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Calidad de algunos dominios de la vida de ancianos que trabajan

RC: 113210
239
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DOI: 10.32749/nucleodoconhecimento.com.br/psicologia-es/dominios-de-la-vida

CONTEÚDO

ARTÍCULO ORIGINAL

ROCHA, Felipe Queiroz Dias[1], PICCIONE, Marcelo Arruda[2]

ROCHA, Felipe Queiroz Dias. PICCIONE, Marcelo Arruda. Calidad de algunos dominios de la vida de ancianos que trabajan. Revista Científica Multidisciplinar Núcleo do Conhecimento. Año. 06, ed. 11, vol. 09, pág. 132-151. Noviembre 2021. ISSN: 2448-0959, Enlace de acceso: https://www.nucleodoconhecimento.com.br/psicologia-es/dominios-de-la-vida, DOI: 10.32749/nucleodoconhecimento.com.br/psicologia-es/dominios-de-la-vida

RESUMEN

El envejecimiento es un fenómeno idiosincrásico de cada individuo que converge en una serie de cambios físicos y psicológicos. Sin embargo, es posible que los ancianos vivan bien y con calidad aunque su desempeño orgánico sea deficiente. Por lo tanto, el problema de este artículo está relacionado con el crecimiento de la apreciación de la calidad de vida en la vejez. Por lo tanto, el objetivo fue verificar la calidad de algunos dominios de la vida de los ancianos que trabajan. Participaron del estudio 36 ancianos de la ciudad de São Paulo, con media de edad de 71,5 y ± 5,4. Los datos fueron recolectados accidentalmente. Para ello se utilizaron 36 cuestionarios WHOQOL idénticos. Para verificar si existe una diferencia estadísticamente significativa, se aplicó la prueba no paramétrica de chi-cuadrado. El resultado fue: el 83,33% de los adultos mayores dicen estar totalmente en desacuerdo con la premisa de que tienen una relación con Dios insatisfactoria y también totalmente de acuerdo en que su relación con Dios elimina su sentimiento de soledad; El 63,33% Totalmente de acuerdo con la existencia de un verdadero propósito para la humanidad y el 47,22% de los adultos mayores Acepta Completamente su apariencia física. Así, se observó que los ancianos trabajadores están satisfechos con su calidad de vida.

Palabras clave: envejecimiento, calidad de vida, vejez, adultos mayores.

INTRODUCCIÓN

La calidad de vida es la concepción que tiene un individuo de su posición en la vida de acuerdo con sus propios valores y estándares frente a sus metas e inquietudes en el entorno sociocultural en el que vive. Este concepto tiene tres pilares diferentes ya la vez esenciales, según la Organización Mundial de la Salud (OMS): la pluridimensionalidad, la subjetividad y la consideración de puntos negativos y positivos (TRENTINI; XAVIER y FLECK, 2006).

Es un tema que tiene diferentes significados en las más diversas áreas. En Psicología Social, el concepto mediador de la experiencia subjetiva, y también el mayor referente, es el nivel de satisfacción. De hecho, ha habido un aumento en la apreciación de la calidad de vida en la vejez en los últimos años (TRENTINI; XAVIER y FLECK, 2006), que será el alcance del presente trabajo según la evaluación de una muestra de trabajadores de la tercera edad.

A su vez, el proceso de envejecimiento se puede clasificar de tres formas. La primera se denomina vejez con patología y se caracteriza por la presencia de un síndrome, enfermedad o discapacidad crónica, que limita críticamente el desempeño diario del anciano y desvanece las capacidades que posee como adulto joven (TRENTINI; XAVIER y FLECK, 2006).

La segunda es la vejez habitual o normal y es el proceso común de envejecimiento acompañado de patologías físicas y/o psíquicas en una proporción leve en su manifestación, con el fin de provocar solo cambios parciales en la vida cotidiana de los ancianos (TRENTINI; XAVIER y FLECK, 2006).

La tercera se conoce como vejez exitosa u óptima y se entiende como la llegada a esta etapa con la preservación del estado físico de salud como adultos jóvenes, que adquiere una condición buena u óptima respecto al bienestar social y personal como ejemplo (TRENTINI; XAVIER y FLECK, 2006).

A medida que pasa el tiempo, el número de personas mayores en el mundo va en aumento. En Brasil, la situación no es diferente y poco a poco se ha deconstruido el mito de que somos un país de jóvenes (NERI, 2001a).

El envejecimiento biológico es un fenómeno idiosincrásico de cada individuo, no una patología. Es posible que los adultos mayores vivan bien y con calidad aunque su desempeño orgánico sea debilitado o deficiente (MARTINS et al., 2007).

Además, el envejecimiento converge en una serie de cambios psicológicos, además de los físicos, que pueden culminar en: resistencia o no aceptación para ocupar otras funciones; desaliento y problemas con la planificación para el futuro; falta de atención por pérdidas biopsicosociales y disminución de la autoestima y buena imagen de sí mismo (NERI, 2001b).

Sin embargo, a diferencia de la visión estereotipada negativa y homogeneizadora de la vejez, hay personas mayores que sufren el proceso de envejecimiento de manera diferente y refieren la vejez como una fase de placer. No existen frustraciones, conflictos o dramatismos en la forma en que viven esta etapa, así como tampoco se identificaron sentimientos de rechazo y/o inferioridad ante los cambios y pérdidas (JARDIM; MEDEIROS y BRITO, 2019).

