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Neurosis obsesiva: el eslabón del deseo en el camino de lo imposible

RC: 111774
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CONTEÚDO

ARTÍCULO ORIGINAL

MEDEIROS, Tanise Antunes Suassuna de [1], LEITE, Laurence Bittencourt [2]

MEDEIROS, Tanise Antunes Suassuna de. LEITE, Laurence Bittencourt. Neurosis obsesiva: el eslabón del deseo en el camino de lo imposible. Revista Científica Multidisciplinar Núcleo do Conhecimento. Año. 06, ed. 12, vol. 05, pág. 161-176. Diciembre 2021. ISSN: 2448-0959, Enlace de acceso: https://www.nucleodoconhecimento.com.br/psicologia-es/eslabon-del-deseo

RESUMEN

Este artículo se centrará en un tema específico: la estructura neurótica obsesivo-compulsiva y la relación del deseo. De esta forma, el estudio abordará el concepto de deseo (inconsciente) como inversión erótica, a partir del concepto de carencia, relacionándolo con las manifestaciones del psiquismo como síntoma en el obsesivo, como la culpa, la duda y el sufrimiento por el pensamiento. , característico de este. El objetivo del estudio es señalar cómo ocurre la relación del neurótico obsesivo con su deseo. El estudio es el resultado de una investigación bibliográfica en el contexto del abordaje psicoanalítico, utilizando como marcadores centrales la teoría freudiana-lacaniana a través de algunas de sus obras, además de material escrito de algunos de sus comentaristas, sobre el tema propuesto. Finalmente, el artículo desarrolla y concluye la compleja relación del obsesivo con su deseo como prototipo problemático en una elección ambivalente del sujeto por desear o no desear, por depender del Otro, encontrándose atrapado en la demanda de los otros.

Palabras clave: neurosis obsesiva, síntoma, deseo.

1. INTRODUCCIÓN

Sigmund Freud creó el Psicoanálisis a partir de su descubrimiento del inconsciente a través de la escucha de mujeres histéricas, y desde entonces su teoría ha sido difundida y ampliamente debatida por varios teóricos de la línea y sus diferentes escuelas, así como puesta como objeto de estudio en el ámbito académico. medio ambiente como un nuevo campo de conocimiento. Este artículo se centrará en un tema específico: la estructura neurótica obsesivo-compulsiva.

En medio de la investigación realizada para la elaboración de este artículo, fue posible coincidir con autores como Coppus y Bastos (2012) cuando afirman sobre las menciones reducidas de la neurosis obsesiva en el ámbito académico, donde las relaciones con el tema se puede encontrar, abordando, por ejemplo, el concepto de libido ligado a una fuerte investidura en los pensamientos del sujeto obsesivo, así como la presencia de un superyó azotador, provocando un sentimiento de culpa y duda que aleja al sujeto de la realidad. También fue posible encontrar una referencia a un deseo imposible de cumplir y, finalmente, lecturas sobre el fabuloso caso clínico escrito por Freud, más conocido como el “Hombre Rata” y sus relaciones con la fase anal.

La historia de la neurosis obsesiva se presentó como un marco complejo para el psicoanálisis en su conjunto. Teniendo en cuenta este descubrimiento de las relecturas de Freud y Lacan referentes a la estructura, vale la pena mencionar lo que dice Rinaldi (2003):

Neurose obsessiva apresenta uma complexidade e uma riqueza de aspectos que levou, de um lado, Freud a dizer que se tratava do tema mais gratificante da pesquisa psicanalítica, e de outro, Lacan a chamar a atenção para uma carência teórica, que deriva justamente da diversidade de facetas apresentadas por essa configuração discursiva. (p. 65)

Así, el concepto de neurosis obsesiva, término creado por Freud en 1894 para designar un trastorno que produce sufrimiento psíquico al sujeto, se refiere a la vergüenza del sujeto con su deseo inconsciente, es decir, el deseo reprimido. Freud incluso informó sobre los callejones sin salida del lenguaje de la neurosis obsesiva comparando, sobre todo, con la histeria:

A linguagem de uma neurose obsessiva, ou seja, os meios pelos quais ela expressa seus pensamentos secretos, presume-se ser apenas um dialeto da linguagem da histeria; é, porém, um dialeto no qual teríamos de poder orientar-nos a seu respeito com mais facilidade de vez que se refere com mais proximidade às formas de expressão adotadas pelo nosso pensamento consciente do que a linguagem da histeria. Sobretudo, não implica o salto de um processo mental a uma inervação somática – conversão histérica – que jamais nos pode ser totalmente compreensível. (FREUD, 1909, p. 16)

