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La investigación acción y sus contribuciones a la ciencia metodológica: aspectos generales

RC: 102349
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DOI: 10.32749/nucleodoconhecimento.com.br/educacion-es/la-ciencia-metodologica

CONTEÚDO

ARTÍCULO ORIGINAL

DENDASCK, Carla Viana [1]

DENDASCK, Carla Viana. La investigación acción y sus contribuciones a la ciencia metodológica: aspectos generales. Revista Científica Multidisciplinar Núcleo do Conhecimento. Año. 06, Ed. 11, Vol. 11, págs. 118 y 135. Noviembre 2021. ISSN: 2448-0959, Enlace de acceso: https://www.nucleodoconhecimento.com.br/educacion-es/la-ciencia-metodologica, DOI: 10.32749/nucleodoconhecimento.com.br/educacion-es/la-ciencia-metodologica

RESUMEN

Debido al aumento de la popularidad y la posibilidad de utilizar la investigación-acción, el instrumento comenzó a utilizarse significativamente, pero con un concepto aún no consolidado, el término se ha aplicado de manera abstracta, sin interpretaciones profundas y detalladas del uso en diversos contextos. Se pretende aclarar a lo largo de este artículo el significado del término, y cómo se puede aplicar de la mejor manera este tipo de instrumentos, actuando dentro del ámbito del rigor científico-metodológico. El problema de la investigación es: ¿cuáles son las posibilidades de utilizar la investigación-acción, sus etapas y cuidados fundamentales? La relevancia de la herramienta radica en que permite la realización de una investigación de manera sistematizada, continua y empírica. Así, se debatirá sobre el papel de la teoría en la investigación-acción y se señalarán las características inherentes a sus fases fundamentales. Se deben considerar algunas preguntas comunes relacionadas con el método, como la participación del investigador, la función social de la reflexión, la necesidad de gestionar los conocimientos adquiridos y la ética en la investigación. Finalmente, se presentan algunos “modelos” de investigación-acción que pueden contribuir a los investigadores en la elección metodológica y la organización.

Palabras clave: Búsqueda de acciones, Métodos de búsqueda, Herramientas de búsqueda.

1. INTRODUCCIÓN

La investigación-acción es un tipo de investigación que exige, desde el participante, una postura comprometida (TRIPP, 2005). Es una estrategia, en cierto modo, opuesta a la investigación tradicional, que se considera “independiente”, “no reactiva” y “objetiva” (ENGEL, 2000). Así, como el propio término indica, la investigación-acción tiene como objetivo unir la investigación con la acción, es decir, la práctica. Por lo tanto, el conocimiento y la comprensión se entienden como parte de la práctica, y es entonces una forma de emplear la investigación en situaciones donde el investigador también tiene una inclinación práctica y desea mejorar la comprensión de una teoría (KOERICH et al, 2009). Los argumentos contrarios a la investigación-acción se deben especialmente a que el investigador está involucrado en el campo estudiado, lo que estaría en línea con los supuestos de ética en la investigación científica que recomienda la exención del investigador como parte del proceso de calidad científica, aludiendo a que esta exención sería responsable de aportar claridad en los argumentos del investigador que estaría ausente de la tendencia en la producción de resultados (TRIPP, 2005; KOERICH et al, 2009).

Este tipo de investigación surgió de la necesidad de superar una brecha existente entre los ejes de la teoría y la práctica. Una de sus características predominantes es que se trata de una investigación a partir de la cual se intenta intervenir en la práctica de forma innovadora durante el desarrollo de la investigación. No es sólo una recomendación la que aparece en la etapa final (ENGEL, 2000). Este aspecto ha sido explorado especialmente por programas que tienen como objetivo promover el pragmatismo como producto final, como en los Programas de Posgrado de Ingeniería, Negocios, o incluso en los Programas Profesionales de Maestría y Doctorado.

Uno de los primeros en introducir la investigación-acción en el contexto académico fue el psicólogo alemán Kurt Lewin. Sin embargo, ya en la década de 1960, la sociología se apropió rápidamente del concepto (TRIPP, 2005). Se asumió que el investigador debía abandonar esta postura más pasiva y aislada, asumiendo así las consecuencias causadas por los resultados de su investigación, y que dichos resultados debían ponerse en práctica, satisfaciendo así una demanda que buscaba una mayor contribución del contexto académico al mundo práctico (FRANCO, 2005).

