos en términos de marginación y enfermedad de esos usuarios.

Dado que nuestra pregunta inicial buscaba comprender los aspectos sociales que llevaron a la transición del prohibicionismo a la adopción del modelo de moderación y reducción de daños, podemos concluir que esta transición fue el resultado de la constitución de un campo de controversias que insertó el tema en el debate público francés. En vista de los desafíos de salud lanzados, la agenda de reducción de daños en el consumo de drogas psicoactivas se ha convertido en el dominio de la salud pública, con nuevos actores configurando este campo. Impulsado por acciones en ámbitos más pequeños, el tema alcanzó gran amplitud y llevó a la negociación de las condiciones para la implementación, en 2016, de aquellos establecimientos que apuntan a mitigar la vulnerabilidad de las personas que consumen sustancias inyectables.

De acuerdo con los documentos analizados (artículos científicos y tesis), observamos que el modelo prohibicionista prevaleciente anteriormente se asocia con un ideal basado en la abstinencia, mientras que el de la reducción de daños, que lo reemplazó, está vinculado a la lógica de la moderación. Se infiere que existe un consenso entre los autores sobre el entendimiento de que una Sala de Consumo es una estructura que, por estar inscrita en un modelo disciplinario de reducción de daños, permite el consumo a través de la moderación, a diferencia del modelo de prohibición.

Los autores Le Breton (2012a, 2012b), Dos Santos (2016), Kokoreff et al. (2018), Jauffret-Roustide y Cailbault (2018) se alinean con la idea de que, partiendo del entendimiento de que el consumo regular de drogas y la búsqueda de vida no necesariamente se oponen, las Salas de Consumo parecen surgir como un medio para garantizar una existencia digna para los usuarios, porque su trabajo va más allá de la provisión de un lugar de cuidado higiénico y protegido. Esta noción es importante porque permite redefinir los roles sociales y el estatus de los usuarios de sustancias psicoactivas. Estos espacios darían así a los consumidores de drogas la recuperación de la condición de sujetos. El uso de drogas con riesgo controlado en esta localidad puede indicar que la persona busca un consumo lúcido, un manejo ritualizado que tenga en cuenta la limpieza, cantidad, frecuencia y reducción de daños. A través de este proceso, la persona llegaría al mundo de los sensibles a través de las drogas, pero mediante el uso moderado, reivindicaría su racionalidad, su capacidad para tomar decisiones que la sociedad considera razonables.

Sin embargo, como se ve por la escasa producción científica identificada hasta el momento de este trabajo, se necesitan más estudios para identificar si, de hecho, las Salas de Consumo permiten traer una sensación de adecuación a quienes no se sienten coherentes con los estándares sociales de conducta, en este caso, los usuarios de sustancias psicoactivas que asisten a ellas. Además, creemos que es importante investigar si la reanudación del estatus de sujeto que transmite el uso de sustancias en las Salas de Consumo permite que coexistan la autonomía y la adición a las drogas, una contraponderando a la otra. En resumen, en el caso de una estructura relativamente reciente desconocida por muchos países, el tema merece ser mejor investigado, principalmente, privilegiando el punto de vista de sus habituales.

Se concluye que la superación de las controversias sobre el debate puede contribuir a la desestigmatización / estigmatización de los usuarios de sustancias psicoactivas, redefiniendo su rol social y su estatus en los procesos de interacción en la sociedad. Por lo tanto, compartimos esta discusión con el público brasileño creyendo que pueden contribuir al debate sobre la adopción de medidas de reducción de daños para las poblaciones afectadas por las drogas en el país. Históricamente marginadas y alejadas de los servicios de salud, estas personas son el público objetivo de las Salas de Consumo de Drogas en Riesgos Reducidos, que se proponen mitigar su vulnerabilidad.

REFERENCIAS

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BARDIN, Laurence. Análise de conteúdo. São Paulo: Edições 70, 2009.

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DOS SANTOS, Marie. Usages de traitements de substitution aux opiacés: étude comparative: France, Suisse et Québec. 2016. Tese (Doutorado) – Curso de ciências humanas e sociais, Universidade de Estrasburgo, Estrasburgo, 2016.

