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Abuso sexual infantil: la posición de los docentes frente al problema que enfrentan sus alumnos

RC: 99126
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CONTEÚDO

ENTREVISTA

GONÇALVES, Natamy de Almeida [1], DIAS, Camila Santos [2]

GONÇALVES, Natamy de Almeida. DIAS, Camila Santos. Abuso sexual infantil: la posición de los docentes frente al problema que enfrentan sus alumnos. Revista Científica Multidisciplinar Núcleo do Conhecimento. Año 06, Ed. 09, Vol. 01, págs. 209-250. Septiembre 2021. ISSN: 2448-0959, Enlace de acceso: https://www.nucleodoconhecimento.com.br/psicologia-es/posicion-de-los-docentes

RESUMEN

El abuso sexual es un fenómeno social que necesita una atención refinada porque es un tema complejo que genera sufrimiento para muchos niños, adolescentes y familias. Considerando que la escuela es un contexto importante para el niño y adolescente, y que se involucra en el proceso de formación de identidad y aspectos que impregnan el desarrollo biopsicosocial del estudiante, esta institución tiene el importante papel de colaborar para la protección del estudiante. A partir de estas consideraciones, esta investigación presenta la siguiente pregunta orientada: ¿tienen los docentes los conocimientos necesarios sobre el abuso sexual y sus responsabilidades sobre el tema en el contexto escolar para estar preparados para identificar, prevenir o conducir a las familias a las medidas necesarias? Así, esta investigación tuvo como objetivo conocer y discutir el posicionamiento de los docentes en relación con la prevención, sospecha e identificación del abuso sexual infantil en el contexto escolar. Luego, luego de la aprobación del Comité de Ética y Mérito Científico de la Fundación Hermínio Ometto, vía plataforma Brasil y la emisión del Dictamen Consustancial del CEP nº 1.511.605, se realizó una investigación cualitativa, aplicada y empírica, con técnica de encuesta, y para el análisis de los datos recolectados, se utilizaron técnicas de análisis de contenido y análisis temático, aplicando la Entrevista como instrumento de recolección de datos, analizando críticamente la realidad presentada y contribuyendo científicamente al desarrollo de nuevas visiones sobre el problema actual. Los resultados de este estudio mostraron que los maestros tienen poca apropiación de lo que es el abuso sexual infantil y de sus responsabilidades por dicha violencia. Además, se sienten poco preparados para enfrentar el problema, no cuentan con la formación adecuada para ello y no cuentan con apoyo de formación continua que les proporcione preparación para ello. Se concluyó, entonces, que es necesario que exista la capacitación de los maestros, y que el psicólogo escolar/educativo pueda hacer intervenciones significativas con todo el equipo escolar, así como trabajar con la comunidad, dando orientación a los padres y familiares para que puedan corroborar para combatir el delito tan repudiado.

Palabras clave: Abuso Sexual Infantil, Agresión Sexual Infantil, Maestros.

1. INTRODUCCIÓN

El abuso sexual infantil es un problema que ha afectado a miles de niños y adolescentes en todo el mundo en varios momentos de la historia. Dicha violencia persiste hoy y sigue ganando espacio, ya que en la mayoría de los casos, el agresor forma parte de la familia de la víctima o está muy cerca de ella. Este es uno de los factores que dificultan no solo en la prevención e identificación del abuso sexual, sino también en la denuncia del abusador y, como lo demuestran Aded et al. (2006), se cree que el número de casos es mayor que el de notificaciones.

La escuela es un contexto importante para el niño, ya que está involucrada en el proceso de formación de la identidad y los aspectos que impregnan el desarrollo biopsicosocial del estudiante (SERAFIM et al., 2011). Además, esta institución tiene el importante papel de colaborar para la protección de niños, niñas y adolescentes de acuerdo con el Estatuto de la Niñez y la Adolescencia (BRASIL, 1990). Sin embargo, como señalan Inoue y Ristum (2008), muchos profesionales se han distanciado de esta responsabilidad en su práctica. Los autores también denotan que el papel de los docentes en relación a esta atención es de gran importancia, ya que los docentes pueden ser agentes fundamentales para el proceso de prevención, identificación o derivación de posibles estudiantes que sean víctimas de abuso sexual infantil.

A partir de estas consideraciones, esta investigación presenta la siguiente pregunta orientada: ¿tienen los docentes los conocimientos necesarios sobre el abuso sexual y sus responsabilidades sobre el tema en el contexto escolar para estar preparados para identificar, prevenir o conducir a las familias a las medidas necesarias? Así, esta investigación tuvo como objetivo conocer y discutir el posicionamiento de los docentes en relación con la prevención, sospecha e identificación del abuso sexual infantil en el contexto escolar.

Se considera, entonces, que esta investigación es socialmente relevante, y que el tema es ampliamente discutido por diferentes autores, como Ynoue y Ristum (2008), Araújo (2002) y Azambuja (2006), por ejemplo, quienes hablan de las características comunes entre agresores, lugareños y víctimas de abuso; pregunta sobre el acto de denunciar o no al agresor; puntuar los diferentes tipos de servicios de atención a las víctimas y a la familia; e incluso abordar cómo la escuela y sus profesionales están involucrados en el problema, entre otras discusiones. Sin embargo, se investiga poco sobre la realidad del conocimiento de los docentes sobre el abuso sexual infantil, no discutiendo su formación académica y/o continua en relación con el tema, o el posible apoyo que los gobiernos federal, estatal o municipal ofrecen a estos docentes, pensando, además de la adquisición de conocimientos, la preparación para la práctica de estos profesionales frente a la prevención, identificación y dirección del proceso tras un posible hallazgo de estudiantes que son víctimas de abuso sexual. Por lo tanto, se entiende que la realización de esta investigación es científicamente relevante. Por lo tanto, esta investigación tuvo como objetivo conocer y discutir el posicionamiento de los docentes frente a la sospecha e identificación del abuso sexual infantil frente a sus estudiantes, así como la posición de estos profesionales con respecto a la prevención en el contexto escolar.

2. FUNDACIÓN TEÓRICA

Según el Ministerio de Salud, el abuso sexual se refiere a todo juego o acto sexual cuyo agresor se encuentra en una etapa de desarrollo psicosexual anterior a la de la víctima, siendo un niño o adolescente, con la intención de estimularla sexualmente o utilizarla para obtener placer sexual. Ocurre a través de prácticas eróticas y sexuales que son impuestas por violencia física, amenazas o incluso la inducción de su voluntad. Se caracteriza por actos en los que no hay contacto físico, como en el caso del voyeurismo (observación de una persona desnuda, en el acto de desnudarse o realizar actos sexuales) y el exhibicionismo (exhibición de la propia desnudez), así como por acciones de contacto sexual con o sin penetración. Además, abarca la explotación sexual (con fines de lucro), que es el caso de la pornografía y la prostitución (BRASIL, 2002, p. 13).

Aunque las leyes son actualmente favorables a la lucha contra la violencia sexual infantil, existe una falta de coherencia de estas con muchas prácticas de personas que tienen en su profesión la función de trabajar para niños y adolescentes, como el equipo escolar, por ejemplo. El desempeño de muchos profesionales en el área de la educación aún está lejos de la propuesta de la ECA, porque muchos de los que están a la luz de la evidencia de maltrato no están preparados para una acción consistente con el Estatuto del Niño y el Adolescente.

La escuela es una institución que, entre otras atribuciones, también debe comprometerse a garantizar los derechos de los niños, niñas y adolescentes, y la adhesión de los educadores es primordial para que la teoría de estos derechos se refleje en la práctica. “El papel del maestro en la identificación y denuncia de la violencia sexual es fundamental, especialmente en los primeros grados, cuando los educadores pasan alrededor de cuatro horas al día con los niños” (INOUE; RISTUM, 2008, p.15).

Dada la gravedad del problema, la escuela juega un papel importante y forma parte de una red fundamental no solo para el proceso de formación de la identidad y socialización del estudiante, sino también para la protección del niño (INOUE; RISTUM, 2008). Para ello, es fundamental que los profesionales estén formados y dispuestos a hacer que la escuela cumpla con este rol. Por lo tanto, es muy pertinencia pensar en los aspectos que involucran el conocimiento actual y el posicionamiento de los maestros con respecto al abuso sexual.

Vagostello et al. (2003) realizaron un estudio en escuelas públicas del Estado de São Paulo, con el fin de verificar la capacidad de reconocer a los estudiantes que son víctimas de violencia doméstica, y cómo se refieren estas situaciones en el contexto escolar. El resultado de esta investigación señaló que, si bien las escuelas son capaces de identificar los casos de niños violados entre sus estudiantes, todavía existe la necesidad de abordar mejor el tema, ya que el equipo escolar presentó dificultades para hacerlo; también se vio que muchos casos terminan siendo negados, ocultados o tratados erróneamente.

Esto se debe a que, como Williams (2002) denota correctamente, en el siglo XXI, la violencia sexual todavía se considera tabú, y cuando la integridad física o sexual de la víctima se ve afectada violentamente, la víctima misma a menudo es estigmatizada y a menudo tiene un sentimiento de culpa o vergüenza, lo que puede conducir al aislamiento social. Esta, entre otras, es una de las razones de la no denuncia por parte de personas que forman o no parte de la familia de la víctima, e incluso por parte de la escuela. Como estos casos pueden implicar riesgos como amenazas del agresor, o complicaciones, como una sacudida de la estructura familiar cuando forma parte de la familia, es común que terceros como la escuela no quieran involucrarse, o prefieran conformarse con el silencio del alumno agredido sexualmente, porque es un asunto delicado, grave, y que requiere preparación para hacer frente a este tipo de situaciones.

Para Cardoso y Menezes (2009), el Estado tiene el deber de prevenir el abuso sexual infantil con medidas como invertir fondos en programas de capacitación y sensibilización de los profesionales del Estado, y de la sociedad en general, convirtiéndola en una sociedad más segura, de manera que respete y proteja a los niños, niñas y adolescentes, ofreciendo también ocio en lugares que puedan mantener seguros como, por ejemplo, en escuelas, guarderías y albergues, estando acompañados de profesionales capacitados. La educación debe ser privilegiada y defendida por los defensores de los derechos humanos, requiriendo atención inmediata y responsabilidad por parte del Estado. Asimismo, en relación a los niños, niñas y adolescentes en una peculiar condición de desarrollo, actúa con un papel decisivo a favor de la prevención y detención de la violencia sexual infantil.

Los autores destacan la importancia de que la calificación y sensibilización de los agentes del Estado sobre el abuso no solo se dirija a una u otra área específica, sino que debe darse de manera irrestricta y constante, impregnando el trabajo tanto de los profesionales directamente involucrados en la atención de niños, niñas y adolescentes víctimas de abuso sexual, como de aquellos que tienen contactos ocasionales, como, por ejemplo, funcionarios administrativos. Pensando en el contexto escolar, esta preparación se puede hacer con todos los empleados de la institución (CARDOSO; MENEZES, 2009).