Entonces, sacando a la luz el deseo en la neurosis obsesiva, cabe preguntarse ¿cómo se vincula este deseo a esta estructura? Inicialmente, Rinaldi (2003) ilustra una respuesta afirmando que así como en la neurosis está presente el deseo, el neurótico obsesivo, aunque está en la misma línea, su síntoma difiere cuando el sujeto se enfrenta al deseo en el Otro, donde le causará angustia, llevándolo a vincularse a la demanda del Otro como una forma de defensa. Es decir, el neurótico obsesivo no podrá sostener su deseo por sí mismo, revelando su limitación a partir de la demanda del Otro en lugar de su deseo.

Según Freud (1909), el deseo (inconsciente) está presente en el sujeto humano, claramente como una inversión, una representación, producción de una carencia, una expectativa de satisfacción; el deseo, por lo tanto, se presenta como uno de los conceptos clave para el psicoanálisis en el proceso de descubrimiento del inconsciente que estructura la psique humana, presentado desde el primer tema. Esta manifestación del deseo en el sujeto neurótico obsesivo, firmemente ligado a la culpa y al sentimiento de angustia, hace de este mismo deseo una misión imposible.

La clínica contemporánea todavía parece confirmar muchas de las afirmaciones freudianas sobre la estructura obsesiva compleja. Los impasses teóricos, la profunda ambivalencia señalada por Freud y experimentada en la vida del neurótico obsesivo, recibieron varios aportes del psicoanalista francés Jacques Lacan, sucesor de Freud, contribuyendo a la comprensión y mejora del sufrimiento psíquico de manera muy significativa.

Finalmente, entendemos que esta investigación sobre la estructura clínica elegida tiene su relevancia frente a innumerables pacientes que buscan el abordaje psicoanalítico freudiano-lacaniano, así como el área de la psicología clínica en general. A partir de esta relevancia, la investigación permite profundizar en los estudios psicoanalíticos sobre el sufrimiento obsesivo y sus síntomas y, por supuesto, comprender cómo el deseo que se encuentra inconsciente en el sujeto, al retornar, produce desde pequeñas preocupaciones hasta los más graves sufrimientos. .

2. LA NEUROSIS OBSESIVA

Sigmund Freud designó la neurosis obsesiva con el término Zwangsneurosis. La palabra Zwang se refiere a una especie de restricción interna, una compulsión y fuerza interna imperativa. Farias y Cardoso (2013) elogian los aportes de Freud afirmando que la elección del término “neurosis obsesiva” no fue casual, ya que considera las características de la estructura relacionada con este constreñimiento interno en el que se explican las obsesiones, ya sea en pensamientos como en acciones. .

Ribeiro (2011), al informar sobre la presentación de la neurosis obsesiva por Freud en 1896, en el artículo titulado “La herencia y la etiología de las neurosis”, en su primera forma pública, destaca su “innovación nosográfica”, declarando que, durante la realización de sus análisis sobre el inconsciente, le había sido necesario colocar la neurosis de obsesión al lado de la histeria. El autor afirma además que:

Freud também nos diz que o obsessivo crê na representação recalcada. Esse fenômeno da crença (Glauben) ou descrença (Unglauben) na representação vai ser, aliás, de extrema importância no estabelecimento do diagnóstico diferencial entre a neurose obsessiva e a paranoia, que é uma psicose. Fiquemos por ora com a neurose obsessiva: o sujeito crê na autorrecriminação, crê na representação recalcada, e é essa crença que lhe permite duvidar. (RIBEIRO, 2011, p. 17)

Así, para una mejor comprensión de la mencionada estructura, conviene describir que en su descubrimiento Freud conceptualiza la neurosis obsesiva a través del sufrimiento de los pensamientos. En otras palabras, el teórico describe las ideas obsesivas como un síntoma resultante de la formación de un “compromiso privado”. Siguiendo con las palabras de Ribeiro (2011), cuando el sujeto se encuentra en una experiencia sexual, es natural que en ese contexto pueda haber una producción traumática hecha por él al realizar tal acto, sin embargo, para el sujeto que producirá obsesiones, este encuentro sexual genera en él un goce desmedido, provocando, a través de este placer, culpa y autorreproche por permitirse ese contacto. Sin embargo, el mecanismo de defensa obsesivo, la represión (neurosis clásica), proviene de una representación del trauma, con el sentimiento afectivo desplazado a otro sentimiento, es decir, a un reemplazo de la idea reprimida. Así, el fruto de este proceso para la persona obsesiva provoca un tormento basado en la idea de autocastigo sobre el hecho ocurrido, al mismo tiempo que parece restarle importancia al hecho traumático, precisamente porque amortigua sus efectos con producción sintomática. De esta forma, el pensamiento obsesivo para Freud, en el fondo, estará relacionado con el afecto, pero se torna incomprensible cuando desplaza y reemplaza la representación original por otra aparentemente ajena a la primera. Los pensamientos obsesivos son contrarios al equilibrio, a pesar de presentar una fuerza claramente inmutable, concluye el autor.