De hecho, existen algunos mitos sobre la vejez, como que en la vejez los niños se convierten en padres de sus propios padres. Esto no es del todo cierto, lo que ocurre es una inversión de roles por la pérdida de autonomía, de mando, de las condiciones para determinar, elegir sus leyes y objetivos, por parte de los ancianos (ZIMERMAN, 2000).

Por otro lado, los sujetos jóvenes consideran posible tener felicidad en la vejez e incluso tienen buenas concepciones sobre algunas características de los mayores, como la autoimagen. Sin embargo, al mismo tiempo, también muestran mucha inquietud con respecto a la ocurrencia de este proceso en sí mismo, por lo que refieren que es mejor morir que vivir la angustia y la soledad propias de esta etapa, pues entienden que las conjeturas de antigüedad la llegada de estos estados (RABELO et al., 2008).

Así, se plantean muchas preguntas sobre cómo se entenderá globalmente la vejez (VELOZ; NASCIMENTO-SCHULZE y CAMARGO, 1999).

El envejecimiento social modifica el estatus de las personas mayores y su relación con otras personas (ZIMERMAN, 2000).

El cónyuge, después de décadas, es un factor importante en la construcción de ese estatus social y de pronto, ante la pérdida del consorte, el mayor se siente solo, contrito y desconsolado. Así, el sujeto comienza a sufrir falta de comunicación expresiva y de atención, pierde su rol social y queda a merced de sentimientos de inutilidad y falta de expectativa con la vida (SIMKUNAS y ANJOS, 2001).

De hecho, todos los sujetos que pasaron por tal experiencia reportan la soledad como un elemento recurrente, pero refieren que encontraron la participación en actividades colectivas, como la danza y la gimnasia, como una alternativa, para mantenerse en acción y así alejar la soledad estatal (SIMKUNAS y ANJOS, 2001).

Al final, el amor está al alcance de todos ya que se manifiesta en comportamientos y sentimientos. Aquellos que se retraen o son incapaces de transformarse o evolucionar están a merced de la soledad y el vacío. Incluso aquellos que nunca se han casado pueden y deben buscar pareja para iniciar una relación (ALMEIDA y LOURENÇO, 2007).

Uno de los ejes constitutivos del bienestar psicológico es la satisfacción con la vida, pues considera la propia perspectiva del sujeto sobre aspectos de su realidad. Dos características vitales de esta satisfacción son la precisión de la adaptación a las insuficiencias y el poder de absorber e incorporar información positiva a través de una estructura psíquica responsable del autoconocimiento, denominada self (NERI, 2001a).

Así, sólo el 40% de los adultos mayores está satisfecho con sus relaciones personales, mismo número que dice estar completamente satisfecho con su apariencia física (COLALTO, 2002).

En cuanto a este segundo dominio, los ancianos están insatisfechos con su cuerpo y expresan el deseo de tener una apariencia más delgada, ya que este factor es importante en su adaptación biopsicosocial, ya que existen numerosos estereotipos que los estigmatizan debido a su tamaño físico atrofiado. Estos estigmas pueden hacer que los adultos mayores vean su cuerpo de forma distorsionada y generen representaciones negativas (COSTA; BASTOS y SALES, 2008).

En el período posmenopáusico, las mujeres experimentan cambios en la región genital y en la forma física. Pueden ocurrir modificaciones en la forma en que el individuo ve su cuerpo al punto de considerarse deplorable e incapaz de complacer a su consorte, lo que genera perturbaciones emocionales (VERAS, 1995).

Las percepciones de las mujeres mayores sobre la belleza corporal en la vejez se clasifican en tres categorías: la belleza verbalizada, la experiencia estética frente a un espejo y la belleza de la mujer en la vejez (FIN; PORTELLA y SCORTEGAGNA, 2017).

Las mujeres adultas mayores, independientemente de sus condiciones socioeconómicas y culturales, reconocen como belleza la imagen a partir de estilos contemporáneos con influencia de los estándares estéticos vigentes, pues establecen un juicio de apreciación en lo que consideran agradable de ver, sentir y observar (FIN; PORTELLA y ESCORTEGAGNA, 2017).

Sin embargo, la experiencia estética de mirarse a sí mismo revela una dualidad entre imágenes apreciadas y depreciadas que presentan las diferentes formas de entender y sentir la vejez. Al develar la apariencia del cuerpo envejecido, las mujeres confiesan sus sentimientos hacia aspectos de los años vividos en una maraña de belleza y fealdad (FIN; PORTELLA y SCORTEGAGNA, 2017).

La belleza en la vejez se abstrae como un proceso que requiere cuidar de uno mismo y de las propias relaciones. Consiste en una mirada atenta al cuerpo y al alma que sigue reglas, comportamientos y principios, como la práctica de ejercicios, mantener el buen humor, bailar y buscar al médico cuando hay alguna molestia e incluso, la ocupación con el voluntariado. Al final, la percepción de la belleza se aprehende en la singularidad del ser a través del aprecio y el amor entregado a uno mismo (FIN; PORTELLA y SCORTEGAGNA, 2017).

En cuanto a la visión difundida a la sociedad por los artículos de una revista popular, se pudo observar de manera hegemónica la consolidación de un discurso que entiende la juventud como un valor a conquistar y mantener, mientras que la vejez es entendida como el resultado de la discapacidad de cada. En otras palabras, ser joven es una responsabilidad del lector, el cual, siguiendo sus recomendaciones periódicas, no envejecerá (KUSCHICK y MACHADO, 2016).

