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Karl Marx y Antonio Gramsci: Teorías que se complementan entre sí

RC: 40387
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DOI: 10.32749/nucleodoconhecimento.com.br/educacion-es/teorias-que-complementan

CONTEÚDO

ARTÍCULO DE REVISIÓN

DIAS, Adailton Di Lauro [1], DIAS, Deusira Nunes Di Lauro [2]

DIAS, Adailton Di Lauro. DIAS, Deusira Nunes Di Lauro. Karl Marx y Antonio Gramsci: Teorías que se complementan entre sí. Revista Científica Multidisciplinar Núcleo do Conhecimento. año 04, Ed. 07, Vol. 03, págs. 45-56. Julio de 2019. ISSN: 2448-0959

RESUMEN

Este artículo presenta una reflexión sobre la expresividad del trabajo del sociólogo italiano Antonio Gramsci, así como reflexiona sobre la influencia de Karl Marx en su teoría, que, entre otros aspectos, se centró en el escenario educativo de la época. A través de sus escritos, Gramsci propone una escuela igualitaria y hace hincapié en el trabajo intelectual y manual con el objetivo de promover al individuo en su conjunto y obtener, en consecuencia, con este proceso, la transformación de la sociedad. Su concepto de escuela entiende que este entorno no debe reducirse a un lugar sencillo donde se desarrollen y adquieran conocimientos, abarcando así un grupo de estructuras de mercado laboral que ayudan en el proceso de comprensión de esta escuela. Con esto el artículo pretende, por tanto, ofrecer, en el cuerpo general de la crítica marxista, elementos y categorías que permiten la reformulación del concepto gramciano de la escuela.

Palabras clave: Gramsci, intelectual, escuela, Karl Marx, transformación social.

INTRODUCCIÓN

La contribución del sociólogo Antonio Gramsci en la expansión del marco teórico marxista se centró en los problemas emergentes a principios del siglo pasado, incluido el problema educativo y cultural. Este estudio le dio la condición de uno de los pensadores más expresivos e importantes del siglo XX, cuya influencia y notoriedad en diversas áreas del conocimiento y la actividad política está presente hasta la actualidad. Sus teorías y prácticas marcadas por la ruptura con cualquier tipo de dogmatismo que engendraba ideas marxistas, buscaban recuperar el vigor de la controversia con otras concepciones del mundo como método de crítica política y producción de conocimiento. Aunque vivieron en tiempos diferentes, estos dos pensadores compartían deseos y visiones similares del mundo, aunque cada uno tiene su identidad de pensamiento bien delimitada por sus obras.

1. EL MARXISTA INFLUYE EN EL TRABAJO DE ANT-NIO GRAMSCI

Aunque nunca ha publicado ningún libro en su vida, Antonio Gramsci (1891-1937) escribió varios artículos en revistas de partidos políticos y en la prensa, además de varios cuadernos escritos a mano durante su detención, impuestos por el régimen fascista italiano, comandado por Mussolini. Tales escritos, conocidos como “Cadernos do Cárcere”, publicados póstumamente representan, a día de hoy, una rica fuente de reflexión filosófica, sociológica y política en relación con la sociedad.

La competencia adquirida por Gramsci para reformular el pensamiento marxista hizo posible adherirse a una idea más coherente con la respuesta marxista al capitalismo contemporáneo. Con su percepción, logró adaptar su visión a las características de la sociedad europea que había avanzado el capitalismo en la primera mitad del siglo XX. Según él, para llegar al poder no basta con ser elegido o promover un golpe de Estado, es esencial que otra batalla obtenga resultados positivos: no es físico, sino intelectual, es decir, para ganar esta batalla es necesario persuadir y convencer para obtener, de esta manera, la aprobación social, el alcance central de esta batalla. Para ello, es esencial que el que convence sea un intelectual. Es a partir de este punto que la escuela representa ahora un papel destacado, ya que es responsable de la formación intelectual de las personas, a través de un acceso especial a la cultura, por lo que ha despertado en Gramsci una preocupación por la configuración de la sistema escolar de su tiempo.

