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Un estudio sobre la espiritualidad en el cuidado de la salud desde una perspectiva teológica

RC: 58681
2.008
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CONTEÚDO

ARTÍCULO ORIGINAL

GERONE, Lucas Guilherme Tetzlaff de [1], JUNIOR, Acyr de Gerone [2]

GERONE, Lucas Guilherme Tetzlaff de. JUNIOR, Acyr de Gerone. Un estudio sobre la espiritualidad en el cuidado de la salud desde una perspectiva teológica. Revista Científica Multidisciplinar Núcleo do Conhecimento. Año 05, Ed. 09, Vol. 01, págs. 137-156. Septiembre de 2020. ISSN: 2448-0959, Enlace de acceso: https://www.nucleodoconhecimento.com.br/ciencia-de-la-religion/salud-desde-una-…ectiva-teologica

RESUMEN

Los estudios sobre la relación entre espiritualidad y salud son temas recurrentes en la investigación académica. Sin embargo, poco se dice sobre la importancia de la espiritualidad en la práctica de la atención de la salud basada en una reflexión bíblico-teológica. Este es el objetivo de este artículo, que analiza: la atención sanitaria desde una perspectiva teológica; una reflexión bíblica sobre la salud; Cristo como modelo de atención de la salud; espiritualidad en el cuidado de los profesionales de la salud; el capellán pastor y el cuidado de los enfermos. Metodológicamente, este artículo se establece como un caso de estudio. Los resultados muestran que: a) existe una relación entre las opiniones etimológicas de la espiritualidad y la salud; b) existe una relación inseparable entre la vida religiosa y la salud en las historias narradas en la Santa Biblia, que contemplan la noción de salud, la práctica del cuidado y la recomendación y prevención de la salud; c) se constata que las comunidades religiosas son lugares de atención holística porque contemplan la salud espiritual y emocional del individuo, al tiempo que promueven un contexto comunitario de salud social; d) hay una contribución significativa de la espiritualidad en la vida cotidiana de los profesionales de la salud, proporcionándoles un mayor apoyo para hacer frente al sufrimiento personal y paciente; e) hay una comprensión de los profesionales de la salud de que la espiritualidad en la práctica de la atención de la salud es una función del capellán/pastoralista. Es necesario llevar a cabo una nueva investigación interacademica sobre el tema en cuestión, especialmente en el ámbito de la teología, dada su importante contribución a la humanización en la salud y la atención integral del ser humano.

Palabras clave: Cuidado, espiritualidad, salud, profesionales de la salud, pastor.

INTRODUCCIÓN

En la relación entre espiritualidad y salud bajo los cimientos de la teología cristiana, se reflexiona sobre la existencia y la salvación plena del ser humano. Este es el objetivo de este estudio que utilizará referencias teóricas de la teología cristiana desde la perspectiva de la salud y, referencias del área de la salud desde la perspectiva de la atención holística, que incluye la dimensión espiritual.

Este estudio se estructura sobre la premisa teológica de que Cristo tenía la práctica de cuidar a los enfermos desde una mirada que contemplaba la existencia holística, en la que el ser humano es un ser biológico, psicológico, social y espiritual. El término griego sozo, traducido por la salvación en el Nuevo Testamento debido a la amplitud semántica, es concomitante con la dimensión biopsicosocial. Así, la salvación contempla la noción de salud: bienestar físico y biológico, social, mental/psicológico y espiritual (SCLIAR, 2007).

También se considera que la reflexión teológica contribuye a una mejor comprensión de la práctica del cuidado integral de la salud. Para el teólogo Álverez (2013), la salud es una realidad poliédrica y multidimensional, no reducible a la mirada científica médica y biológica[3]. Por tanto, aunque la ciencia médica aporta conocimiento sobre la causa de la enfermedad, es limitada cuando apunta y subestima el cuerpo y la realidad humana (ÁLVEREZ, 2013). En la valoración multidimensional de la salud, la espiritualidad – dimensión teológica – es parte fundamental del cuidado integral. Es la espiritualidad que diferencia al ser humano de otros seres vivos, con la capacidad de ser libre y resistir las adversidades de la vida ofreciendo una condición de resiliencia en medio del dolor, el sufrimiento de los pacientes, familiares y profesionales de la salud ( TAVARES, 2013).

La teología, como ciencia de la fe y de lo espiritual, dialoga con la salud. En la teología bíblica, el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento, se encuentran prácticas de cuidado de la salud. El libro de Levítico, por ejemplo, presenta el cuidado de los enfermos, la atención social y la acción del sacerdote desde una perspectiva clínico-médica (Lv 14.31; 15.25-30). En el Evangelio de Jesús, como escribió Lucas, Cristo “el doctor” (Lc 5, 12-16) desarrolla un modelo de atención donde la salvación y la salud van juntas en el plan de salvación para el ser humano. Según Karl Barth, toda concepción de la salvación en el Antiguo y Nuevo Testamento ha estado relacionada con la salud, desde la creación, la comida, la obra, el descanso, la enfermedad, la muerte y la promesa de salvación que Israel había cumplido en Cristo (ROCCHETA, 1993).

En la teología sistemática, basada en su sesgo eclesiológico en su relación con el contexto de la salud, la comunidad religiosa se caracteriza por ser un lugar de atención holística. La convivencia entre los miembros estimula un ambiente saludable en el cuidado mutuo. Las comunidades terapéuticas, los hogares de ancianos y los orfanatos son lugares de atención social de la salud. Los grupos de asesoramiento pastoral promueven la atención psicoespiritual (TILLICH, 2005). Ya bajo una presunción misiológica, destaca la acción misionera del pastor-capellán en la atención espiritual, psicológica y social de los enfermos, las familias de los enfermos y los profesionales de la salud. Por último, la teología mística[4]integra el cuidado de la salud a través de la presencia, gestos, palabras, oraciones, textos sagrados, música, silencio, aportando fortalecimiento, consejería y consuelo en tiempos de angustia e incertidumbre con los enfermos, las familias de los enfermos y los equipos de salud.