Longo (2006) señala la importancia de hablar de violencia sexual con los niños, porque este es un medio para protegerlos de las manipulaciones del abusador. Con la adquisición de información sobre el tema, el niño puede conocer mejor su cuerpo, sobre cómo y por quién puede ser tocado, y esto puede ser una medida de prevención porque, en general, el abusador tiene la tendencia a acercarse a los niños porque son más vulnerables por falta de información o estructura emocional.

La autora indica que la mayoría de las víctimas de abusos no denuncian lo sucedido, porque teme que hagan algo contra ella y porque tiene miedo de deshacer a la familia debido a la situación. Lo que puede ser peor que el abuso en sí es que la víctima piense que es responsable de la destrucción de su propia familia. Otras razones para este silencio pueden ser: amenazas por parte del abusador, entender el abuso como un aspecto/evento cotidiano/común o ni siquiera darse cuenta de que está sucediendo, la distorsión de la realidad causada por el abusador y el miedo al abusador, así como no creer en él, y factores como la culpa, la vergüenza, la vergüenza, entre otros (LONGO, 2006).

Así, la escuela, mientras que una institución que ocupa un lugar de atención a niños, niñas y adolescentes necesita estar preparada para la prevención que propone Longo (2006), es decir, que pueda tener lugar a través de la creación de programas para trabajar el tema, la identificación temprana de niños en “situación de riesgo”, la capacidad de reconocer la evidencia de violencia sexual en los estudiantes, etc. Para ello, “entrenar” la mirada y la capacidad de escuchar a los educadores para esta percepción, saber notificar y remitir a las autoridades competentes, para la atención médica y psicológica y dar seguimiento a esta víctima a fondo, trabajando para que esto no se repita; también monitorear al abusador para que rinda cuentas y permitirle tener ayuda psicológica. Cabe destacar la importancia de deconstruir los miedos y prejuicios que puedan existir por parte de estos educadores, para que no duden en actuar a favor de sus alumnos en este sentido.

Brino y Williams (2003b, p.1) realizaron un estudio desde la perspectiva de la prevención, con el objetivo de “[…] evaluar la efectividad de una intervención con educadores para permitirles actuar con casos de abuso sexual”. Los datos obtenidos revelan que muchos docentes tendrían la actitud de derivar casos de abuso sexual al consejo escolar y, en palabras de los autores del estudio, “este hecho llama la atención sobre la importancia de involucrar a la administración escolar en proyectos de formación similares al presente estudio” (BRINO; WILLIAMS, 2003b, p.8). Otro dato que demuestra esta necesidad es que existe una jerarquía administrativa en la escuela, que parece ser respetada principalmente cuando se trata de temas sensibles como el abuso sexual infantil.

Así, tanto los docentes como el consejo escolar necesitan tener conocimiento sobre los derechos del niño, pues tener una clara conciencia sobre ellos permite una mayor sensibilidad al reconocimiento de los casos de violencia sexual. “Pero solo saber no es suficiente, es necesario saber denunciar, tratar al niño que fue abusado, darle apoyo y apoyo y derivarlo a tratamientos especializados” (BRINO; WILLIAMS, 2003b, p.2).

El sitio web de UNICEF[3] informa algunas formas de presentar quejas, y una de ellas es contactando con el Consejo de Tutela, ya que los consejeros tienen el papel de garantizar el cumplimiento de los derechos de los niños, niñas y adolescentes. Según la página web de la institución, “les depende a ellos recibir la notificación y analizar el origen de cada caso, visitando a las familias. Si esto se confirma, el Consejo debería señalar la situación a la atención del fiscal”. El ECA dispone que:

Art. 70-B.  As entidades, públicas e privadas, que atuem nas áreas a que se refere o art. 71, dentre outras, devem contar, em seus quadros, com pessoas capacitadas a reconhecer e comunicar ao Conselho Tutelar suspeitas ou casos de maus-tratos praticados contra crianças e adolescentes (BRASIL, 1990).

Así, la ley establece que los profesionales en las áreas de información, cultura, ocio, entretenimiento, entre otros aspectos mencionados en el art. 71, deben poder presentar denuncias ante el Consejo de Tutela ante la violación del derecho de los niños, niñas y adolescentes, así como en casos de Abuso Sexual (BRASIL, 1990).

Por lo tanto, el Consejo de Tutela es un órgano favorable para recibir denuncias de violencia, incluida la violencia sexual. Otra propuesta para la denuncia presentada por la página web de unicef es ponerse en contacto con los Juzgados de Menores y Menores, si el municipio no cuenta con el Consejo de Tutela. Otros organismos que también pueden recibir la denuncia son las Comisarías de Protección de La Niñez y la Adolescencia, así como las Comisarías de la Mujer. También hay una aplicación para tabletas y teléfonos inteligentes llamada Proteja Brasil, que muestra la ubicación y los teléfonos de la institución especializada más cercana a donde se encuentra el denunciante; en caso de dudas sobre el tipo de violencia, la aplicación puede ayudar con la información necesaria.

Asimismo, otra forma de realizar una denuncia puede ser a través de Marque 100 – Derechos humanos, canal en el que “las denuncias pueden ser anónimas o, cuando así lo solicite el denunciante, se garantiza la confidencialidad de la fuente de información” (BRASIL, s/d). Entonces, si las personas tienen miedo de involucrarse en casos de violación de derechos, como en el caso del abuso sexual infantil, cualquier persona puede presentar la queja sin ser identificada, incluidos los propios miembros del personal de la escuela. Lo importante es que no dejes de denunciar, ya que la omisión es un acto tan grave como el propio acto de violencia. El ECA, en un único párrafo del artículo 70-B, deja claro que

São igualmente responsáveis pela comunicação de que trata este artigo, as pessoas encarregadas, por razão de cargo, função, ofício, ministério, profissão ou ocupação, do cuidado, assistência ou guarda de crianças e adolescentes, punível, na forma deste Estatuto, o injustificado retardamento ou omissão, culposos ou dolosos (BRASIL, 1990).

Así, es evidente la responsabilidad y misión de las personas que de alguna manera están involucradas en la vida del niño, niña y adolescente, de denunciar la violación de sus derechos, incluso denunciar un acto tan grave como el abuso sexual. Entre las personas que llevan esta obligación, los educadores son aquellos que tienen un papel muy importante en la vida de los niños, por lo que es fundamental que se impliquen en la denuncia y combate del abuso sexual infantil.

A partir de los autores descritos, fue posible percibir la gran relevancia de hacer estudios enfocados en el área del abuso sexual infantil, ya que, como se mencionó, es un fenómeno grave, complejo, y que trae sufrimiento de diferentes maneras a muchos niños, niñas y adolescentes en todo el mundo. Pensar en medidas que combatan este mal es responsabilidad de profesionales de diferentes ámbitos. Así, este trabajo será cuestionado sobre la implicación del docente con el problema, sin desconocer la preparación que debe tener el psicólogo escolar y educativo para trabajar con el proceso de orientación de estos educadores que, como sugiere Martins (2003), deben ser un agente de cambio, actuando como alguien que centraliza las reflexiones y la conciencia sobre los roles de los diversos grupos que conforman la institución.

3. METODOLOGÍA

La presente investigación se realizó durante el año 2016 y se caracteriza por ser una investigación de carácter aplicado, cualitativo, exploratorio, considerando sus objetivos, cuyo procedimiento técnico fue el procedimiento de encuesta (GERHARDT; SILVEIRA, 2009).

3.1 PARTICIPANTES

Cuatro profesores que trabajaban en una escuela pública en una ciudad del interior del Estado de São Paulo, enseñando a estudiantes de primaria, fueron voluntarios en esta investigación. La Tabla 01 a continuación, para conocimiento del lector, presenta el nombre ficticio de cada participante, género, edad, tiempo de formación de cada uno de ellos, así como tiempo de experiencia en el área y tiempo de experiencia en la escuela en la que se realizaron las entrevistas. fuera.

Tabla 01 – Nombre ficticio de los participantes, sexo, edad, tiempo de capacitación, experiencia en el área y experiencia en esta escuela.

Participante Sexo Edad Tiempo de entrenamiento Tiempo de experiencia

en el área

Tiempo de experiencia en esta escuela
Maria hembra 44 años 14 años 11 años 4 años
Noemi hembra 51 años 30 años 20 años 4 años
Gleice hembra 49 años 16 años 15 años 9 años
Pedro masculino 26 años 4 años 5 años 11 meses

Fuente: elaborado por los autores.

Los participantes fueron invitados a participar en esta investigación por conveniencia. Gil (2008) afirma que la elección de voluntarios por conveniencia ocurre a través del acceso que tiene el investigador, permitiendo que la muestra represente el universo.

3.2 INSTRUMENTOS Y MATERIALES UTILIZADOS

Los datos fueron recolectados a través de un guión de entrevista semiestructurado, elaborado por los investigadores de este estudio, cuyas preguntas principales estaban relacionadas con el objetivo de la investigación y podían complementarse con otras preguntas según las circunstancias de la entrevista. Con el consentimiento de los participantes, se utilizó una grabación de audio para favorecer la transcripción y fiabilidad de los datos recogidos.También se utilizó un Formulario de Consentimiento Libre e Informado (TCLE), que documenta el consentimiento del participante para participar en la investigación. Otro material indispensable fue la Declaración de Autorización de la Institución donde se realizó la investigación, que registra el permiso del uso de sus instalaciones así como la realización de la entrevista con personas que fueron miembros de la misma.

3.3 PROCEDIMIENTOS DE RECOGIDA DE DATOS

La investigadora se puso en contacto con la directora responsable de la escuela en la que se imparten los profesores que participaron en esta investigación, para que pudiera firmar la Declaración de Autorización de la Institución que permite la recopilación de datos en la escuela. Siguiendo el procedimiento de recolección de datos, el proyecto de esta investigación fue sometido a la evaluación y evaluación del Comité de Ética y Mérito Científico de la Fundación Hermínio Ometto, a través de Plataforma Brasil. El 20 de abril de 2016, esta investigación fue aprobada por el comité de ética, con base en la emisión de la Opinión Emsustantada del CEP de no. 1,511,605. Después, y solo después de la aprobación de este comité, la investigadora tuvo acceso a los maestros voluntarios que fueron nombrados por el coordinador de la escuela, ya que tenía conocimiento sobre la disponibilidad del horario de los maestros. Todas las entrevistas se realizaron de acuerdo a la disponibilidad del horario de cada participante.

3.4 PROCEDIMIENTO DE ANÁLISIS DE RESULTADOS

Para esta investigación, los datos fueron analizados en base a la técnica de Análisis de Contenido. Esta técnica tiene dos funciones: una se refiere a la verificación de hipótesis, pudiendo encontrar respuestas a las preguntas formuladas, confirmando o no las afirmaciones realizadas anteriormente; otra es averiguar qué hay detrás del contenido manifestado, mirando no solo las apariencias de lo que se está comunicando, sino también el contenido latente. Estas dos funciones pueden complementarse (MINAYO, 2001).

