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El fetichismo de la mercancía en la sociedad de la obsolescencia planificada

RC: 134168
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CONTEÚDO

ARTÍCULO ORIGINAL

ARAÚJO, Gizelda Rodrigues de [1], MARQUES, Edmilson [2]

ARAÚJO, Gizelda Rodrigues de. MARQUES, Edmilson. El fetichismo de la mercancía en la sociedad de la obsolescencia planificada. Revista Científica Multidisciplinar Núcleo do Conhecimento. Año 05, Ed. 11, vol. 10, págs. 146-154. Noviembre 2020. ISSN: 2448-0959, Enlace de acceso: https://www.nucleodoconhecimento.com.br/educacion-es/obsolescencia-planificada

RESUMEN

Este trabajo aborda el fetichismo de la mercancía de Marx, sacando a la luz algunos ejemplos que se refieren al valor de uso y al valor de cambio y reflexiona sobre el advenimiento de la obsolescencia programada, centrándose en la volatilidad con la que desaparece la fascinación por la mercancía y puntualiza que el patrón de consumo se ha convertido en un forma de afirmación social y, en consecuencia, el consumismo representa un pilar importante para el capitalismo. Por lo tanto, tiene como objetivo comprender sobre el fetichismo de la mercancía en consonancia con la obsolescencia programada de la sociedad actual. Esta es una investigación bibliográfica exploratoria y, para ello, contó con el aporte de los estudios de Marx en su libro O Capital, específicamente en la parte que trata de la Mercancía, Bauman. En el libro Modernidade Líquida, donde habla de la fluidez de los objetos y de la disposición de las mercancías y Netto enfatiza el trabajo, la sociedad y el valor.

Palabras clave: Fetichismo de la mercancía, Obsolescencia programada, Modernidad líquida.

INTRODUCCIÓN

Vivimos en una sociedad llamada posmoderna, donde reina el consumismo, volviéndonos alienados y al mismo tiempo endeudados. Un producto que adquirimos hoy pronto será considerado démodé[3], debido a la incontrolable necesidad de cambiar frecuentemente la mercancía que acabamos de adquirir.

A partir de la Revolución Industrial, el modo de vida capitalista se extrapoló de tal manera que la sociedad pasó a valorar más el tener que el ser. Ser consumista era una forma de establecerse socialmente. De esta forma, el consumismo se vuelve imprescindible para el mantenimiento del capitalismo actual.

Este consumismo exacerbado explotó en 1928, cuando una influyente revista estadounidense publicó una frase que cambió por completo el perfil de la sociedad: “Un artículo que no se gasta es una tragedia para los negocios”[4].

A partir de entonces, los bienes que eran duraderos, que se producían para durar toda la vida, ahora en nombre del capitalismo, tuvieron una reducción de su vida útil – son desechables y, al tener una vida útil programada, obligan al consumidor a desechar esta mercancía en un tiempo más corto.

Se entiende con esto, que se trata de una “trampa[5]” del sistema capitalista, que al darse cuenta de que una mercancía que tenía una mayor durabilidad tardaba mucho más en ser intercambiada y con ello se estancaba la circulación de mercancías y consecuentemente de la capital. Fue una pérdida, porque el dinamismo era muy lento. Una vez que la vida útil del producto disminuye, el individuo intercambia con mayor frecuencia, aumentando así la dinámica del capital.

Zygmunt Bauman (2008), denominó a esta relación de consumo, obsolescencia programada, es decir, la reducción intencional de un producto realizada por el productor o fabricante, con el fin de obligar al consumidor a desechar el modelo “viejo” y comprar un modelo nuevo. Consumir ha tenido un efecto negativo en las relaciones personales, en el sentido de que el deseo de consumirlo todo crea un distanciamiento entre las personas e incluso lo logra, ya que, al consumir demasiado, muchas veces se endeudan y comienzan a escalar los conflictos en el trabajo provocando angustia e incluso depresión.

PROCEDIMIENTOS METODOLÓGICOS / METODOLOGÍA

Esta es una investigación bibliográfica, ya que fue a partir del levantamiento de referentes teóricos, publicados por medios escritos y electrónicos, como libros, artículos científicos y páginas web, que se recopiló información o conocimientos previos sobre el problema que se busca una respuesta.

