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Necropolítica estatal y racismo antinegro: un análisis discursivo del asesinato de George Floyd

RC: 118204
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CONTEÚDO

ARTÍCULO ORIGINAL

SILVA, Evanildo Alves da [1], BONFIM, Marco Antônio Lima do [2]

SILVA, Evanildo Alves da. BONFIM, Marco Antônio Lima do. Necropolítica estatal y racismo antinegro: un análisis discursivo del asesinato de George Floyd. Revista Científica Multidisciplinar Núcleo do Conhecimento. Año 06, Ed. 12, vol. 11, págs. 48-65. Diciembre 2021. ISSN: 2448-0959, Enlace de acceso: https://www.nucleodoconhecimento.com.br/educacion-es/necropolitica ‎

 

RESUMEN

En este artículo pretendemos abordar el problema del racismo en Estados Unidos, que mató a George Floyd el 25 de mayo de 2020, siendo asesinado por la policía estadounidense. Este hecho, alimentado por la estructura del sistema de biopoder y biopolítica, conduce a la violencia policial y resulta en la selección de quién debe vivir y quién debe morir, desencadenando el genocidio resultante de la necropolítica estatal. Para ello, realizamos apuntes sobre el curso histórico de la creación y desarrollo de los Estados Unidos de América, con su línea divisoria geográfica y geopolítica, acercándonos a los conceptos de blanqueo, raza, racismo y el mito de la democracia racial. Nos apoyamos en la fundamentación teórica de autores que tratan la historia del pueblo negro y la lucha contra el racismo, tales como: Almeida (2018), Fernandes (2007), Mbembe (2017), Flores (2017), Nascimento (2019), Karnal (2007) y Munanga, (2008). La historia de los negros está marcada por relaciones de dominación, negación del derecho a la voz y la libertad de expresión, y distanciamiento social. En este sentido, nos preguntamos: ¿Qué instrumentos son indispensables para promover políticas de igualdad racial de manera satisfactoria? En esta perspectiva, planteamos supuestos relacionados con las políticas de acción afirmativa que se pueden adoptar, en el sentido de contribuir a la reducción de las desigualdades raciales, para que las élites, formadas en su mayoría por blancos, no sigan siendo predominantes sobre los negros.

Palabras clave: Racismo, Negro, Antirracismo, Desigualdad, Derecho.

INTRODUCCIÓN

El presente trabajo es el resultado de lecturas realizadas sobre el racismo, la discriminación y la exclusión social, avivadas también por los hechos que involucraron el episodio que victimizó al norteamericano George Floyd, acto cometido por un policía blanco, quien pasó más de ocho minutos con su rodilla sobre su cuello, causándole la muerte por asfixia. A pesar de que rogó por su vida y repitió varias veces la frase “No puedo respirar”, no obtuvo respuesta. Estados Unidos es un país que se destaca por su espectacular economía y cultura cinematográfica, donde emergen grandes personajes mundiales, al punto de despertar en muchas personas, de diferentes partes del mundo, el deseo de emigrar allá, en la expectativa de establecerse una vida rodeada de paz, alegría y prosperidad. Este mismo país, sin embargo, provoca en tantos otros el sentimiento de odio, al punto de cometer ataques guerrilleros contra el pueblo estadounidense. Además de estos avances irrespetuosos de otros países, pesa históricamente las disputas existentes, dentro del propio país, entre los negros y los blancos que conforman la nación.

Según Rocha (2020), la lucha de los activistas negros, que tuvieron como precursores y heraldos a Martin Luther King y Malcolm X, sigue siendo librada entre las sociedades actuales, por otros personajes y por otros contextos. Continúa diciendo el autor que “es triste”, pero la discriminación contra las personas negras se sigue realizando a lo largo de la historia. Estos hechos lamentables e inaceptables solo cambian de nombre, pero continúan la discriminación, la intolerancia y la marginación de los negros, especialmente entre los más pobres, con la ausencia de políticas públicas que garanticen los derechos sociales recomendados por los derechos humanos (ROCHA, 2020).

El uso de la fuerza es adoptado por el Estado para mantener su estructura de control social. Ocurre que, muchas veces, las acciones que se utilizan para garantizar la política de seguridad nacional de un país son verdaderas prácticas de autoritarismo gubernamental, tendientes a regular la vida de un determinado grupo de individuos. El uso de este dispositivo es llamado “biopolítica” por Michel Foucault (FLORES, 2017). Y, para que el Estado pueda poner en práctica su estructura política gubernamental, se apropia de dispositivos tecnológicos e institucionales para controlar las acciones de vida de las personas, lo que Michel Foucault denominó “biopoder” (FLORES, 2017).

Flores (2017), citando a Foucault, dice que el instrumento más utilizado por el Estado para hacer aceptables estas prácticas y lograr fiscalizar a las personas es el discurso, que pretende poner una verdad en relación con los modos de vida. Después de analizar las formas de vida, la biopolítica utiliza el dispositivo del biopoder para decidir qué miembros de la sociedad pueden vivir y cuáles deben morir. En este sentido, la vida se ha convertido en un artefacto controlado por el conocimiento, que se constituye en objeto de control social. Mbembe (2018) dice que “el racismo es ante todo una tecnología diseñada para permitir el ejercicio del biopoder, ese viejo derecho soberano de matar” (MBEMBE, 2018, p. 18).