Sin embargo, Freud observó con mayor claridad acerca de los síntomas de la neurosis obsesiva cuando llegó a sus estudios sobre el caso de un paciente, para el cual realizó el análisis titulado “El Hombre Rata”. El médico describe el caso de un joven, con formación académica en la facultad de derecho, quien le dijo que sufría de ideas obsesivas desde niño. Su búsqueda de análisis se debió a que sus síntomas se manifestaron con mayor intensidad cuatro años antes, en ese momento. Afirma que su enfermedad se limitó principalmente a pensamientos obsesivos de que algo les podría pasar a dos personas que amaba, su padre y una joven a quien admiraba y tenía en alta estima. Agrega también que los impulsos obsesivos que sentía le hacían creer en cortarse la garganta con una navaja y crear defensas contra cosas que le parecían insignificantes. (FREUD, 1909-1910/2013).

Freud, aceptando la demanda del paciente, a través de su técnica de asociación libre de ideas, le permitió narrar su historia, cómo se estructuró su dinámica familiar, sobre sus experiencias afectivas y sexuales, y así, el analista, observando en su discurso, enfatiza la infancia del paciente. Durante el análisis de los Hombres Rata, Freud pudo observar “una neurosis obsesiva completa, a la que no le falta ningún elemento esencial, al mismo tiempo núcleo y prototipo de la enfermedad posterior, como si el organismo elemental cuyo estudio —él solo— — puede darnos la medida de la compleja organización de la enfermedad presente”. (FREUD, 1909-1910/2013, p. 22).

Según Suárez (2011), el pensamiento de Freud era que la enfermedad estaba en la infancia, es decir, era la enfermedad misma y no solo el comienzo de la misma, lo que en consecuencia admitía los síntomas de una neurosis obsesiva presente. Así, el autor concluye:

A pulsão escópica no menino coloca em primeiro plano o gozo do olhar articulado à fantasia de ver mulheres nuas, fantasia que sustenta o desejo. Um medo vem se opor ao desejo sob a forma de uma construção lógica: “se… então”: “Se desejo ver uma mulher nua, então meu pai deverá morrer”. Do registro da inquietante estranheza, a angústia se impõe ao sujeito como afeto penoso. Emerge então como defesa a necessidade de realizar atos que se opõem à ideia obsessiva. (SUAREZ, 2011, p. 03)

El caso de “El Hombre Rata” es un clásico de las historias clínicas del psicoanálisis, en el que Freud pudo observar los elementos presentes desde la infancia que se manifiestan como obsesivos, desde las primeras experiencias del sujeto en el orden sexual. El caso también muestra lo que Freud pudo analizar a través del relato del paciente sobre la neurosis obsesiva:

A criança, como vimos, estava sob o domínio de um componente do instinto sexual, o desejo de olhar [escopofilia]; como resultado deste, existia nele uma constante recorrência de um desejo muito intenso relacionado com pessoas do sexo feminino que o agradavam – ou seja, o desejo de vê-las nuas. Esse desejo corresponde à última idéia obsessiva ou compulsiva; e se a qualidade da compulsão ainda não estava presente no desejo, era porque o ego ainda não se havia posto em oposição a ele e ainda não o encarava como algo estranho a si próprio (FREUD, 1909, p. 91).

En uno de los capítulos de uno de sus textos titulado “La naturaleza y el mecanismo de la neurosis obsesiva”, Freud habla de la relación que tienen las experiencias sexuales en la primera infancia con la neurosis obsesiva y la histeria. Sin embargo, enfatiza que la neurosis obsesiva no se refiere a la pasividad sexual como menciona sobre la histeria, sino a los actos sexuales que se practican con la participación activa del sujeto durante la experiencia, generando placer, pues hay una diferenciación en la etiología neurótica obsesiva. que se manifiesta por el sexo masculino (FREUD, 1893-1899/1906).