ESCOHOTADO, Antonio. Historia de las Drogas, vol. 3. Madri:Alianza, 1998.

FASSIN, Didier. Entre politiques du vivant et politiques de la vie: pour une anthropologie de la santé. Anthropologie et sociétés, v. 24, n. 1, p. 95-116, 2000.

FOUCAULT, Michel. Le sujet et le pouvoir. Dits et écrits. 1982. v. 4, p. 222-243.

FOUCAULT, Michel. Surveiller et punir. Naissance de la prison. Paris: Gallimard,1975.

GARRAU, Marie. Politiques de la vulnérabilité. Paris: CNRS éditions, 2018.

GOFFMAN, Erving. Estigma: notas sobre a manipulação da identidade deteriorada. 4ª ed. Lisboa: LTC, 2004.

JAUFFRET-ROUSTIDE, Marie; CAILBAULT, Isabelle. Drug consumption rooms: comparing times, spaces and actors in issues of social acceptability in French public debate. International Journal of Drug Policy, v. 56, p. 208-217, 2018.

JAUFFRET-ROUSTIDE, Marie. Les salles de consommation à moindre risque. Esprit, n. 11, p. 115-123, 2016.

JOAS, Hans. La créativité de l’agir. In : BAUDOUIN, Jean-Michel. Théories de l’action et éducation.  Louvain-la-Neuve: édDe Boeck Supérieur, 2001. p. 27-43.

KOKOREFF, Michel.; COPPEL, Anne.; et PERALDI, Michel. et al. La catastrophe invisible. Histoire sociale de l’héroïne. Paris: Amsterdam Editions, 2018.

LE BRETON, David. Le contrecorps de la toxicomanie. Sociographe, n. 3, p. 55-64, 2012a.

LE BRETON, David. Sociologie du risque. Paris: Presses universitaires de France, 2012b.

MACHADO PAIS, José. Culturas Juvenis. 2ª ed. Lisboa: Imprensa Nacional-Casa da Moeda, 2003.

MILDECA – Mission interministérielle de lutte contre les drogues et les conduites addictives, 2016. Les évaluations scientifiques de l’expérimentation des salles de consommations à moindre risque. Disponível em: https://www.drogues.gouv.fr/sites/drogues.gouv.fr/files/atoms/files/20161128_j_restit_scientif_evaluations_experimentations_scmr_def.pdf . Acesso em: 20 jan. 2019.

OEDT – Observatório europeu da droga e da toxicodependência, 2017. Salles de consommation de drogues: un aperçu de l’offre et des réalités. Disponível em: https://www.emcdda.europa.eu/topics/pods/drug-consumption-rooms_fr. Acesso em: 24 jun. 2019.

TROUESSIN, Mélanie. L’addiction comme pathologie de la volonté: repenser l’impuissance de la volonté à la lumière des sciences cognitives. 2017.Tese (Doutorado) – Curso de filosofia, Universidade de Lyon, Lyon, 2017.

VALENTIN, Claire Chaptal. Ouverture d’une salle de consommation à moindre risque (SCMR): attentes des usagers de drogues. 2018. Tese (Doutorado) –Universidade de Estrasburgo, Estrasburgo, 2018.

APÉNDICE – NOTA DE REFERENCIA

4. Autoayuda para consumidores de drogas.

5. Esta es una sección de la Tesis de Maestría en Ética y Sociedad, de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Estrasburgo, Francia, celebrada en 2019.

6. Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica

7. Centro de investigación en medicina, ciencia, salud, salud mental y sociedad.

8. Así se llama popularmente a los usuarios que llevaron la experimentación con drogas hasta las últimas consecuencias.

9. Término francés que se refiere a las periferias.

[1] Maestría y graduación. ORCID: https://orcid.org/0000-0001-6280-6980

[2] Estudiante de doctorado, maestría, pregrado. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-5941-190X

[3] Consejero. Post-doctorado, doctorado, maestría, graduación. ORCID: https://orcid.org/0000-0003-2352-5478

Enviado: octubre de 2021.

Aprobado: noviembre de 2021.

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Natália Heringer Mendonça

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