En medio de la discusión realizada por Michel Foucault, el historiador camerunés Mbembe presenta el concepto de “necropolítica”, que se constituye en los procesos de colonización y neocolonización. Mbembe entiende que el sistema de plantaciones esclavistas en las colonias se presenta como una forma de frontera que deshumaniza al ser humano, esto porque “las colonias son similares a las fronteras. Están habitados por ‘salvajes’. Las colonias no están organizadas de forma estatal y no crearon un mundo humano” (MBEMBE, 2017, p. 35). En estas colonias, “el soberano tiene la prerrogativa de matar sin objeción alguna de la ley” (MBEMBE, 2018, p. 36). En el análisis de Mbembe, ese modelo de genocidio practicado en las colonias se transmutó a las sociedades actuales y urbanas. “Vivir bajo la ocupación contemporánea es experimentar una condición permanente de ‘vivir con dolor’: estructuras fortificadas, puestos militares y bloqueos de carreteras por doquier” (MBEMBE, 2018, p. 68). La vigilancia impuesta a la sociedad moderna configura un prototipo de poder dominante, con “soldados que patrullan las calles oscuras, atemorizados por sus propias sombras; niños cegados por balas de goma; padres humillados y golpeados frente a sus familias” (MBEMBE, 2018, p. 69).

En palabras de Flores (2017), la necropolítica, en este sentido, “simboliza el proceso en el que el ser humano se transforma en algo útil al Estado y al sistema capitalista para estar vivo o ya no le sirve, y luego se puede prescindir” (FLORES, 2017, p. 44). Es posible percibir, en este nebuloso escenario, quién debe ser criminalizado y ejecutado, estando extinto del seno de la sociedad, y suele ser la persona negra y periférica la que se encuentra en una situación de mayor vulnerabilidad social y/o económica. Así, las personas negras enfrentan un proceso de exclusión por ser consideradas un riesgo para la sociedad. La necropolítica se sustenta en la característica de reprender, reprimir y exterminar, siendo operada por los polos de la vida o la muerte. Por eso, tiene la capacidad de multiplicarse de manera asombrosa, ya sea en la muerte de personas individuales o en la muerte de genocidios masivos (MBEMBE, 2017, p. 65).

EL LUGAR DEL NEGRO EN LA HISTORIA DE ESTADOS UNIDOS: PROGRESO Y RETROCESO

La sociedad está siempre en proceso de cambios de identidad social, política, económica y cultural. Según Hall (2006), las identidades culturales experimentan constantes transformaciones, alejándose sin duda de las antiguas configuraciones identitarias que, durante tanto tiempo, se constituyeron como identidades unificadas y pretendían perpetuar el sistema de representación cultural absuelto de la sociedad medieval. Hall demuestra que no es posible tener una sola identidad cultural, como resultado de la diversidad de culturas existentes en una misma nación, abarcando género, etnia y raza (HALL, 2006). “Las identidades nacionales no son cosas con las que nacemos, sino que se forman y transforman dentro de la representación” (HALL, 2006, p. 48).

Los procesos de constitución hegemónica de una cultura unificada, por tanto, se dan a través de procesos violentos que intentan desvanecerse y, en consecuencia, eliminar los intentos de aceptación de identidades culturales diversas y diferentes. En palabras de Hall, “cada conquista subyugó a los pueblos conquistados y sus culturas, costumbres, idiomas, tradiciones, y trató de imponer una hegemonía cultural más unificada” (HALL, 2006, p. 60). Esto implica que las naciones, cada una a su manera, busquen homogeneizar su identidad nacional, con el fin de solidificar su estructura de poder. Rodrigues (2021), al describir las palabras de Erica Malunguinho, dice que “el gran centro de los conflictos humanitarios mundiales es tratar el colonialismo como una herida estructural del pasado y que, por tanto, no necesita ser revisada contemporáneamente. Como tal, el colonialismo es una herida sangrante, dolorosa, a veces infecciosa, que no se trata” (RODRIGUES, 2021, PÁG. 41).

Estados Unidos (el espacio geopolítico de este artículo) no fue diferente al buscar construir y concretar una identidad nacional basada en referencias étnico-raciales predominantemente de gente blanca. En estas circunstancias, el negro fue expoliado y considerado la principal vergüenza nacional, convirtiéndose en una amenaza para el nuevo modelo de sociedad que surgía en el escenario nacional. La clave para resolver este problema residía en la sugerencia de una propuesta eugenésica con la intención de clasificar biológicamente el blanqueamiento de una sola raza. Lo que se deseaba era la búsqueda de una nación predominantemente blanca y, en consecuencia, la inferiorización de la población negra (NASCIMENTO, 1978).