Esta búsqueda surge entonces en el cambio de postura teórica, a una postura práctica que puede interferir en el curso de los acontecimientos. En este contexto, además de su aplicabilidad en las ciencias sociales y la propia psicología, hoy en día, sus posibilidades de uso son amplias, lo que justifica la relevancia de este estudio. Una de sus nuevas posibilidades es el uso en el área de la educación, desarrollado como respuesta a las demandas tangenciales a la implementación de la teoría educativa en la práctica docente, es decir, en las aulas (ENGEL, 2000). Hoy en día, uno de los resultados de la investigación-acción en el universo de la educación, se puede encontrar a través de los numerosos materiales que trabajan con metodologías activas, incluso potenciando, por lo que el concepto de metodología activa será incorporado por algunos investigadores como disciplina y metodología independiente.

Como se mencionó anteriormente, la teoría y la práctica no se percibían como partes inherentes de la vida profesional. Ante tales cambios, la investigación-acción comenzó a implementarse en los más diversos contextos (TRIPP, 2005). El objetivo es ayudar a los investigadores y profesionales a resolver los problemas que afectan a su práctica laboral diaria, involucrándose mucho más con la investigación (MIRANDA; RESENDE, 2006). Con ello, en el campo de la educación, se evaluaron empíricamente los valores, percepciones y creencias en el ejercicio de la enseñanza-aprendizaje (ENGEL, 2000). Se entiende que este tipo de investigación ha sido vista con buenos ojos por los más diversos académicos. Es una investigación atractiva porque lleva al investigador a un resultado específico e inmediato en relación con un determinado problema de investigación (GRITTEM; MEIER; ZAGONEL, 2008).

Se menciona que la investigación-acción ha demostrado ser un instrumento eficaz para el desarrollo profesional de varios investigadores. Se señala que este proceso se produce “de adentro hacia afuera”, ya que forman parte de las inquietudes e intereses de las personas involucradas en la práctica de la investigación (TRIPP, 2005). Los sujetos están involucrados con temas que fomentan su propio desarrollo profesional y también el desarrollo personal. El enfoque contrario a la investigación-acción es precisamente la investigación tradicional, porque la investigación se lleva a cabo de “afuera hacia adentro” (ENGEL, 2000). En este proceso, canónico, por lo tanto, el investigador alimenta su estudio con las percepciones traídas de una experiencia externa, y esta experiencia se recoge a través de ciertas herramientas de investigación (como cuestionarios y entrevistas) (FRANCO, 2005). Sin embargo, no hay ningún objetivo para discutir un enfoque ideal, ya que son propuestas únicas y diferentes. Estas son dos formas de ver la naturaleza de la investigación científica.

Se supone que las verdades científicas existen en el mundo fuera de la investigación, y depende del científico descubrir tales verdades, incluida la capacidad de intervenir para probar tales verdades. Sin embargo, en la investigación científica, es inferible que existen formas de mirar la naturaleza de una investigación, de modo que no hay verdades científicas absolutas, porque todo conocimiento es provisional y cambia según el contexto histórico en el que se vive (MIRANDA; RESENDE, 2006).

Los fenómenos se observan e interpretan de acuerdo con tales particularidades históricas y culturales. También se menciona que los patrones de investigación en sí mismos están sujetos a cambios, porque la ciencia evoluciona todos los días. No existe una metodología científica universal e histórica, sino distintas formas de ver el mundo bajo sesgo científico (GRITTEM; MEIER; ZAGONEL, 2008). La investigación-acción, en este sentido, aborda una visión más práctica de los fenómenos y situaciones cotidianas. Por lo tanto, el conocimiento científico se considera provisional y dependiente de un contexto.

Considerando el ámbito de la educación, se entiende que los docentes, en lugar de ser meros consumidores de una investigación realizada por otros, deben transformar su propia práctica docente a través de los resultados de este estudio (ENGEL, 2000). Así, la investigación-acción se concibe como el instrumento ideal para la ejecución de una investigación que quiere unir la teoría con la práctica. En este sentido, el objetivo general de esta investigación es, a través de un estudio exploratorio y descriptivo, reflexionar sobre las posibilidades de aplicación de la investigación-acción en cualquier entorno de interacción social. El problema de la investigación es: ¿cuáles son las posibilidades de utilizar la investigación-acción y sus pasos y cuidados fundamentales? A partir del problema, se pretende comprobar cómo un entorno en el que se produce la interacción social y que tiene un problema real y urgente puede beneficiarse de este tipo de estudios, un entorno que involucra a personas, tareas y procedimientos que necesitan ayuda.