Después de analizar y observar que había un conflicto entre las dimensiones de la pedagogía del cultivo y la formación, Gramsci concluyó y llegó a argumentar que en el mundo contemporáneo la ciencia terminó siendo diferente en la vida cotidiana de acciones nunca antes practicadas, actividades prácticas se han vuelto complejas y especializadas. Teniendo en cuenta este contexto, Gramsci se adhirió a las ories que pensaban que las superestructuras (órganos rectores de la esfera social) replanteaban y reformulaban el concepto marxista de estado. En este sentido, comenzó a entender al Estado como un mecanismo de represión y violencia que actúa principalmente desde la política para persuadir y convencer a la sociedad de que se adhiera a ciertas conductas sociales desde su aparato de represión y control.

Los conceptos de sociedad civil y hegemonía nos permiten pensar en el problema de la educación desde un nuevo enfoque: permitir elaborar un concepto emancipatorio de la educación, en el que una pedagogía de los oprimidos pueda asumir fuerza política, junto con la conceptualización de como instrumento de dominación y reproducción de las relaciones de producción capitalistas (GRAMSCI, 1999, p.31)

Según Gruppi (2000:03), el concepto de hegemonía fue presentado por Gramsci como algo que opera no sólo sobre la estructura económica y sobre la organización política de la sociedad, sino también sobre la forma de pensar, sobre las orientaciones ideológicas e incluso sobre cómo saber.

Al igual que Marx, Gramsci actuó como un intelectual que se centró, sobre todo, en los conceptos relacionados con la política para la elaboración de críticas. Uno de los puntos de encuentro entre los dos autores es que trataron de reflexionar, analizar y criticar las reglas y normas que hicieron que el capitalismo tomara grandes proporciones.

Según Coutinho, el gran “descubrimiento” (y Engels) de Marx en la esfera política se centró en defender que la configuración de las clases sociales es un fenómeno esencialmente estatal. Pero Marx no conocía que el capitalismo se desarrollara años más tarde en el mundo occidental. Por lo tanto, desconocía algunos de los efectos causados por este capitalismo, como el surgimiento de los sindicatos, los partidos masivos, la elección de un carácter parlamentario, así como la conquista del sufragio universal. Por esta razón, Gramsci amplía el análisis de Marx introduciendo como novedad la hegemonía que ahora tiene tanto su propia configuración como especificidades y características que hacen que se manifieste en diversas esferas. Así, el Estado, desde la perspectiva de Gramsci, debido a esa expansión, está más sujeto a responder a los conflictos que toman forma en las clases que forman la sociedad.

Para Marx, la naturaleza es toda la apropiación que el hombre hace de ella, además de la sociedad en la que vive. Por otro lado, la praxis es la mediación de esta relación entre el hombre y la naturaleza, materializada por el proceso productivo que define la utilidad y expresa el poder de transformación del entorno externo por el hombre, representado por la naturaleza y el entorno social en el que se encuentra Insertado. Según Marx, la praxis debe entenderse como un ejercicio inherente al ser humano y tiene como su principal práctica característica y crítica, por lo tanto, es una actividad sensible, por lo tanto subjetiva, que es percibida y conmovida, conscientemente, por el hombre.

Sin embargo, Gramsci conceptualiza la praxis con un significado diferenciado: para él, la práctica de la actividad humana debe ser vista esencialmente como un proceso cuya historia del individuo se construye, es decir, un proceso donde la identidad toma forma. Sin embargo, la praxis, a su vez, se basa en la interferencia humana en la naturaleza, con el objetivo de lograr propósitos y satisfacer las necesidades. El autor continúa afirmando que se trata de una actividad, por supuesto, racional. Sin embargo, para él, hay un nuevo elemento que actúa en este proceso de constitución de identidad desde la praxis: la lucha de clases. En este sentido, Gramsci señala que el sujeto deja de intervenir, de manera armoniosa y saludable, en el entorno en el que se vive. En detrimento de estos factores, las relaciones se vuelven conflictivas a través de la lucha de clases.