Según Lakatos y Marconi (2003), este tipo de investigación no es una mera repetición de lo que ya se ha dicho o escrito sobre un determinado tema, sino que proporciona un examen de un tema bajo un nuevo enfoque o enfoque, llegando a conclusiones innovadoras.

En cuanto al objetivo, se trata de una investigación exploratoria, pues según Gil (2007), este tipo de investigación pretende dar mayor familiaridad con el problema, con miras a explicitarlo o construir hipótesis.

DESARROLLO

El mundo ha pasado por varias revoluciones sociales y a lo largo de la historia se puede apreciar que el modo de producción se ha ido diversificando a medida que el hombre ha incrementado sus necesidades. En un principio, la producción de bienes dependía únicamente de la naturaleza (caza, pesca, frutas), pero a medida que el hombre descubrió nuevas técnicas para producir sus alimentos o su vestimenta, surgió una nueva sociedad. El hombre comienza entonces a transformar los materiales naturales en productos que satisfagan sus necesidades, a través de actividades que llamamos trabajo.

Netto (2006), destaca que las actividades que satisfacen las necesidades de supervivencia se generalizan entre las especies animales, ejemplificando el caso de hornero rufo y la abeja en los que ambos realizan sus actividades porque ya habían sido programados en una relación natural y el medio ambiente.

Sin embargo, entre el hombre y la naturaleza, esta programación no se da, ya que el hombre tiene una forma de obrar que le pertenece exclusivamente.

Uma aranha executa operações semelhantes à de um tecelão e a abelha envergonha mais de um arquiteto humano com a construção dos favos de sua colmeia. Mas o que distingue, de antemão, o pior arquiteto da melhor abelha, é que ele construiu o favo em sua cabeça, antes de construí-lo em cera.[…] ele não apenas efetua uma transformação da forma da matéria natural, realiza, ao mesmo tempo, na matéria natural, o seu objetivo.(MARX, 1983, apud NETTO, 2006 ,p. 31).

Poseyendo esta capacidad de planificación, el hombre produce bienes que son valores de uso, las mercancías, que vienen a satisfacer sus necesidades humanas (ya sean las que inventamos, las que no tiene mucha necesidad o las que necesitamos para sobrevivir). Sin embargo, vale la pena señalar que cuando esta mercancía se produce sólo para el uso y no se reproduce para el intercambio, es decir, no se pretende vender, comercializar o consumir, no constituye una mercancía, es solo un valor de uso.

Para Marx (1983) toda mercancía tiene dos características: valor de uso y valor de cambio. Ya que el valor de uso siempre está relacionado con las características físicas de la mercancía. El valor de cambio está relacionado con la proporción en que esta mercancía puede intercambiarse en una relación social. El valor del intercambio es siempre muy fluctuante porque depende del interés del individuo y no puede ser definido por las características.

De esta forma, se entiende que la mercancía es:

A mercadoria é, antes de tudo, um objeto externo, uma coisa que, por meio de suas propriedades, satisfaz necessidades humanas de um tipo qualquer. A natureza dessas necessidades – se, por exemplo, elas provêm do estômago ou da imaginação – não altera em nada a questão. (MARX, 2005 p.157)

Marx (2005) también llama la atención sobre el hecho de que esta mercancía se produce hoy de manera totalmente fragmentada, donde cada individuo hace una parte del trabajo para formar la mercancía.

El gran problema que genera este tipo de producción, aún según Marx (2005), es el hecho de que el trabajador no se reconoce a sí mismo en el producto que elabora. Y esto ocurre porque ahora es ajeno a su mercancía, ya que antes el individuo producía todo, desde la base hasta el acabado de una mercancía (planeaba, creaba, definía el tipo de material, diseñaba y terminaba la obra). Todo fue producido por una sola persona.