2. LA INVESTIGACIÓN-ACCIÓN Y SU INFLUENCIA EN LA PRÁCTICA SOCIAL

La literatura describe la trayectoria de la investigación-acción desde la década de 1940. Desde una visión amplia, esto se puede situar en dos períodos significativos: el primero está conectado a una corriente estadounidense, marcada por la aparición del término acuñado por Kurt Lewis en el período anterior a la Segunda Guerra Mundial (MIRANDA; RESENDE, 2006). Esta fase dura hasta la década de 1960. El segundo momento, a su vez, está marcado por una corriente europea, corriente que abarca el período desde la década de 1960 hasta la actualidad (BARBIER, 2002; MORIN, 2004). Las dos líneas presentan una visión general de este tipo de investigación, centrándose en el enfoque cualitativo empleado por la investigación en ciencias sociales. Los conceptos, justificaciones y explicaciones metodológicas construidas a través de vínculos teóricos y metodológicos demarcaron la investigación esominada a la investigación esominada (BARBIER, 2002; MORIN, 2004).

De esto surge la noción de intervención, y esta puede variar desde una posición más vinculada a los estudios experimentales a los proyectos de acción social, cuyo propósito es la resolución de los más diversos problemas sociales (THIOLLENT, 1984). Debido a los diversos conceptos y autores que comenzaron a discutir la investigación-acción, varias lecturas e interpretaciones se volvieron constantes, inclinándose ahora por una perspectiva más explicativa (experimental), o por una más comprensión (fenomenológica o dialéctica) (TRIPP, 2005). La investigación-acción surge como una crítica, inicialmente, al positivismo, aunque se entienda que no todos se han alejado de dicha comprensión. En principio, también son vistos como enfoques de carácter integral, porque reconocen la realidad social como algo que no existe o puede ser reconocido como independiente y autónomo (FRANCO, 2005). Es, pues, una realidad subjetiva y, como tal, se construye y sostiene a través de actos individuales.

Son estos actos individuales los que atribuyen significados y significados a esta realidad en proceso de construcción (CARR; KEMMIS, 1988). Entre otros aspectos, también se puede mencionar que existe un paralelismo entre estas nuevas relecturas de la investigación-acción. Los enfoques francés y canadiense, propuestos, respectivamente, por René Barbier (2002) y André Morin (2004), conectan. Al tomar como referencia a estos autores, así como a algunos de sus trabajos, no se pretende generalizar su pensamiento y forma de producción de este tipo de estudio, sino enumerar algunos de sus elementos generales, porque estos nos permiten comprender, de manera profunda, el despliegue de la investigación-acción en los más diversos contextos (TRIPP, 2005). El campo de la educación, como se ha mencionado, es una de las posibilidades de los espacios en los que la investigación-acción puede actuar de forma significativa. Además, a la investigación-acción se le atribuye un significado: se clasifica como una revolución epistemológica (BARBIER, 2002).

Se llama así, porque hasta entonces, la propuesta no había sido explorada significativamente en el campo de las ciencias humanas. Por lo tanto, se entendió que la investigación-acción era una especie de “arte de rigor clínico” (BARBIER, 2002). Por lo tanto, se puede desarrollar con una colectividad. El objetivo, entonces, es analizar una porción de esta sociedad de una manera menos distante, menos objetiva, como ocurre en la investigación tradicional, en la que se defiende la neutralidad y el distanciamiento del investigador (TRIPP, 2005). Sin embargo, para que este tipo de estudio sea factible, implica un cambio de postura del sujeto, ya sea un individuo o un grupo social, con respecto a su realidad (KOERICH et al, 2009). Es entonces necesario proporcionar percepciones y opiniones reales sobre un fenómeno dado experimentado en el día a día. El investigador, por tanto, capta este fenómeno y lo registra, uniendo estas percepciones, valores y creencias del sujeto/grupo analizado con sus concepciones teóricas.