1. PERSPECTIVAS SOBRE ESPIRITUALIDAD Y SALUD DESDE UNA PERSPECTIVA TEOLÓGICA CRISTIANA

La espiritualidad se refiere al estado de la naturaleza del espíritu, algo inherente a todos los seres humanos. Es el ejercicio de lo espiritual. Según el teólogo Waldir Souza (2013, p. 97), la espiritualidad es “una condición humana de la que no se escapa”, una dimensión existencial cultivada en las profundidades del ser que impulsa en su conocimiento y en sus actividades vitales. Según el médico Puchalski (2006), la espiritualidad puede entenderse como una:

la búsqueda inherente de cada persona para el significado y el propósito final de la vida. Este significado se puede encontrar en la religión, pero a menudo puede ser más amplio que eso, incluyendo la relación con una figura divina o con trascendencia, las relaciones con los demás (pp. 14-15).

La espiritualidad es una dimensión que se desarrolla a partir de las experiencias que se desarrollan en el comportamiento (religioso o no). Desde una perspectiva de la teología [5]cristiana, la noción de espiritualidad no se entiende como algo material, sino que es una dimensión trascendente, originada en Dios mismo que, por medio de su Espíritu, emana en toda vida: “El Espíritu de Dios me creó, y el aliento del Todopoderoso me dio vida” (Job 33:4)[6]. El evangelista Juan dice que Dios es espíritu, y es importante que sus adoradores lo adoren en espíritu y en verdad” (Juan 4:23-24). Se entiende que los adoradores son aquellos que reconocen el Espíritu de Dios como la esencia vital y real en lo que se vive y se hace. Por lo tanto, es el Espíritu de Dios el que constituye el sentido de la vida. Al mismo tiempo, Jesús dice que sus palabras “son espíritu y son vida” (Job 6:63). Cristo mismo es la Palabra, “la Palabra”, en la que emana el espíritu de vida y la experiencia de “todas las cosas de lo que se ha hecho y hecho” (Job 1:1-5).

De este modo, la Palabra es la culminación de la espiritualidad[7] cristiana, porque es una acción de Dios que, a través de Cristo,[8] demuestra la esencia, el sentido y el propósito de la vida para el ser creado (Juan 1:1-4[9]). No basta con existir, sentir, tener esencia de vida, tener experiencia espiritual, tener una conexión con Dios. Luego viene la religiosidad que no es más que una extensión de lo que es parte de la religión, entendido aquí desde su etimología latina, religare, que significa “reconexión”, es decir, una conexión entre el ser humano con Dios (DERRIDA, 2000).

Etimológicamente, la “salud” tiene su origen en el latín salutis, o salus, lo que significa salvar, sanar, eliminar o preservar la vida (LUZ, 2009). En este sentido, el significado de la salud designa una noción amplia que también debe contemplar una reflexión soteriológica[10]. La noción más utilizada de salud en la investigación académica es de la OMS (Organización Mundial de la Salud), que refuerza que la salud es una noción de bienestar físico, mental, espiritual y social completo. Para Scliar, esta noción busca expresar “una vida plena” (2007, p. 37).

En la noción teológica, una vida plena demuestra el don liberador y salvador de Jesús, que dio vida en abundancia (DURÃES  E SOUZA, 2011). La abundancia es tener un sentido de vivir incluso en medio de la condición humana, como la enfermedad. Esto se vuelve liberador en el supuesto de que no limita el concepto de una vida saludable sólo en tener (o no) una enfermedad. Más bien, sin embargo, es una vida que trasciende la condición humana de la enfermedad, con un enfoque en una vida de salvación.

1.2 ENTENDIMIENTOS BÍBLICOS SOBRE LA SALUD EN UNA PERSPECTIVA DE LA ATENCIÓN

La lectura bíblica realizada con los pacientes es un aspecto importante de la práctica de la salud, ya que “muchos pacientes reportan gusto leer materiales religiosos mientras están en el hospital” (GERONE, 2015, p.86). Del mismo modo, para los profesionales de la salud, “dar consejo y consolar a los miembros de la familia se vuelve más fácil con la sabiduría y las palabras reconfortantes que encontramos en la Biblia” (pág. 86).

La Biblia proporciona una atención especial al cuidado de los enfermos. En la tradición hebrea no hay una palabra específica para el término salud. Para expresar algo más cercano a la noción de salud, se utilizó el término shalom, a partir del slm de raíz semítico, que da la idea de “paz”, “estar ileso”, “satisfecho”. Es decir, el término shalomé amplio en su significado[11], sin embargo, cuando se utiliza en el concepto de salud, shalom es la designación que se aplica en la comprensión de vivir bajo una condición de salud total, un bienestar completo, como por ejemplo, aparece en las narrativas bíblicas en el libro del Génesis, capítulo 29.6[12] y capítulo 43.27-28[13].

Con más de doscientas citas en el Antiguo Testamento, el término shalom también se refiere a la relación que surge del convenio de Dios con los seres humanos. Como tal, la ausencia de shalom caracterizó la distancia entre el ser humano y Dios como consecuencia de la práctica del pecado. Por lo tanto, vivir en una condición de shalom también significaba vivir una condición en la que se buscaba el ideal de no pecar (ÁLVEREZ, 2013).