Entre las diversas modalidades de Análisis de Contenido, destacamos: Análisis Léxico, Análisis de Expresión, Análisis de Relaciones, Análisis Temático y Análisis de Enunciación. En esta investigación, se realizó un Análisis Temático, que trabaja con la noción de tema y se vincula a una declaración en relación con el tema, y contiene un conjunto de relaciones y puede representarse gráficamente a través de un resumen, frase o palabra.

Así, a partir de las respuestas obtenidas por los participantes, se desarrollaron dos categorías de análisis. Inicialmente, después de la recolección de datos, las entrevistas fueron transcritas y colocadas en tablas para una mejor organización y visualización de la información, una con la transcripción literal y completa de las entrevistas, otra con el resaltado de los extractos más significativos de las entrevistas, y en la tercera tabla se correlacionaron estos puntos, destacando similitudes y diferencias en las respuestas dadas por los entrevistados. En el texto referido a los Resultados y Discusión, se realizaron recortes de las entrevistas, que fueron literalmente citadas, siendo analizadas y discutidas desde fundamentos teóricos. Así, se constituyó la 1ª categoría, en la que se discutió la responsabilidad de la escuela en la prevención, sospecha o identificación del abuso sexual infantil, desde el punto de vista de los voluntarios, así como las prácticas de esta institución al respecto, y la 2ª categoría abordó la formación y preparación de los docentes respecto a la prevención, sospecha e identificación de posibles víctimas, así como sus acciones y experiencias sobre el tema.

4. RESULTADOS Y DISCUSIÓN

Los resultados obtenidos en esta investigación serán presentados y discutidos a la luz de las bases teóricas y los informes de los docentes entrevistados, con el fin de conocer y reflexionar sobre su posición en relación con la sospecha e identificación de abuso sexual hacia sus estudiantes, así como la posición de estos profesionales con respecto a la prevención en el contexto escolar.

4.1 CATEGORÍA 1 – ¿QUÉ PASA CON LA ESCUELA? ¿QUÉ TIENE QUE VER ESO CON ALGO?

En esta categoría, se comprometió a discutir la responsabilidad de la escuela en la prevención, sospecha o identificación del abuso sexual infantil, según los ojos de los docentes entrevistados, así como las prácticas de esta institución al respecto. Hablar de la posición de la escuela sobre el tema aquí tratado, es también hablar de educadores y viceversa, porque al discutir el posicionamiento de los docentes respecto al problema frente a sus alumnos, como lo presenta el título de esta investigación, también se discute sobre la escuela en su conjunto, ya que los docentes forman parte de esta institución y sus prácticas dicen no solo de cada profesional en sí, pero también sobre la institución en su conjunto. Cuando se les preguntó sobre la existencia o no de alguna responsabilidad de la escuela frente al tema hubo opiniones divergentes. Maria y Pedro declararon que la escuela tiene una responsabilidad:

Sí, sí. Lo veo así: a los maestros se nos instruye a que primero seamos discretos, si ya notamos un cambio en el comportamiento del niño […] a partir de ahí debemos acercarnos, correcto, estar más atentos con la mirada; y luego ver si hay algo mal, y si es el caso de pedir preguntar, y luego comunicar la dirección, para que la dirección dé los pasos para comunicar consejo tutelar, hacer la queja, si es necesario – (Maria).

Sí, la escuela… orientación, información, todo lo que la escuela puede, entonces, dar, correcto, un apoyo, correcto, porque no estamos aquí simplemente para pasar un contenido, también estamos para capacitar a la gente, cierto, (Pedro).

La profesora Gleice, por otro lado, dijo que la escuela no puede asumir tal responsabilidad:

La escuela no puede hacer esto. Como te dije, si la niña viene y te dice así, mira: “Mi padrastro está abusando”. ¿Qué tenemos que hacer? Llamar a la madre, llamar al padre, llamar a todos, ¿entendido? Haga que la familia esté al tanto del asunto y que la familia tome medidas. Porque si vas allí a hacer un reporte policial […] eventualmente te termina mal, ellos son capaces de revertir a la familia, diciendo que tú eres el que la abusa, tuviste mala intención, ¿sabes? Entonces no somos responsables. Lo que vemos, no hay forma de que lo demostremos […] – (Gleice).

Gleice deja en claro que, para ella, la escuela no tiene ninguna responsabilidad, aparte de advertir a la familia al respecto y esperar que tome alguna medida. Además, habló del miedo a involucrarse en una situación de género, con el fin de presentar una denuncia y ser acusada de ser ella misma la maltratadora. Aún así, habló de no tomar medidas porque no hay forma de probar que, de hecho, se ha producido un abuso sexual, un argumento que se asemeja al de Noemi quien, a diferencia de Gleice, no dijo que la escuela no tiene ninguna responsabilidad sobre el tema, sin embargo, dijo que la escuela solo puede ser considerada responsable si está segura de que el abuso sexual ha sucedido:

Oh, creo que la escuela tiene que asumir la responsabilidad cuando es seguro […], lo más que podemos hacer es una conversación con este niño, pero no sé si podemos profundizar demasiado en sentirnos así … deja que este niño esté mal o sigues hablando con alguien, así que me resulta muy difícil en la relación maestro-alumno en la escuela primaria donde las clases están abarrotadas te fijas y hablas, así que creo que sería necesario en la escuela tener psicólogos, cierto, que así sea, la maestra presta atención, pero ella le indica a alguien que hable, porque para nosotros es mucho más complicado […] por lo que me resulta muy difícil abordar este problema con el niño en la escuela – (Noemi).

Otro punto llamativo en el discurso de Noemi fue cuando dijo que lo máximo que podía hacer sería tener una conversación con el niño que presenta sospechas o que denuncia una situación de abuso sexual, y poco después dijo que es difícil entender y hablar con un alumno al respecto, debido al hacinamiento de las aulas, afirmando que este sería un trabajo difícil para un maestro y explica que cree que es necesario que la escuela tenga a su disposición un profesional de la psicología para que él tome medidas en relación con el niño. Lo preocupante del discurso de Noemi es que denunció que la escuela era responsable solo si estaba segura de la violencia antes mencionada; luego dijo que lo que se puede hacer es una conversación con el estudiante sobre el problema, pero poco después, informó que es difícil para el maestro tener una conversación de este tipo con el estudiante o notar cualquier evidencia de abuso sexual frente a ellos. Entonces, si la escuela solo será responsable si se confirma el abuso, entonces para Gleice, la escuela no está comprometida a actuar sobre la prevención y sospecha de abuso sexual infantil. Aún así, ¿cómo asumirá la responsabilidad por el hecho de que haya terminado si el maestro en el aula no puede al menos hablar con sus estudiantes al respecto? Se sabe que, de hecho, muchas escuelas públicas enfrentan el problema del hacinamiento en el aula, como lo demuestran los participantes de la investigación de Mariano y Muniz (2006), que analizó la relación entre la salud mental y el trabajo de los maestros de la red pública del municipio de João Pessoa – PB. En esta investigación, los docentes también hablaron sobre el tema afirmando que el hacinamiento de los estudiantes en las aulas interfiere en el proceso de enseñanza-aprendizaje y dificulta que el docente pueda ofrecer atención dirigida a todos (MARIANO; MUNIZ, 2006, p.83).

Sin embargo, dada la realidad, es necesario que el equipo escolar piense en estrategias de cómo enfrentar la situación, haciendo todo lo posible para que sus alumnos no queden fuera en este sentido, ya que una de las atribuciones de la escuela es promover la protección de los niños, niñas y adolescentes ante la violación de sus derechos (INOUE; RISTUM, 2008).

La postura presentada por Noemi limita la responsabilidad de la escuela tanto como la de Gleice, quien dijo que lo que la escuela puede hacer es hablar con la familia, para que tome las actitudes apropiadas, incluso si la niña supuestamente le dice a la escuela que fue abusada sexualmente. La profesora ha establecido una posición para evitar dar otros pasos por miedo a ser perjudicada de alguna manera, y lo deja claro en su discurso: “Una profesora que querrá denunciar, acabas perdiendo tu puesto, porque no tienes pruebas, necesitas pruebas”.

La posición de Gleice es similar a la de Noemi, ya que dijo que lo que tiene que hacer es hablar con la familia, pero luego afirmó que también es difícil hacerlo y también terminar siendo perjudicada, si esta familia vuelve contra la maestra: “Pero hay personas que ya se enfrentan, ya no admiten, ya ven que harán choza, “¿Dónde te han visto alguna vez para decirlo así?” “No me conoces”, entonces, ¿qué vas a hacer? Es el niño hablando, ¿cómo vas a hablar?” Entonces, si por temor a ser perjudicado, la escuela no hace una queja y no comunica a la familia, ¿cuál sería la posición de la escuela? Cuando Gleice dijo: “¿De qué vas a hablar?”, se entiende que ella está diciendo que no tiene nada que decir. Es decir, para ella, el colegio no tiene nada que ver en estos casos y, por ello, declaró: “[…] no nos hacemos responsables”.

De hecho, puede suceder que la familia, además de negar que el abuso sexual haya podido ocurrir, aún se oponga a la escuela por tomar medidas sobre lo sucedido, sin embargo, la institución puede tomar una actitud preservando la integridad de los educadores mediante denuncia ante el Consejo de Tutela, buscando en este órgano también lineamientos sobre cómo proceder en estos casos, o incluso realizar una denuncia anónima dependiendo de la situación a través del dial 100, en el que se garantiza el secreto sobre la fuente de información (BRASIL, s/d). Este método garantiza que el denunciante no sufra ningún daño y permite que todos los casos sean denunciados.

Así, el discurso de Gleice cuando afirmó que “La escuela no puede hacer esto”, evidencia el hecho de que existe una contradicción entre lo que la legislación prevé y lo que sucede en la práctica, considerando, por ejemplo, el único párrafo del art. 70-B de la ECA, que dispone:

São igualmente responsáveis pela comunicação de que trata este artigo, as pessoas encarregadas, por razão de cargo, função, ofício, ministério, profissão ou ocupação, do cuidado, assistência ou guarda de crianças e adolescentes, punível, na forma deste Estatuto, o injustificado retardamento ou omissão, culposos ou dolosos (BRASIL, 1990).

Así, la no denuncia es tan grave como la propia práctica del abuso sexual infantil, ya que quienes no lo denuncian acaban connivenciando con la situación. Además, la escuela es una institución que ya tiene la responsabilidad de brindar asistencia a sus estudiantes, y el personal de la escuela debe ser claro al respecto. Así, se puede decir que es inapropiado posicionar a una escuela que trata de no involucrarse con casos como la violencia sexual, ya que es una institución importante para trabajar contra la violación de los derechos de los niños, niñas y adolescentes, como lo demuestran Inoue y Ristum (2008) y es parte fundamental de una red, como se discute en la revisión teórica de este trabajo, no solo para la formación de la identidad y la socialización del estudiante, sino también con respecto a la protección del niño.