El ejercicio de la investigación-acción implica que el investigador tiene una visión sistémica abierta para registrar los fenómenos observados. Por lo tanto, al momento del registro, debe combinar ciertos procesos, como organización, información, percepciones, valores, creencias, con las fuentes de las que parte para construir su estudio de acuerdo con el rigor científico requerido (MIRANDA; RESENDE, 2006). La proximidad del investigador del fenómeno que se investiga es uno de los aspectos que aleja la investigación-acción de aquellos más canónicos, teóricos, únicamente. Esto se debe a los mismos supuestos que sustentan esta herramienta desde el momento de su creación (ENGEL, 2000). Los autores pioneros en la materia, en sus estudios, critican la acción del positivismo en el campo de las ciencias sociales, ya que esta tendencia introdujo límites a la actividad de investigación, y esta comenzó a basarse en algunos pilares, como la objetividad, la racionalidad y la verdad (KOERICH et al, 2009).

La investigación-acción está vinculada a la idea de cambio constante y, por lo tanto, se basa en el supuesto de que los actores que constituyen la realidad también están en un proceso constante de transformación (TRIPP, 2005). Ante esta mentalidad, surgió la necesidad de pensar el concepto de investigación junto con la acción, es decir, la práctica, y, con ello, comenzamos a reflexionar sobre las estrategias de resolución de problemas sociales desde otro enfoque (FRANCO, 2005). En este contexto, los estudios que eligen este enfoque de investigación concilian los campos de la práctica, la acción social, con lo teórico, epistemológico. La práctica, es decir, la acción, se refiere a todo lo que se constituye y mantiene en un contexto determinado y, con ello, abarca también la acción y la experiencia cotidiana de un sujeto (GRITTEM; MEIER; ZAGONEL, 2008). La investigación-acción es más que un enfoque metodológico. Esta es una posición frente a cuestiones epistemológicas esenciales, como la relación entre sujeto y objeto, teoría y práctica.

3. CARACTERÍSTICAS DE UNA INVESTIGACIÓN-ACCIÓN

La investigación-acción abarca un proceso empírico, que permite la identificación del problema dentro de un contexto social y/o institucional, la recopilación de datos sobre el problema en cuestión y el análisis de los significados y significados atribuidos a los datos relacionados con los participantes (TRIPP, 2005). Además de identificar la necesidad de cambio y estudiar las posibles soluciones necesarias, la investigación-acción también interviene en el entorno práctico, ya que provoca e impulsa la transformación (ENGEL, 2000). Es una herramienta metodológica capaz de combinar la teoría con la práctica a través de una acción que apunta a la transformación de un contexto dado, es decir, una determinada realidad (MIRANDA; RESENDE, 2006). La investigación-acción, entonces, permite asociar, al proceso de investigación, la posibilidad de aprender, ya que exige la implicación creativa y consciente tanto del investigador como de los demás miembros de la investigación (ROLIM et al, 2004).

En este contexto, la importancia de la investigación-acción emerge como un instrumento multidisciplinario, ya que, al mismo tiempo, opera en varios campos, como en el sector salud, en el campo de la educación, en los entornos marcados por la innovación y el cambio, entre otros (TRIPP, 2005). Se pueden contemplar diferentes grupos, como profesionales, directivos, estudiantes y población en general, tanto en comunidades como en instituciones (ROLIM et al, 2004). Hay algunas características que demarcaron la investigación-acción, como la conceptualización de los problemas que se trabajarán, la planificación, ejecución y evaluación de acciones para resolverlos. Existe, pues, la repetición de este ciclo de actividades (ANDRÉ, 2000). Además de su notorio aporte social, el trabajo de Lewin en investigación-acción fue considerado innovador, ya que promueve, al mismo tiempo, el carácter participativo y democrático, ya que la investigación se desarrolla a partir de la participación de los sujetos estudiados (TRIPP, 2005).

La investigación-acción adoptará los siguientes procesos en su construcción:

Tabla 1- Pasos de la investigación-acción

Fuente: Autor.