Freud observó que el sustrato de la neurosis obsesiva, al inicio de sus estudios, estaría basado en el tiempo que se produciría el desarrollo de la libido, durante la fase infantil, a partir de traumas sexuales vividos a través de acciones placenteras para el sujeto (FREUD, 1893).-1899/1906). Además, Freud describe dos períodos importantes a mencionar en este artículo, que ocurren durante la infancia sobre la sexualidad y su relación con la neurosis obsesiva, donde destaca el primer período como “inmoralidad infantil”. En este momento del desarrollo existen aquellos momentos que son capaces de producir el germen de la neurosis posterior. Es decir, en un principio lo que hace posible la represión, lo que le está vedado al sujeto, son las experiencias en las que se encuentra en la seducción sexual, el placer y el bienestar sexual, sin embargo, pasando por la agresividad contra el sexo opuesto, se torna luego en actos que promueven el autocastigo (FREUD, 1893-1899/1906).

El período anterior termina al comienzo de lo que Freud llamó “maduración” sexual, que puede ocurrir muy temprano. Las mencionadas experiencias por las que pasa el sujeto, promueven recuerdos que estarán ligados al sentimiento de autoacusación a partir del placer que se generó, pudiendo así tener esta experiencia reprimida y sustituida por un síntoma como defensa, por ejemplo, la el sentimiento de vergüenza y la desconfianza en sí mismo son síntomas que estarán presentes en el período de salud del sujeto, período en el que Freud lo clasifica como una defensa exitosa (FREUD, 1893-1899/1906).

Finalmente, este tema puede cerrarse con el período posterior a la maduración, caracterizado como el de la enfermedad, considerando el regreso de lo reprimido, o sea, los recuerdos de las experiencias en las que el sujeto pudo reprimir, regresan como síntoma debido a el fracaso de la represión defensa. En el mismo texto, ya citado, Freud se pregunta por el retorno de estos recuerdos, donde pueden ser despertados en el individuo de manera espontánea y accidental, quizás por detonantes, o por problemas sexuales que el sujeto puede “desencadenar” ahora como remanentes de estos. Así, estos recuerdos vuelven a la conciencia como autoacusaciones, como representaciones y afectos obsesivos, como reemplazo del recuerdo original que provocó el síntoma (FREUD, 1893-1899/1906).

Por tanto “hay dos formas de neurosis obsesiva, según que el paso a la conciencia sea forzado sólo por el contenido mnémico del acto que implica la autoacusación, o también por el afecto autoacusador ligado a ese acto” (FREUD, 1893). -1899/1906, pág. 100). ).

2.1 PROFESOR DEL SÍNTOMA EN LA NEUROSIS OBSESIVA

Souto (2012) destaca el síntoma en el neurótico obsesivo como un desafío porque es visto como fuente de placer y satisfacción, donde el sujeto no quiere renunciar a este síntoma, a diferencia de la histeria, donde el síntoma aparece como fuente de displacer. . El síntoma obsesivo también se construye a partir de su organización y limpieza, ya que el sujeto se cree especial en su amor propio y se cree mejor que el otro por su intacta condición de perfección, aferrándose al síntoma como satisfacción sustitutiva.

Considerando el contexto de la neurosis, en la estructura neurótica obsesiva también existen mecanismos de defensa que están presentes en la formación de los síntomas, constituyéndose de manera compleja y en diversas formas, a saber, represión, regresión y formación reactiva (SOUTO, 2012) .

Ejemplificando brevemente estos tres mecanismos de defensa, la represión se presenta inicialmente como un mecanismo de defensa universal de la neurosis, presentándose también en el obsesivo, en vista de su objetivo de mantener reprimidas las experiencias negativas de la infancia, es decir, sostener estas experiencias sexuales, ligadas al complejo de Edipo, alejados del yo, porque se consideran traumáticos y porque generan desagrado al recordarlos (SOUTO, 2012).