En el Antiguo Testamento, el pueblo hebreo creía que la enfermedad era causada por el pecado y la salud al obedecer a Dios (Gn 12,17; Pv 23:29-32). Cuando el pueblo de Israel estaba siendo constituido al salir de Egipto, Dios dijo: “Yo soy el Señor, y es la salud la que os traigo” (R15:26). En el libro de Eclesiastés, en el que hay meditaciones sobre la vulnerabilidad de la vida humana, un pasaje afirma que “de Dios viene toda sanación” (Ecto 38: 1-9). La creencia hebrea de que la enfermedad proviene del pecado y que Dios proporciona salud y sanación ha implicado una práctica diligente en el cuidado de la salud entre el pueblo hebreo. Un ejemplo de esta realidad es el hecho de que el sacerdote, una figura central en la teología del Antiguo Testamento, además de practicar sus funciones religiosas tenía que ser igualmente en algunos temas de salud.

De forma similar a la práctica de un médico, en casos de enfermedades de la piel, por ejemplo, le corresponde al sacerdote: “examinar la parte afectada de la piel, y si en esa parte el cabello se ha vuelto blanco y el lugar parece más profundo que la piel es un signo de lepra”. Hubo un examen y un diagnóstico posterior que, si se encontró la enfermedad, dio lugar a una práctica religiosa de purificación, es decir, una forma de atención de la salud como se observa en el relato bíblico: “Y así el sacerdote hará propiciación ante el Señor en favor del que está siendo purificado” (Lev 13:3,14.31).

Si la cura no se lograba mediante la propiciación, el sacerdote le valía excluir al leproso de los deberes religiosos y de la vida social. Esta exclusión, además de los motivos religiosos (un posible pecado de los enfermos), también se caracterizó como un método de prevención y control de epidemias entre la población. Debido a la limitación médica del tiempo, la precariedad de los medicamentos y la falta de tratamientos adecuados, una enfermedad contagiosa, como la lepra, podría pasar de una persona a otra durante el acto de hablar, estornudar, toser o besar, es decir, era fácil de transmitir (SCLIAR, 2007). Por lo tanto, la exclusión de los leprosos de la vida social y religiosa era una forma de cuidar la salud de toda la comunidad. Como se puede ver, es algo muy similar con la atención hospitalaria actual, en la que los pacientes con enfermedades altamente transmisibles son hospitalizados de forma aislada en lugares cerrados y lejos de vivir y contactar con otras personas, con el fin de evitar una epidemia de la enfermedad.

En el Nuevo Testamento, en Jesús, el Sumo Sacerdote (Hebreos 2.17; 4.14) hay una nueva perspectiva sobre el cuidado de la salud. En un pasaje descrito en el Evangelio de Mateo, en un contexto de diálogo, los discípulos le preguntaron a Jesús: “¿Cuando te vimos enfermo, o en prisión, y fuimos a visitarte? Y el Rey les responderá: “Os digo que cuando se lo habéis hecho a uno de estos hermanos míos, el más pequeño de los míos, me lo habéis hecho a mí” (Mt 25, 39-40). Para Jesús, cuidar de un hombre enfermo era lo mismo que cuidar de sí mismo. Jesús es la esencia y la encarnación de la salud. No es algo que él ha traído, pero es la expresión de su propia identidad. Es el ungido por el Espíritu, el terapeuta, el libertador y el Salvador de los enfermos y oprimidos (Lc 4, 18).

A diferencia del sacerdote del Antiguo Testamento, para quien la enfermedad fue causada por el pecado y que resultó en exclusión social, para Jesucristo, el mensaje de salvación contemplaba un rescate del espíritu, el cuerpo y el alma.  Según ilverez (2013), Cristo establece un proceso de transformación total que llega incluso a los más profundos del alma y del corazón. Nada se elimina y nada es menos importante. Todo apunta a la salvación: la vida y la muerte, la enfermedad y la curación, el cuerpo y lo que sucede en él. Cristo ofrece a los seres humanos, siempre necesitados de una sanación holística, una salud que restablezca la dignidad de la condición y de la experiencia humana.

Esta noción de cuidado holístico se convierte en parte del ministerio de los discípulos y apóstoles, como el apóstol Juan que, por escrito al sacerdote Gaio , dice: “Amado, deseo que os vaya bien en todas las cosas, y que tengas salud, así como tu alma vaya” (3 Jn 1, 2).  Para el apóstol Juan, la salud y el alma se integran en la existencia humana plena de Gaio . Incluso en medio de una posible enfermedad uno puede estar sano y hacerlo bien en todas las cosas de la vida cuando el alma está bien. Como afirma Álverez (2013, p. 272), “en la enfermedad no todo se vuelve necesariamente patológico, puede ser incluso terapéutico y saludable, o vivirse de una manera santa y saludable; es posible encontrar la gracia en la desgracia.

1.3 CRISTO COMO MODELO DE ATENCIÓN A LOS PROFESIONALES DE LA SALUD

Como ya se ha visto, el Nuevo Testamento presenta la práctica de la atención de salud realizada por Cristo. Lucas, el evangelista, que fue médico, tiene una mayor sensibilidad en informar de los acontecimientos relacionados con los problemas de salud en el ministerio de Cristo. El texto de Lucan relata la atención de la salud como algo profundamente característico de Cristo: “[…] toda la multitud trató de tocarlo, porque salió de ella virtud, y sanó a todos” (Lc 6, 19).

Las leyes judías prohibió enérgicamente el contacto físico con personas afectadas por ciertas enfermedades. Por ejemplo, una mujer que sufrió una hemorragia no debe tocar a nadie (Lv 15.25-30). Sin embargo, Jesús no evitó ser tocado por una mujer sangrante. Al ser conmovido por Jesús, manifestó virtudes de cuidado humanizado, amor, dignidad y luego sanación (Mateo 9:20-22; Marcos 5.25-34; Lucas 8.43-48). Amar al prójimo es un acto de cuidado salvador (1 Juan 3:17-18) que restaura la vida (1 Pedro 4:8).