Esta discusión propuesta por los autores se acerca al discurso del profesor Pedro, quien presentó la perspectiva de que la escuela tiene una responsabilidad por el abuso sexual frente a sus estudiantes, y afirma que todo lo que la escuela pueda, debe hacerlo en defensa de ellos, ya que la escuela no tiene el compromiso solo de hacer que sus estudiantes aprendan el contenido de las asignaturas y, a diferencia de El discurso de Noemi y Gleice, Pedro fue coherente con la discusión de Inoue y Ristum (2008) aunque su discurso fue breve y no marcó cómo, entonces, la escuela podía actuar para cumplir con esta responsabilidad. Por otro lado, la profesora Maria, quien también fue partidaria de la idea de que la escuela es responsable frente al abuso sexual infantil, habló más sobre lo que podría hacer frente a esto, refiriéndose a un proceso de identificación de un caso de abuso sexual y dijo que se instruye a los maestros a ser discretos, prestar atención a los cambios en el comportamiento de los estudiantes, acércate a ellos, presta atención a los ojos de los alumnos, comprueba si algo anda mal y, en su caso, pregunta al alumno sobre la asignatura y luego comunica a la junta escolar para que el alumno haga la queja si es necesario.

De hecho, los puntos abordados por Maria son importantes ya que ser discreto cuando hay una sospecha es fundamental para evitar que el niño o adolescente sea expuesto ante sus compañeros y, además, es necesaria la discreción y el cuidado a la hora de hablar con el alumno sobre este tema para que no vuelva a ser violado, revivir la situación de violencia cada vez que hay que repetir lo sucedido. Otro punto interesante mencionado por el docente es la importancia de prestar atención a los cambios en el comportamiento de los alumnos, y esto no solo para la identificación de abuso sexual infantil, sino también para otras posibles situaciones que el niño pueda estar enfrentando, considerando la posibilidad de que sus derechos estén siendo violados de varias otras maneras.

Aún así, como señaló Maria, es importante que haya una aproximación del alumno, y tener una conversación con él también es indispensable para el proceso de identificación de abuso sexual y, es interesante que este movimiento ocurra más allá como dijo María: “[…] Si es el caso de pedir preguntar […]”; esto porque la conversación con el estudiante no necesita suceder ante una sospecha muy evidente de abuso sexual, es incluso en pequeñas circunstancias donde el maestro puede sospechar que puede haber algo diferente con los niños y / o adolescentes. Además, los pequeños indicios que manifiestan las víctimas de abuso sexual infantil (así como cualquier tipo de violencia o negligencia), deben tenerse en cuenta y pueden ser decisivos para el proceso de identificación y, por lo tanto, para tomar medidas para detener el abuso sexual al que el niño o adolescente puede ser sometido. así como la alejamiento del niño de la convivencia de su agresor, quien, además de todo, puede estar causando sufrimiento psicológico, haciendo que la víctima permanezca amenazada.

Considerando que la ECA dispone en su artículo 131, en el que determina claramente que “El Consejo de Tutela es un órgano permanente y autónomo, no judicial, encargado por la sociedad del cumplimiento de los derechos de los niños, niñas y adolescentes, definidos en esta Ley” (BRASIL, 1990), el Consejo de Tutela tiene el deber de actuar en celo por los derechos de los niños, niñas y adolescentes. Así, como afirma Quadros (2014), le interesa al Consejo de Tutela evaluar la situación en el cuidado de estos niños, niñas y adolescentes y decidir si es necesario adoptar medidas de protección, y qué acciones preservan mejor sus derechos garantizados por la ley. Por lo tanto, si la escuela se pone en contacto con la citada institución, el Consejo de Tutela deberá tomar las medidas oportunas en relación con el caso, e incluso podrá, según lo previsto en el artículo 136, párrafo único del ECA, si lo considera necesario, sacar al niño, niña o adolescente de la vida familiar, y deberá comunicarle al Ministerio Público proporcionándole información sobre el motivo de dicha comprensión y las actitudes orientadas. apoyo y promoción social de la familia (BRASIL, 1990).

Por lo tanto, el compromiso de la escuela de identificar y denunciar casos de abuso sexual puede cambiar la historia de los niños y adolescentes. Según lo previsto en la ECA, la escuela, como una de las instituciones sociales fundamentales en el desarrollo de la niñez y la adolescencia, tiene el deber de ser responsable del cumplimiento de la protección integral de este público, considerando que el compromiso social y la acción sobre los niños, niñas y adolescentes víctimas de cualquier tipo de violencia es una obligación legal de las instituciones educativas. La ley es clara al determinar que en casos de sospecha o confirmación de violencia contra el niño, niña o adolescente son obligatoriamente notificados al Consejo de Tutela, sin excluir otras medidas legales (BRASIL, 1990). Ante más de un compromiso, obligación de la escuela de notificar al Consejo de Tutela en casos de sospecha o confirmación de abuso sexual infantil, solo uno de los docentes entrevistados mencionó la denuncia a este órgano, en este caso, la entrevistada Maria.

Otro aspecto importante a discutir es que, la profesora Gleice, varias veces durante la entrevista, repitió como argumento la no actitud de la escuela hacia el abuso sexual infantil que: “Lo que vemos, no hay forma de que podamos probar […]”, sin embargo, es importante saber que no depende de la escuela o el maestro determinar y confirmar si hubo o no abuso sexual con un estudiante en particular. La obligación de la escuela, de acuerdo con la ley, es informar no solo los casos confirmados, sino también los de presunto abuso sexual. Muchos de estos crímenes no son denunciados por el mismo miedo a Gleice, que no se pueda probar, o porque no se tenga certeza de lo sucedido, y por ello muchos niños no descansan y son liberados de la situación de abuso y otra violencia ante su agresor. Sin embargo, la sospecha ya es un motivo muy importante para una denuncia y, si no se confirma el abuso, el hecho de que se haya notificado al Consejo de Tutela no causará ningún daño al niño o a la escuela, así como a sus profesionales.

No sólo el Consejo de Tutela, sino la Policía Especializada o el Ministerio Público tienen competencia para acoger las denuncias formuladas y resolver los casos referidos. Además, como señalan Pereira y Conceição (2014, p.142), “en casos de riesgos para la integridad física de la escuela o docente, los Departamentos de Educación Estatales o Municipales deben ofrecer protección y apoyo a la comunidad escolar”. Así, el temor que Gleice presentaba en su discurso: “[…] finalmente esto termina mal para ti […]”, refiriéndose a que el propio profesor se ve perjudicado al realizar una denuncia de abuso sexual, teniendo como víctima a uno de sus alumnos/estudiantes, no podría ser un estorbo para el desempeño del colegio frente a esta responsabilidad, si se buscara apoyo en estos medios de protección a la comunidad escolar, o si tan solo tuviera conocimiento al respecto.

Es importante señalar que el seguimiento de las denuncias realizadas por las escuelas, así como por otros sectores de los Departamentos de Educación Estatales o Municipales, ofrece a los maestros la garantía de que los casos notificados no serán olvidados (PEREIRA; CONCEIÇÃO, 2014, p.137). Desafortunadamente, la escuela ha actuado poco en relación con las acusaciones de abuso sexual infantil, como lo demuestra la investigación antes mencionada de Habigzang et al. (2005, p. 344),

A violência sexual foi denunciada pela mãe da vítima em 37,6% dos casos, pela própria vítima em 29% dos casos, por outros parentes, em 15,1%, e, por instituições, tais como, escola, hospital e departamento de polícia em 6,5% dos casos.

Esta investigación es solo un recorte, pero denuncia la macro situación de dificultad que instituciones como las escuelas presentan para denunciar situaciones de sospecha o confirmación de abuso sexual infantil a los organismos de protección, aunque la denuncia es un procedimiento determinado por la ley.

Un aspecto importante con respecto al discurso de los maestros es que ninguno de ellos mencionó la responsabilidad de la escuela en la prevención del abuso sexual infantil, algunos de los cuales fueron algunos de ellos permeado de cierta manera solo por el proceso de sospecha e identificación de la violencia. La entrevistada Maria, a pesar de haber sido la que más mencionó la actuación en relación al abuso sexual infantil en su escuela, tampoco presentó ninguna charla sobre la responsabilidad de la institución respecto a la tan importante prevención.

Cuando se les preguntó si la escuela en la que trabajan practica alguna acción de prevención contra el abuso sexual infantil, los maestros entrevistados presentaron respuestas similares y argumentos discrepantes. Mary dijo:

Mira, sé que tienes un programa […] que trabaja mucho en la sexualidad de los niños, que funciona más en las clases de ciencias […]. Así que hablaste mucho sobre el sexo, pero no exactamente sobre el abuso, ¿entiendes? […] En el portugués se trata de, porque nuestro enfoque es la comunicación. Puedo discutir cualquier asunto; si surge tocamos el tema, podemos hablar, y si el material nos trae trae y debate, cierto. Pero entonces, un trabajo específico creo que nunca participé – (Maria).

Se puede observar en el discurso del profesor que el tema de la sexualidad probablemente se trabaja con los estudiantes en las clases de ciencias, lo cual es común a la propia disciplina, ya que, entre otras cosas, estudia el cuerpo humano. Se entiende que estas discusiones son extremadamente importantes para informar y crear conciencia entre los estudiantes sobre su cuerpo y sexualidad. Sin embargo, Maria informó que el tema del abuso sexual no se explora específicamente con los estudiantes de la escuela. También informó que en su portugués es libre de discutir sobre cualquier tema, pero que solo eso lo hace “si surge” (sic.) o “si el material trae” (sic.), es decir, no existe un programa que asegure que existe un trabajo para prevenir el abuso sexual ante los alumnos de esta escuela.

Noemi, por su parte, tuvo un discurso enfático afirmando que la escuela no tiene prácticas para prevenir la violencia en cuestión, pero, como mencionó Maria sobre la posibilidad de que se trabaje algo sobre sexualidad en disciplinas como la ciencia o la biología:

Nunca he trabajado en ninguna escuela que haya practicado nada de esto; el único… los únicos proyectos que conozco dentro de la escuela son sobre drogas, cierto, ah…. enfermedades de transmisión sexual, pero nunca se ha hablado del abuso sexual infantil. Un tema abordado, así, que he visto conferencias en las escuelas, nunca; que he visto proyectos con los que trabajar, nunca. A menos que tengas, como, con el profesor de ciencias, biología, razón que tal vez trabaje algo con este tema, pero nunca he visto, por lo tanto, algo que sea interdisciplinario, no – (Noemi).