Así, Souto (2012) plantea una pregunta en la que Freud se plantea en relación a la neurosis obsesiva: ¿cómo funciona la represión en la estructura obsesiva, si la experiencia sexual considerada traumática es fuente de placer para el sujeto durante la infancia? ¿Por qué entonces estos serían reprimidos? El autor trae la revelación de Freud sobre el equilibrio del aparato psíquico, afirmando que éste funciona según el principio de constancia, es decir, todo lo que pueda amenazar este equilibrio, sean las pulsiones exageradas o faltantes, “es sentido por el aparato psíquico como un aumento de la tensión que provoca displacer, convirtiéndose así en condición de represión” (SOUTO, 2012, p. 3). El autor también trae una explicación de los síntomas de la neurosis obsesiva dentro de una visión lacaniana:

A partir daí, podemos entender por que, para o neurótico obsessivo, o prazer a mais ou, para usar um termo lacaniano, o gozo, é muitas vezes acompanhado de sentimentos de angústia, pânico, culpa, depressão etc. Ou, ainda, porque, muitas vezes, o obsessivo acaba por evitar o prazer para não ter que se haver com essa diferença entre a satisfação obtida e a satisfação esperada. É por isso que, na base da experiência do obsessivo, existe sempre o que Lacan chamou de “certo receio de desinflar” (LACAN, 1960-1961/1992, p.235), relacionado com o que resulta do encontro com a satisfação. (SOUTO, 2012, p. 4).

Otra forma de mecanismo de defensa en la neurosis obsesiva es el caso de la regresión. Souto (2012) afirma sobre lo que plantea Freud, donde el sujeto tiene tendencia a repetir la experiencia traumática en la que se fija su libido, se decide, si puede pensar en experiencias negativas que, en consecuencia, generan traumas, aunque no había llegado a un sentido fálico del orden sexual, pero tenía la libido ligada a la fase anal sádica.

Souto (2012) continúa explicando la teoría de Freud, diciendo que, en regresión, la libido del sujeto seguirá ligada a las complejas cuestiones de Edipo, porque cuando se le impide satisfacer por miedo a la castración, el individuo retrocederá al nivel en el que tu libido, forzada, volverá al punto en que hallará satisfacción en una determinada etapa anterior de su desarrollo, por lo tanto, habrá una interrupción de su proceso. Las representaciones de la libido se vuelven agresivas, de modo que, para él, enfrentarse a la castración es un punto de bloqueo, disfrazándola así de agresión. A continuación, Souto (2012) citando a Freud (1926/1976) aclara:

Assim, através da regressão, não só os impulsos agressivos iniciais serão despertados de novo, mas também uma proporção de novos impulsos libidinais terá que seguir o caminho prescrito para eles pela regressão e surgirá, também, como tendências agressivas destrutivas: “O eu nada poderá empreender que não seja atraído para a esfera desse conflito” (FREUD, 1926/1976, p.141).

Finalmente, Souto (2012) trae a colación el tema de las formaciones reactivas, es decir, Freud relatará que el neurótico obsesivo presentará también en reemplazo de los otros dos mecanismos antes mencionados, a través de su síntoma, dos técnicas que lo ayuden a deshacer lo que se hizo a partir de una experiencia traumática, por lo tanto, aislando esta experiencia. El autor ejemplifica las palabras de Freud relatando este proceso por el cual el sujeto obsesivo es afectado, repitiendo la acción que le causó una impresión traumática a partir de un “simbolismo motor”, porque el neurótico tiene sentimientos negativos sobre la escena vivida, juzgando lo que cree haber hecho mal en un intento de disipar lo sucedido, repite la escena “correctamente”, pero en realidad, según Freud, el sujeto se encuentra experimentando ambas acciones en su realidad, repitiendo así el “fracaso de la acción”.

La otra estrategia en la que el obsesivo utilizará su síntoma es cómo aislar tal impresión traumática. Freud relacionará esta estrategia con el “tabú de tocar” propio del neurótico obsesivo. Este sistema funcionará como una forma de que el sujeto aísle la experiencia traumática de los procesos mentales naturales de la psiquis para que no haya contacto con tales pensamientos, teniendo así un desapego, incluido el afecto.

Sedeu (2011) destaca un discurso de Freud sobre la existencia de la duda que “corresponde a la percepción interna que el paciente tiene de su propia indecisión, la cual, como consecuencia de la inhibición de su amor a través de su odio, se apodera de él en el rostro de toda acción”. intencional” (SEDEU, 2011, p. 242 apud SOUTO, 2011, p. 123). La duda está tan presente en el obsesivo por su relación ambivalente de amor y odio con el objeto; esta ambivalencia que se enciende en el sujeto intenta escapar al sentimiento de angustia, que luego se identifica con el síntoma, Souto (2012) afirma que el obsesivo se enfrenta a sí mismo, dando forma a su narcisismo, aunque pone a prueba su deseo . En este juego se hace uso de la pregunta: ¿cómo puede el obsesivo afrontar la anulación de su deseo?