Las mujeres envidian el cuerpo, la belleza, la juventud, la delgadez y la sensualidad de las demás. El cuerpo que envidian es juvenil, esbelto y atractivo. En Brasil, este modelo de cuerpo es fundamental (GOLDENBERG, 2018).

Las mujeres brasileñas se encuentran entre las mayores consumidoras de productos y servicios cosméticos en todo el mundo, como cirugía plástica, toxina botulínica, rellenos, tintes para el cabello, medicamentos para perder peso y supresores del apetito. Son las que están más insatisfechas con su propio cuerpo, y las que dejan de salir de casa, de ir a fiestas e incluso de trabajar cuando se sienten viejas, gordas y feas (GOLDENBERG, 2018).

Las mujeres jóvenes dicen que se cuidarán solas cuando sean viejas y que sus amigos las ayudarán. Los hombres, por su parte, dicen que las mujeres de sus familias harán esto por ellos: esposa, hijas y nietas (GOLDENBERG, 2018).

También existe la idea de que el envejecimiento siempre se entiende como un advenimiento extrínseco. Al hablar de su propia vejez, la mayoría de las personas mayores se refieren al caso como si fuera un fenómeno exógeno. De hecho, sucede que comprender esta etapa solo a través de las restricciones físicas provoca sufrimiento, angustia y rechazo a este contexto (LIMA, 2007).

Por otro lado, la espiritualidad puede ser considerada un recurso favorable para el bienestar del anciano, por lo que la participación en ambientes motivadores y la presencia de oportunidades de progreso, aliadas a factores espirituales, han sido centrales en esta etapa. La religiosidad puede estar asociada a una mayor resiliencia en la vejez (MARGAÇA y RODRIGUES, 2019).

Es decir, la participación en actividades religiosas, la elección de doctrinas y el sistema de creencias pueden relacionarse con la satisfacción, además de influir sustancialmente en la concepción que el sujeto configura sobre el mundo, con el fin de legitimar el sentido de la vida y proporcionar el bienestar (PANZINI et al., 2007).

La religión es un dominio que, para ser válido, necesita mover y modificar al individuo, y no ser sólo un conjunto dotado de moral, dogmas y reglas, sino una fe que cualifica el encuentro real con la deidad adorada (DINIZ, 2003).

De este modo, la religión puede entenderse como la adopción de realidades capitales que la conciencia no puede asimilar, lo que produce un sentimiento de plenitud y unión interior cuando alcanza la cumbre del goce psíquico. Los mitos (cuentos) y los ritos (acciones) subyacen a todas las creencias espirituales y, por tanto, son los medios de manifestación de lo sagrado a través de las representaciones desarrolladas (BAPTISTA, 2003).

Independientemente del estilo de vida de los adultos mayores, la mayoría de ellos hacen oraciones por causas como: adquirir salud, recibir paz mental y amor, asuntos familiares y dar gracias por los favores logrados (ORLANDO et al., 2008).

La espiritualidad es altamente preponderante en este período del ciclo vital, por lo que toda una muestra recolectada declaró estar en consonancia con alguna religión, ya que la realización de actividades de esta naturaleza permite al anciano formar un vínculo entre sus carencias y el servicio de su talentos. Si esto no sucede, el adulto mayor será al menos apoyado para enfrentar esta etapa terminal de la vida (ARAÚJO, 1999).

Por lo tanto, el objetivo general fue verificar cómo los ancianos que trabajan aprecian la calidad de algunos dominios de sus vidas.

A su vez, los objetivos específicos son:

  • Comprender cómo se encuentran los adultos mayores cuando continúan trabajando después de haber superado la edad que les permite cesar en estas actividades;
  • Brindar una oportunidad para que las personas mayores que trabajan informen sobre la condición de algunos dominios de sus vidas;
  • Analizar críticamente el estado de algunos dominios de su vida.

METODOLOGÍA

PARTICIPANTES

Este trabajo contó con la participación voluntaria de 36 adultos mayores que trabajan, con o sin registro, continua o esporádicamente, con 65 años o más (que es el grupo de edad designado por la OMS para la jubilación); fueron 88,90% hombres y 11,10% mujeres. La edad media es de 71,5 años, la mediana es de 71 años, la desviación estándar es de 5,4 y el rango de edad es de 22 años (la edad más baja es 65 y la más alta 87).

MATERIAL

Para la recolección de datos se utilizaron 36 cuestionarios WHOQOL idénticos. Este material fue seleccionado por su reconocimiento internacional para los fines antes mencionados.

Este cuestionario se dividió en tres partes: la primera fue para caracterizar al voluntario; la segunda parte estuvo compuesta por una serie de preguntas cerradas sobre varios dominios que integran la concepción general de calidad de vida y que, así, justifican el objetivo de esta investigación; la última parte contenía otra serie de afirmaciones afirmativas y negativas que permitían al sujeto expresar su punto de vista sobre el valor de ella en su vida – es decir, había frases en las que el anciano decía en qué nivel estaba de acuerdo o en desacuerdo con ellas, teniendo en cuenta su contexto.

PROCEDIMIENTOS

Los datos se recopilaron accidentalmente en enero y febrero, es decir, los participantes potenciales de la investigación (trabajadores de 65 años o más) se buscaron al azar y, cuando se encontraron, los investigadores se acercaron a ellos al instante.