Por lo tanto, existe un estudio dirigido a resolver problemas que afectan a un entorno determinado, centrándose, por lo tanto, en las especificidades de este contexto, donde estos problemas se manifiestan (PEREIRA, 2001; LEWIN, 1946). Otra característica de este tipo de investigación es la preocupación por la validez científica de los resultados obtenidos de los colaboradores. En este proceso, se consideran los diagnósticos, ya que señalan la situación antes y después del uso de ciertas acciones, así como permiten el registro detallado de todos los eventos (LEWIN, 1946). La comprensión del instrumento de investigación aquí discutido está relacionada con dos conceptos fundamentales, siendo el acto de investigación y el acto sustantivo. El acto de investigación es una acción capaz de impulsar y fomentar una investigación (TRIPP, 2005). El sustantivo acto, a su vez, es una acción capaz de promover un cambio deseado en un contexto determinado observado y estudiado.

Es, por tanto, un proceso que une la investigación a la acción (KOERICH et al, 2009). En este sentido, en la investigación de la acción, los actos se caracterizan necesariamente como sustantivos. Por lo tanto, debido a esta calificación, el acto de investigar presupone una obligación, que es la necesidad de beneficiar a las personas que no pertenecen a la comunidad científica, pero pueden beneficiarse de los resultados de un estudio científico (LEWIN, 1946). Así, la ciencia, desde sus investigadores, asume una nueva misión: hacer que el conocimiento producido en las universidades, ya sean nacionales o extranjeras, llegue a la sociedad laica, de manera que los sujetos que conforman los grupos sociales más diversos se emancipen (FRANCO, 2005). La investigación-acción concebida por Lewin ha sido utilizada desde diferentes formas y con diferentes propósitos, dando lugar a un amplio mosaico de enfoques teórico-metodológicos.

Hay al menos tres conceptos diferentes aplicados a la investigación-acción en Brasil. Se clasifican en función de algunos criterios. El primer tipo es la investigación-acción colaborativa (la transformación es solicitada por el grupo de referencia al equipo de investigación) (KOERICH et al, 2009). El papel del investigador, en este proceso, es ser parte de un cambio, hecho científico. Esto es desencadenado por los sujetos que forman parte del grupo (TRIPP, 2005). También hay investigación de acción crítica. La necesidad de transformación se percibe a partir de los estudios iniciales del investigador con el grupo (FRANCO, 2005). Cuando el cambio resulta de un proceso que valora la construcción cognitiva de la experiencia, apoyada en la reflexión crítica colectiva, con el fin de emancipar a los sujetos y eliminar condiciones que el colectivo considera opresivas, la investigación asume un carácter esencialmente crítico (ENGEL, 2000). También hay investigación de acción estratégica.

Si en los otros enfoques la transformación está previamente planificada, sin la acción activa de los sujetos, no ocurre lo mismo aquí. Si sólo hay un investigador responsable de evaluar y monitorear los resultados de la aplicación del estudio, la investigación crítico-acción pierde su sesgo crítico (FRANCO, 2005). Para que la investigación acción crítica se caracterice de esta manera, se requiere una caída en la praxis del grupo social analizado, cuyo objetivo es extraer las perspectivas latentes que sustentan las prácticas, es decir, los cambios son negociados y administrados en el colectivo (KOERICH et al, 2009). La investigación-acción colaborativa, en este contexto, también asume un carácter crítico (THIOLLENT, 1984). La criticidad que emana de este tipo de estudios exige un proceso de reflexión colectiva sobre las estrategias operativas a adoptar. Este proceso considera la voz del sujeto, así como sus perspectivas. El interés no sólo en el expediente y en una interpretación posterior.

Es una parte inseparable de esta metodología investigativa, de modo que no puede establecerse a través de pasos lineales dirigidos al método en sí, sino que se organiza a partir de situaciones y hechos que emergen en el proceso y se vuelven esenciales (ENGEL, 2000). Surge el énfasis en el carácter formativo de este tipo de investigación, de manera que el sujeto debe tomar conciencia de las transformaciones que afectan tanto al investigador como al grupo y al proceso (TRIPP, 2005). Debido a este objetivo, la investigación-acción asume un carácter emancipador, de modo que los sujetos involucrados en la investigación puedan liberarse de mitos y prejuicios que impidan la llegada de los cambios deseados (BARBIER, 2002). Este tipo de investigación, a lo largo de los años, como se ha mencionado, ha estado influenciada por corrientes positivistas, ya que la dialéctica de la realidad social se ha incorporado a la vida cotidiana, así como los puntos que sustentan y sostienen la difusión de una racionalidad crítica lineal.