2.2 EL LUGAR DEL DESEO EN LA NEUROSIS OBSESIVA

Sabiendo que la sintomatología del obsesivo proviene de experiencias placenteras de la infancia, cuando éstas son reprimidas posteriormente, se hace posible plantear interrogantes y reflexiones sobre el lugar del deseo en el neurótico obsesivo, cómo se sostiene y cómo se presenta ante él sus limitaciones. “Para el obsesivo, el deseo se presenta en su estado de condición absoluta, que le es constitutivo, como puro deseo” (RINALDI, 2003, p. 66-67).

Rinaldi (2003) trae la dinámica del deseo de manera muy integral, señalando cómo Freud en sus estudios sobre la neurosis obsesiva encontró interrogantes a través de los problemas vividos en la relación del sujeto con el deseo en los primeros días del trauma, señalando una distinción en relación a la histeria, pues se sabe que el obsesivo vivía la experiencia con gran placer, es decir, de forma activa. El autor recuerda que Freud, luego de analizar el caso de los Hombres Rata, tuvo su atención puesta en un concepto interesante sobre el tema:

A precoce desfusão pulsional que marca seu desenvolvimento, por meio da desvinculação da tendência destrutiva, que está na origem dos impasses vividos pelo obsessivo na aproximação do objeto do desejo, na sua agressividade recalcada, e na forma ambivalente de se dirigir ao Outro. (RINALDI, 2003, p. 66)

El autor, tomando algunos conceptos de la teoría lacaniana, destaca un punto importante a discutir sobre la articulación en la que el obsesivo se coloca en relación con el significante falo y el énfasis de la muerte para sí mismo, donde compondrá sus síntomas, revelando así las limitaciones y dificultades que encuentra para enfrentar el apoyo de su deseo (RINALDI, 2003).

Durante este proceso, con base en Lacan, el autor afirma: el sujeto deseará mucho más allá. Contrariamente a la histeria que sitúa su deseo en el deseo del Otro, el obsesivo hará que su deseo lo supere todo, y en la medida en que niega al Otro, tropieza con su propio deseo, y en la medida en que entra en un destructivo y de ambiguo, apunta anular al Otro o su propio deseo:

É desse momento que ele se afasta, na medida em que alcançá-lo significa matar o desejo. Lacan chama a atenção para o fato de que, mais do que uma distância do objeto, trata-se na neurose obsessiva de uma distância do desejo. (RINALDI, 2003, p. 67)

Se observa que en el intento de desear, el obsesivo verá peligroso este acercamiento, donde le causará cierta angustia considerando que el deseo está en el Otro, existiendo de manera extraña para el sujeto, hay entonces un dilema respecto la destrucción del Otro y de mantenerlo, al mismo tiempo, para obtener el propio deseo, resultando en una dependencia del objeto – Otro (RINALDI, 2003). En esta lucha entre mantener y destruir el objeto, resulta toda la ambivalencia del neurótico obsesivo.

Pensando en la salida que encuentra el sujeto para disipar su deseo, lo cubre con la demanda del Otro, teniendo así una negación de su propio deseo. Así, “el obsesivo está siempre a la espera de que el Otro le pida algo, movimiento por el cual anula el deseo del Otro, reduciéndolo a demanda. Pero es por eso que sostiene su deseo como excluido” (RINALDI, 2003, p. 67).

Es interesante pensar en esta demanda del Otro de que el obsesivo también se vincula, es decir, el sujeto es demandado, dada la explicación de Freud donde concluye que durante las vivencias infantiles de la relación con la demanda del Otro, especialmente a partir del Otro materno, éste tiene un efecto sideral para el sujeto. Almeida expresa en sus estudios sobre el deseo, esta relación primordial entre el obsesivo y su madre (2010):

O fato de sentir-se demasiadamente amado pela mãe direciona a abordagem a ser seguida na determinação da função fálica na estrutura obsessiva. O sujeito obsessivo foi particularmente investido como objeto de desejo da mãe, foi privilegiado em seu investimento fálico. (p. 50)

Al principio, en la fase infantil del sujeto, el niño porta una energía libidinal que le sería imposible descargar solo, necesitando la ayuda de Otro, en este caso adultos, para descargarla. Sin embargo, este proceso inicial más comúnmente se daría con la ayuda de la madre (Madre Otra), o quien ocupe este lugar, ayudando así al niño en el proceso de liberar una acumulación de energía, es decir, satisfacer esa necesidad, por vía oral. durante la lactancia a través de la succión, por ejemplo, posibilitando lo que Freud llamó “bahnung”, una especie de “rastreo” que estaría asociado en el proceso neuronal del bebé con el estado de “excitación” como sensación de malestar, y el objeto que facilitaba la descarga, registrándose así la experiencia satisfactoria en el aparato psíquico (ALMEIDA, 2010).