En la contemporaneidad, a través de empresas flexibles, cada uno hace una parte de la mercancía para agilizar el proceso, porque el tiempo es oro. Esto contribuye a que el trabajador no se reconozca en su producto final, provocando extrañeza cuando se encuentra frente a una mercancía “X” en un supermercado, por ejemplo, no piensa que esa mercancía sólo existe por su trabajo. No recuerda que él es el único capaz de producir valor, su trabajo es el que produce valor y no al revés.

En la expectativa de Marx (2005), cuando un individuo busca consumir la mercancía “X” (una manzana iPhone XS Max), quiere tenerla porque agrega algún estatus, alguna característica que le dará a ese individuo una apreciación social. A este encantamiento y maravilla que la mercancía provoca en el individuo, Marx lo llama el “fetiche[6]” de la mercancía.

En nuestra imaginación alienante, siempre existirá la preferencia por un tipo de mercancía sobre otra, aunque ambas tengan el mismo valor de uso, pero sólo una de ellas otorga el estatus que el individuo desea. Refiriéndonos al ejemplo del celular: Si en una ventana se muestra un iPhone SX Max Apple y en la otra ventana, casi oculto, hay un celular LG wireless FM -ambos con el mismo valor de uso (hacer llamadas), excepto que el primero es mil por ciento más caro que el segundo.

Pero si las dos mercancías tienen el mismo valor de uso, ¿por qué entonces una tiene más valor que la otra? ¿Qué determina su precio? Lo que define su precio es el tiempo necesario para producir esa mercancía, es decir, es el trabajo humano empleado en esas mercancías. Esto es lo que define el valor real. Ahora bien, lo que hace que uno tenga un valor exorbitante en relación con el otro es la cuestión del fetiche, es la cuestión de valorar al individuo. Así que para valorar al individuo, esta mercancía será cada vez más cara.

Así, podemos ver que:

O valor de uma mercadoria está para o valor de qualquer outra mercadoria como o tempo necessário de uma está para o tempo necessário de trabalho para a produção da outra.[…] Quanto maior é a força produtiva do trabalho, menor é o tempo de trabalho requerido para a produção de um artigo, menor a massa de trabalho nele cristalizada e menor seu valor. Inversamente, quanto menor a força produtiva do trabalho, maior o tempo de trabalho necessário para a produção de um artigo e maior o seu valor. (MARX, 2005, p.164)

Se puede apreciar con esto que la mercancía al terminar, es decir cuando está lista, no mantuvo su valor real de venta, que según Marx (2005), este valor está determinado por la cantidad de trabajo materializado en el producto y sin embargo, esta mercancía adquirió una valoración de venta poco realista e infundada, como si no fuera fruto del trabajo humano y ni siquiera pudiera medirse, lo que quiso demostrar con esto es que la mercancía parecía perder su relación con el trabajo y ganar una vida propia.

Al respecto, Marx (2005) dice que, a primera vista, una mercancía parece una cosa trivial y que se entiende por sí misma, sin embargo, desde el momento en que aparece como mercancía, como valor de cambio, las cosas cambian de forma se transforma, se convierte en algo místico, palpable e impalpable.

Todos los seres humanos[7], durante nuestra historia de vida, tenemos ciertas cosas que ponemos por encima de lo más importante, que es valorar. Como ejemplo podemos mencionar a los jóvenes de la periferia que a veces no comen bien, se saltan algunas comidas, se endeudan o incluso hacen cosas ilegales para tener un celular a la moda, o algo que esté de moda. Para ellos, un teléfono celular lo es todo. Da estatus y cada vez que sale un nuevo modelo hacen de todo para adquirirlo. No les importa si la casa en la que viven es mala, si viven en el peor barrio de la ciudad, si comen mal, si estudian en una escuela pobre, porque lo que los vuelve locos, embrujados, es un celular de moda. Entonces estas personas valoran estos productos como algo supremo y harán cualquier cosa para conseguirlos.

Marx (1983), complementa[8] este pensamiento diciendo que en la sociedad capitalista la burguesía crea un aspecto fundamental para mantener sus privilegios, por lo que esta burguesía también hará que sus valores sean dominantes en esta sociedad, utilizando la ideología para enmascarar las relaciones campesinas existentes, transmitiendo estos valores a las personas, con el fin de permanecer en el proceso de producción y venta de bienes.