En este escenario, el estatus epistemológico que sustenta la investigación-acción comenzó a preocuparse por los procesos detrás de la transformación social, comprometiéndose con los aspectos éticos y políticos relacionados con la emancipación de los sujetos, centrándose también en las condiciones que sustentan el proceso emancipatorio (MIRANDA; RESENDE, 2006). La investigación-acción comenzó a admitir algunos enfoques interpretativos del análisis y recibió una estructura capaz de fomentar la participación crítica de los involucrados, lo que provocó que el proceso de investigación admitiera las reconstrucciones, así como las resignificaciones de significados y caminos a lo largo de la ejecución de las etapas (TRIPP, 2005). Asumió una forma caracterizada como pedagógica y política (THIOLLENT, 1984). En el contexto de la investigación cualitativa, hay tres dimensiones que deben ser consideradas por la investigación-acción. El primero de ellos es ontológico. Se refiere a la naturaleza del objeto a conocer e investigar por el investigador.

La segunda dimensión es epistemológica y concierne al sujeto que busca conocer. La tercera dimensión, finalmente, es la dimensión metodológica, cuyo objetivo es conocer los procesos a partir de los cuales el conocimiento fue construido por el investigador involucrado con un determinado grupo (FRANCO, 2005). Con respecto a la dimensión ontológica, se puede mencionar que está vinculada a un conocimiento guía, y esto debería permitir a los sujetos producir conocimiento para una mejor comprensión de los elementos que condicionan una determinada praxis social (KOERICH et al, 2009). Los propósitos de esta investigación son deseados por el propio colectivo, que demanda, desde el investigador, la necesidad de producir conocimiento que permita la reestructuración de ciertos procesos formativos (FRANCO, 2005). En cuanto a la dimensión de carácter epistemológico, se menciona que, para su ejercicio, el investigador se sumerge en la intersubjetividad del dialéctico del colectivo.

Por lo tanto, el investigador debe asumir una postura diferenciada a la hora de tratar e interpretar el conocimiento, ya que, al mismo tiempo, busca conocer e intervenir en la realidad de ese grupo que está siendo investigado (ENGEL, 2000). La unión entre investigación y acción, por lo tanto, hace que el investigador esencialmente tenga que ingresar al universo investigado, pero esta necesidad de ninguna manera anula la posibilidad de adoptar una postura neutral al tratar con los datos, porque esta es una suposición de la ciencia misma (KOERICH et al, 2009). La neutralidad es una forma de controlar las circunstancias que impregnan una investigación, lo que implica llamar la atención sobre los supuestos epistemológicos fundamentales, como la priorización de la dialéctica de la realidad social y la historicidad de los fenómenos, la praxis, las contradicciones, las relaciones con la totalidad y el análisis de la acción de los sujetos a partir de algunas circunstancias (KOERICH et al, 2009).

La praxis, en este contexto, debe concebirse como una forma básica de construir el conocimiento, porque, a través de ella, se articulan la teoría y la práctica (FRANCO, 2005). Con respecto al conocimiento a analizar, esto no se limita a la mera descripción, porque le incaiga al investigador explicar tales transformaciones a partir de lo que observa, es decir, a través de un movimiento que integre la dialéctica del pensamiento y la acción (TRIPP, 2005). Como resultado, el conocimiento derivado de esta relación es capaz de transformar los sujetos y las circunstancias relacionadas con el medio del que forma parte. La dimensión metodológica, a su vez, demanda ciertos procedimientos que articulen la ontología con la epistemología de la investigación-acción, lo que implica establecer en el grupo observado una dinámica que integre los principios y prácticas dialógicos, participativos y transformadores (TRIPP, 2005). En esta dimensión hay que tener en cuenta algunos elementos.