Al igual que Cristo lo hizo a los enfermos, los profesionales de la salud reconocen la importancia del tacto en la atención. Según el método de atención médica desarrollado por los médicos Fritz Talbote Winnicott, el tacto crea una relación entre los seres humanos y tiene la capacidad de transmitir el amor. Estas son cuestiones fundamentales que valoran y significan la dignidad humana (MONTAGER, 1988).

Además de la sanación física, en la práctica de la atención de la salud, es necesario ofrecer virtudes de esperanza, dignidad y amor. La curación por sí sola no responde a la totalidad de la salud humana. Según Laín (1984, p. 187), “nadie goza de una salud completa si no puede responder a la pregunta: ¿salud para qué? No vivimos para estar sanos, pero estamos sanos para vivir y actuar”. Esta realidad exige esperanza, fe, dignidad y amor (1 Co 13, 13). La esperanza y la fe dan lugar a significado y resiliencia para la vida (Jn 16, 33).

Al igual que Cristo, para los profesionales de la salud las virtudes son condiciones indispensables para la atención de la salud. Ante la incapacidad de curar una enfermedad a través del tratamiento médico tradicional, se puede ejercer una atención humanizada a los enfermos, proporcionando esperanza y amor. Esta es la percepción encontrada en un estudio de caso que investigó el tema entre los profesionales de la salud. Afirman que:

a) “Hablando de Dios y de su amor y misericordia consuela y da esperanza a nuestros pacientes. Se vuelven más confiados en el tratamiento y a menudo la respuesta al tratamiento es sorprendente!”, b) “En la experiencia que he tenido hasta ahora he sido capaz de darme cuenta de que la confianza en un ser superior y la religiosidad da un impulso y esperanza para que el paciente busque fuerza para realizar tratamiento y buscar la curación o incluso desarrollar una nueva razón para querer vivir.” c) “En la experiencia que he tenido hasta ahora me he dado cuenta de que la confianza en un ser en un ser superior y religiosidad da un impulso y esperanza para que el paciente busque fortaleza para realizar el tratamiento y buscar la curación o incluso desarrolla una nueva razón para querer vivir.” d) “Trato de hablar de su creencia y su fe y siempre trato de estimular esta práctica de fe para mejorar el tratamiento del paciente y los compañeros. Tener fe sanadora es lo más importante para nosotros actuar con la curación de la medicina” (GERONE, 2015, págs. 88).

Sobre la base de estos informes de profesionales de la salud en la práctica de la atención a los enfermos, se observa que la espiritualidad puede proporcionar la cura de la psique[14], es decir, la salud psicoemocional del paciente. En la práctica del cuidado de Cristo a los afligidos en el corazón (cuestiones psicoemocionales), el estado del “espíritu” era la condición para el proceso de sanación (Lc 4, 18). El área de salud reconoce la psique en el proceso de curación. Los pensamientos positivos, la paz, la esperanza y la fe colaboran significativamente en el tratamiento médico y en el descubrimiento del sentido de la vida. Después de todo, a veces, en medio de la enfermedad, surge un sentimiento de opresión y depreciación de la vida que afecta negativamente el estado psicoemocional de los enfermos. Por lo tanto, antes de tratar la causa clínica de la enfermedad es necesario tratar la esencia, es decir, la psique. Y para sanar el espíritu, uno debe trascender[15]. Para el doctor Vitor Frankl:

En virtud de la trascendencia de la existencia humana, el hombre es un ser en busca de significado. Está dominado por la voluntad de significado. Hoy, sin embargo, la voluntad de significado se frustra. Cada vez más pacientes vuelven a nosotros psiquiatras quejándose de sentimientos de intrinque y vacío (FRANKL, 1989, p. 82).

Según Gerone (2015) los profesionales de la salud que son cristianos entienden[16] la espiritualidad como una dimensión de trascendencia que se manifiesta en la presencia divina o sagrada en la vida personal y profesional; en la existencia de un ser superior, como un Espíritu, por ejemplo; en la experiencia de lo sobrenatural y en la fe en Jesús. Según Agostinho (2000), Jesucristo es la encarnación inmanente del Dios trascendente. La trascendencia en Jesús se revela en la espiritualidad, el propósito y el sentido de la vida para que “cualquiera que vea al Hijo y crea en él pueda tener vida eterna (Jn 6, 39), porque “He venido para que tengan vida y la tengan abundantemente” (Jn 10, 10).

1.4 MÉTODOS DE INTEGRACIÓN DE LA ESPIRITUALIDAD EN LA PRÁCTICA DEL CUIDADO DE LA SALUD

No hay unanimidad sobre un método específico para integrar la espiritualidad en el cuidado de la salud. Sin embargo, hay algunos procedimientos aceptables por la mayoría de los profesionales de la salud, pacientes y familiares que pueden contribuir en este sentido. Por ejemplo, una breve historia espiritual del paciente puede ser planteada en la colección estándar de datos socio-biodemográficos. Es evidente que, sin embargo, es necesario contar con el permiso adecuado de los implicados después de una explicación de los procedimientos. Si se autoriza dicho procedimiento, según Koenig, se le preguntará al paciente si:

1. ¿Ofrecen sus creencias religiosas/espirituales consuelo o son una fuente de estrés?