Aunque Marx y Gramsci no tienen el aspecto educativo como foco de sus escritos, ambos entienden y están de acuerdo en que las pautas para obtener una educación más humanizada deben comenzar, sobre todo, desde aspectos reales de la vida cotidiana de estos estudiantes, es decir, el condiciones de existencia organizadas por los seres humanos deben ser consideradas en este proceso de enseñanza y aprendizaje. Así, los hombres libran ciertos tipos de relaciones sociales de producción que desempeñan un doble papel transformador: humanizar el entorno en el que se viven las relaciones sociales y las relaciones sociales al mismo tiempo.

2. LA REFORMA INTELECTUAL PROPUESTA POR GRAMSCI

Antes de desarrollar un concepto/idea de reforma intelectual, es necesario y apropiado mencionar aspectos importantes para la comprensión de esa definición, a saber: la hegemonía y el mundo en el que se fingen. Por lo tanto, para Gramsci, la hegemonía debe ser vista como una idea de dominación frente a un grupo dado. Este proceso se debe esencialmente a la persuasión, con el objetivo de llegar a un consenso. Los argumentos de las esferas económica y política se utilizan, sin embargo, también revelan concepciones del mundo, ya que actúan como factores culturales y morales que dan forma a la sociedad.

Basándose en esta suposición, Gramsci defendió la idea de que la superestructura (sociedad civil y sociedad política) ejercía una enorme influencia en la estructura (relaciones sociales). Se entiende que las teorías elaboradas por los pensadores modifican el pensamiento humano y, en consecuencia, sus acciones, así como su relación con otras esferas, especialmente la política y con respecto a los medios de producción. Los intelectuales y las ideas que revelan alteran la forma en que los hombres se relacionan con la política y los medios de producción. En relación con el papel del proletariado, esto, a su vez, trató de ganar espacio en este proceso de hegemonización de ideas. También hay que subrayar que el intelectual no va en contra de las teorías mecanicistas y deterministas sobre la hegemonía, porque, para él, no debe ser visto como una superestructura unilateral, sino como un espacio donde las relaciones recíprocas forman el fenómeno a través del conflicto de voces que tratan de imponer su hegemonía a las estructuras.

Existe el potencial del concepto de Gramsci: reconocer que la autoridad y sus diferentes formas de coerción implican estrategias mucho más sofisticadas que la violencia. En este sentido, el crítico sostiene que el Estado contempla todas las actividades de carácter práctico o teórico cuya clase de maestría, en todo momento, justifica y, a través de dispositivos, trata de mantener los espacios bajo su dominio. Sin embargo, obtiene, en general, el consentimiento de la población. La lucha propuesta por Gramsci surge en respuesta. Sin embargo, es un proceso lento que requiere paciencia, así como un espíritu intervencionista. Debe entenderse que el

[…] iniciativa de los sujetos políticos colectivos y la capacidad de hacer política, de involucrar a grandes masas en la solución de sus propios problemas, de luchar a diario por la conquista de espacios y posiciones, sin perder de vista el objetivo último, es decir, promover transformaciones de estructuras que ponen fin a la formación económico-social capitalista (COUTINHO, C. N, p. 155).

En este sentido, la teoría desarrollada por Gramsci hizo posible la ocupación metódica y sistemática de los trabajadores. Para ello, los espacios se expandieron estratégicamente para la expansión de la sociedad civil frente a la esfera política que tomó forma, principalmente, en las acciones de intervención del Estado. Sin embargo, este movimiento hizo posible obtener el poder político de la clase proletaria. Este logro del poder político se puede describir en las siguientes palabras de gramsci:

Crear una nueva cultura no sólo significa hacer descubrimientos individualmente “originales”; también significa y, sobre todo, difundir críticamente verdades ya descubiertas, ‘socializarlas’ por así decirlo; y, por lo tanto, transformarlos en la base de acciones vitales, en un elemento de coordinación y orden intelectual y moral. El hecho de que una multitud de hombres se ven impulsados a pensar coherentemente y de manera unitaria la realidad actual es un hecho mucho más importante y ‘original’ ‘filosófico’ que el descubrimiento por un “genio” filosófico, de una nueva verdad que permanece como un patrimonio de pequeños grupos intelectuales (GRAMSCI, 1999, p.95-96).