Primero, nos presentamos y explicamos el propósito de nuestro trabajo. Luego, si el adulto mayor cumpliera con el grupo de muestra deseado y aceptara participar, le entregaríamos el Termo de Consentimento Livre e Esclarecido (TCLE)[3] y el cuestionario, así como brindarle todo tipo de aclaraciones sobre estos documentos y sus elementos. Es importante destacar que este artículo forma parte de un trabajo mayor, que fue aprobado por el Comité de Ética e Investigación nº 017/2005 y CAAE 005.0.237.000.05.

Todos los sujetos encontrados estaban en la ciudad de São Paulo, 15 en Mooca, seis en Brás, seis más en Sé, cinco en Zona Cerealista, tres en Vila Mariana y uno en Cambuci.

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

Aquí, se presentarán y discutirán críticamente algunos resultados obtenidos en los cuestionarios WHOQOL utilizados a través de las siguientes tablas.

Tabla 1 – Estado Civil

Situaciones F %
Soltero 6 16,66
Separado 4 11,11
Casado 19 52,77
Viudo 7 19,44
Total 36 100

Fuente: Cuestionarios WHOQOL.

La Tabla 1 muestra que más de la mitad (52,77%) de los encuestados están casados. Otro 19,44% son viudos, el 16,66% solteros y sólo el 11,11% separados.

Se aplicó la prueba no paramétrica de chi-cuadrado para saber si existe diferencia estadísticamente significativa; resultaron Xo2=9,80 y X2c=7,81, con diferencia estadísticamente significativa. Se sabe que n.g.l.=3 y α=0.05.

Así, más de la mitad de los ancianos que trabajan mantienen una relación amorosa estable y esto puede estar directamente relacionado con la idea relacionada con la motivación y el interés por el trabajo, ya que, según estudios realizados por Simkunas y Anjos (2001), después de décadas de trabajo, el matrimonio se convierte en un factor importante para la construcción del estatus social del anciano, ya que ante la pérdida del cónyuge, el individuo se siente solo, desconsolado y triste. Mientras tanto, el sujeto sufre de falta de comunicación expresiva y atención, pierde su rol social y comienza a tener sentimientos de inutilidad y falta de expectativa con la vida.

Si tenemos en cuenta estas palabras, el 30,55% puede estar sujeto a un estado psicológico despectivo y baja animadversión por ser Viudo o Separado. Según Simkunas y Anjos (2001), todos los sujetos que han pasado por una experiencia de este tipo mencionan la soledad como un sentimiento presente.

Esta condición provocada por la pérdida del cónyuge trans vierte el estatus del anciano y, según Neri (2001b), se traduce en cambios coercitivos en la autoimagen y autoestima del anciano, además de resistencia a nuevos roles, problemas en la planificación para el futuro, necesidad de asistencia ante pérdidas biopsicosociales y desánimo.

Sin embargo, Almeida y Lourenço (2007) dicen que el amor está al alcance de todos. Incluso aquellos que nunca se han casado pueden y deben buscar pareja para iniciar una relación, pero aquellos que se retraen o son incapaces de transformarse o evolucionar están a merced de la soledad y el vacío.

En cuanto a la mayoría que está casada, se puede suponer que el cónyuge es un atributo que los incentiva u obliga (según el nivel socioeconómico de cada uno) a permanecer en el trabajo, ya que ambos dominios deben constituir el estatus que tiene el adulto mayor por sí mismo, como dicen Zimerman (2000) y Simkunas y Anjos (2001).

Tabla 2 – Nivel de aceptación de la apariencia física

Aceptación F %
Muy poco 2 5,55
Medio 11 30,55
Muy 6 16,66
Completamente 17 47,22
Total 36 100

Fuente: Cuestionarios WHOQOL.

Se observa en la Tabla 2 que el 47,22% de los participantes acepta completamente su apariencia física, mientras que el 16,66% se decanta por la afirmación muy. Por otro lado, el 30,55 % y el 5,55 % valoran que tienen un nivel de aceptación relacionado con las variables Medio y Muy Poco, respectivamente. Ninguno de los adultos mayores eligió la alternativa Nada, lo que provocó que esta variable fuera eliminada de la tabla.

Para verificar si existe una diferencia estadísticamente significativa, se aplicó la prueba de chi-cuadrado. Se encontró que xo2=6,40 y x2c=7,81, sin diferencia estadísticamente significativa. También cabe destacar que n.g.l.=3 y α=0.05.

En cuanto al resultado, predominan las opiniones relacionadas con una perspectiva positiva respecto a la aceptación de la apariencia física, con un 63,88% de los participantes manifestando aceptarla en las variables Mucho y Totalmente.

A diferencia de este resultado, en un trabajo similar realizado por Colalto (2002) sobre el mismo tema, el resultado obtenido respecto a los efectos de los cambios físicos es valorado positivamente por sólo el 40% de los participantes.

Costa; Bastos y Sales (2008) refieren que la mayoría de los adultos mayores están insatisfechos con su apariencia física y desean tener un cuerpo más delgado, ya que este factor es importante en su adaptación biopsicosocial debido a los estereotipos sobre su tamaño físico, considerado frágil. Estos estigmas tienden a hacer que las personas mayores vean su cuerpo de manera distorsionada y tengan representaciones negativas.