El historiador Leandro Karnal (2007) hace un recorrido histórico desde el inicio de la formación de los Estados Unidos, desde la creación de las trece colonias originarias de Inglaterra hasta principios del siglo XXI. El autor relata que las colonias que allí se fundaron ya estaban asentadas sobre el mástil de las diferencias económicas y raciales. Mientras que, en el norte del país, una población predominantemente blanca se asentó en una tierra considerada fértil y abundante, lo que posibilitó el desarrollo de grandes industrias, la mano de obra libre y la adquisición de pequeñas propiedades; Por otro lado, en la región sur se estableció una población predominantemente derivada del trabajo esclavo. El medio de supervivencia que encontraron los nuevos habitantes de la tierra fue la adquisición de grandes propiedades y el trabajo de monocultivo. Con esta formación estructural de la economía, se instauró el uso de mano de obra esclava, más específicamente el trabajo de esclavos negros del continente africano (KARNAL, 2007).

Según Karnal (2007), el país enfrentó, de 1861 a 1865, la llamada Guerra Civil Americana, que se desarrolló entre los estados del norte y los autoproclamados Estados Confederados de América. Los vencedores de la batalla fueron las colonias del norte, que, tras lograr la victoria, ordenaron la abolición inmediata de la esclavitud en el territorio del sur. Con el fin de la guerra se iniciaron las negociaciones para la reconstrucción del país y, en consecuencia, la reintegración de los estados del sur al resto de la nación. Sin embargo, muchos ciudadanos blancos que vivían en la región sur no estaban de acuerdo en que los negros, que acababan de recibir su libertad, tuvieran los mismos derechos que los blancos. Este es el comienzo de los primeros intentos de una política segregacionista que se prolongó durante muchos años. Respecto a los intentos de una política segregacionista en Estados Unidos, Karnal dice lo siguiente:

Leis de segregação racial haviam feito breve aparição durante a reconstrução, mas desapareceram até 1868. Ressurgiram no governo de Grant, a começar pelo Tennesse, em 1870: lá, os sulistas brancos promulgaram leis contra o casamento inter-racial. Cinco anos mais tarde, o Tennessee adotou a primeira Lei Jim Crow e o resto do sul o seguiu rapidamente. O termo ‘Jim Crow’, nascido de uma música popular, referia-se a toda lei (foram dezenas) que seguisse o princípio ‘separados, mas iguais’, estabelecendo afastamento entre negros e brancos nos trens, estações ferroviárias, cais, hotéis, barbearias, restaurantes, teatros, entre outros (KARNAL, 2007, P. 145).

Según Morris y Burnett (2018), la ideología de la supremacía blanca estuvo presente en la construcción de la sociedad estadounidense, cobrando fuerza con el racismo de Jim Crow, sistema que creó leyes que estuvieron vigentes principalmente en el sur de los Estados Unidos, con lo cual se implementaron varias medidas que se deben poner en práctica, como la separación entre negros y blancos en escuelas, trenes y oficinas públicas. Luego hubo varios linchamientos e incluso ahorcamientos de muchos negros con la táctica de colgarlos de los árboles. Por ser considerados una raza inferior similar a los chimpancés, deberían permanecer en un estado de inferioridad en relación a los demás individuos de la sociedad, pues, según esta ideología, esta era la voluntad de Dios: que la persona negra permaneciera en una posición de sub -humanidad ( MORRIS Y BURNET, 2018). Según los autores, esta ideología se concretó con la difusión de la ciencia blanca difundida en el período de la Ilustración, que predicaba el desarrollo intelectual del sujeto blanco, llevándolo a una etapa de superioridad humana. En esa dirección, la defensa de la ciencia blanca y la ideología de la superioridad van de la mano, justificando la opresión racial (MORRIS Y BURNETT, 2018).

Según Nascimento (2019), este choque de derechos entre blancos y negros fue ampliamente discutido por Du Bois en su libro “As almas do povo negro” (Las almas de los negros). Allí revela la situación que vivía la comunidad afroamericana, que luchaba por la libertad en una tierra en la que, aunque ya había sido conquistada por ellos, todavía se sentían extranjeros. Llevaban dentro de sí un dualismo nacionalista envuelto por el sentimiento de ser americano y ser negro, como lo describe Du Bois, quien dice: “Dos almas, dos pensamientos, dos choques irreconciliables, dos ideales en conflicto, en un cuerpo negro, impedido, sólo por un esfuerzo obstinado, escindirse” (DU BOIS, 1903, p. 39). Para los afroamericanos, el hecho de que fueran reconocidos como personas negras no les causaba ninguna vergüenza, ya que sabían que por sus venas corría sangre negra. Simplemente desean conquistar también el derecho a ser ciudadanos americanos, a no sufrir la exclusión social, al punto de que se les nieguen oportunidades, de no ver abiertas las puertas a circunstancias que les fueron favorables (DU BOIS, 1903, p. 39).

En la comprensión de Nascimento (2019), Du Bois llama la atención sobre la situación del estado psicológico del individuo negro en el transcurso de su vida, que vive sufriendo con el sentimiento de ser siempre rechazado por otros sujetos. Rodeados por este sentimiento de inferioridad, los estadounidenses negros se vieron a sí mismos como un problema para la sociedad. Nascimento (2019) refiere que Du Bois afirma que el problema del sentimiento de inferioridad por parte de los negros comienza en la infancia y los acompaña a lo largo de su vida. Para sustentar su tesis, relata una experiencia que tuvo consigo mismo. Todo sucedió cuando, aún en su adolescencia, tuvo contacto con un nuevo compañero de clase blanco que acababa de mudarse. En el intercambio de tarjetas entre los alumnos de la escuela, la niña se negó a recibir su tarjeta. Fue entonces cuando Du Bois se dio cuenta de que se le consideraba diferente, con un enorme velo que lo separaba del mundo, el racismo (NASCIMENTO, 2019).