La burguesía valora tanto la mercancía que se convierte en un valor supremo, lo más importante. Sin embargo, para que el valor de esta mercancía sea aceptado por los individuos, este valor debe reproducirse diariamente. En esta etapa entra el marketing, las estrategias de venta y las trampas, haciendo que los individuos valoren más la mercancía que el ser humano. Con esto, el ser humano acaba cediendo el paso a la mercancía, cosificándose a sí mismo. Hay una inversión en el proceso, donde el creador se vuelve dominado por la creación. – El fetiche de la mercancía.

A mercadoria é misteriosa[9] simplesmente por encobrir as características sociais do próprio trabalho dos homens, apresentando-as como características materiais e propriedades sociais inerentes aos produtos do trabalho; por ocultar, portanto, a relação social entre os trabalhos individuais dos produtores e o trabalho total , ao refleti-la como relação social existente, à margem deles, entre os produtos de seu próprio trabalho se tornando mercadorias(…) Uma relação social definida, estabelecida entre os homens, assume a forma fantasmagórica de uma relação entre coisas(…) Chamo a isto de fetichismo, que está sempre grudado aos produtos do trabalho, quando são gerados como mercadorias. É inseparável da produção de mercadorias (MARX, 1983, p.81).

Se entiende por esto que el fetichismo de la mercancía es la percepción de las relaciones sociales involucradas en la producción, no como relaciones entre individuos, sino como relaciones económicas entre el dinero y las mercancías negociadas en el mercado. Así, el fetichismo de la mercancía transforma los aspectos subjetivos en objetivos.

A través de los conceptos de Marx sobre la mercancía y el fetichismo, vale la pena mencionar el trabajo de Bauman (2008) para trabajar el consumo desde otra perspectiva.

Una vez visto el fetichismo de las mercancías como un proceso que encubre y enmascara las relaciones efectivas entre los hombres a favor de la relación entre las cosas, Bauman (2008) agrega que en la sociedad de consumidores la dinámica del enmascaramiento se da a través del sesgo de la subjetividad.

En este contexto, Bauman (2008) afirma que la subjetividad está muy asociada a la transformación de los individuos en mercancías.

Na sociedade de consumidores, ninguém pode se tornar sujeito sem primeiro virar mercadoria, e ninguém pode manter segura sua subjetividade sem reanimar, ressuscitar e recarregar de maneira perpétua as capacidades esperadas e exigidas de uma mercadoria vendável (BAUMAN, 2008, p.20).

Se entiende por esto que el patrón de consumo se ha convertido en una forma de afirmación social, en la integración de determinados grupos en la sociedad. De esta manera, el consumismo representa un pilar importante para el capitalismo. Y para mantener el ritmo avanzado de producción y beneficio, se alimenta un sistema manipulador, donde la obsolescencia del producto es motivada por medios convincentes.

Los anuncios llenos de ideologías inculcan en los individuos un deseo incontrolable de poseer un determinado bien y no descansan hasta que lo compran. Sin embargo, este deseo de posesión, este amor desmesurado por una determinada mercancía, pronto pasa por el lanzamiento de otra mercancía cuyas características llenan los ojos, ofreciendo mil y una ventajas. Y así, el consumidor moderno desecha su “objeto viejo” (con un máximo de seis meses o un año), y compra la novedad.

Y en este sentido, Bauman (2001) viene a decirnos que:

Pode-se notar a grande importância do consumo na caracterização da “modernidade liquida”. É por meio dele que aos indivíduos são construídos e transformados constantemente, tornando as identidades individuais passageiras. […] A “sociedade de consumidores” estimula uma estratégia existencial consumista e rejeita outras opções culturais alternativas[…] (BAUMAN, 2001).

El mundo construido de objetos duraderos ha sido reemplazado por productos disponibles diseñados para la obsolescencia inmediata, es decir, productos que ya compramos y que están programados para ser defectuosos. En este sentido, pensando en la fascinación que ejerce la mercancía y la volatilidad de esta posmodernidad, o modernidad líquida, es claro que las identidades pueden adoptarse y desecharse como una muda de ropa.