2. ¿Tienes creencias espirituales que pueden influir en tus decisiones médicas? 3. ¿Eres miembro de una comunidad espiritual y te apoya? 4. ¿Tienes alguna otra necesidad espiritual que quiera ser satisfecha por alguien? (KOENIG, 2012, p.161)

¿Sugiere el American College of Physicians, una reconocida organización médica que busca ampliar el conocimiento científico y la experiencia clínica en el diagnóstico, el tratamiento y la atención al paciente, que los profesionales de la salud pregunten sobre los siguientes aspectos, para que la religiosidad/espiritualidad pueda integrarse (o no en el cuidado: (1) ¿Es la fe (religión, espiritualidad) fundamental para usted en esta enfermedad? (2) ¿La fe (religión, espiritualidad) ha sido importante alguna vez en otros momentos de su vida? (3) ¿Tiene alguien que discuta temas religiosos? (4) ¿Le gustaría explorar problemas religiosos con otra persona? (PERES, 2007).

Se hace hincapié en que estos métodos se desarrollaron en el ámbito de la salud, es decir, a pesar de abordar aspectos relacionados con la religiosidad y la espiritualidad, no es una acción religiosa. Por el contrario, son métodos que permiten a los profesionales de la salud integrar la espiritualidad en su práctica de cuidado sin perder ética y profesionalidad. Por lo tanto, la historia espiritual servirá para mostrar a los pacientes que si hay alguna necesidad espiritual se puede discutir y cumplir. Corresponderá a los profesionales de la salud escribir en los registros médicos las observaciones sobre las necesidades puntuadas. Como ejemplo, registre si los pacientes desean recibir la oración, ser referidos al capellán/pastor, o desean tener la presencia de un líder religioso u otro tema de la comunidad religiosa.

2. LA RELACIÓN ENTRE LA COMUNIDAD RELIGIOSA Y LOS PROFESIONALES DE LA SALUD EN LA PRÁCTICA DE LA ATENCIÓN

En la práctica de la atención espiritual y religiosa ofrecida a los pacientes, es posible que los profesionales de la salud establezcan una relación con la comunidad religiosa del paciente. Las prácticas sanitarias desarrolladas a través de la relación entre la comunidad religiosa y los profesionales de la salud se producen mediante el uso de actos litúrgicos y símbolos y prácticas religiosas de oración, la imposición de manos, la bendición, la absolución, la Eucaristía y la unción del aceite. Estas manifestaciones son fundamentales en la vida de los fieles, después de todo marcan de manera especial las situaciones de enfermedad y salud, nacimiento y muerte, entre otros momentos significativos (GAEDE, 2007).

Entre las prácticas simbólicas mencionadas que forman parte de la atención sanitaria, tenemos, por ejemplo, la imposición de manos que pueden entenderse mejor como una Práctica Integrativa Complementaria en Salud (PIC’S). Según el Ministerio de Salud, la imposición de manos cerca del cuerpo, transfiere energía positiva al paciente, promueve el bienestar, disminuye el estrés, la ansiedad, la depresión y la hipertensión[17]. Por lo tanto, estas prácticas simbólicas, que también pueden ser religiosas, no tienen un uso restringido dentro de la comunidad religiosa. También son parte de la práctica de la atención médica. Para el médico Koenig (2012), por ejemplo, el paciente puede pedir a los profesionales de la salud que hagan la aplicación de las manos junto con una meditación o una oración.

La práctica de la oración colectiva llevada a cabo por una comunidad se encuentra desde el Génesis hasta el Apocalipsis y retrata los anhelos más profundos de toda la existencia humana. La práctica de la oración hace hincapié en lo sagrado, reitera la gratitud y la alabanza, presenta las súplicas y las peticiones. Por lo tanto, en contextos dualistas entre tristeza y alegría, enfermedad y salud, la oración es el medio por el cual la esperanza se rescata en medio de una situación difícil (por ejemplo: Salmo 121.1-2[18]). En este sentido, “la oración fue señalada como uno de los métodos de coping más utilizados por los pacientes en los procesos de enfermedad de salud” (ESPERANDIO, 2014a apud ESPERANDIO, 2014b, p.815). Las experiencias positivas resultantes de la práctica de la oración en contextos de enfermedad de salud “apuntan a una disminución de la ansiedad, la mejora en la capacidad de funcionamiento, la búsqueda de un comportamiento más asertivo y el apoyo espiritual para una vida con más significado y propósito” (ESPERANDIO; LADD, 2013, p. 644).

Como señala Gerone (2015), el 94% de los profesionales de la salud entienden que la religiosidad del paciente se expresa a través de la práctica de la oración, la meditación y la frecuencia regular en una comunidad religiosa. Para los profesionales de la salud, la práctica de la oración es una manera significativa de integrar la espiritualidad y la salud:

a) “[…] Pido a los pacientes, no importa qué religión, que siempre oren y pidan a Dios que esté a cargo de sus vidas. Trabajo con pacientes de cáncer, por lo que hablo de Dios porque son demasiado sensibles y a menudo asustados por el diagnóstico.” b) “Durante las visitas a menudo, por lo general digo mis oraciones para poder atender a los pacientes / miembros de la familia en su totalidad.” (GERONE, 2015, p. 94).

La práctica de la oración no se limita al rito religioso, sino que también manifiesta un estado de ánimo que busca elevar la vida y la mente por encima de la enfermedad y permite la atención holística a los pacientes independientemente de la condición de curación física. La oración se traduce en actos posteriores, como el asesoramiento, la pronedidad, la solidaridad y la empatía, se manifiesta en esta comunidad y en la experiencia fraterna entre las personas. Se trata de la unión entre los miembros, como es el caso, por ejemplo, en una comunidad cristiana conocida como el “cuerpo de Cristo[19]”. La unión entre los miembros permite una atención especial a los enfermos (BRESSARI, 1999), en la que si un miembro sufre, todo el mundo sufre de ello y si uno de ellos es honrado, todos son honrados con él (1 Co 12:25).