Según Morris y Burnett (2018), para Du Bois existe una línea de color que sustenta la estructura global de supremacía racial, la cual se sustenta en un conjunto de fuerzas ideológicas, políticas y económicas. Para el autor, esta línea consiste en una barrera de relaciones entre las razas más claras y más oscuras de los hombres, al borde de la cual los hombres se mueven peligrosamente. Los autores afirman que, en el pensamiento de Du Bois, la estructura social comandada por el poder económico de los blancos sobre los negros sólo sería superada si los negros lograban alcanzar una alta posición económica, pero esta condición requería la unión de todos los negros con el objetivo de triunfar sobre la segregación racial, porque la fragmentación y el aislamiento facilitan la dominación. En este sentido, el enfoque principal del autor es combatir este tipo de segregación, que se plantea de manera semiconsciente o explícita (MORRIS Y BURNETT, 2018).

Según Moore (2007, p. 26), “el progreso logrado en la lucha global contra el racismo sistémico es modesto y frágil”. Según el autor, podemos observar que la sociedad norteamericana ha sufrido un retroceso en relación a las conquistas adquiridas en las décadas de 1960 y 1970, cuando Martin Luther King y Malcolm X, como se le llamó “Al hajj malik Al-Shabazz”, conquistaron el derecho al voto de la comunidad negra en 1965, a través de la Ley de Derechos Civiles de 1964. Los avances que se dieron en ese período fueron extraordinarios, pues se superó la segregación y comenzaron a surgir oportunidades de empleo, educación y vivienda para los negros. Además, muchos afroamericanos fueron elegidos para concejales y alcaldes. Los retrocesos, claramente evidentes, dan testimonio del arduo y largo camino que aún nos queda por recorrer para superar la segregación racial (MOORE, 2007, p. 26).

CONCEPTOS Y ANÁLISIS DEL DISCURSO ANTIRRACISTA

En el contexto actual, el discurso del antirracismo en la sociedad es bastante recurrente. En palabras de Fernandes (2007), cuando escuchamos la palabra “discurso” inmediatamente nos vienen a la mente los pronunciamientos políticos más elocuentes, sin embargo todas las formaciones discursivas están siempre cargadas de formaciones ideológicas. En este sentido, es interesante que se produzca un análisis del discurso, que se caracteriza no principalmente por el uso del lenguaje en el contexto político, sino en el contexto social, cuando vemos a las personas entrar en discusiones y debates sobre asuntos que están en evidencia a diario (FERNANDES, 2007). Así, el discurso sobre el antirracismo tiene lugar dentro de la sociedad, pero con sus diversas formas de sugerencia y opinión sobre el tema.

Para los auténticos defensores de la causa negra, hablar de la situación de la comunidad negra es luchar por la justicia social. Para otros, el discurso antirracista está rodeado por el prejuicio que los propios negros tienen contra sí mismos (FERNANDES, 2007). En esa dirección, el discurso del mito de la democracia racial es un instrumento de carácter ideológico construido por representantes intelectuales del estrato social élite que buscan convencer a la población de que blancos y no blancos son iguales (HASENBALG, 1979). El intento de convencer a la raza negra de no realizar un levantamiento contra el sistema de privilegios a los blancos pretende evitar la agregación colectiva y la desmovilización de acciones políticas que logren frenar el avance de la lucha antirracista, esto porque “la La efectividad de la ideología racial dominante se manifiesta en la ausencia de un conflicto racial abierto y en la desmovilización política de los negros, haciendo que los componentes racistas del sistema permanezcan incuestionables, sin necesidad de recurrir a un alto grado de coerción” (HASENBALG, 1979, p. pág. 246).

Según Schucman (2010), la élite blanca sigue empleando intentos de desaprobar las luchas por la identidad de los negros cuando presenta la narrativa de que los blancos y los negros disfrutan de los mismos derechos y oportunidades. En relación a esta afirmación, Peter Fry (2005) dice que “lo que queda en juego, sin embargo, es la distancia entre los discursos y las prácticas de las relaciones raciales” (PETER FRY, 2005). Ante esto, el movimiento negro mundial trata de desmitificar, a través de sus intelectuales, la idea de igualdad proclamada por la población no negra y deconstruir el mito de la democracia racial.