Aún sobre las vivencias del bebé, Freud afirma que este camino recorrido sería utilizado por el individuo como una apertura que facilitaría la descarga de la energía producida por la excitación o el deseo mismo, manteniendo así, a través de la repetición del mencionado estado, la figura del objeto reinvertido. Sin embargo, la teórica afirma que como no hay reciprocidad de este proceso por parte del objeto que es externo, el bebé entonces se detendría en una “alucinación” y luego se vería frustrado en el intento de descargar la energía como la primera vez imaginada, pasando a repetir esta experiencia en la búsqueda de la satisfacción invertida, frente al vacío, donde se puede caracterizar el surgimiento del deseo (ALMEIDA, 2010). Por tanto, el deseo, por así decirlo, nace de una ausencia, de una carencia.

Almeida (2010) también cita a Lacan quien realizará una relectura del Edipo freudiano, donde explicará el Complejo de Edipo en tres tiempos diferentes, en los que en este primer momento el bebé, frente a este vacío, comienza a imaginarse a sí mismo. como un objeto “total” que llenará este vacío – del Otro. “Ella se plantea como el objeto fálico de la madre y, en este primer período, todavía no puede ser vista como sujeto, sino como falta, como complemento de la falta de la madre. Ella es el falo de la madre.” (ALMEIDA, 2010, pág. 40).

Los autores llegan a afirmar que el lugar en que el niño se posiciona en relación a la madre es necesariamente importante para su construcción como ser humano, frente a ese momento en el que el sujeto quedará aislado en el lugar materno, en el mundo materno. deseo, necesitado de cualquier objeto que no sea la madre, siendo este su primer Otro –destacando al Otro con mayúscula inicial por ser el primer y mayor objeto para el sujeto-, en una relación ambivalente de presencia y ausencia. Mantener al sujeto en esta posición fálica, o dejarla, tendrá consecuencias que determinarán su estructura psíquica para el resto de su vida. “Es tan importante para el niño estar en la posición alienante de hablar del Otro, de sentirse objeto del deseo de la madre, como poder salir de ella y convertirse en sujeto”. (ALMEIDA, 2010, pág. 40)

Por lo tanto, se puede ver que el sujeto obsesivo se constituye a través de la relación edípica como objeto del falo de la madre, aunque al principio, la función del padre está ahí “como ausencia”, o sea, velada; por lo tanto, el niño verá el deseo de la madre como algo a cumplir, es decir, en sentido fálico, siendo este objeto, un objeto que el padre no puede ser. En este medio de la fantasía entre el deseo y el falo materno, el autor concluye:

No processo de identificação à figura paterna – como tal, detentor do falo – o sujeito obsessivo se vê fortemente preso à identificação de ser o falo da mãe. O sujeito obsessivo, na sua condição de detentor do falo, pode ser encarado como um nostálgico: os obsessivos são os nostálgicos do ser. (ALMEIDA, 2010, p. 50)

Por lo tanto, pensar en la nostalgia del obsesivo es posiblemente pensar en un síntoma, que el sujeto puede presentar como retorno de la experiencia como falo de la madre, y la madre o sus futuros representantes, como objeto perdido tendiendo a la angustia. Andrade & Winograd (2018) apud Lambotte (2007) en sus estudios sobre la nostalgia afirma que “así como en la melancolía, en relación al objeto perdido, el nostálgico no es capaz de interesarse por nada, salvo por esa intensa aspiración de retorno”. ” (pág. 360).

Sin embargo, el lugar del deseo del obsesivo es un lugar desafiante, problemático, es la búsqueda de un objeto, que en el campo de la fantasía, inicialmente, aparece como un deseo del orden de la irrealidad. “Se ve que la necesidad es susceptible de ser satisfecha con los objetos disponibles en la realidad, no así el deseo, que no se satisface con ellos en tanto implica una desviación del orden natural” (BALLÃO y LONGHINI, 2016, pág. 03).