La motivación de un miembro para apoyar al otro no se limita al rigor de un contrato social, sino que está anclada en los Principios del Nuevo Testamento de amar a los demás y cuidar a los que sufren. Esta acción suele tener lugar a nivel social y terapéutico a través de los ministerios/pastorales: grupo de mujeres, grupo de hombres, grupo de niños o mayores. Es un medio por el cual la comunidad religiosa cuida, promueve, defiende y celebra la vida, la dignidad humana, la salud mental, espiritual y biológica (GAEDE, 2007).

La atención practicada a través de la comunidad religiosa también cubre el alcance de la salud social. Según Koenig (2012), las crisis sociales y económicas a nivel mundial han tenido un efecto y han reflejado un aumento en los valores del plan de salud, causando una crisis en el sistema de salud pública que ha dado lugar a la escasez de hospitales adecuados para la atención médica en los países emergentes. En este escenario, la comunidad religiosa desempeña un papel importante para la promoción y el cuidado de la salud, actuando como agente social de transformación en el contexto popular de una manera muy significativa. Hay comunidades religiosas que crean, apoyan o mantienen comunidades terapéuticas, residencias de ancianos, orfanatos y hospitales, desarrollan grupos de apoyo psicológico pastoral y dan conferencias sobre prevención de enfermedades e incentivos de salud para los miembros y la comunidad local.

Dado el contexto brasileño, cuya salud pública sigue siendo tan deficiente, se espera que la atención de salud promovida por la comunidad religiosa crezca y sea aún más efectiva en su acción. Esa es la realidad estadounidense, por ejemplo. Las propias comunidades religiosas tienen sus profesionales de la salud, como médicos y enfermeras, que sirven a los miembros y a la población en general. Una vez que se mantienen las proporciones y limitaciones adecuadas, las comunidades religiosas pueden ser una extensión de los hospitales, así como existe la extensión de la comunidad religiosa en los hospitales a través de capellanías, espacios de oración y meditación y la realización del capellán/pastor (KOENIG, 2012).

3. LA ACTUACIÓN DEL CAPELLÁN/PASTORALISTA EN EL CONTEXTO DE LA ATENCIÓN DE LA SALUD

La capellanía es una de las obras más importantes dentro de una realidad vulnerable en la que el ser humano es cuando sufre de una enfermedad. Por lo tanto, la Constitución Brasileña de 1988 (Art. 5o, VII y Art. 210, apartado 1) prevé y hace hincapié en la importancia de la atención religiosa en un lugar de tratamiento médico. La asistencia religiosa realizada a través de la capellanía en los hospitales “pretende ofrecer apoyo espiritual, emocional y social, basado en la Palabra de Dios, a las personas que están en estos lugares” (GERONE JUNIOR, 2016, pág. 125). Para Alexsandro Silva (2010), el servicio de capellanía hospitalaria crea algo similar al entorno eclesial[20] que permite la acción misionera y colabora en la formación integral del ser humano a través de la presencia, gestos, palabras, oraciones, lectura de textos sagrados, música, silencio, fortalecimiento, consejería y consuelo en tiempos de angustia e incertidumbre con los enfermos , a las familias de los enfermos y a los equipos de salud.

A lo largo de la historia de la salud, la atención religiosa proporcionada por un capellán estuvo vinculada a la atención médica. Como ejemplo, tenemos la actuación del capellán/pastor anton Boisen, quien durante años trabajó como capellán junto al doctor Richard Cabot en el cuidado de los enfermos mentales. Boisen fue pionera en la integración de estudiantes de campo religiosos dentro de un hospital psiquiátrico centrado en la formación pastoral clínica. Otro ejemplo es Leslie Weatherhead, quien en 1916 se convirtió en capellán del ejército indio y trabajó con médicos en la atención de los enfermos (SILVA, 2007).

Actualmente, el papel de capellán/pastorista suele formar parte del equipo médico (ASSUNÇÃO, 2009). El desempeño del capellán/pastoralista como parte del equipo médico se basa en el hecho de que, “después de que se hayan agotado todas las posibilidades técnicas y todas las posibles desde el punto de vista clínico, nos enfrentaremos al momento de mayor vulnerabilidad y mayor necesidad de enfermos” (SILVA, 2010, p. 28). Por lo tanto, para los profesionales de la salud:

a) “La presencia de un representante religioso frente a la enfermedad aporta muchos beneficios y ayuda en la recuperación” b) “Observo que el servicio de capellanía utilizado en los hospitales nos proporciona mucha seguridad a los profesionales de la salud, y aporta tranquilidad, comodidad mental a los pacientes. Es parte del tratamiento proporcionado al paciente” (GERONE, 2015, pp.94).

Se percibe que los profesionales de la salud dan importancia a la atención prestada por el pastor/capellán, en el que la cuestión religiosa dialoga con la ciencia médica en la mejora de la atención sanitaria. Además, se percibe que los profesionales de la salud valoran la atención religiosa a los pacientes, pero la mayoría de los profesionales de la salud prefieren atribuir la práctica de este cuidado específicamente al capellán/pastoralista. Por supuesto, la atención religiosa es la principal responsabilidad del capellán/pastoralista. Sin embargo, cuando los profesionales de la salud son capaces de integrar la espiritualidad y la salud en la atención al paciente, se establece una armonía y una mejor comprensión del propio paciente en relación con la enfermedad, fortaleciendo así la forma en que el paciente enfrentará la enfermedad (ASSUNÇÃO, 2009).

3.1 EL CAPELLÁN/PASTORALISTA Y LA ATENCIÓN DE LOS PROFESIONALES DE LA SALUD

La realización del capellán/pastor en el contexto hospitalario también se produce a través de la atención de los que se preocupan. Esta acción es cada vez más necesaria, ya que busca apoyar, apoyar y asesorar a los profesionales de la salud frente a los tratos diarios con el sufrimiento, la enfermedad y la muerte de los pacientes (PAIVA, 2004). Es necesario recordar que uno de los mayores retos de los profesionales de la salud está en la lucha por la preservación de la vida y en el tratamiento de un pronóstico negativo que debe ser comunicado, ya sea al paciente o incluso a la muerte de los familiares. Se trata de una tarea difícil en la que surge una sensación de posible fracaso porque el profesional no ha logrado el pleno éxito en el tratamiento empleado.