Entre ellos, se puede mencionar la praxis. Es el punto de partida y llegada a la construcción y/o resignificación del conocimiento (FRANCO, 2005). Se basa en la noción de que el conocimiento sólo puede construirse a través de múltiples articulaciones con intersubjetividad. En vista de esta característica, la investigación-acción, para estar bien articulada, debe llevarse a cabo en el entorno natural de la realidad a investigar, de modo que los resultados recogidos sean verdaderos, seguros y de calidad (ENGEL, 2000). En este proceso, hay una cierta flexibilidad, ya que el objetivo es captar una realidad en el proceso de cambio. Por lo tanto, la metodología debe ser capaz de permitir al investigador hacer ciertos ajustes, y el investigador debe caminar de acuerdo con la síntesis provisional. Dichos resúmenes se establecen en el propio grupo (GRITTEM; MEIER; ZAGONEL, 2008). Son estos elementos los que señalan cómo se ha visto afectado un determinado contexto.

El método debe implicar el ejercicio continuo de espirales cíclicas. Estas espirales tienen en cuenta algunos pasos fundamentales, como la planificación, la acción, la reflexión, el acto de investigación, la resignificación y la replanificación, esta última cuando sea necesario (KOERICH et al, 2009). En la investigación-acción, también se destaca que, si bien es un proceso de investigación, la educación y la acción ocurren concomitantemente. En este sentido, las razones epistemológicas y metodológicas que impregnan la actividad investigadora hacen que el conocimiento se produzca activamente, porque todos los involucrados en el proceso deben colaborar (ENGEL, 2000). La investigación, en este contexto, permite comprender los cambios en la realidad a través de la acción (TRIPP, 2005). El proceso requiere una postura específica del investigador.

A menudo se le plantean cierto tipo de preguntas, así como algunas demandas específicas, como la inserción en la cultura que está analizando nuevos significados, significados, representaciones, resistencias, expectativas y experiencias (FRANCO, 2005). El reto al que se enfrenta el investigador, a su vez, es hacer un nuevo entorno, en un proceso de construcción familiar. En otras palabras, el cambio debe ser percibido por todos los involucrados (KOERICH et al, 2009). El investigador es uno de los participantes del universo que se está investigando, sin embargo, la neutralidad de la investigación es un principio que debe ser considerado. Por lo tanto, sus percepciones sobre el fenómeno analizado no pueden ser ignoradas, sin embargo, su manejo debe hacerse de la manera adecuada. Uno de los objetivos que se pueden alcanzar a través de esta estrategia se refiere al logro, entre los participantes, de una mayor confianza (KOERICH et al, 2009).

El ciclo de investigación-acción comienza con la fase exploratoria. En ella se realiza el diagnóstico sobre la realidad y se elabora una encuesta sobre el contexto, los problemas iniciales y las posibles acciones (TRIPP, 2005). A partir de esto, los investigadores y participantes establecen los principales objetivos de la investigación. Estos deben estar vinculados al campo observado, actores y tipos de acciones en las que se pretende centrar la actividad investigadora (FRANCO, 2005). El tema de la investigación se define en secuencia. Esto se delimita a partir de un problema práctico relacionado con un área de búsqueda. Este se elige en base a los compromisos asumidos entre el equipo de investigadores y los sujetos que corresponden a la situación en cuestión (FRANCO, 2005). Sin embargo, el tema también puede ser solicitado por los actores de la situación. Debe ser de interés tanto para los investigadores como para los sujetos investigados para que todos tomen un papel activo y contribuyan al desarrollo de la investigación.

También elige un marco teórico específico con el que trabajar, porque guiará toda la investigación. En tercer lugar, se eligen los problemas, es decir, el problema de la investigación. Es a partir del problema que el tema gana robustez (ENGEL, 2000). El problema debería abarcar algunos supuestos de investigación, como el análisis y la delimitación de la situación inicial; el diseño de la situación final, basado en criterios de discapacidad y viabilidad; la identificación de todos los problemas a resolver; la transposición de estos problemas en las acciones correspondientes; y, por último, la aplicación y evaluación de las medidas (TRIPP, 2005). En este sentido, es necesario adaptar un marco de referencias teóricas a la realidad práctica de la investigación. El objetivo es que la información sea analizada e interpretada desde una base teórica, sin embargo, debe articularse con las experiencias reales, recogidas, por tanto, de los colaboradores del estudio (TRIPP, 2005).