Para Ribeiro (2020), la palabra segregación significa separación, división para evitar el contacto y aislamiento. De acuerdo con Leite (2020), el término también puede ser utilizado en el contexto del Estado, con el objetivo de separar individuos o grupos de personas que forman parte de una misma sociedad, sin embargo, aprehendiendo criterios étnicos y raciales. Vale aclarar que la definición de raza, en su categoría funcional, requiere de una construcción discursiva, histórica, social y, sobre todo, política de manera más amplia, cuyo limitado espacio no nos permite hacerlo por el momento. Para Guimarães (1999), “la raza es una forma de carisma o estigma grupal basado en la creencia en una herencia genética que define el valor moral, intelectual y psicológico de un individuo o un grupo” (GUIMARÃES, 1999, p.114). Sílvio Almeida (2018) dice que su “significado siempre ha estado de alguna manera ligado al acto de establecer significados, primero, entre plantas y animales y, después, entre seres humanos”. Almeida dice que “la noción de raza como referencia y las diferentes categorías de seres humanos es un fenómeno de la modernidad” (ALMEIDA, 2018, p. 19). El citado autor se preocupa en advertirnos que esta observación nos lleva a entender que el término raza no es estático, sino que apunta a un contexto histórico y cultural de la humanidad, estando siempre ligado a intereses políticos y económicos flanqueados por conflictos de poder (ALMEIDA, 2018, p.19).

Según Fanon (1983, p. 44), “no se puede exigir impunemente que un hombre esté en contra de los prejuicios de su grupo. Todo el grupo colonialista es racista”. Así, la estructuración de la sociedad siempre ha estado ligada a ideologías de dominación de los blancos sobre los negros. De hecho, la formación del poder económico estructurado en el capitalismo siempre ha sido el resultado de la dominación colonialista. La tesis del blanqueamiento, basada en la presunción de superioridad blanca, resultó ser el acomodo ideal para el legado esclavista (CAMARGO, 2010). Da Matta llama la atención sobre el hecho de que “este tipo de prejuicio racial es totalmente consistente con las ideologías dominantes de cada una de estas sociedades, estando directamente relacionado con las formas históricamente elegidas de la realidad social” (DA MATTA, 2000, p. 81).

Según Cardoso (2011), la reivindicación del carácter universal de las personas negras, en la búsqueda por lograr el reconocimiento étnico y racial, está directamente relacionada con el interés de ser reconocidos como persona, pero con un predicado específico, esto es, de ser una persona negra Cardoso hace esta observación como resultado de la discusión que se viene dando sobre el concepto de blanquitud emergente en las relaciones sociales, a raíz del movimiento negro. En palabras de Cardoso, “la blancura, o identidad racial blanca, se construye y reconstruye histórica y socialmente al recibir influencia a escala local y global. No se trata de una identidad racial homogénea y estática. La blancura cambia con el tiempo” (CARDOSO, 2011, p.1). Según el autor, los blancos siempre se consideran una persona con una característica peculiar, sin considerar que están marcados por el color o la etnia, y están rodeados de privilegios simbólicos que los colocan en una posición de poder. Conceptualiza, sin embargo, que ser blanco va más allá de ocupar el espacio del poder: “Significa la geografía existencial del propio poder”, esto porque “la identidad blanca es la estética, la corporeidad más bella. El dueño de la historia y su perspectiva” (CARDOSO, 2014, p. 17).

En la reflexión de Munanga (2008), aun con la llegada del siglo XXI, ante tantas transformaciones sociales y culturales, la sociedad aún lleva en sus entrañas el saldo negativo del racismo estructurado que estuvo presente en el período del siglo VIII al mediados del siglo XIX. Corroborando las ideas de Hall, Munanga (2008) afirma que la llegada del nuevo milenio ha sustanciado una nueva forma de racismo, involucrada por diferencias culturales e identitarias. Según Hall (2006), todo este aparato de blanquear el pensamiento unificador está experimentando grandes transformaciones, ya que “el sujeto previamente experimentado como poseedor de una identidad unificada y estable se fragmenta; compuesto no de una sola, sino de varias identidades” (HALL, 2006, p. 12). En esta circunstancia, todo orden pigmentocrático de dominación, que difunde el prejuicio racial y disemina agudamente la desigualdad social, enfrenta la resistencia del sujeto “posmoderno”, celebra la deconstrucción del formato de sociedad unificada. “Cada vez crece más la conciencia política de las víctimas del racismo en las sociedades contemporáneas” (MUANGA, 2008, p. 16).

POR FAVOR NO PUEDO RESPIRAR; SUMERGIDO POR UNA RODILLA

El episodio que tuvo lugar el 25 de mayo de 2020 en la ciudad estadounidense de Minneapolis, se puede caracterizar como un acto racista. El hecho mencionado se refiere a la muerte de George Floyd, un hombre negro de 46 años, quien fue asesinado estúpidamente por un policía blanco por haber pasado un billete falso de veinte dólares en el supermercado CupFoods. El empleado del supermercado creyó que la factura que Floyd había pasado para pagar un paquete de cigarrillos era falsificada, por lo que llamó a la policía. Aunque Floyd no reaccionó y no entendió lo que realmente estaba pasando, fue esposado y torturado, por un tiempo aproximado de ocho minutos y medio. Desde que se mudó de Houston, su ciudad natal en Texas, Floyd vivía en la ciudad de Minneapolis y trabajaba como guardia de seguridad, siempre fue considerado por todos como un ciudadano pacífico. Recientemente había sido despedido de su último trabajo, como resultado de la crisis económica provocada por la pandemia de Covid-19.