Esta situación puede llevar al profesional a un espejo, en el que hay una proyección de sí mismo en la misma situación (ALVES, 2011). Esta es la razón por la que muchos profesionales de la salud se agotan física y emocionalmente en muchas ocasiones. En estas situaciones, la atención prestada por el capellán/pastorista puede despertar en el profesional de la salud un sentimiento positivo para que pueda vivir y vivir en un entorno de trabajo más integrado, con sentidos integrales de mayor conocimiento y confianza en sí mismo (PAIVA, 2004).

Según el relato específico de un profesional de la salud: “es muy importante estar siempre en presencia de Dios para enfrentar cualquier problema, ya sea la salud u otros”. (GERONE, 2015). Se percibe la necesidad de desarrollar la espiritualidad de los profesionales de la salud, especialmente en contextos en los que es necesario hacer frente a la fragilidad de la enfermedad o muerte inherente al ser humano. Por lo tanto, existe una demanda de atención espiritual/religiosa que puede ser llevada a cabo por el capellán/pastoral individualmente o incluso en grupo, mediante consejería, meditación y oración. Esta acción puede ayudar a los profesionales de la salud a sentirse fundamentados y basados en su fe y en la comunión con Dios para que puedan desempeñarse mejor en el trabajo. De hecho, como dicen, necesitan “estar bien espiritualmente, sí, antes de cuidar de los enfermos” (GERONE, 2015, p. 89), después de todo, “cuando me fortalecen en mi caminar con Dios, siento mucha diferencia en las relaciones, en el trabajo, en los estudios entre otras actividades que hago en mi vida diaria” (GERONE, 2015, p. 89).

Por último, el capellán/pastorista puede ayudar a los profesionales de la salud a desarrollar una mejor práctica de la atención al paciente con el fin de combatir el estrés en el lugar de trabajo y abordar mejor la sensación de soledad y en la toma de decisiones difíciles sobre las intervenciones terapéuticas. La comunicación de noticias difíciles es un ejemplo de esta realidad. Por lo tanto, esta obra puede dar lugar a una necesaria humanización de las relaciones laborales, a la construcción de diálogos y al intercambio de dificultades frente al sufrimiento y la muerte (TAVARES, 2013).

CONSIDERACIONES FINALES

La espiritualidad y la salud están relacionadas en una visión holística del ser humano. Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), la espiritualidad compone la noción de salud, porque las creencias religiosas y espirituales influyen en el contexto de las enfermedades de salud, como la práctica de la atención de la salud. Es en este contexto que la teología dialoga con la salud. Después de todo, en la teología que se centra en el aspecto salvador, salvar también contempla una práctica de cuidado de la vida en su dimensión biopsicosocial y espiritual (ROCCHETA, 1993).

En la teología bíblica, el Antiguo y el Nuevo Testamento presentan y reflexionan sobre la vida religiosa relacionada con el contexto de la salud y la práctica de la atención. Cristo es la encarnación de la salud y el paradigma del cuidado. En ella, la salud trasciende la enfermedad comunificionando con el plan de salvación y un significado para la vida, incluso si se enfrenta a la condición humana de la enfermedad. Cristo es el Salvador que cuida, sana y restaura el ser humano holísticamente. Esta es la culminación de la Palabra de Dios y es la base teológica esencial de la espiritualidad cristiana. En este sentido, una reflexión bíblica más específica del tema, señala a Cristo como la encarnación de la salud y el paradigma del cuidado. A través de esto, es evidente que los profesionales de la salud pueden desarrollar una práctica de atención holística y humanizada. Y además de la sanación física, en la práctica de la atención de la salud, es necesario ofrecer virtudes de esperanza, dignidad y amor.

Desde una perspectiva eclesial, la comunidad religiosa puede proporcionar atención de salud a través de la convivencia entre los miembros, construyendo un ambiente saludable de cuidado mutuo y apoyo social, psicoemocional y espiritual. Se destaca que, en el actual contexto brasileño de crisis en todos los ámbitos (COVID-19, por ejemplo), se necesitan cada vez más estudios sobre el papel de las comunidades religiosas en el contexto de la salud, a fin de permitir la práctica de una espiritualidad más saludable, tanto en el cuerpo físico como en el alma y la mente de las personas.

Las prácticas espirituales y religiosas suelen ser gratuitas. Por lo tanto, proporcionan beneficios económicos significativos en el servicio de salud. Es por eso que las personas que participan en acciones religiosas o espirituales suelen ser físicamente más saludables, después de todo tienen un estilo de vida más equilibrado y usan menos servicios de salud. Así, la práctica espiritual contribuye a la reducción de los gastos más costosos, reduciendo también la posibilidad de gastos hospitalarios, medicamentos y exámenes. Por lo tanto, hace hincapié en la importancia de que la atención de salud promovida por la comunidad religiosa crezca y sea aún más eficaz en su acción.

Como se ha visto, la misión del pastor-capellán en la atención espiritual, psicológica y social de los enfermos, las familias de los enfermos y los profesionales de la salud es muy importante. Teniendo en cuenta que el pastor-capellán puede formar parte del equipo médico, su práctica de atención espiritual debe estar en sintonía con la práctica de la atención médica, con el objetivo de garantizar una atención sanitaria holística, es decir, que tenga en cuenta al ser humano en su realidad biopsiadosocial y espiritual. Como método de integración de la espiritualidad en la atención de la salud, los profesionales de la salud pueden a través de la historia espiritual identificar las necesidades religiosas y espirituales del paciente y referirlo al pastor-capellán, que también puede ayudar a los profesionales de la salud, porque, ante el sufrimiento y la muerte del paciente, en situaciones estresantes en el entorno hospitalario, los profesionales de la salud se sienten vulnerables y espirituales.