Los autores enfatizan el lugar fálico como un espacio imaginario en el que el sujeto se ubica, es decir, será entre la demanda de amor y la demanda de satisfacción que se organizará el deseo, resultando una doble relación que posiciona la demanda. Este posicionamiento dirá del deseo que busca una respuesta mucho más allá, pero una respuesta concreta, para que su deseo sea satisfecho. Es allí que el Otro aparece como lugar de habla, a quien el obsesivo dirigirá su demanda, así como el lugar donde el deseo debe ser descubierto (BALLÃO y LONGHINI, 2016).

De esta manera, habrá una contradicción en este proceso, ya que el Otro a quien se dirige el obsesivo también tiene un deseo, y, por lo tanto, el obsesivo se coloca en una posición ajena (BALLÃO y LONGHINI, 2016). Así, el gran descubrimiento: el obsesivo se apoyará en el deseo del Otro, para que su deseo pueda tener acceso y ser satisfecho.

Los autores citan lo que dice Lacan sobre la fantasía obsesiva de que el sujeto se pone en dependencia de este Otro, para sostener su demanda:

No texto Demanda e desejo nas fases oral e anal, Lacan (1992) observa que o termo oblatividade é uma fantasia obsessiva. Tudo para o outro. É o que escutamos do obsessivo. E, Lacan diz, que é isso mesmo que ele faz, por estar na perpétua vertigem da destruição do outro, nunca faz o bastante para a manutenção desse outro. Mas, onde é que está a raiz disso? A raiz da oblatividade parece estar ligada a esfera de relações da fase anal, onde o sujeito só satisfaz uma necessidade para a satisfação de um outro e o outro assume plenamente o domínio (BALLÃO e LONGHINI, 2016, p. 06 apud LACAN, 1992).

Así, el neurótico obsesivo permanecerá en esta relación ambivalente entre desear y no desear por miedo a la castración; entre sustentarse en el Otro, al mismo tiempo que manifiesta impulsos agresivos en un intento de destruir a ese Otro, que se convertirá en impasses para su existencia, a través de síntomas y defensas al servicio del inconsciente. Al final, la neurosis obsesiva forma una estructura verdaderamente particular, compleja y curiosa.

3. CONSIDERACIONES FINALES

Para concluir, el término “neurosis obsesiva” engloba las características de una estructura en la que confluyen un conjunto de obsesiones, ya sea en pensamientos o acciones. Su relación con el deseo parte del prototipo problemático en esta articulación, de la elección ambivalente de desear o no, y su dependencia del Otro. Otro punto interesante de este contexto en la estructura neurótica obsesiva, dice acerca de los mecanismos de defensa que están presentes en la formación de los síntomas constituyendo de manera compleja, siendo la represión, la regresión y la formación de reacción que también fueron expuestas en este estudio.

Otro punto a aclarar es que en la neurosis obsesiva, como en toda neurosis, está presente el deseo. Sin embargo, lo que la diferenciará de otras neurosis es que el deseo, aunque presente, es ambivalente y vacilante. Es decir, el neurótico obsesivo demostrará grandes dificultades para sostener su deseo por sí mismo, por su propia demanda, revelando su limitación e invirtiendo, desde la demanda del Otro, el lugar de su deseo. Se concluye que, si bien es necesario que el sujeto, en la infancia, se ponga en el lugar del falo del Otro, por tanto, una posición alienante del objeto de la madre, sin embargo, tan esencial es salir de ella y convertirse en sujeto con su propio deseo, es decir, reconocerse como sujeto deseante, para no caer en la formación de una neurosis obsesiva.

Finalmente, se puede observar a través de la conclusión de esta investigación cómo el lugar del neurótico obsesivo es, después de todo, un lugar problematizador. Su estructura presenta un largo recorrido que sitúa el deseo del sujeto como imposible de cumplir, transformándolo en un sujeto con características cercanas a la lentitud, a la duda, ya que su libido se centra en la insatisfacción del deseo.

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[1] Posgrado en Psicoanálisis por CESAC; Trabaja en SEST SENAT como Psicóloga Clínica – CRP 17/3840. Licenciada en Psicología por la UNIFAXX.

[2] Licenciada en Psicología con formación en Psicoanálisis; Trabaja en la SEMTAS (Secretaría Municipal del Trabajo y Asistencia Social) como Psicóloga; Actúa en la práctica privada como Psicoanalista y Magíster en Literatura Comparada de la UFRN.

Enviado: Abril de 2021.

Aprobado: Diciembre de 2021.

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Tanise Antunes Suassuna de Medeiros

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