Un artículo vinculado en el portal de noticias G1, 30 de mayo de 2020, afirma que existe una larga historia de segregación y conflicto racial en Minneapolis. Según los historiadores, Minneapolis es una ciudad donde la disparidad racial es extremadamente grande, siendo considerada la cuarta peor para que vivan los negros. Está extremadamente segregado y los negros que residen allí tienen prohibido mudarse a otras áreas. La segregación es tan extrema que durante décadas hubo una ley que prohibía a los negros poseer propiedades, estando permitido solo a los blancos. Estas leyes de restricción para los negros fueron prohibidas en 1968, sin embargo sus efectos siguen presentes en Minneapolis hasta el día de hoy (PORTAL DE NÍCIAS, del 30 de mayo de 2020).

En ese momento, el vicepresidente de los Estados Unidos, Joe Biden, lamentó la muerte de George Floyd y dijo: “Este no es un incidente aislado, sino parte de un ciclo sistemático de injusticia que aún persiste en los Estados Unidos”. Numerosas personalidades del mundo artístico, político, deportivo, periodístico y de la sociedad en general se han pronunciado en contra de la violencia racial en Estados Unidos y el mundo. Según Quintiere (2020), la violencia contra los negros es bastante frecuente y no es nada nuevo. Según el autor, el acto de locura cometido por la policía contra George Floyd planteó preguntas complejas sobre la historia del racismo en Estados Unidos. Este episodio fertilizó en la memoria de los estadounidenses otros casos de violencia policial ocurridos en años anteriores, como el triste episodio de violencia contra Rodney King, en 1991, en la ciudad de Los Ángeles, cuando cuatro policías lo golpearon, de forma animal, a patadas y patadas, con más de cincuenta golpes. Peor aún que la cruel golpiza fue la absorción de los agresores que quedaron impunes. Esta ausencia de castigo provocó un gran alboroto en todo Estados Unidos en ese momento.

Otro episodio que merece ser recordado se refiere al caso ocurrido el 26 de febrero de 2012 en la ciudad de Florida, cuando el joven Trayvon Martin fue asesinado a tiros por un guardia de seguridad armado que patrullaba las colonias de la ciudad, hecho que dio origen a el movimiento “Black Lives Matter“. Según Rodrigues (2021), el joven tenía solo 17 años y se dirigía a la casa de su padre, en Sanford, cuando fue abordado y asesinado. Es importante señalar que Trayvon no estaba armado, ni era sospechoso de ningún delito o infracción, pero el vecindario en el que se encontraba Trayvon ese día tenía un historial de muchos robos a mano armada. La noche en que mataron a Trayvon, estaba lloviendo, y cuando los guardias de seguridad vieron al joven caminando por la calle, lo consideraron uno de los sospechosos de ser un ladrón. George Zimmerman, el guardia de seguridad, cuando lo vio, no lo pensó dos veces y le disparó, con la excusa de pensar que era un ladrón. Como en el caso de Rodney King, agredido públicamente por la policía, que también quedó impune y, una vez más, generó manifestaciones en varios lugares pidiendo que George Zimmerman sea acusado formalmente de la muerte del niño Trayvon.

Según el diario de la British Broadcasting Corporation (BBC News), en ese momento, el entonces presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, dijo algo extraordinario. El presidente dijo: “Si tuviera un hijo, me vería como Trayvon. Creo que todos deberíamos hacer un examen de conciencia para descubrir cómo pudo haber sucedido algo así y eso significa mirar las leyes y el contexto en el que sucedió”.  (BBC NEWS, 23 de marzo de 2012).

El contexto histórico de los Estados Unidos muestra una desvalorización del hombre negro, quien, en el siglo VIII, llegó en gran número, procedente del comercio de esclavos, para ser utilizado en los servicios de cultivo de tabaco, algodón, maíz y arroz. Estos negros trabajaban de sol a sol, en las peores condiciones, pasando hasta diecisiete horas de trabajo ininterrumpido, teniendo sólo un breve intervalo de tiempo para almorzar. Si bien son los principales responsables del crecimiento y desarrollo económico del país, especialmente en la región sur, siempre han estado en desventaja económica, social y política (KARNAL, 2007).

La muerte de George Floyd fue filmada por personas que pasaban y pidieron al agente de seguridad que quitara la rodilla del cuello de Floyd, sin embargo, uno de los militares, Derek Chauvin, no hizo caso a los llamados de la población. Floyd también rogó por su vida y gritó diciendo “por favor, no puedo respirar, no me maten”. Según Pâmela Malva (2020), George Floyd fue un ícono de la lucha antirracista, un padre bondadoso, un esposo dedicado y un guerrero en busca de nuevas oportunidades en la vida profesional. Según sus amigos, George era amable y tranquilo. Lo llamaban Big Floyd (Estupendo Floyd). Pamela relata que siempre fue una “persona cariñosa, con un corazón igual o mayor a su estatura física de casi dos metros de altura”. También dijo que, a pesar de todas las dificultades y de haber sido acusado, en 2007, de robo a mano armada, Floyd no estaba para nada a favor de la violencia, así lo dejó claro en sus publicaciones en las redes sociales. George ha sido categórico sobre la violencia armada diciendo: “Nuestra generación joven está claramente perdida” (MALVÁ, 2020).