Como propone Gramsci, para construir esta concepción crítica, coherente y unitaria del mundo, las nuevas teorías juegan un papel decisivo. Por lo tanto, el llamado intelectual orgánico es visto como responsable de la mediación de la voluntad de los grupos sociales. Su objetivo es reconstruir la hegemonía, y es necesario, para ello, el uso de la persuasión, para que la reconstrucción aparezca activamente en la vida cotidiana. El consenso, desde esta perspectiva, debe tomar proporciones espontáneas para que el poder revolucionario pueda mantenerse eficazmente.

Para Gramsci (1978), la dimensión histórica, así como la variación política que colapsa las esferas de la sociedad gobernada por clases, hace necesario adherirse a la búsqueda continua del alcance de una posición determinada. En este contexto, debe llevarse a cabo, al principio, en términos de ideas. Por lo tanto, es necesario ampliar culturalmente las clases populares. Para ello, es esencial que este público pase por un proceso de conciencia crítica para que la revolución no sea un fenómeno pasivo, sino algo masivo, es decir, para que muchas personas se adhieran a otra hegemonía, así como a sentir instigado a participar en las luchas colectivas para que haya una nueva configuración de la sociedad en la que se vive. Por lo tanto, la sociedad necesita ser vista como un espacio siempre en transición. En esta perspectiva, Gramsci señala que esta transición tiene como objetivo construir una sociedad cualitativa en todas las dimensiones de la vida, y el hombre debe pasar de las ideas prehistóricas a una nueva concepción de los valores sociales y humanos. Tal apreciación resultaría en una sociedad más humanizada, así como habría una mayor emancipación de la humanidad.

3. ESCUELA TRANSFORMADORA

Mientras que la mayoría de los estudiosos de los problemas educativos seguidores de la orientación marxista afirman que la escuela tiene la función de reproducir las desigualdades sociales mientras que la reproducción de los valores de la superestructura, es decir, los dominantes. Gramsci tiene una visión distinta de la escuela y su función: según él, la escuela tiene el poder de remodelar, sin embargo, para ello, tiene que dar, a las clases dominadas, las herramientas necesarias para que después de un proceso constante de conciencia y lucha, el superar puede revertir la situación y gobernar a quienes los mandan. En este contexto, el intelectual no contrasta con el carácter reproductivo de la escuela, porque argumenta que esto, en muchas ocasiones, instiga el conformismo y la estabilidad de las ideas. Sin embargo, debido a que tiene un pensamiento comprometido con la transformación de la sociedad, Gramsci defiende que la escuela debe actuar como un entorno capaz de llevar arenas clarificantes al ascenso cultural de las masas.

Así, la escuela unitaria de formación humanista o cultura general, defendida por Gramsci, debe configurarse como la principal responsable de la inserción de los jóvenes en todas las dimensiones de la vida social. Sin embargo, el proceso debe ser gradual, porque es necesario que estos estudiantes alcancen la madurez y la criticidad para que puedan pensar y actuar de manera más reflexiva, y al mismo tiempo de manera autónoma.

Gramsci tiene como característica principal de su producción teórica, por lo tanto, la propia conceptualización de cómo la sociedad debe caracterizarse a sí misma. Así, su perspectiva siempre parte de la elaboración de conceptos que deben ayudar al proletariado a consolidar el poder sobre el conjunto de clases subalternas, con el fin, así, de disputar la dirección intelectual y moral de toda la sociedad, acciones que poder político y el cambio en la situación de dominación.