Como ya se mencionó, las discusiones sobre el sexo y el cuerpo humano son indispensables en el contexto escolar con las disciplinas específicas de la asignatura, pero no es suficiente para obtener la prevención del abuso sexual. Es grave el discurso de Noemi cuando dijo que nunca se habló de abuso sexual infantil con los alumnos de la escuela y que nunca hubo conferencias o proyectos sobre este tema. Es decir, según Noemi, no hay ningún movimiento sobre el problema frente a los estudiantes, que están absolutamente desprovistos incluso de pequeña información que podría ser importante para ellos para su autoprotección.

Gleice también declaró que la escuela no tiene prácticas para prevenir el abuso sexual infantil, pero su argumento difiere del de los otros participantes:

¡No, imagínate! Porque todos son evangélicos, niña, abrirás la boca, dirás que estás induciendo a sus hijos a algo (risas). […] por lo general hasta el tema de la sexualidad, estos temas tienen un proyecto de gobierno que trata de contener el embarazo adolescente porque eso le cuesta, cierto. Luego trata de contener el embarazo, luego envía todo el proyecto listo, el profesor de biología y alguna otra área más cercana que lo trabaja. Pero estos temas no se trabajan en la escuela – (Gleice).

Gleice, además de afirmar que la escuela no interviene en relación con la prevención del abuso sexual infantil, todavía coloca a la institución como si no pudiera tratar temas como estos frente a sus estudiantes. De hecho, los temas que se refieren a la sexualidad todavía están censurados y, como se discute aquí, se consideran tabú en el siglo 21. Sin embargo, es necesario pensar en estrategias para hacer frente a la situación. Además, puede ocurrir que no solo las familias, sino incluso los educadores se alejen del tema. Beiras; Tagliamento y Toneli (2005) en la investigación en la que realizaron una capacitación con educadores del Foro del Macizo Morro da Cruz, en Florianópolis/SC, con el fin de estimular la reflexión sobre temas relacionados con la sexualidad y el género en las escuelas, encontraron que el trabajo sobre sexualidad en estas instituciones todavía está cubierto de controversia debido a la diversidad de puntos de vista, valores y creencias de estudiantes, padres, maestros y directores en relación con el tema. Según los autores, las dificultades comienzan con la propia sexualidad de los educadores, que se sienten incómodos para establecer una conversación franca con los estudiantes sobre ciertos temas, lo que dificulta enfrentar circunstancias inesperadas que surgen constantemente en el contexto escolar.

Por lo tanto, los tabúes deben romperse no solo de los padres de los estudiantes, que son a quienes Gleice se refirió en su discurso, sino también de todos los involucrados en el contexto escolar, incluido el propio equipo escolar, para que potencialmente pueda trabajar con los estudiantes para estos temas más sensibles como el abuso sexual infantil.

Sobre las prácticas de la escuela en materia de prevención del abuso sexual infantil, el profesor Pedro afirmó que, como docente relativamente nuevo en la institución, no podía responder a esta pregunta con la propiedad, pero mencionó una figura importante en el contexto escolar; se trata del llamado Profesor Mediador:

Mira, solo he estado aquí poco tiempo, así que esa pregunta no puedo responder. Sinceramente… y cómo… no hace ni un año que estoy aquí, así que no sé si alguna vez se ha hecho, pero recuerdo que hasta el año pasado tuve una maestra mediadora y me ayudó mucho a mi vista, cierto, porque ella siempre daba el servicio a los alumnos, así que si alguna profesora quería hablar de algún problema, algún conflicto, algo, sobre ese estudiante en particular ella siempre estaba lista, correcto, y también la dirección estaba al tanto de todo esto, correcto, la dirección de la escuela, así que creo que el maestro mediante, que había este proyecto en la red estatal es algo que ayudó, cierto, (Pedro).

La creación del rol del Maestro Mediador Escolar y Comunitario (PMEC) se produjo a través de la implementación del Sistema de Protección en las escuelas públicas del Estado de São Paulo. Se trata de una iniciativa que reúne acciones interdependientes y correlacionadas dirigidas a proteger a todos los actores de la comunidad escolar, incluidos padres, alumnos, docentes y empleados, ya sea en relación con los actos más graves de indisciplina y conflictos que afectan a los distintos segmentos escolares, o respecto a la comisión de delitos, así como cualquier otro factor de vulnerabilidad al que pueda estar expuesto el colegio (LEANDRO, 2014). La Resolución SE 19/2010 instituyó oficialmente el Sistema de Protección Escolar (SPE) en la red del estado de São Paulo, y fue modificada el 20 de enero de 2012 por la Resolución SE No. 07, que dispone:

Artigo 10 – O artigo 7º da Resolução SE nº 19, de 12 de fevereiro de 2010, passa a vigorar com a seguinte redação: “Art. 7º – Na implementação das ações específicas do Sistema de Proteção Escolar, a escola poderá contar com até 2 (dois) docentes para atuarem como Professor Mediador Escolar e Comunitário, cujas atribuições consistem, precipuamente, em: I – adotar práticas de mediação de conflitos no ambiente escolar e apoiar o desenvolvimento de ações e programas de Justiça Restaurativa; II – orientar os pais dos alunos, ou responsáveis, sobre o papel da família no processo educativo; III – analisar os fatores de vulnerabilidade e de risco a que possam estar expostos os alunos; IV – orientar a família, ou responsáveis, quanto à procura de serviços de proteção social; V – identificar e sugerir atividades pedagógicas complementares, a serem realizadas pelos alunos fora do período letivo; VI – orientar e apoiar os alunos na prática de seus estudos” (NR) (SÃO PAULO, 2012).

Por lo tanto, el Maestro Mediador Escolar y Comunitario debe presentar ventajas en la comunicación interpersonal de la comunidad escolar, proporcionando una mejora en el entorno escolar y contribuyendo a la formación integral del estudiante. “Preservar y anticipar para prevenir las relaciones entre profesionales y estudiantes, entre estudiantes que divergen entre sí, creando conciencia sobre la necesidad de una disciplina consciente, como el autocuidado” (LEANDRO, 2014, p.92).

Así, el PMEC puede actuar en las escuelas asistiendo, entre otras cosas, en la labor de prevención, sospecha e identificación del abuso sexual infantil. Sin embargo, como ya se ha dicho aquí, se sabe que la realidad difiere de lo previsto por la ley en muchas instituciones públicas y privadas, y la escuela es una de ellas. Como mostró el profesor Pedro en su intervención, ya no existe en esta escuela la realización de un PMEC y, además, a partir del discurso de los otros docentes entrevistados, que trabajan más tiempo en esta institución específicamente, ni en otras ocasiones hubo un trabajo específico sobre Abuso Sexual Infantil y ningún otro participante mencionó ninguna acción por parte de los docentes que mediaron en esta escuela.

Ante lo expuesto por los docentes participantes en esta investigación, se pudo percibir que la escuela se mantiene en libertad de las acciones de prevención contra el abuso sexual infantil, así como presenta una dificultad en las estrategias para hacer frente a la sospecha e identificación de dicha violencia. Además, la conciencia en sí misma sobre la responsabilidad de la institución en el tema no está clara para todo el equipo escolar, según las notas de los entrevistados. Así, se percibe que institucionalmente esta escuela presenta importantes brechas en la temática; ahora se propone, en esta discusión, reflexionar sobre el maestro específicamente, desde los ojos de los propios entrevistados.

4.2 CATEGORÍA 2 – ¿Y YO CON ESO? LA PREPARACIÓN Y ACCIONES DE LOS DOCENTES.

la última categoría de análisis tiene como objetivo discutir la preparación de los maestros con respecto a la identificación de posibles víctimas, así como sus acciones y experiencias en relación con el abuso sexual infantil frente a sus estudiantes. al ser interrogados se consideran preparados para identificar posibles víctimas de abuso sexual infantil, los docentes entrevistados dejaron en claro que no se sienten preparados para esta acción frente a sus alumnos. Maria declaró que:

No. Creo que necesito más información. Lo que tengo es la sensibilidad natural de ser humano. Porque así es como es, lo que obtengo de la orientación, si sospecha algo, háganoslo saber. Me baso más en lo que mi conocimiento del mundo, mi percepción, pero no creo que no esté preparado – (Maria).

Al igual que Maria, Gleice también mencionó la experiencia como algo que la ayuda en el proceso de identificación del abuso sexual infantil:

Por supuesto, no tengo curso, correcto, pero nosotros, entonces, por experiencia, correcto, así, por el comportamiento de los estudiantes, allí por lo que suelen hablar […], correcto, porque cuentan, correcto. Entonces terminas asociando un poco, correcto la situación en particular, correcto, de repente puede estar sucediendo, correcto – (Gleice).

Además, a Gleice le preocupaba hablar del estudiante que es víctima de abuso sexual desde la perspectiva del aprendizaje de contenidos teóricos, o por la dificultad que presenta el niño en este proceso de aprendizaje, diciendo que trata de encontrar formas de hacer que dicho niño produzca buenas calificaciones, debido a una demanda del gobierno que, según ella, no se preocupa por la situación emocional del estudiante, a menos que sea “laudado” (sic.):

[…] el estudiante no aprende nada, un estudiante que no socializa, y el gobierno envía pruebas queriendo una nota de él. Así que necesito identificar, cierto, lo que está pasando para tener una conversación allí con él para ver si puedo hacer que produzca algo … ¡Oh, qué maldad! (risas). El problema de sí mismo, que es resolver toda su vida no puedo, tengo que resolver el problema del gobierno, que él quiere anotar, quiere que conozca todos los contenidos, pero luego dices: “Oh, pero la persona está con algún problema, cierto, emocional, debe estar pasando por algo”. ¿Tienes alguna manera de demostrarlo? (risas) No, no. […] Pero como no es laudado el Estado no reconoce a este estudiante como DI. Y luego requiere que tenga el mismo aprendizaje, el mismo rendimiento, ¿verdad, que los demás, y luego? – (Gleice).

Gleice retomó con su discurso, discursos ya presentados en esta discusión, que el profesor no tiene forma de probar lo que ve, y nuevamente esto ocupa un lugar de obstáculos de acciones contra el abuso sexual ante los estudiantes. En este sentido, la maestra es aún más enfática al decir que su palabra no tiene valor, y también habla de su posición en cuanto a lo que enseña a sus alumnos:

Quiero decir, mi palabra no sirve de nada en la escuela, ¿entiendes? La palabra del maestro, la dirección no sirve de nada. Puedes morir por ver cosas aquí, pero no sirve de nada. Hasta que la familia toma una actitud, va allí a hacer su reportaje, va allá… no sirve de nada, lo que digo, lo que veo no es bueno. Altamente frustrante esta profesión (risas); diríamos que es basura, porque enseño un montón de cosas como esta, que sigo pensando: “Gente esto está tan en desuso, es tan inútil que, tan, tan, fuera del cable” (risas). Es tanta basura para sus mentes y lo que realmente necesitaba enseñar, que sería bueno para ellos no podemos, nos topamos con la familia, nos topamos con la sociedad, nos topamos con la estación de policía, si puedes demostrarlo, chocamos con el…. Si vas a referirte al médico, “Sí, entonces, pero ¿quién te dijo eso?” ¿Te voy a decir que fui yo? (risas). Así que es basura, solo mierda, ves y no puedes hacer nada, ¿entiendes? – (Gleice).