Quincy, el hijo mayor de Floyd, dijo: “Quiero buscar justicia para mi padre. Ningún hombre o mujer debería perder así a su padre”. Mientras tanto, la pequeña Gianna, de 6 años, gritaba para que todo el mundo la escuchara: “Papi cambió el mundo”. La mamá de Gianna dijo que su hija no tenía idea de lo que realmente estaba pasando, y dijo esa expresión porque escuchaba a la gente gritar todo el tiempo el nombre de su papá (CARTA CAPITAL, 2020). Son las manifestaciones que sacaron a miles de personas a las calles de Estados Unidos tras la muerte de George Floyd es una demostración de que la sociedad ya no tolera el racismo estructural, que aún existe en el contexto actual. Combatir el racismo significa luchar contra las ideologías de superioridad de los blancos sobre los negros, no luchar contra los individuos.

La ideología de superioridad de un sujeto blanco, vestido con el uniforme de un agente de la seguridad del Estado, se descargó sobre un sujeto desarmado, que no ofrecía ningún riesgo de muerte a los policías, pues ya estaba inmovilizado por las ominosas esposas. La muerte de Floyd, de hecho, es un momento único en la historia, considerando la escala del problema y el impacto causado a nivel internacional. Por ello, nos preguntamos: ¿Qué instrumentos son indispensables para impulsar políticas de igualdad racial de manera satisfactoria? ¿Cómo escapar de este fantasma que aterroriza a la humanidad? ¿Cuál es la solución para salir de este brutal atolladero? Para Barbara Bergmann (1996), Sabrina Moehlecke (2002) y otros estudiosos del tema, la solución puede estar en la práctica de la acción afirmativa. Esto es de lo que hablaremos a continuación.

ACCIONES AFIRMATIVAS: UNA PROPUESTA PARA SUPERAR EL RACISMO Y LAS DESIGUALDADES

La discriminación racial en la que está inmersa la comunidad negra le quita cualquier posibilidad de alcanzar una posición destacada en la sociedad. Los altos niveles de violencia contra esta comunidad son la cara más feroz de esta situación. “El racismo que se encuentra en la raíz de los trastornos sociales extremos experimentados en prácticamente todos los países del mundo, lo que lo convierte en la última frontera del odio en el planeta” (MOORE, 2007, p. 279). Definitivamente está claro que el racismo es una forma específica de odio. De hecho, un odio dirigido peculiarmente contra una parte de la humanidad, que está excluida de los recursos esenciales en términos de acceso a la “educación, los servicios públicos, los servicios sociales, el poder político, el financiamiento del capital, las oportunidades de empleo, el ocio e incluso el derecho a ser tratados equitativamente por los tribunales de justicia y las fuerzas de mantenimiento de la paz” (MOORE, 2007, p. 279).

Ante este problema de negación de derechos, exclusión, bloqueo y violencia contra los no blancos, surge una pregunta: ¿Qué instrumentos políticos son necesarios para garantizar satisfactoriamente el derecho a la igualdad racial? Antes de responder a esta pregunta, consideramos importante mencionar el proceso histórico de la legislación en el curso de la percepción de la igualdad de derechos para todos. Según la revista Âmbito Jurídico, históricamente, la propuesta de deconstrucción de la desigualdad social, involucrando a la población negra, permea la legislación jurídica, que a nivel mundial y desde hace años, trabaja para garantizar los derechos legislativos señalados por las constituciones y los derechos humanos (REVISTA JURÍDICA, 2015).

En busca de respuestas a las preguntas sobre el desequilibrio racial entre blancos y no blancos, en 1968, se preparó el primer registro de implementación de acciones afirmativas en Brasil. En este primer documento, el propósito principal era construir y promulgar una ley, a través de técnicos del Ministerio Público del Trabajo, que obligara a las empresas, más específicamente a las privadas, a contratar y mantener en su plantilla un porcentaje de por lo menos 10 a 20 % de negros. Esta propuesta tenía como objetivo paliar el problema de la discriminación racial en el mercado laboral, que valoraba más al sujeto blanco en detrimento del sujeto negro. Pero, sorprendentemente o no, esta ley ni siquiera llegó a despegar, y las exclusiones sociales laborales continuaron existiendo (REVISTA JURÍDICA, 2015).

Quince años después del primer intento, en 1983, la discusión sobre la inclusión de los negros en el mercado laboral volvió al escenario, esta vez a través del diputado federal Abdias Nascimento, quien introdujo la Ley nº 1.332. En esta ley, una vez más, se propuso una reserva del 20%, tanto para mujeres como para negros, en la selección de candidatos al servicio público. Todo parecía estar funcionando para revertir la discriminación racial, sin embargo, una vez más, el proyecto no fue aprobado por el Congreso y todo volvió al punto de partida. Es necesario decir que los pedidos se mantuvieron, a través de movimientos y movilizaciones, con el objetivo de encontrar soluciones al problema de la violencia contra las personas negras (REVISTA JURÍDICA, 2015).