Es evidente la necesidad de reconocer la importancia de las cuestiones espirituales y médicas en la reflexión que desafía la práctica de la atención sanitaria, es decir, el cuidado del ser humano en sus múltiples necesidades, otorgándole dignidad y salud que lo contempla en todas las dimensiones.  El ser humano no es sólo un cuerpo o una mente, y mucho menos, un alma o sólo una emoción.  Tampoco es la suma de estas partes. El ser humano es un ser holístico. Una reflexión teológica en el diálogo con la salud va en esta dirección, es decir, mira la integralidad de la persona y busca satisfacer todas las necesidades.

Por último, no se puede practicar la alienación, la teología separatista o astática. Del mismo modo, no se debe practicar la atención de salud que subestime la necesidad intrínseca de todo ser humano, es decir, la búsqueda del sentido de la vida en su búsqueda de lo trascendente. Dentro del contexto teológico de la salud, es importante que la persona encuentre un sentido de vida incluso en medio de la condición humana de la enfermedad. La vida en abundancia en Jesús es una vida que trasciende la condición humana de la enfermedad, es decir, representa no sólo una vida con salud, sino una vida de salvación.

REFERENCIAS

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APÊNDICE – REFERÊNCIAS DE NOTA DE RODAPÉ

3. Una mirada estrictamente física, que desconoce las dimensiones psicológica, mental, social y espiritual (BRESSARI, 1999).

4. Se trata de la experiencia espiritual cristiana revelada en los ritos sacramentales, simbolismos, medios de celebración, cantos, danzas, dramatizaciones y gestos. CATÃO, F. Espiritualidad cristiana. São Paulo: Paulinas, 2000, p.31

5. Esto es teología cristiana porque el 84% de los brasileños son cristianos, según el IBGE 2010 (AZEVEDO, 2012)

6. Dios no solo crea, sino que respira, saborea y dirige la vida. El aliento aquí se entiende como una acción de Dios al proporcionar esencia, significado y propósito de vida para el ser creado.

7. “Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de doble filo; penetra hasta el punto de dividir alma y espíritu, coyunturas y tuétanos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón ”(Hebreos 14.12).

8. “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que crea en él no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).

9. “En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba al principio con Dios. Todas las cosas fueron hechas por él, y sin él, nada de lo hecho se hizo. La vida estaba en él y la vida era la luz de los hombres ”

10. El área de la teología que estudia la salvación en todos sus aspectos (TILLICH, 2005).

11. Cf. STRONG, James. Léxico hebreo, arameo y griego de Strong, n. ° h7965. La amplitud de la palabra shalom es un desafío para los intérpretes y eruditos de la Biblia.

12. “Les dije más: ¿Está bien (shalom)? Y ellos dijeron: Está bien (shalom), y aquí está Rachel, su hija, que viene con las ovejas ”[Gen. 29.6]

13. “Y él les preguntó cómo estaban y dijo: ‘¿Está tu padre, el anciano del que hablaste, bien (shalom)? ¿Aún vive? 28 Y ellos dijeron: Bien (shalom) es tu siervo, nuestro padre aún vive. E inclinaron la cabeza y se postraron ”[Gen 43: 26-27]

14. Del griego psykhé, que retrata la esencia humana, la naturaleza del espíritu, pensamientos, sentimientos, comportamientos, conciencia y personalidad (AULETE, 1980).

15. Por trascendencia se entiende aquello que está más allá de la cosa misma; es la esencia y el propósito existenciales; está más allá de lo físico y material; se trata de lo metafísico y espiritual.

16. En los resultados de una encuesta, el 85% de los profesionales de la salud son cristianos (GERONE, 2015).

17. Ministerio de Salud, Departamento de Atención Primaria. Secretaría de Salud Informe del 1er Seminario Internacional de Prácticas Integrativas y Complementarias en Salud – PNPIC. Brasilia, DF: MS; 2009.

18. “Alzo mis ojos a las montañas; de donde viene la ayuda Mi ayuda viene del Señor, que hizo los cielos y la tierra “.

19. Esta expresión se conoce por el arquetipo apostólico y el mandato de Jesús que se encuentra en la Biblia.

20. La capellanía hospitalaria es también una organización de trabajo eclesial que expresa el “servicio religioso que brinda la comunidad cristiana en la institución de salud. Está formado por uno o más sacerdotes, a los que se suman diáconos, religiosos y laicos ”(BRUSCO, 1999, p. 140).

[1] Máster en Teología por PUC/PR. Tiene una especialización en Comportamiento Organizacional. Tiene una especialización en Neuropsicagogía, Filosofía y Sociología y Enseñanza de La Educación Superior. Tiene MBAs en Administración y Gestión con énfasis en la espiritualidad y la religiosidad en las empresas. Es licenciado en Dirección Comercial. Tiene una licenciatura en Teología. Es Licenciado en Filosofía y Licenciado en Pedagogía.

[2] Doctor en Teología (PUC-Rio), Máster en Educación (UFPA), Especialista en Gestión de Proyectos Sociales en el Tercer Sector (FTBP) y en Ciencias de la Religión (FAERPI). Tiene un MBA en Dirección de Empresas (FGV) y publicidad, marketing y comunicación integrada (UNIESA). Tiene una licenciatura en Teología del Seminario Teológico de Betania de Curitiba, con validación por PUC-PR.

Enviado: Agosto, 2020.

Aprobado: Septiembre de 2020.

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Lucas Guilherme Teztlaff de Gerone

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