Llegas a las probabilidades. A pesar de la falsa idea de que no existen hipótesis, es necesario pensar cuidadosamente sobre esta proposición, lo que implica entender las hipótesis como supuestos formulados por el investigador que pueden o no ser confirmados (KOERICH et al, 2009). Las hipótesis admiten posibles soluciones a un problema de investigación y, por lo tanto, apuntan a realizar una línea de pensamiento (KOERICH et al, 2009). El seminario es también una de las fases de la investigación-acción, ya que desempeña un papel importante en el proceso de toma de decisiones en una investigación, así como proporciona la coordinación de actividades. El propósito de un seminario es definir el tema y establecer problemas con los que operará la investigación. La elaboración del problema para que se traten los problemas, así como las hipótesis de investigación, es uno de los objetivos. Nacen los grupos de estudio y equipos de investigación que coordinan estas actividades.

La información proviene de diferentes fuentes y grupos, lo que proporciona acceso a interpretaciones que fomentan los procesos de establecimiento de pautas de acción, así como es posible evaluar las acciones y difundir los resultados desde los canales apropiados (KOERICH et al, 2009). La investigación-acción también se operacionaliza desde los campos de la observación, el muestreo y la representatividad cualitativa. Esto puede abarcar una comunidad concentrada y/o extendida, sin embargo, el muestreo y la representatividad es un factor que se puede discutir. Algunos estudios excluyen la muestra, otros recomiendan su uso, otros valoran los criterios de representatividad cualitativa (FRANCO, 2005). Entra en la etapa de recopilación de datos. Las principales técnicas utilizadas son las entrevistas colectivas y/o individuales, los cuestionarios convencionales, el estudio de expedientes, etc. Después de la recopilación de información de los grupos de observación, se discuten, analizan e interpretan juntos.

4. CONSIDERACIONES FINALES

El proceso de actividad investigadora, análisis de la realidad, así como la evaluación de herramientas y métodos cualitativos requieren de una cierta dialogicidad, es decir, implica la búsqueda del conocimiento reflexivo y la firmeza de un compromiso con la realidad concreta. En otras palabras, requiere un reconocimiento efectivo del sujeto y la realidad bajo análisis a partir de un movimiento dinámico entre las partes involucradas en la investigación. Esta posibilidad circular y dinámica radica en la resonancia y el apoyo para la conquista de un nuevo espacio y/o la conquista de un nuevo conocimiento. Así, la investigación-acción como herramienta metodológica analiza la acción humana desde un movimiento comunicativo y participativo, que favorece el intercambio de conocimientos y la elaboración de una estructura relacional de confianza y compromiso con los sujetos que integran la realidad a transformar. Su objeto es la resolución o aclaración de los problemas que intervienen en el grupo.

Durante el proceso, existe la necesidad de un monitoreo continuo de las decisiones, acciones y todas las actividades intencionales desarrolladas por los actores involucrados en la situación. Por lo tanto, bajo este enfoque, la investigación no se limita a una forma de acción, solamente, porque tiene como objetivo aumentar el conocimiento de los investigadores, así como su nivel de conciencia, sobre las personas y/o grupos involucrados. La investigación promueve mucho más que una recopilación de datos y/o propuestas de intervenciones prácticas. Además de las consideraciones aquí presentadas, se enfatiza que la investigación-acción, entre otros temas, agrega discusiones y explicaciones reales, actuales y coherentes que permiten la generación de conocimiento descriptivo, aunque crítico, sobre las situaciones vividas en diversos entornos sociales. Promueve, por tanto, nuevas formas de expresión y reflexión sobre los significados y sentimientos de los participantes atribuidos en el análisis de la situación problemática en cuestión.

REFERENCIAS

ANDRÉ, M. E. D. A. Etnografia da prática escolar. Série Prática Pedagógica. Campinas: Papirus; 2000.

BARBIER, R. A pesquisa-ação. Tradução Lucie Didio. Brasília: Plano, 2002.

CARR, W.; KEMMIS, S. Teoria crítica de la enseñanza. Barcelona: Martinez Roca, 1988.

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[1] Teólogo, Doctor en Psicoanálisis Clínica. Ha estado trabajando durante 15 años con Metodología Científica (Método de Investigación) en la Guía de Producción Científica de estudiantes de Maestría y Doctorado. Especialista en Investigación de Mercados e Investigación enfocada en salud. Estudiante de doctorado en Comunicación y Semiótica (PUC SP).

Enviado: Noviembre de 2021.

Aprobado: Noviembre de 2021.

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Carla Dendasck

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