Al respecto, Lima (2007) dice que existe el estereotipo de que el envejecimiento es un fenómeno externo. Al hablar de la propia antigüedad, la mayoría de las personas mayores se refieren al tema como si fuera algo ajeno a ellas, mientras que lo que sucede es que la percepción de la vejez, a través de las restricciones físicas, cuando estas ya no pueden ocultarse, les provoca sufrimiento, angustia y rechazo a esta situación.

Este concepto de envejecimiento pasa por el poder de los medios de comunicación. Kuschick y Machado (2016) hablan de la visión de la vejez difundida a través de textos de una revista de divulgación, en la que se pudo observar de manera hegemónica la consolidación de un discurso que entiende la juventud como un valor a conquistar y consolidar, mientras que se entiende la antigüedad como resultado de la ineptitud del sujeto. En otras palabras, ser joven es una responsabilidad de cada individuo, quien, siguiendo las recomendaciones periódicas que se publican, no envejecerá.

Rabelo et al. (2008) corroboran la influencia del poder mediático cuando afirman que los jóvenes tienen buenas concepciones sobre algunas características de los mayores, como su autoimagen, y creen que en la vejez hay felicidad. Sin embargo, paradójicamente, consideran que esta etapa de la vida presagia soledad y angustia, por lo que están muy inquietos por este proceso en sí y declaran que prefieren la muerte a llegar a esta etapa y experimentar estos sentimientos señalados como propios de la vejez.

Esta visión dicotómica que los jóvenes tienen de la vejez es resultado de mitos y estereotipos, que pueden verse fortalecidos por la difusión de contenidos inexactos por parte de medios de comunicación, como la revista estudiada por Kuschick y Machado (2016). Estos estereotipos, creadores de una comprensión parcial y absoluta concomitante de los ancianos como sujetos en situación de inferioridad o desventaja en relación a los más jóvenes, son tan cuestionables que los resultados de la Tabla 2 – donde la variable Nada fue eliminada por ningún participante por lo tanto calificando la aceptación de su apariencia física y la opción Muy poco fue mencionado por sólo el 5,55% – son incompatibles con las palabras de Costa; Bastos y Sales (2008) y con los datos presentados por Colalto (2002). Vale la pena considerar que Zimerman (2000) todavía habla del mito de que los niños se convierten en sus propios padres en la vejez, lo que revela otro ejemplo de incomprensión sobre la antigüedad.

También vale la pena considerar las palabras de Jardim; Medeiros y Brito (2019) sobre la peculiaridad de la experiencia del envejecimiento, que rompe con la visión estereotipada y homogénea de la ausencia de placer en esta etapa. Hay personas mayores que refieren esta adversidad cuando refieren ausencia de frustraciones, conflictos o dramatismos en esta fase, de igual forma que no identifican un sentimiento de rechazo y/o inferioridad ante los cambios y pérdidas. Trentini; Xavier y Fleck (2006) denominan a este proceso vejez exitosa, que triunfa y se establece con el mantenimiento de la salud como en los adultos jóvenes.

Desde otra perspectiva de los jóvenes, Goldenberg (2018) dice que las mujeres dicen que se cuidarán solas cuando lleguen a la vejez y que sus amigos las ayudarán. Los hombres dicen que las mujeres de sus familias lo harán por ellos: esposa, hijas y nietas.

En el caso específico de las mujeres (que son el 11,10% de las participantes en este estudio), Fin; Portella y Scortegagna (2017) dicen que las percepciones de las ancianas sobre la belleza corporal en la vejez se dividen en tres categorías: la belleza verbalizada, la experiencia estética frente a un espejo y la belleza de la mujer en la vejez.

Según el trío Fin; Portella y Scortegagna (2017), las mujeres adultas mayores, independientemente de las condiciones socioeconómicas y culturales, reconocen como belleza la imagen reflejada en la moda contemporánea con la influencia de los estándares estéticos vigentes, pues establecen un juicio de apreciación en lo que consideran agradable de ver, sentir y disfrutar observar. Sin embargo, la experiencia de mirarse a sí mismo revela un contraste entre imágenes apreciadas y depreciadas que presentan las diferentes formas de entender y sentir la vejez. Al develar la apariencia del cuerpo envejecido, las mujeres confiesan sus sentimientos hacia los aspectos de los años vividos en una maraña de belleza y fealdad.

Fin; Portella y Scortegagna (2017) completan diciendo que la belleza en la vejez se abstrae como un proceso que requiere el cuidado de uno mismo y de las propias relaciones. Consiste en una mirada atenta al cuerpo y al alma que sigue reglas, comportamientos y principios, como hacer ejercicio, mantener el buen humor, ser voluntario y buscar al médico cuando hay alguna molestia. Al final, la percepción de la belleza se aprehende en la unidad del ser a través del aprecio y el amor entregado a uno mismo.

Esta perspectiva de la belleza explicada por Fin; Portella y Scortegagna (2017) y, por tanto, la aceptación de la propia imagen implica bienestar psicológico y engloba la satisfacción con la vida en palabras de Neri (2001a), ya que considera la valoración del individuo. Además, se observan dos características claves para este bienestar psicológico: la capacidad de acomodar pérdidas (en este caso, la apariencia juvenil) y la capacidad de asimilar información positiva sobre uno mismo, que corresponde a bellas imágenes (que contrastan con la de fealdad) descrita por el trío.