Además de Gleice, Noemi también retoma la idea de que ante una acción tomada por la maestra, el niño puede negar que el abuso haya ocurrido, y esto no tiene forma de probar el hecho, y termina siendo perjudicado. Afirma que no está preparada para identificar posibles víctimas:

Supongo que no me […] gusta que me voy a acercar a este chico, ¿entiendes? ¿Qué me va a decir ella y luego voy a responder a quién? Voy a ir en la dirección, y la junta irá al Consejo de Tutela, y de repente en el momento en que ese niño lo niegue, o los padres o la persona que abusó de él se mantendrán encima de ese niño, o incluso encima de mí; Me parece una situación muy complicada. […] Entonces, creo que no estoy preparado para esto, porque de repente llega este niño, y me estoy notando, incluso puedo comunicar la dirección para llamar al Consejo de Tutela, pero voy a hablar, voy tras este niño, voy tras la familia, no, (Noemi).

El profesor Pedro presentó la perspectiva de que la dirección de la escuela estaría mejor preparada para identificar el abuso sexual frente a sus estudiantes, ya que se ocupa no solo de una clase, sino de todas:

No, no me considero preparado porque no sé de la poca experiencia que todavía tengo, cierto, en el aula, pero ese tampoco es el caso, creo. Pero creo que por mi formación, que creo que otros profesionales, cierto, que a veces están incluso en una jerarquía mayor que la mía dentro de la escuela, tienen otras visiones y otras decisiones, correcto, que se tomen antes de eso, debido a la función de la persona, también lo son otras experiencias, cierto, que la jerarquía tiene … la jerarquía más grande, derecha, gestión escolar, derecha, quién es director, vice, tienen otra forma de tratar, otra visión, han pasado por más cosas que las personas que son maestros, no solo porque están así en una jerarquía más grande, sino porque este caso de … de su profesionalismo, derecho a resolver cosas y conflictos en las escuelas, cierto, porque toman el conflicto en general, solo tomamos una habitación, no lo hacen, tienen que abarcar toda la escuela, así que prácticamente, correcto, porque está dentro de la responsabilidad de su dirección. – (Pedro).

Ante la idea que Pedro expresa de que la gerencia sería más capaz de desempeñar el rol de identificar casos de sospecha de abuso sexual frente a los estudiantes, se puede pensar en cómo esto sería posible si no fuera por un trabajo que contó con todo el equipo escolar. Cardoso y Menezes (2009) discuten la importancia de la calificación y sensibilización de los agentes del Estado sobre el abuso que se debe realizar de manera irrestricta y constante, impregnando el trabajo tanto de los profesionales involucrados directamente con niños, niñas y adolescentes, como de aquellos que tienen contactos ocasionales, como los empleados administrativos. Por lo tanto, se entiende que en el contexto escolar, esta preparación debe hacerse con todos los empleados de la institución, es decir, no solo responsabilizar a la administración de la escuela por el problema, sino también responsabilizar al maestro por el mismo. Es necesario que todo el equipo escolar esté atento a la identificación de posibles víctimas, desde directores, coordinadores, profesores, hasta empleados que trabajan en la parte administrativa, en la cocina, en la higiene del entorno escolar, etc.

Pedro también mencionó su poca experiencia como maestro que tiene menos tiempo en esta área en comparación con los otros maestros de la escuela donde trabaja y dijo que no se consideraba preparado para identificar el abuso sexual infantil. A pesar de decir que “este no es el caso” (sic.), al hablar de su poca experiencia, se refirió en su discurso a la experiencia (o falta de ella). Gleice también presentó durante la entrevista esta perspectiva de “experiencia” (sic.) como algo que puede contribuir al proceso de identificación del abuso sexual ante los estudiantes, al decir que no tiene apoyo de ningún curso que lo prepare para esta acción. Se puede decir que Maria también abordó estos medios que utiliza para actuar frente al problema, siendo, en sus palabras, “la sensibilidad natural de un ser humano”, “mi conocimiento del mundo” (sic.).

Dicho esto, es posible pensar en varios aspectos que impregnan el trabajo de los docentes ante la identificación del abuso sexual. No se puede ignorar que la experiencia, las habilidades que tiene cada persona para percibir ciertas situaciones, independientemente de si es educador o no, pueden contribuir al proceso de identificación del abuso sexual infantil, sin embargo, esto es poco para que una persona esté debidamente preparada para combatir la violencia antes mencionada. Libâneo (2002) discute el trabajo del docente como una acción práctica y bidireccional, la de ser una práctica ética orientada por objetivos (implicando, entonces, la reflexión) y la de ser una acción instrumental adecuada a las situaciones; la reflexión sobre la práctica no es suficiente para resolverlo todo, y la experiencia reflejada tampoco lo resuelve todo. Por lo tanto, “se necesitan estrategias, procedimientos, formas de hacer y una cultura general sólida, que ayuden a realizar mejor su trabajo y mejorar la capacidad reflexiva sobre qué y cómo cambiar” (LIBÂNEO, 2002, p.76).

En este sentido, se puede decir que existe una necesidad de preparación y reflexión de los docentes ante diversos problemas en el contexto escolar. Gleice, además de mencionar sobre la experiencia como única base para sus acciones ante la identificación del abuso sexual infantil, presenta en su discurso otro aspecto, que es el aprendizaje del estudiante que pasó por la violencia. Es cierto que, de hecho, el niño que es víctima de abuso sexual puede tener diferentes problemas escolares, como denotan Papalia, Olds y feldman (2006), y es importante que el profesor trabaje para tratar de dar a este alumno el apoyo necesario ante sus dificultades.

Otro punto tomado por la maestra es sobre su falta de preparación con respecto a la identificación del abuso sexual infantil bajo el siguiente argumento: “¿Puedes probarlo?”. En otro momento dijo que la palabra del maestro no tiene valor: “La palabra del maestro, desde la dirección no es buena. Puedes morir por ver cosas aquí, pero no sirve de nada”. Noemi también recuperó el hecho de que no tiene medios para probar que el abuso ocurrió o que el niño lo reclamó; nuevamente presentó un temor de ser perjudicada al informar sus sospechas, cuando dijo: “Buscaré dirección, y la junta buscará el Consejo de Tutela, y de repente en el momento en que ese niño lo niegue, o los padres o la persona que abusó de él se mantendrán encima de ese niño, o incluso encima de mí”. Como ya se discutió en la categoría de análisis anterior, hay formas de tomar medidas sobre el abuso sexual infantil sin dañar al maestro e incluso sin ser identificado.

Se entiende una vez más que existe la necesidad de que los maestros estén más informados sobre el tema; También se puede pensar que muchas veces, estos profesionales terminan por no tomar actitudes sobre el tema debido a esta falta de información, pero también por la ausencia de discusiones en equipo, por lo que se fortalece tanto en conocimientos como en estrategias para enfrentar diferentes situaciones frente a sus alumnos.

Otro aspecto importante a puntuar es sobre la desmotivación en la que se han encontrado muchos profesores. Esto se puede ilustrar con el discurso de Gleice, en el que afirmó: “[…] Chicos, esto está tan en desuso, es tan inútil que, tan, tan, fuera de la capa” (risas). Es tanta basura para sus mentes y lo que realmente necesitaba enseñar, que sería bueno para ellos que no podemos […]”. Se sabe que el docente se inserta en una realidad adversa, que va acompañada de baja remuneración, reconocimiento y calificación profesional, lo que puede generar sentimientos de desánimo, cansancio, apatía, desesperanza y pasividad entre los docentes, que sienten que están sin recurso para enfrentar todas estas demandas y presiones (PATIAS; BLANCO; ABAID, 2009).

Así, la mirada del profesor impregna estos factores y en muchos casos acaba teniendo un mal resultado en su ejercicio profesional. El término “basura”, utilizado por Gleice puede contar un poco sobre esta situación vivida por los maestros de la educación brasileña. Lógicamente, no se puede diagnosticar y decir sobre las razones por las que el profesor presentó tal discurso, sin embargo es posible reflexionar a través de él sobre situaciones en las que se han encontrado los docentes y sobre la perspectiva que terminan teniendo en relación a su trabajo.

Gleice se queja de que tiene que responder al Gobierno con buenas calificaciones de sus alumnos, teniendo que enseñarles el contenido previsto, y que por lo tanto no puede enseñar lo que cree que es importante; esto refiriéndose a la falta de acciones de su parte contra el abuso sexual frente a sus estudiantes. Se entiende que el profesor debe seguir un contenido programático establecido para cada período al que asisten los estudiantes en su fase escolar; sin embargo, se sabe que es necesario que el docente tenga la capacidad de impulsar estrategias para enfrentar situaciones más allá de los contenidos teóricos, ya que, como aquí se discute, la escuela tiene el deber de capacitar a las asignaturas en diferentes áreas que impliquen su desarrollo, así como es responsable de actuar en protección de sus estudiantes.

O Arte. 277 de la Constitución de la República Federativa del Brasil de 1988, que es la ley que rige el país, dispone que:

É dever da família, da sociedade e do Estado assegurar à criança, ao adolescente e ao jovem, com absoluta prioridade, o direito à vida, à saúde, à alimentação, à educação, ao lazer, à profissionalização, à cultura, à dignidade, ao respeito, à liberdade e à convivência familiar e comunitária, além de colocá-los a salvo de toda forma de negligência, discriminação, exploração, violência, crueldade e opressão.

Por lo tanto, todos, sin excepción, deben comprometerse a proporcionar al niño, niña y adolescente lo previsto en esta ley, ya que en este artículo abarca no solo a la familia y al Estado, sino a toda la sociedad como responsable del cumplimiento de esta ley. Además, como ya se discutió aquí, la escuela, si bien el importante papel que desempeña en la vida de sus estudiantes tiene un compromiso aún más significativo con el cumplimiento de esta ley y los maestros como agentes importantes para sus estudiantes, no pueden descuidar y dejar de mover acciones que promuevan movimientos que avancen hacia el cumplimiento de esta ley.

Con esto, se puede pensar: el docente debe enseñar al alumno los contenidos que le proporciona el ámbito gubernamental, pero, por otro lado, sin dejar de cumplir con sus responsabilidades respecto al cumplimiento de las leyes ante el niño, niña y adolescente en medio de su trabajo. Por ello, se nota una vez más que hay una falta de información, preparación y estrategia a los docentes, que terminan por no saber cómo lidiar con la situación, y muchos ni siquiera son conscientes de sus responsabilidades para con los niños y adolescentes, lo que termina resultando en la falta de protección de los estudiantes en muchos aspectos, así como en el abuso sexual infantil.