Las mercancías se vuelven obsoletas en muy poco tiempo, y de esta manera los objetos, como objetos de consumo, pierden su encanto tan pronto como se consumen.

Vivimos en una modernidad líquida, donde todo fluye sin problemas, todo es descartable y parece perder su valor. Ante esto pregunto: ¿Este desprendimiento, esta ligereza con que se tratan las cosas, tiene alguna implicación en su valor, en su precio? ¿Tendrá menos valor la fuerza de trabajo agregada a las mercancías en esta modernidad líquida?

CONSIDERACIONES FINALES

El fetichismo de la mercancía se traduce en un poder de seducción que la mercancía ejerce sobre los individuos, incluso ocupando su lugar. Esta inversión de roles se produce por la valoración que se produce con el consumo de la mercancía, haciendo que su creador ni siquiera se reconozca más en el producto, convirtiéndose en la cosa. Marx (2008) llamó a esto objetivación: la creación toma el lugar del creador.

Desde otra perspectiva, Bauman (2001) subraya sobre el consumo exacerbado, sobre la liquidez que lo derrite todo a su alrededor, tornando volubles las cosas y los individuos, desechables en una dinámica de consumismo donde la promesa de lo “nuevo” trae felicidad y el descarte de lo “viejo” un vacío que debe llenarse con más consumo.

Para mantener este ritmo avanzado de producción y ganancia, el modelo capitalista adopta un sistema manipulador y alienante, utilizando la obsolescencia programada de los productos, donde todo lo consumido pierde su valor en el corto plazo.

REFERENCIAS

BAUMAN, Zygmunt. Modernidade líquida. Rio de Janeiro. Editora Zahar, 2001.

BAUMAN, Zygmunt. Vida para o consumo. Rio de Janeiro. Ed. Zahar, 2008.

MARX, Karl. O Capital: Mercadoria. São Paulo: Centauro Editora, 2005.

MARX, Karl. O Capital: Crítica da economia política. São Paulo: Nova cultural, 1983.

MEUCCI, Isabella Duarte Pinto. Revista sem aspas. Disponível em: https://periodicos.fclar.unesp.br/semaspas/article/view/69. Acessado em 03/12/18

NETTO, José Paulo e BRAZ, Marcelo. Economia Política- Uma introdução à crítica. Vol. I. S. Paulo. Ed. Cortez, 2006.

APÉNDICE – REFERENCIAS EN NOTAS A PIE

3. Palabra francesa que significa pasado de moda. Ya no está de moda.

4. http://revistapontocom.org.br/materias/obsolescencia-planejada

5. Trampa en el sentido de estrategia.

6. Fetiche: objeto al que se le atribuye un poder sobrenatural o mágico y se le rinde culto.

7. Audio del profesor Edmilson Marques.

8. Audio del profesor Edmilson Marques.

9. https://cafecomsociologia.com/para-entender-de-uma-vez-por-todas-o/. Consultado el 02/12/2018-Cita de Marx, 1983.81.

[1] Posgrado en Educación en Gestión Ambiental (2011)-Faculdade Serra da Mesa-FASEM – Uruaçu-Go; Licenciado en Biología (2005) – Universidade Federal de Lavras-UFLA; Posgrado en Métodos y Técnicas de Enseñanza (2003) – Universidade Salgado de Oliveira – UNIVERSO; Estudiante de posgrado en Derecho Civil (2020) – Pontifica Universidade Católica – PUC – Minas; Licenciatura en Pedagogía (2001) – Universidade Estadual de Goiás – UEG – Campus Uruaçu; Licenciatura en Biología (2004) – Universidade Estadual de Goiás – Campus UEG – Porangatu; Licenciatura en Física (2012) – Universidade Federal de Goiás – UFG; Estudiante de Derecho (2020) – Universidade Estadual de Goiás – UEG campus Uruaçu.

[2] Tutor. Doctorado en Historia. Maestría en Historia. Especialización en Ciencias Políticas. Licenciatura en Historia.

Enviado: Junio de 2020.

Aprobado: Noviembre de 2020.

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Gizelda Rodrigues de Araújo

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