Estos datos desafían las palabras de Goldenberg (2018), quien dice que las mujeres envidian el cuerpo, la belleza, la juventud, la delgadez y la sensualidad de sus semejantes. El cuerpo que desean es juvenil, delgado y atractivo, que es un modelo clave en Brasil.

Goldenberg (2018) continúa y aún dice que las mujeres brasileñas se encuentran entre las mayores consumidoras de productos y servicios estéticos en todo el mundo, como cirugía plástica, toxina botulínica, rellenos, tintes para el cabello, medicamentos para adelgazar y supresores del apetito. También son las que están más insatisfechas con su propio cuerpo, las que dejan de salir de casa, de ir a fiestas y hasta de trabajar cuando se sienten viejas, gordas y feas.

Veras (1995) continúa y dice que en la posmenopausia se producen cambios en los genitales y en el físico de la mujer. También puede haber cambios en la autoimagen de su propio cuerpo, por lo que puede encontrarse deplorable e incapaz de complacer a su consorte, lo que provoca trastornos emocionales.

El llamado a un cuerpo aprobado por la sociedad parte de la juventud, pasa por los medios y llega a la vejez como un requisito desigual dadas las condiciones físicas y cíclicas del sujeto. Ya sea por la moda, la vanidad personal o la autoafirmación simbólica de su estatus, las personas mayores se encuentran naturalmente en desventaja frente a los estándares estéticos exigidos y podrían redefinir su concepto de belleza para aceptar su apariencia física con mayor satisfacción a fin de tener una mejor calidad de vida en este entorno dominio.

Ante esto, también se puede suponer que la permanencia en el trabajo es un fortalecimiento de la autoestima y la aceptación no solo de su apariencia física, sino también de su desempeño diario. De esta forma, los ancianos no viven la vejez como un período de restricciones.

Tabla 3 – Insatisfacción con la relación personal con Dios

Insatisfacción F %
Concuerdo totalmente 2 5,55
Parcialmente de acuerdo 2 5,55
Estoy más en desacuerdo que de acuerdo 1 2,77
Parcialmente en desacuerdo 1 2,77
Totalmente en desacuerdo 30 83,33
Total 36 100

Fuente: Cuestionarios WHOQOL.

Los resultados de la Tabla 3 indican que el 83,33% de los ancianos está Totalmente en desacuerdo en que su relación con Dios es insatisfactoria. Hay dos grupos del 5,55% de los encuestados que eligieron las alternativas Totalmente de acuerdo y Parcialmente de acuerdo y otros dos grupos del 2,77% que eligieron Más en desacuerdo que de acuerdo y Parcialmente en desacuerdo. Sólo la alternativa Estoy más de acuerdo que en desacuerdo no fue votada por los sujetos y por lo tanto fue eliminada de la tabla.

Vale la pena señalar que xo2=0 y x2c=9,48; ya que se aplicó la prueba de chi-cuadrado con la intención de verificar si existe una diferencia estadísticamente significativa; se encontró que no hay tal diferencia. También vale la pena considerar que n.g.l.=4 y α=0,05.

La Tabla 4 tiene un resultado de total compatibilidad con la Tabla 3, pues muestra que el 83,33% Totalmente de acuerdo con la premisa de que su relación con Dios elimina el sentimiento de soledad, la misma cantidad que dice Totalmente en desacuerdo con la sugerencia de estar insatisfecho en el relación personal con Dios. Es importante resaltar que ambas tablas no tienen diferencia estadísticamente significativa y son congruentes entre sí según sus resultados, lo que demuestra que existe una conexión entre los aspectos investigados por ellas.

Araújo (1999) dice que la espiritualidad es muy predominante en este período del ciclo de vida. La razón de esto es que la participación en actividades de esta naturaleza permite a los ancianos establecer un vínculo entre sus insuficiencias y el uso de sus talentos. Si esto no sucede, el adulto mayor será al menos apoyado para enfrentar esta etapa terminal de la vida.

De acuerdo, Panzini et al. (2007) continúan diciendo que la religión puede estar relacionada con la satisfacción. De hecho, las creencias y doctrinas influyen sustancialmente en la concepción que el sujeto se crea sobre el mundo.

En otras palabras, en palabras de Margaça y Rodrigues (2019), la espiritualidad puede ser un elemento favorable para el bienestar en la vejez, sobre todo porque la participación en ambientes estimulantes y la presencia de oportunidades de evolución son fundamentales en esta etapa. Así, la religiosidad puede estar asociada con una mayor resiliencia en la vejez.

Baptista (2003) dice que las religiones se basan en mitos y ritos que manifiestan lo sagrado a través de las representaciones creadas. Así, considerando la práctica de la oración como un rito, Orlando et al. (2008) dicen que la mayoría de las personas mayores oran por cuestiones como la gratitud, obtener salud, recibir paz y amor y por causas familiares, independientemente de su estilo de vida.

La oración, en su sentido más común, es la creación de un diálogo entre las personas. En el caso espiritual, se entiende entre el religioso y la divinidad, aunque se haga junto con otros adeptos en un espacio colectivo. De esta forma, se entiende que es un medio de comunicación con la figura sagrada venerada con la que se establece una relación. En esta relación, el 88,88% de los participantes dice estar en algún grado en desacuerdo con estar insatisfecho, según los resultados de la Tabla 3. Estos datos aún son compatibles con los de Araújo (1999), quien dice que se recolectó toda una muestra (esto es, 100%) declararon estar en consonancia con alguna religión, aunque no fue posible verificar el desfase entre esta misma afinidad y la práctica de este rito.