En cuanto a la formación de profesionales de la educación en relación con el abuso sexual infantil, algunos de los participantes entrevistados evaluaron que es leve y precario:

Muy ligero, muy ligero. Creo que tendría que cuidarme, especialmente en estos días. […] Creo que debería tener más información; Siento esta necesidad como maestra – (Maria).

Oh, creo que es precario todavía, ¿verdad? […] La formación hoy no tenemos esta orientación, cierto […] – (Noemi).

Otros maestros declararon que no tenían capacitación al respecto:

No, tu no. El gobierno incluso dice que sí, te manda unos cursos para leer ahí (risas) si entiendes, entiendes, si no entiendes (risas)… Ni siquiera sé si lo has hecho, nunca he tomado un curso como este, no recuerdo haber visto ninguna guía de este tipo – (Gleice).

Sinceramente, nosotros… no estábamos preparados, no estábamos, así que, instruidos, correcto […] creo que nos falta, nos falta… algún proyecto, algo que […] empodere a los docentes y… correcto, dar al menos lo básico para que podamos pasar esto desde allí – (Pedro).

Esta falta de preparación mencionada por los entrevistados es una realidad que perjudica gravemente lo previsto en el ECA:

Art. 70-B.  As entidades, públicas e privadas, que atuem nas áreas a que se refere o art. 71, dentre outras, devem contar, em seus quadros, com pessoas capacitadas a reconhecer e comunicar ao Conselho Tutelar suspeitas ou casos de maus-tratos praticados contra crianças e adolescentes (BRASIL, 1990).

Así, la ley establece que los profesionales en las áreas de información, cultura, ocio, entretenimiento, entre otros, deben poder reconocer y denunciar posibles casos de violación del derecho de los niños, niñas y adolescentes, y esto incluye violencia como el abuso sexual (BRASIL, 1990).

Dada la formación coja en la preparación de profesionales para enfrentar la violencia, y la necesidad de formación docente para hacerlo, Pereira y Conceição (2014) señalan que han surgido algunas propuestas. Una de ellas es la creación de la Guía Escolar en 2003, creada en acción conjunta entre la Secretaría de Educación, Alfabetización y Diversidad (Secad) y la Secretaría Especial de Derechos Humanos (SEDH), con el objetivo de asistir como instrumento a los educadores en relación con la identificación de signos de abuso y explotación sexual contra niños, niñas y adolescentes.

El proyecto Escuela que Protege es otra propuesta, desarrollada por el Ministerio de Educación en 2004 a través de Secad con el propósito de posibilitar acciones educativas y de preparación para enfrentar la violencia contra niños, niñas y adolescentes. En 2006 se determinó como prioridad básica la formación de docentes y otros profesionales en el campo de la educación para actuar como actores importantes en la garantía de los derechos de los niños, niñas y adolescentes. La capacitación fue realizada por la Universidad Federal de Santa Catarina a través de un curso de educación a distancia, seguido de una etapa presencial realizada en todas las regiones de Brasil por universidades estatales y federales (PEREIRA; CONCEIÇÃO, 2014).

Pereira y Conceição (2014) también afirman que el curso se denostó “Formación de educadores: subsidios para hacer frente a la violencia contra niños, niñas y adolescentes”. Es posible notar que la preocupación por la construcción de propuestas es evidente principalmente en los proyectos de educación continua. Sin embargo, no es fácil encontrar proyectos relacionados con la violencia contra niños, niñas y adolescentes en la educación inicial de los docentes, aún menos propuestas que no tienen una perspectiva inmediata para la solución de este problema.

Se entiende que la búsqueda de información puede constituirse como una forma de prepararse en la acción contra el abuso sexual infantil, ya que, teniendo conocimiento sobre el tema, aumenta la posibilidad de estudios de prevención y casos sospechosos, y también puede, a partir de entonces, solicitar ayuda a equipos de red de diferentes servicios, sobre cómo actuar si existen dudas según cada situación. Existe una extensa literatura sobre el tema, como el cuaderno de Secad “Proteger para Educar: escuela articulada con redes de protección de niños y adolescentes”, que tiene como objetivo compartir conocimientos con profesionales de la educación sobre las diferentes formas de violencia de los contextos sociales que promueven acciones agresivas y situaciones de riesgo (SECAD, 2007). Tener conocimientos sobre el tema ayuda al profesional a no dejar que los estudiantes pasen desapercibidos ante la violencia sufrida.

Brino y Willians (2005), como ya se presentó en este trabajo, afirman que la formación de los maestros pertenece al nivel primario de prevención del abuso sexual infantil, que tiene como objetivo eliminar o reducir los factores sociales, ambientales y culturales que conducen a los actos de agresión. En este nivel también se encuentran la promoción de acciones con la población en riesgo, promoviendo la educación de los niños sobre los riesgos del abuso sexual, ya que, como señalan Santos e Ippolito (2009), la educación sexual es la mejor manera de prevenir, pues un programa de educación continua es capaz de preparar a los niños y adolescentes para defenderse de esta violencia.

Otro medio de prevención mencionado por los autores es la inclusión social del niño considerado como “diferente”, o rechazado por los grupos. “Después de la subyugación del niño al abuso sexual sufrido en el hogar o en el vecindario o su silencio ante él, generalmente hay una búsqueda de aceptación y afecto de un ser querido” (SANTOS; IPPOLITO, 2009, p.128). Así, muchos de los niños terminan siendo víctimas de abuso sexual teniendo un bajo nivel de autoestima, generalmente creciendo en aislamiento en su propio hogar y en la comunidad en la que viven, y no teniendo orientaciones sexuales fundamentales.

Con el objetivo de la prevención, Santos e Ippolito (2009) sugieren a las escuelas que promuevan la sensibilización de los miembros de la familia responsables de la educación de los niños y adolescentes; mantener una relación de confianza con el niño; dedicarle tiempo, y escuchar abiertamente lo que el niño tiene que decir, sin trivializar su discurso y; construir una red de apoyo social entre los miembros de la familia en el trabajo para proteger al niño.

En este sentido, empoderar a los niños y las madres para que reconozcan las señales de que se está produciendo abuso sexual puede ser una acción que detenga efectivamente la ocurrencia de dicha violencia. Esta intervención dirigida al niño trabajaría en el reconocimiento de signos de acercamiento de un agresor, así como en el reconocimiento de conductas sexuales inapropiadas. Para las madres, la acción implicaría el reconocimiento de comportamientos que son indicadores del abuso. En el caso de acciones para detectar niños, niñas y adolescentes en riesgo, rompiendo con actos violentos o sus repeticiones, interviniendo en casos ya confirmados y trabajando en la prevención de posibles secuelas, esta perspectiva se ajusta a la prevención secundaria o incluso terciaria (BRINO; WILLIANS 2005).

Se pueden tomar muchas otras medidas contra el abuso sexual infantil por parte de los maestros y todo el personal de la escuela. Sin embargo, existe una dependencia de que estos profesionales busquen apoyo en una educación continua, ya que, en general, los temas que se refieren a la sexualidad humana están casi ausentes del currículo de casi todos los cursos en nuestro país. Asimismo, poco se habla de violencia durante la graduación de nuestros profesionales. Asociando la falta de claridad en los conceptos con un desconocimiento casi total sobre la legislación y las atribuciones de diferentes instituciones, si se deriva, profesionales no preparados para enfrentar los casos reales que se manifiestan, temerosos de posicionarse frente a ellos y temerosos de que la derivación de una sospecha pueda resultar en algún inconveniente legal para este profesional (LERNER, 2000).

Todo esto se puede ver en la práctica e ilustrado por el discurso de los maestros entrevistados cuando dijeron sobre sus acciones con respecto a la prevención del abuso sexual infantil: “No, nunca he hecho ningún proyecto, lo único es la observación y aproximación del estudiante” – (Maria). Esta respuesta se repite en similitud en el discurso de Noemi: “No, yo como profesor de arte nunca abordé nada en este tema, ¿de acuerdo?”; Maria, Noemi y Pedro manifestaron claramente que nunca promovieron acciones para prevenir el abuso sexual frente a sus alumnos. Gleice también dijo sobre su actuación: “Preguntan, nosotros respondemos, pero así, sigo hablando así, no, cierto; Respondo por los curiosos […]”, sin embargo, esto no puede considerarse un método de prevención, ya que responder a las preguntas que (y si) surgen es muy poco y, además, los niños que no hagan preguntas al respecto al profesor, se quedarán sin ninguna información sobre el tema.

Asumiendo que el abuso sexual infantil es más común de lo que está expuesto a la sociedad, uno puede pensar que muchos niños y adolescentes que fueron violados sin que nadie identifique lo que sucedió y se mueva medios para detener el abuso. Estas víctimas en su mayoría pasaron o pasaron por un período escolar y alguna vez fueron estudiantes de varios maestros, que no hicieron intervenciones sobre esto. El pequeño número de casos evidentes o denunciados en relación con el número real de víctimas da la impresión de que hay pocos casos de abuso sexual. Los participantes de esta investigación hablaron sobre sus experiencias con un estudiante en el que había sospecha o identificación de abuso sexual infantil, y Noemi afirmó que nunca se encontró con un estudiante en estas condiciones.

La profesora Maria y el profesor Pedro manifestaron que ya habían tenido un alumno que sufrió abuso sexual infantil, pero que no fueron ellos los que se dieron cuenta sino que la escuela ya había sido informada del caso: “Sí, lo he tenido pero ya era un hecho. Entendí la diferencia en la estudiante, en este caso, y luego fui a preguntar, y luego dijeron que ella sufría” – (Maria); “Mira, he escuchado … No fue en esa escuela, fue en otra escuela… Yo.. de un niño que fue abusado por su padrastro, y realmente tenía problemas, cierto, en el aula” – (Pedro). Ambos maestros declararon que percibían que los estudiantes en cuestión tenían una actitud diferente en el aula, pero esta percepción se produjo solo después de que se les informó sobre el abuso. Este es otro aspecto que anima a volver a reflexionar sobre la necesidad de formación para identificar posibles víctimas de abuso sexual.

La maestra Gleice dijo que había una estudiante que le dijo varias cosas: “[…] solían meterse con la niña, ya sabes, cosas así, ya sabes, involucraron a esta niña de diferentes maneras, no sé si ni siquiera he tenido sexo con ¿Está ahí […]”. Gleice también dijo sobre su actitud hacia esto:

Ah, comenté, cierto, con los maestros de la Clase de Trabajo Pedagógico Colectivo (ATPC) […] allí todos eligieron decir que su comportamiento era malo, que tenía que hablar con su madre, que no sé qué, pasó a la coordinación. Pasó a coordinar, murió el sujeto (risas) – (Gleice).