En este sentido, la escuela unitaria propuesta por Gramsci requiere que el Estado apoye económicamente el acceso y la permanencia de los jóvenes a la escuela, especialmente mediante la provisión de recursos didácticos y humanos capaces de permitir el surgimiento de este joven, representando así a sí mismo en el contexto de la transformación de la sociedad como uno de los pilares principales de este logro. Y para él, la relación pedagógica se concibe como una experiencia de emancipación colectiva que va mucho más allá de los muros de la escuela convencional:

[…] la relación pedagógica no puede limitarse a las relaciones específicamente “escolares”, a través de las cuales las nuevas generaciones entran en contacto con las antiguas y absorben sus experiencias y sus valores históricamente necesarios, “madurando” y desarrollando una personalidad misma, histórica y culturalmente superior. Esta relación existe en toda la sociedad en su conjunto y en cada individuo con respecto a otros individuos, entre capas intelectuales y no intelectuales, entre gobernantes y gobernados, entre élites y seguidores, entre líderes y dirigidos, entre vanguardias y los cuerpos del ejército (GRAMSCI, 1975, p.1331).

Sin embargo, cabe destacar que, en el caso de Gramsci, el sentido amplio conferido a la actividad y la organización escolar no debe minimizar las particularidades del entorno escolar, especialmente los aspectos relacionados con el tiempo, el espacio y la formación de nuevas generaciones o debería hacer menos importante su papel en el desarrollo de la comunicación y en la adquisición de contenidos sobre normas naturales, así como sobre las producidas en la esfera social por el hombre. Gramsci entiende y argumenta que la escuela como un aparato para la conservación de la hegemonía puede tomar un papel decisivo en la conquista del poder por parte de grupos minoritarios.

[…] es el público, laico, obligatorio y la escuela libre, abierto y garantizado a los niños originarios de todas las clases sociales, que estudian las mismas disciplinas, por el mismo currículo, por todos los grados o grados que preceden al nivel universitario, sin distinción entre formación humanística y formación profesional (MOCHCOVITCH, 1990, 67).

En sus escritos, Gramsci no descarta la hegemonía, pero considera esencial para la lucha de las “hegemonías”: siempre piensa en el carácter transformador del entorno social y no en la mera reproducción de los conocimientos previos adoptados socialmente. Propone una reflexión sobre cómo la hegemonía puede transformarse a través de la acción de la clase proletaria y cómo esto, a su vez, puede arraigar sus valores en otras clases hasta ahora dominantes, porque parte del principio de que una visión del mundo coherente y coherente puede arraigar sus valores en otras clases hasta ahora dominantes, porque parte del principio de que una cosmovisión coherente y coherente homogénea puede cumplirse mediante la realización de alianzas sociales entre grupos. Este movimiento es esencial para que la clase obrera gane expresividad frente a la hegemonía burguesa y reitere así sus valores y sea menos pasivo con el aparato dominante (MOCHCOVITCH, 1990, 24). Gramsci ve la educación como un instrumento esencial de lucha “para establecer una nueva relación hegemónica que permita constituir un nuevo bloque histórico bajo la dirección de la clase fundamental dominada por la sociedad capitalista”.

Según Gramsci, depende de la escuela realizar la acción docente de manera responsable y comprometida con las demandas exigidas por el ser humano, así como por la sociedad en su conjunto. En este sentido, actúa como un espacio necesario para el desarrollo y la expansión del conocimiento. Por lo tanto, no puede actuar de una manera limitante, sino más bien expansiva. Para ello, es crucial llevar la realidad cotidiana a las aulas, porque así el aprendizaje se produce con mayor fluidez. Algunas estrategias se pueden activar como la elaboración de un currículo que integre las demandas sociales en la presentación de los contenidos, con el fin de contemplar las necesidades intrínsecas y esenciales del ser humano (formación holística), porque la proyección se espera de “ser humano” aspirado contempla especificidades que aparecen como un modelo, es decir, como un tipo de currículo.

En este contexto, es necesario que la escuela tome al ciudadano conciencia de todas sus características potenciales, sin subyugar ideas y ofrecer conocimientos esclarecedores para permitir una visión crítica y la lectura de los hechos. Según Gramsci, para que esto suceda, es necesario que la ideología dé paso al verdadero conocimiento, por lo que tanto el currículo como la sociedad serán verdaderamente emancipados y liberados.