Baptista (2003) así, define la religión como la adopción de realidades capitales que la conciencia no puede asimilar, lo que produce un sentimiento de plenitud y unión interior cuando alcanza la cumbre del goce psíquico.

Por su parte, Diniz (2003) conceptualiza la religión como un dominio que, para ser válido, necesita mover y modificar al individuo, y no ser meramente un conjunto dotado de moral, dogmas y reglas, sino una fe que cualifica el encuentro real con la deidad adorada.

Finalmente, es claro que el aspecto religioso es predominante en la opinión de los ancianos con respecto a su calidad de vida, para demostrar una prevalencia de respuestas de aceptación mucho más polarizadas que en otros dominios.

Tabla 4 – Sentimiento de soledad eliminado por la relación con Dios

Caricia F %
Concuerdo totalmente 30 83,33
Parcialmente de acuerdo 3 8,33
Estoy más en desacuerdo que de acuerdo 1 2,77
Parcialmente en desacuerdo 2 5,55
Total 36 100

Fonte: Questionários WHOQOL.

En la Tabla 4, se observa que el 83,33% de los sujetos Totalmente de Acuerdo en que no se sienten solos por su relación con Dios. Otro 8,33% optó por estar Parcialmente de acuerdo y un 5,55% Parcialmente en desacuerdo. Solo el 2,77% está más en desacuerdo que de acuerdo. Las variables más de acuerdo que en desacuerdo y Totalmente en desacuerdo no fueron mencionadas y por lo tanto fueron descartadas de la tabla.

Para saber si existe una diferencia estadísticamente significativa se aplicó la prueba de chi-cuadrado. Se encontró que xo2=0 y x2c=7,81, sin diferencia estadísticamente significativa. Además, se considera que n.g.l.=3 y α=0,05.

Este resultado es el mismo que en la Tabla 3, en la que el 83,33% de los participantes también dice estar totalmente en desacuerdo con la premisa de que no tiene una relación satisfactoria con Dios. De hecho, si hay una relación personal significativa, entonces no debería haber soledad. Los temas que abordan estas dos tablas son precisamente similares y congruentes.

Este sentimiento también está muy presente en la pérdida de un cónyuge, según Simkunas y Anjos (2001). El dúo dice que la alternativa encontrada por los ancianos para eliminarla es la participación en actividades colectivas. Por otro lado, Almeida y Lourenço (2007) dicen que el amor está al alcance de todos en la medida en que se expresa en conductas. Los sujetos que se retraen o se muestran incapaces de trascenderse a sí mismos quedan a merced de la soledad y el vacío. Incluso aquellos que nunca se han casado pueden y deben buscar pareja para iniciar una relación. Además, no es posible establecer una relación entre los datos de las Tablas 1 y 4 por estado civil, lo que no necesariamente denota el sentimiento de soledad.

Rabelo et al. (2008) también hablan de la soledad cuando refieren que es un factor que los jóvenes asocian con el envejecimiento y, por tanto, prefieren morir que sufrir este proceso (pese a creer que es posible ser feliz en la vejez y no dudar de las capacidades de los ancianos). Sin embargo, esta perspectiva es incompatible con los resultados aquí obtenidos.

Desde otra perspectiva, Panzini et al. (2007) afirman que la religión puede asociarse a la satisfacción y, por tanto, estar vinculada a la felicidad, ya que las creencias y doctrinas influyen sustancialmente en la concepción del mundo que tiene el individuo.

En otras palabras, en palabras de Margaça y Rodrigues (2019), la religión puede ser un factor propicio para el bienestar en la vejez, ya que la participación en ambientes motivadores y la presencia de oportunidades de progreso han sido fundamentales en las personas mayores. Así, la religiosidad puede estar asociada con una mayor resiliencia en la vejez.

Araújo (1999) dice que la espiritualidad es muy preponderante en este período del desarrollo humano, por lo que el 100% de su muestra declaró estar de acuerdo con alguna creencia, ya que la realización de actividades de este tipo permite a los ancianos formar un vínculo entre sus deficiencias y el uso de sus talentos. Si esto no sucede, el sujeto al menos tendrá apoyo para enfrentar esta etapa final de la vida.

Diniz (2003) entiende la religión como un aspecto que, para ser válido, necesita mover y modificar al sujeto, y no ser meramente un sistema dotado de moral, dogmas y reglas, sino compuesto de una fe que representa el encuentro real con lo divino.

Por su parte, Baptista (2003) entiende la religión como la adopción de realidades capitales que la conciencia no puede asimilar, lo que produce un sentimiento de plenitud y unión interior cuando alcanza la cumbre del goce psíquico.

Baptista (2003) también dice que las religiones se basan en mitos y ritos capaces de expresar lo sagrado a través de los símbolos constituidos. Por lo tanto, Orlando et al. (2008) dice que la mayoría de las personas mayores practican oraciones por causas como obtener paz y amor, gratitud, salud física y quejas familiares, independientemente de su estilo de vida. La oración puede entenderse como un rito que vincula al anciano con la divinidad y, como efecto, elimina su sentimiento de soledad, ya que la oración asume también una forma de relación con el ser sagrado.