El caso de Gleice es una situación en la que la adolescente le contó sobre hechos relacionados con el abuso sexual. Esto, a su vez, informó lo sucedido al personal de la escuela y, por lo que informó, no se hizo nada debido al comportamiento de indisciplina del estudiante en la escuela. Se ve lo importante que es que el docente tenga dominio de la información sobre dicha violencia, para que, en lugar de estigmatizar al alumno, entienda que su posición puede provenir de una situación como esta. La maestra dijo que no dio otros pasos y que solo sabe que la estudiante mencionada comenzó a prostituirse.

Se deben tomar medidas para asegurarse de que los niños y adolescentes ya no sean descuidados. Como argumentan Pereira y Conceição (2014, p.142), “la escuela no es una isla”. Aunque queremos excluir el tema de los diferentes tipos de violencia y dejarlo fuera de la escuela, en medio de la dificultad de enfrentar situaciones que la involucran, la falta de apoyo institucional y medios de protección para la propia escuela, aunque se quiera negarla, está presente en la institución y genera malestar en la vida cotidiana, especialmente en el aula, en las constituciones de las diferentes relaciones.

5. CONCLUSIÓN

Este trabajo nos permitió conocer y discutir el posicionamiento de los docentes respecto a la prevención, sospecha e identificación del abuso sexual infantil en el contexto escolar, que fue el objetivo de este estudio, logrado a través de una encuesta encuestada. Por lo tanto, fue posible discutir los ojos de los estudiantes sobre la responsabilidad de la escuela frente al abuso sexual infantil.

Se puede ver que algunos maestros creen que la escuela no tiene responsabilidad por la violencia antes mencionada, y otros entienden que esta institución tiene algún deber, pero estos han demostrado que no son conscientes de lo responsable que es para el cuidado y protección de los niños, niñas y adolescentes, presentando en sus declaraciones responsabilidades que se limitarían al tema, y que están muy por debajo de las obligaciones de la institución previstas por la ley. Así, lamentablemente, una de las hipótesis planteadas por el investigador en el proyecto de esta investigación es el desconocimiento por parte de los docentes sobre el impacto y la responsabilidad respecto al tema en el contexto escolar.

Además, se identificó que existe una evitación por parte de los docentes de involucrarse en casos de abuso sexual frente a sus alumnos, por temor a que acaben algunos inconvenientes para estos profesionales. Luego, se discutió sobre las diversas formas en que el equipo escolar debe tomar acciones contra dicha violencia para no ser perjudicado, y, además, se discutió cómo no denunciar ser tan grave como el propio abuso sexual infantil, de acuerdo con el Art. 70-B de la ECA (BRASIL, 1990). Algunos maestros mencionaron que la familia del niño tiene que tomar medidas al respecto, eliminando toda responsabilidad o percibiéndose a sí mismos en un lugar de impotencia afirmando que no hay nada que puedan hacer sobre el abuso sexual infantil. Esto también confirma otra hipótesis planteada anteriormente en este estudio, cuando se observa que los profesores creen que esta asignatura es responsabilidad exclusiva de la familia del niño, ya que su enfoque se restringe al proceso de enseñanza-aprendizaje de los contenidos teóricos. Esta posición no era común a todos los entrevistados, pero se manifestaba en declaraciones expuestas por algunos participantes.

El análisis también mostró que algunos maestros, en varias ocasiones, repitieron que no toman ciertas medidas con respecto al abuso sexual frente a sus estudiantes porque no hay forma de probar que el abuso ocurrió y ni siquiera que el niño o adolescente les haya dicho nada. Por lo tanto, se discutió que no depende de la escuela o el maestro verificar si hubo o no abuso sexual con un estudiante o estudiante en particular. La obligación del equipo escolar determinado por la ECA es notificar al Consejo de Tutela (sin excluir otras medidas legales) no solo la confirmación, sino también las sospechas de niños y/o adolescentes que puedan estar sufriendo o hayan sufrido abusos sexuales.

También se notó en esta investigación que la escuela no tiene ninguna acción para prevenir el abuso sexual infantil. Algunos entrevistados dijeron que puede ser que el tema se trabaje con los estudiantes durante las clases de ciencias, que trata sobre el cuerpo humano, pero afirmaron que no hay certeza de que este trabajo se esté llevando a cabo. Por lo tanto, en esta escuela, según los entrevistados, no hay ningún proyecto que fortalezca el equipo, preparándolo para que pueda brindar algún apoyo a los estudiantes en protección contra el abuso sexual infantil.

Los maestros entrevistados también manifestaron que nunca sospecharon e identificaron a un niño, niña o adolescente que haya sufrido abuso sexual, lo que ocurrió fue que algunos maestros tuvieron contacto con estudiantes de quienes se advirtió a la escuela que eran víctimas de dicha violencia; solo una maestra declaró que un estudiante le contó que había sufrido abuso sexual, pero nunca hubo una acción de esta maestra para su identificación; solo lo sabía porque el niño le contó claramente lo que sucedió. Así, se puede pensar en otra hipótesis planteada, que cuestionaba si los docentes creen que nunca se han enfrentado a un caso de un alumno que es víctima de abuso sexual, considerando que no son conscientes de cómo podrían ser conscientes de este fenómeno. Esta hipótesis se confirma en el sentido de que, de hecho, los entrevistados manifestaron que carecen de conocimientos para tratar el problema en cuestión, y también se confirma en la medida en que afirmaron que nunca identificaron un caso de abuso sexual entre sus estudiantes. Lo que no es consistente con el resultado en relación a esta hipótesis es que los maestros declararon que ya estaban frente a un estudiante víctima de abuso sexual, sin embargo, esto ocurrió solo porque fueron informados previamente sobre lo que le sucedió al niño.

Se considera que todos los maestros informaron que no tenían una capacitación que les capacitaría para hacer frente al abuso sexual infantil en el contexto escolar. Se vio que muchos docentes solo tienen experiencia de vida como único instrumento para tratar el tema frente a sus alumnos, sin embargo, se discutió que es necesario que el docente sea capaz de impulsar estrategias para enfrentar situaciones como la violencia sexual, ya que la escuela tiene el deber de capacitar a las asignaturas en diferentes áreas que impliquen su desarrollo, así como es responsable de actuar en protección de sus estudiantes. Los docentes manifestaron que, además de que la formación no les ofreciera dicha formación, no existe una formación continuada que hayan realizado al respecto; declararon que no conocían ningún programa de capacitación del que disponía en relación con el abuso sexual infantil.

Esto se dice que confirma la última hipótesis planteada anteriormente, que cuestionaba si los docentes no están preparados para identificar, prevenir o conducir el proceso frente a los estudiantes que son víctimas de violencia sexual en la infancia, ya que su formación académica no ofrece conocimientos sobre el tema, y los profesionales no buscaron conocimientos en una educación continua.

Cabe destacar que tratar el abuso sexual infantil no es una tarea fácil. Debido a que es una violencia que no siempre deja secuelas visibles, es muy difícil de identificar, incluso para los profesionales de la psicología, hagamos más por el equipo escolar. Por ello, es necesario que exista información y formación de profesionales en el contexto escolar, para que puedan corroborar para combatir tal repudio a la delincuencia.

Una posibilidad para estos docentes, además de buscar más información, sería una rueda de conversación en la que se hablara del abuso sexual infantil y, con ello, cada docente podría complementar la información que su compañero tiene sobre el tema, enriqueciendo y fortaleciendo al equipo para resolver el problema frente a sus alumnos. Para ello, un psicólogo escolar/educativo podría trabajar como mediador e incluso como promotor de estos encuentros con educadores para debatir sobre el tema, ayudando con sus conocimientos sobre grupos e instituciones, desarrollo humano, aspectos psicológicos y sociales, entre otros conocimientos y técnicas derivadas de la psicología para la ayuda y orientación del equipo escolar.

En este sentido, reflexiona sobre el papel de la Psicología en estos escenarios. Como explican Cassins et al (2007), el psicólogo escolar/educativo puede trabajar con el nivel administrativo de la escuela, apoyando la elaboración del Proyecto Político Pedagógico, la creación de proyectos junto con todo el equipo escolar, realizando también el diagnóstico institucional, etc.; puede trabajar con el profesorado, apoyando la definición de objetivos educativos (métodos, contenidos y material didáctico), en la promoción y/o coordinación de actividades de desarrollo profesional, pudiendo realizar intervención y seguimiento de dificultades individuales y/o grupales, orientación, entre otros; puede trabajar con el alumnado en la preparación, desarrollo y seguimiento de proyectos de prevención de la violencia, puede atender situaciones de emergencia psicológica que requieran intervención inmediata para su posterior derivación, puede actuar en la coordinación y/o participación en reuniones para discutir casos de estudiantes de seguimiento profesional subeternal, etc.; también puede trabajar con la comunidad, orientando a los padres y familiares, ofreciendo conferencias y actividades de aclaración, participando en actividades que ayuden a la escuela a cumplir sus propósitos sociales, desarrollo de propuestas que promuevan el desarrollo de habilidades sociales significativas, entre otras acciones.

Por lo tanto, se sabe que la Psicología Escolar Educativa (PEE) puede ayudar en gran medida al equipo escolar en lo que respecta a la prevención, sospecha e identificación del abuso sexual infantil, así como en muchos otros aspectos. Sin embargo, se sabe que en realidad pocas escuelas pueden contar con los servicios de tales profesionales, porque no son un profesional previsto, por la legislación brasileña, como fundamental en el contexto escolar, lo que resulta en poca contratación de estos profesionales en este contexto. Así, muchas escuelas siguen debilitadas en sus acciones para la protección de niños, niñas y adolescentes, así como para corroborar para que estos estudiantes tengan garantizados sus derechos.

Es importante destacar que esta investigación corrobora lo que ya ha sido investigado por otras personas, siendo solo un recorte, que dice sobre los entrevistados, sobre la escuela en la que trabajan y sobre la realidad brasileña en varios lugares, mientras que muchos otros estudios, como LERNER (2000), que presentan resultados similares a los encontrados en este estudio. Finalmente, cabe destacar la necesidad de profundizar en la investigación sobre el tema, tanto para corroborar la información de los profesionales y la población en general, como para contribuir al establecimiento de nuevas estrategias de intervención que fortalezcan la lucha contra el abuso sexual infantil.

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APÉNDICE – REFERENCIA DE LA NOTA A PIE DE PÁGINA

3. Sitio web de UNICEF: <http: www.unicef.org/brazil/pt/activities_10790.htm=””>.</http:>

[1] Postgrado en Neuropsicología de la Facultad de Tecnología, Ciencias y Educación – FATECE, postgrado en Psicología Organizacional y del Trabajo en la Fundación Hermínio Ometto y graduado en Psicología de la misma institución.

[2] Magíster en Psicología como Ciencia y Profesión (PUCCamp), Especialista en Educación y Psicopedagogía (PUCCamp), Especialista en Neuropsicología (Instituto del Hospital Israelí Albert Einstein), Licenciado en Psicología (Fundación Hermínio Ometto – FHO)

Enviado: Agosto de 2021.

Aprobado: Septiembre de 2021.

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Natamy de Almeida Gonçalves

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