Sabrina Moehlecke (2002) presenta el sistema de acción afirmativa como una de las alternativas capaces de minimizar el problema de la discriminación y exclusión racial aún presente en el contexto actual. Según el autor, el término “acción afirmativa” se originó en los Estados Unidos, con la lucha por la democratización interna, liderada por Martin Luther King en la década de 1960, destinada principalmente a garantizar el derecho de los negros a votar y ser votado. El movimiento tenía la intención de realizar el derecho a la igualdad para todos. Es en este escenario que surge la propuesta de acción afirmativa, que pretendía obtener del Estado una postura política que mejorara las condiciones de la población negra (MOEHLECKE, 2002). Pronto, la idea de la acción afirmativa se extendió por varias partes del mundo. “Experiencias similares tuvieron lugar en varios países de Europa occidental, en India, Malasia, Australia, Canadá, Nigeria, Sudáfrica, Argentina, Cuba, entre otros” (MOEHLECKE, 2002).

La expresión acción afirmativa aparece con diferentes interpretaciones entre los estudiosos del tema. Para Barbara Bergmann (1996), el término tiene un sentido amplio, y significa planificar y ejecutar acciones para posibilitar la representación de cierto tipo de personas, que quedan sujetas a los caprichos de quienes se consideran superiores. Para el autor, la acción afirmativa es una entidad que lucha por la ruptura de la tradición, que siempre enaltece y promueve sólo a los blancos, porque se les considera más capacitados para desempeñar funciones y actividades que los negros. Para ella, “la acción afirmativa puede ser un programa formal y escrito, un plan de múltiples partes y con empleados a cargo, o puede ser la actividad de un empresario que ha consultado su conciencia y ha decidido hacer las cosas de otra manera” (BERGMANN, 1996, p.7).

Para Guimarães (1997), las acciones afirmativas están directamente vinculadas al proceso democrático a través del cual las sociedades inferiores tienen la oportunidad de participar del principio de igualdad social. Estas acciones se encargarían de “promover privilegios de acceso a los medios fundamentales, la educación y el empleo, especialmente para las minorías étnicas, raciales o sexuales que de otro modo estarían excluidas de estos derechos, en todo o en parte” (GUIMARÃES, 1997, p. 233). Santos (1999) es más atrevido y cree que estas acciones son instrumentos con capacidad suficiente para excluir las desigualdades sociales históricamente acumuladas, teniendo la condición de garantizar la igualdad de derechos para todos, incluidos los negros. Con esta probabilidad, sería posible compensar las pérdidas causadas por la discriminación durante la historia (SANTOS, 2005, p. 25).

CONSIDERACIONES FINALES

Podemos observar que el sistema en su conjunto, en su conjunto, ha estado fallando en cuidar y respetar las diferencias raciales. Podemos observar que aún existe una enorme fragilidad en relación a las garantías de los derechos adquiridos. Los negros y los indígenas aún sufren exclusión social. Entonces, como podemos ver, esto no es solo un problema de los Estados Unidos, sino también del mundo entero. Como se expone en este trabajo, la segregación, la exclusión y la desigualdad derivadas de la discriminación racial existen y deben ser rechazadas de nuestro sistema, ya que impiden la evolución de las naciones y de la humanidad misma. Para que esto realmente suceda, debemos hacer uso de las muy beneficiosas medidas de acción afirmativa, lo que se puede traducir en la famosa frase de nuestro ilustre jurista, Rui Barbosa, quien afirmó que “debemos tratar a los desiguales con desigualdad”. Esta es la verdadera expresión de la igualdad.

En este texto, tuvimos cuidado de centrarnos particularmente en el caso de George Floyd, un estadounidense que murió el 25 de mayo de 2020 en Minneapolis, en los Estados Unidos de América, pero podríamos presentar una cantidad diversa de casos que ocurrieron alrededor del mundo. No podíamos, sin embargo, hacer estas consideraciones finales sin mencionar el caso de Eric Garner, también estadounidense, otro hombre negro que, como Floyd, sufrió violencia policial y también murió asfixiado, en Nueva York, en 2014. La misma sentencia que Floyd dijo en los últimos momentos de su vida (“No puedo respirar”) fue repetido por Eric Garner, repetido once veces. Todos estos aspectos revelan un amplio campo de batalla y, en cierto modo, una batalla desigual, pues se articula entre individuos con poder político y legal, contrasujetos considerados inferiores y excluidos, los negros.

Toda esta problemática se presenta con un solo nombre: violencia. Para Chauí (1998), la violencia está en todo lo que procede con el rigor de la fuerza para ir contra la naturaleza de alguien. Va más allá: es toda práctica de autoritarismo que reprime la libertad de alguien contra su voluntad; es también un acto de violación de la igualdad de derechos; es cualquier forma de acción que un grupo o sociedad sitúa como mejor que el otro, es decir, puro etnocentrismo. Para combatir el racismo, el Estado debe reconocer la existencia real de las razas.

REFERENCIAS

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[1] Estudiante de maestría en educación, especialización en filosofía de bachillerato, especialización en sociología, especialización en políticas públicas y socioeducación, licenciatura en pedagogía.

[2] Tutor. Posdoctorado en Educación y Docencia (PNPD/CAPES/MAIE/UECE). Doctor (2016) y Máster (2011) en Lingüística Aplicada por el Programa de Posgrado en Lingüística Aplicada de la Universidad Estatal de Ceará (PosLA/UECE).

Enviado: Diciembre de 2020.

Aprobado: Diciembre de 2021.

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Evanildo Alves da Silva

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