Tabla 5 – Hay un verdadero propósito para la existencia de la humanidad

Variables F %
Concuerdo totalmente 23 63,88
Parcialmente de acuerdo 3 8,33
Estoy más de acuerdo que en desacuerdo 1 2,77
Parcialmente en desacuerdo 1 2,77
Totalmente en desacuerdo 7 19,44
Total 36 100

Fuente: Cuestionarios WHOQOL.

Es posible ver claramente en la Tabla 5 que el 63,88% Totalmente de Acuerdo en el supuesto de que existe un verdadero propósito para la existencia humana, mientras que el 19,44% Totalmente en Desacuerdo y el 8,33% Parcialmente de Acuerdo. Hay tres grupos del 2,77% en las opciones, estoy más de acuerdo que en desacuerdo, más en desacuerdo que en desacuerdo y parcialmente en desacuerdo.

Con la intención de verificar si existe diferencia de significación, se aplicó la prueba de chi-cuadrado. El resultado fue: xo2=8,52 y x2c=11,07; También vale la pena señalar que n.g.l.=5 y α=0,05.

En cuanto a la cuestión filosófica, ¾ de los ancianos participantes (75%) están de acuerdo en que existe un propósito para la existencia humana, porcentaje casi tan acentuado como los observados en los Tablas 3 y 4, que investigan aspectos religiosos. Es válido considerar las palabras de Panzini et al. (2007), quienes afirman que la religión puede explicar el sentido de la vida e influir significativamente en la concepción del mundo del sujeto.

Por otro lado, también podemos inferir la relación de esta premisa con la voluntad de seguir viviendo de forma activa, como persona mayor. Martins et al. (2007) dicen que aún con un organismo deficiente y frágil es posible que los ancianos vivan con calidad. Por su parte, Simkunas y Anjos (2001) discuten la importancia de la consorte en esta fase de la vida cuando hay una pérdida; es decir, el proceso de construcción interpersonal a través de esta relación continúa hasta la vejez, de lo contrario el sujeto no sufriría los impactos descritos por la pareja. Almeida y Lourenço (2007), también, dicen que, incluso para quien no tiene pareja, el amor está disponible, siempre que lo desee.

Incluso los jóvenes tienen buenas perspectivas sobre las capacidades de los mayores (aunque tienen una visión dual de esta etapa), según Rabelo et al. (2008), por lo que, de acuerdo con Neri (2001a), se puede observar que las personas mayores demuestran satisfacción con su vida y su nivel de bienestar a través de estas respuestas (aunque no son muy específicas).

CONSIDERACIONES FINALES

Los ancianos que trabajan demuestran estar mayoritariamente satisfechos con la calidad de los dominios observados de sus vidas. En particular, fue posible notar una alta polarización en cuanto a la religiosidad, de modo que este es un aspecto casi absoluto en la opinión de los participantes, lo que está de acuerdo con lo que dice Araújo (1999) sobre el apoyo que este dominio brinda para enfrentar este problema etapa final de la vida.

El resto de áreas verificadas también recibieron una mayoría de respuestas de los participantes que denota claramente satisfacción, a pesar de que la distribución ha estado menos concentrada en una sola variable. Se estima que este predominio se debe al proceso de vejez exitosa, según palabras de Trentini, Xavier y Fleck (2006). Así, los cambios inherentes al envejecimiento mencionados por Neri (2001a) se observaron periféricamente en el grupo de muestra recolectado.

Como se explicó anteriormente, este estudio tuvo como objetivo investigar la calidad de algunos dominios de la vida de las personas mayores que todavía trabajan a través de un cuestionario estandarizado y analizar críticamente los datos obtenidos a través de la fundamentación teórica utilizada. Este instrumento logró cuantificar las respuestas de los participantes, medir diferencias estadísticas y posibilitó generar hipótesis con base en la literatura consultada, sin embargo, se percibió la presencia de brechas entre estas mismas respuestas y las razones que las propiciaron, con el fin de hacer imposible un análisis mayor, rigor y precisión. De esta forma, se sugiere que se puedan realizar otros estudios más detallados para indagar cualitativamente en estas y otras facetas de estos temas (en especial sobre la vida religiosa, que se destacó en la polarización de las respuestas), de la misma manera que una réplica de este trabajo con adultos mayores que no trabajan para comparar los resultados de ambas clases: trabajadores y jubilados.

Finalmente, se espera y espera que este aporte científico pueda cooperar para que existan interrogantes sobre la realidad contextual de los adultos mayores que trabajan con el fin de promover mejores condiciones de vida para ellos tanto en los aspectos abordados (si bien el grupo de la muestra ha mostrado preeminente satisfacción en las respuestas) como en otros.

REFERENCIAS

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ZIMERMAN, Guite I. Velhice: Aspectos Biopsicossociais. Porto Alegre, Artmed, 2000.

APÉNDICE – NOTA AL PIE

3. Formulario de Consentimiento Libre e Informado Brésilien.

[1] Maestría en Ciencias de la Educación por la Facultad de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universidad de Oporto (FPCEUP); Máster en Educación y Formación de Adultos por la FPCEUP; Psicóloga y Licenciada en Psicología por la Universidade São Judas Tadeu (USJT).

[2] Especialista en Psicología del Deporte y la Actividad Física por el Instituto Sedes Sapientiae. Psicóloga y Licenciada en Psicología por la Universidade São Judas Tadeu (USJT).

Enviado: Octubre de 2021.

Aprobado: Noviembre de 2021.

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Felipe Queiroz Dias Rocha

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