4. UTOPÍA o sueño posible?

Partiendo de las reflexiones y notas de Gramsci, es posible concluir que se centró en pensar críticamente, principalmente, en un modelo educativo ideal para que los valores que dan forma a la sociedad se transformen efectivamente. Según él, es a través de la acción pedagógica reflexiva y crítica que es posible alcanzar los cambios deseados. Señala también que el Estado debe ser visto como el principal agente responsable de mediar y mejorar la educación mediante la provisión de los recursos y herramientas necesarios para la acción docente. Para ello, debe actuar éticamente, así como tener en cuenta las condiciones sociales, políticas y económicas de las clases populares a la hora de desarrollar políticas de intervención.

La ética del Estado, en este contexto, está entrelazada con el proceso de emancipación de la humanidad. Así, parte de la idea de que el Estado no puede actuar como educador hasta que sigue regido por concepciones burguesas que no dan prioridad a las exigencias de las clases menos favorecidas, ya que perjudica así la educación de las masas populares. Gramsci señala, desde esta perspectiva, que es esencial garantizar al menos los niveles educativos más básicos, así como la existencia de una escuela de carácter formativo, siguiendo, para ello, ideales democráticos. La escuela democrática, a su vez, debe estar asegurada a todos por el Estado para que pueda ser considerada como ética y educativa.

Es, incluso de manera abstracta, transformar la condición del ciudadano dominante (MOCHCOVITCH, 1990, p.56). Una escuela de libertad e iniciativa libre no puede caracterizarse como un entorno esclavo y mecánico. Por estas razones y en vista del panorama político mundial actual, es cada vez más urgente repensar las políticas públicas para que sirvan como posibilidad de cambios en sus niveles más diversos (social, cultural, económico y político), a fin de promover continuamente la necesidad de construir una sociedad más justa para los ciudadanos.

CONSIDERACIONES FINALES

En vista de todo el material expuesto aquí, lo que se puede observar en la sociología de Gramsci es que propuso un cambio de los ideales dominantes a los propuestos por el proletariado. De esa manera, pensé e idealicé una escuela igualitaria para todos. Para él, el pensamiento y la práctica deben caminar juntos e indisociatemente. Se puede afirmar que la escuela ideal de gramsci es, para muchos, utópica, sin embargo, esencial para sancionar las desigualdades sociales, así como para la creación de una sociedad justa para todos. En este sentido, la escuela, para los intelectuales, es el principal medio para llegar al cambio, y es necesario, para ello, articularlo de forma liberadora de moldes convencionales. Fue considerado por muchos pensadores como el “príncipe moderno”, ya que sirvió como el principal mentor y difusor de esta corriente de educación.

La acción de la escuela, sin embargo, necesita consolidarse de manera formativa, por lo tanto debe entenderse como una parte integral de un proyecto revolucionario, asumiendo así una importancia fundamental en la lucha por el fin de la sociedad de clase. En línea con la idea de Marx, contenida en la crítica de hegel de la filosofía del derecho, según la cual la teoría se convierte en fuerza material tan pronto como se apodera de las masas, Gramsci consideró esencial que las masas se apoderaran de la filosofía de la praxis (Marxismo) como la estrategia principal para entender y transformar la realidad social. El objetivo era principalmente resignar el papel de la institución escolar en la elaboración de una contra la ideología revolucionaria. Por lo tanto, se puede concluir este estudio afirmando que su rendimiento está relacionado, aunque inmediatamente, con las diversas posibilidades educativas contenidas en el propio proceso productivo en el contexto social.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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MOCHCOVITCH, L. G. Gramsci e a escola. São Paulo: Ática, 1988.

NOSELLA, P. A. A escola de Gramsci. Porto Alegre: Artes Médicas, 1990.

[1] Especialista en Idioma Inglés (FIJ). Graduado en Letras (UNEB). Graduado en Portugués e Inglés por la Universidad Metropolitana de Santos – SP. Profesor EBTT Puerto/Ing – IFRR.

[2] Postgrado en Lengua Portuguesa (Faculdade Vale do Cricaré), licenciado en Lengua y Literatura Portuguesa (Universidad Estatal de Bahía – UNEB).

Enviado: Junio de 2019.

Aprobado: Julio de 2019.

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Adailton Di Lauro Dias

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